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English: If I Only Knew Why

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Por Vaneetha Rendall Risner sobre Sufrimiento

Traducción por Jeannette Blanco

Contraje polio mucho después de que supuestamente había sido erradicada. El médico diagnosticó erróneamente mis síntomas porque nunca había visto polio antes. Y el diagnóstico incorrecto condujo a una parálisis generalizada. Pasé gran parte de mi niñez en hospitales, marcada por dolorosas cirugías.

Más de treinta años después, mi hijo pequeño murió porque el médico sustituto no estaba familiarizado con su condición cardiaca. El doctor le suspendió la medicina que salvaba su vida. En dos días, mi hijo se había ido.

¿Cómo podría conciliar estas pérdidas? Eran indescriptibles. Prevenibles. Inesperadas. Y ante tales catástrofes, mi pregunta natural era "¿Por qué?" ¿Por qué pasó esto? Si Dios estaba en control, ¿por qué lo permitió? ¿Por qué no lo detuvo? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Esta pregunta me persiguió durante años.

Esa elusiva explicación

Estaba segura de que, si tuviera una explicación para mis pruebas, si pudiera entender los propósitos de Dios en ellas, si tan solo tuviera una razón, entonces podría haber aceptado mis pérdidas con más gracia. He oído a muchos otros decir lo mismo: Si tan solo ellos supieran por qué, podrían seguir adelante.

Saber por qué parece ser la clave inadvertida que de alguna manera desbloqueará todo nuestro dolor. La clave que traerá claridad y paz. Libertad.

Sin saber por qué, parece imposible tener que confiar en Dios en una situación sin sentido, cuando pareciera como si el mundo hubiera explotado y nos encontramos recogiendo los fragmentos astillados de nuestra vida.

Confía en él en la oscuridad

Dios está pidiendo lo impensable. Confiar en él en la oscuridad. Aceptar su voluntad cuando no entendemos. Someternos a su soberanía en medio de la incertidumbre. Creer que él tiene un propósito cuando nada tiene sentido. Por impensable que sea, Dios sigue pidiéndome que confíe en él.

Lo que yo quiero no es esta invitación. Quiero entender. Quiero ver. Quiero estar de acuerdo. Aceptar la invitación de Dios requiere fe, la cual poseo en gran medida cuando no estoy dentro del horno. Pero esa fe se tambalea cuando las llamas me envuelven y mis sueños se desmoronan.

La muerte de mi hijo, mi defectuosa salud, mi matrimonio destrozado, cada prueba trajo agonías inexpresables. Después de cada pérdida, decidía confiar en Dios implícitamente, pero la nueva pérdida traía inevitablemente un nuevo dolor y traía de vuelta viejas preguntas. ¿Te encuentras bien? ¿Me amas? ¿Por qué está sucediendo esto?

En cada oportunidad me tomó tiempo llegar al lugar de liberación y confianza. Pero al ver cómo mis preguntas solo alimentaban mi agitación, finalmente rendí mi exigencia de entender. Y paradójicamente, fue esta rendición la que contuvo la elusiva clave que había estado buscando. Esta confianza, aceptación, sumisión y creencia es lo que me transformó en mi dolor.

La verdadera libertad es confiar en Dios

El proceso de renunciar a mi exigencia de entender es lo que me liberó.

Si bien pensé que la libertad se encontraría en las respuestas, la verdadera libertad se encontró realmente en la rendición. No necesitaba resolverlo. No necesitaba tener sentido para mí. No necesitaba entender los detalles. Solo necesitaba confiar en Dios. Confiar en él porque es infinitamente más sabio, más amoroso y más determinado que yo.

Él tiene una razón para mi dolor. Muchas razones. Incluso cuando estoy completamente perdida para nombrar incluso uno. John Piper dice: "Dios siempre está haciendo 10,000 cosas en tu vida, y quizás estés consciente de tres de ellas." Podremos ver algunas pocas cosas que Dios está haciendo, una o dos formas en que está redimiendo nuestro dolor, pero nunca veremos el panorama completo en esta tierra. A menudo, todo lo que podemos ver es nuestra pérdida.

Pero si pudiéramos ver lo que Dios ve, estaríamos atónitos. Hay muchas más cosas sucediendo en las esferas celestiales de las que podemos imaginar.

Encontrando a Dios en el dolor

El libro de Job nos da una visión única de este mundo invisible. Nosotros, los lectores, somos llevados detrás del escenario a la sala del trono de Dios. Estamos al tanto de lo que Job no puede entender sobre su tragedia.

La respuesta inicial de Job a sus inimaginables pruebas fue aceptación y adoración. Pero a medida que transcurrían los días y las semanas sin alivio, Job comenzó a discutir con Dios, lamentando su situación, cuestionando por qué su vida había sido destrozada a pesar de su fidelidad.

Entonces Job se encontró personalmente con Dios. Y una vez más, su respuesta fue aceptación y adoración. Ahora Job ya no necesitaba saber. Se arrepintió en polvo y cenizas por cuestionar a Dios. Por acusar a Dios de injusticia. Por exigir una respuesta.

Job aprendió que el Señor tenía un propósito. Dios había demostrado inequívocamente que todas sus acciones fueron intencionales. Desde determinar hasta dónde podía llegar el océano, hasta dominar la mañana, todo lo que Dios supervisaba estaba perfectamente orquestado. Nada en toda la creación fue al azar, o escapó de su ojo vigilante.

Después de que Dios reveló su increíble poder a Job, Job declaró: "Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado." (Job 42: 2). Pero notablemente, Job no tenía idea de cuál era ese propósito. Dios nunca le dio a Job explicación alguna para su sufrimiento. En cambio, el Señor demostró su absoluta sabiduría y poder. Y eso fue suficiente para Job.

"Dios no se defiende a sí mismo," dice Ron Deal acerca de Job, "simplemente se define. Y de alguna manera, en esta respuesta, la fe de Job se transforma." Deal continúa diciendo: “El sufrimiento había invitado a Job a 'ver' a Dios de una manera que nunca antes había visto. . . . Job aprendió que podía confiar en Dios con las cosas que nunca tendría el privilegio de comprender en esta vida.”

Y así es con nosotros.

La respuesta es Dios

Somos transformados a medida que confiamos en Dios con las cosas de la vida que quizás nunca comprendamos. Tal vez nunca sepamos por qué estamos pasando por pruebas. Pero podemos tener consuelo al saber que siempre hay una razón para nuestro sufrimiento: 10,000 razones. Razones que son más grandes y más magníficas que cualquier cosa que podamos imaginar.

Un día nuestra fe será como la vista, y veremos todos los gloriosos propósitos de Dios en nuestras pruebas. Pero por ahora, mientras esperamos, debemos confiar en él.

Siempre hay un "por qué" para nuestro dolor. Puede que nunca lo entendamos en esta vida, pero podemos saber esto: A medida que le entreguemos nuestras preguntas a él, Dios nos responderá con nada menos que con él mismo.


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