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English: Only a New Creation Counts

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Por John Piper sobre Conversión
Una parte de la serie Galatians: Broken by His Cross Healed by His Spirit

Traducción por Maria del Carmen Zanassi


Gálatas 6:11-18

La semana pasada, cuando visité a Andrew Hafvenstein en el hospital, hablamos de lo extraño que es – y sin embargo, en realidad, no tan extraño – que cuanto más maduramos como cristianos, menos merecedores nos sentimos de ser hijos de Dios. Parece extraño, porque cuanto más cerca estamos de Cristo, más se desvanece su naturaleza en nosotros. Sin embargo, no es tan extraño porque cuanto más nos acercamos a la verdadera perfección de Cristo, los pecados que nos quedan se hacen más obvios y desagradables. Andrew hizo una gran ilustración. Cuando barremos un hall, podemos sentirnos muy bien porque estamos limpiando la tierra; de repente, nos acercamos a un haz de luz que entra por la ventana y nos damos cuenta de la verdadera situación. El aire está lleno de polvo.

Entonces, nosotros, que somos de Cristo, estamos destinados a vivir en una mezcla de alegría y remordimiento por ahora. Si caminamos en la luz, porque Él está en la luz, realmente estamos siendo transformados, de un grado de gloria a otro, a su imagen (2 Corintios 3:18). Precisamente, es en la luz que vemos con mayor claridad lo que queda de malo en nuestros corazones. Disfrutamos de conocer a Cristo y apreciar su amistad y misericordia deslumbrantes. Pero, sentimos tristeza por nuestros recurrentes fracasos para seguir sus pasos exactamente. Jonathan Edwards muestra una gran sensibilidad hacia la verdadera experiencia de los cristianos auténticos cuando dice:

Los deseos de los santos, aunque fervientes, son deseos humildes; su esperanza es una esperanza humilde; y su alegría, aún cuando es indescriptible y llena de gloria, es la alegría humilde de un corazón afligido, que deja al cristiano más pobre de espíritu, como si fuera un niño pequeño, más predispuesto a una soledad general respecto al comportamiento. (Obras/Hechos, vol.1, p.302).

Insensatez y Falsa Ilusión o Misericordia y Paz

Hoy terminamos el estudio de la carta de Pablo a los Gálatas, que duró seis meses. Entonces me pregunté a mí mismo: ¿Qué tengo que buscar en la gente como prueba de que la Palabra está dando sus frutos? Andrew Hafvenstein y Jonathan Edwards me advirtieron respecto a buscar la perfección. Me advirtieron acerca de buscar gente que está orgullosa de su crecimiento, que habla muy bien de sus logros espirituales, cuyo regocijo en la gracia de Dios no se profundiza por remordimientos recurrentes, debido al fracaso para caminar por el Espíritu.

¿Qué debo buscar para ver si el mensaje de Gálatas ha empezado a hacer raíces en nuestros corazones? Para responder esta pregunta, lo que me gustaría hacer es prestar atención, junto con ustedes, a la manera en que Pablo desarrolla un contraste entre dos concepciones, en estos últimos versículos. Una es lo que él estuvo tratando de eliminar de las iglesias de Galacia. La otra es la concepción que busca por la cual vivir y enseñar. A esta segunda concepción la llama canon/criterio o norma y dice que aquellos que están en armonía con esta regla reciben la misericordia de Dios y disfrutan de su paz.

Supongan que tengo el poder de extender dos manos para que elijan. En una mano está la gracia de Dios para perdonarles todos sus pecados y la paz de Dios para su gozo eterno. En la otra mano estaba todo lo deseable que el mundo puede ofrecerles (dinero, ocio, salud, popularidad, percepción para negocios importantes, una esposa/o – todo lo que puedan pensar) – pero sin la misericordia de Dios y sin la paz final con Él. ¿Cuál quieren? “¿Cuál es el beneficio si ganan el mundo entero y pierden sus almas?”. Solo cuando están bajo el poder de una falsa ilusión la gente elige el mundo por sobre la misericordia y la paz de Dios. Esta mañana, seguramente el Espíritu Santo está aquí para romper esa falsa ilusión y ayudarnos a darnos cuenta de la insensatez absoluta que significa desear los placeres del mundo por una temporada, a expensas de la misericordia de Dios y la belleza de su paz. El versículo 16 es como un gran letrero de autopista que nos indica cómo salir de la carretera de la insensatez, entrar en la de la misericordia y la paz de Dios y permanecer allí.

“Paz y misericordia a todos los que andan conforme a esta regla sobre el Israel de Dios”. La misericordia y la paz pertenecen a aquellos cuyas vidas se ajustan a cierta regla. Y como solo una insensata falsa ilusión nos abstiene de desear la misericordia y la paz de Dios, entonces debemos sentirnos muy ansiosos por saber qué regla es esta.

La Concepción del Legalista

En el versículo 11, parece que Pablo toma la lapicera de su secretaria y termina la carta con su grandiosa y particular manera de escribir: “Mirad con que letras tan grandes os escribo de mi propia mano”. Luego, lapicera en mano, Pablo describe las dos concepciones que han estado en pugna a través de la carta. La primera de ellas es maligna. La segunda es recta. La segunda es la regla que debemos seguir. Examinémoslas en este orden. La concepción maligna se describe en los versículos 12 y 13:

“Los que desean agradar en la carne tratan de obligaros a que os circuncidéis, simplemente para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aún los mismos que son circuncidados guardan la ley, mas ellos desean haceros circuncidar para gloriarse en vuestra carne.”

Por última vez, aquí lo tenemos; examinémoslo cuidadosamente y luego apartémoslo de nosotros para siempre: la concepción del legalista. Una persona que usa la ley como un medio de orgullo es un legalista.

Pablo toma como ejemplo la cuestión de la circuncisión: ¿Tienen que ser circuncidados los creyentes gentiles para disfrutar de la completa aceptación de Dios? Pablo dijo que no y sufrió por eso. Los judaizantes dicen que sí. ¿Qué intención hay detrás de esta exigencia? Comparen el final de los versículos 12 y 13. El versículo 12 dice: “Tratan de obligaros a que os circuncidéis para no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo”. Versículo 13: “Mas ellos desean haceros circuncidar para gloriarse en vuestra carne”. Era una intención doble: evitar golpes y ganar jugadas. Cuando todo está dicho y hecho y la lapicera está en su mano, las dos cosas de las que más quiere advertirnos son estas: el temor a la oposición humana y el amor a la aprobación de los hombres.

¿Por qué estas dos cosas son peligrosas? Porque si la concepción de ustedes está dominada por el miedo a ser rechazados y el amor a la aprobación, no pueden seguir a Cristo crucificado. Los legalistas tienen que sustituir la cruz de Cristo con la moralidad, porque la cruz termina con todo orgullo y los sitúa en el peligro de la persecución. De acuerdo a estos dos versículos ellos quieren evitar la persecución y están orgullosos de su pasión religiosa. Por eso rechazan la cruz. La cruz de Cristo es un gran obstáculo para los que no poseen la gracia de ser humildes ante Dios y los hombres. Delante de Dios, el efecto de Cristo crucificado es desnudarnos de todo mérito y dejar al descubierto nuestra total desesperación y dependencia de la misericordia. El amor de Dios nos llega a través de Cristo crucificado para que podamos ver lo que nuestro pecado merece realmente. Es moralmente imposible ser orgulloso al pie de la cruz. Por lo tanto, para aquellos que no quieren humillarse ante Dios, la cruz sigue siendo una ofensa o un escándalo.

Pero, hay otra razón por la cual los legalistas rechazan la cruz. No solo nos humilla ante Dios; nos humilla ante los hombres. “A menos que el hombre tome su cruz y me siga, no puede ser mi discípulo”. No se puede apreciar al Cristo del Calvario sin unirse a Él en el camino del Calvario. Pero, el camino del Calvario es donde la gente se burla, escupe y se ríe. Por consiguiente, nadie que sea esclavo de la aprobación de los hombres se va a unir a Cristo en el camino del Calvario. Oh, cuánta gente es como estos judaizantes, que dicen prácticamente: “No puedo expresar mi posición respecto a Cristo crucificado porque temo lo que la gente pueda decir o hacer”.

Por lo tanto, podemos decir al menos esto: Si el mensaje de Gálatas ha empezado a dar frutos en nosotros, entonces esta primera concepción del legalismo que usa la moralidad como un medio de orgullo, teme el rechazo humano y ansía la aprobación humana - esta mentalidad irá disminuyendo.

La Concepción de una Creación Nueva

Ahora concentrémonos en la concepción alternativa de los versículos 14 y 15, la cual Pablo se propone conservar para sí y enseñarla a otros. Recuerden que el versículo 16 decía que la paz y la misericordia de Dios pertenecen a los que viven bajo esta regla. Creo que esa regla es la perspectiva de los versículos 14 y 15: “Pero, jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo. Porque ni la circuncisión ni la no circuncisión significan nada, sino solo una nueva creación”.

¿Qué es esta “nueva creación” que es tan importante para todo? La creación nueva es lo que existe cuando la concepción antigua es crucificada con Cristo. En Gálatas 2:20, Pablo habla de ser crucificado con Cristo; de alguna manera él vive y, por lo tanto, ese “el” que vive debe ser nuevo – una creación nueva que proviene, por así decirlo, de los muertos. Un nacimiento nuevo (Juan 3:3). Nueva vida (Romanos 6:4).

Hay algunos paralelismos que nos ayudan a descubrir que significa esta nueva creación. El más cercano está en Gálatas 5:6. Noten que 6:15 dice: “Ni la circuncisión ni la no circuncisión significan nada, sino solo una nueva creación”. Gálatas 5:6 dice: “En Cristo Jesús ni la circuncisión ni la no circuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor”. Por lo que inferiría que el “Pablo nuevo”, que ha sido creado cuando el “Pablo viejo” fue crucificado con Cristo, es un Pablo que vive por la fe que obra a través del amor. Se confirma en 2:20: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios”. En cierto sentido, Pablo no vive más. Cristo vive a través de él. Él sí vive, y el “Pablo nuevo” es el Pablo que depende tanto de Cristo, día tras día, que es como si Cristo estuviera viviendo a través de Pablo. Por lo tanto, la nueva creación, de la que habla Gálata 6:15, es la concepción de la dependencia absoluta de Cristo, día tras día. O podríamos decir que la nueva creación es el poder de la vida de Cristo desencadenado en nosotros cuando nos apoyamos en Él.

Observen el versículo 14, el último esfuerzo de Pablo en esta carta para describir la perspectiva de una nueva creación, no menciona la fe, se refiere a la glorificación o exaltación: “Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo”. La historia de la iglesia cristiana está enturbiada por grupos que han arrancado el corazón de la fe para convertirlo en una aprobación árida, intelectual y formal de ciertas verdades. Pablo nos previene de hacerlo por la forma que termina su carta. La concepción de la nueva creación no solo está de acuerdo con que Cristo murió por los pecadores; se enaltece en la cruz. Se gloría en la maravilla de la cruz. Valora los beneficios de la cruz. La cruz es el orgullo y el regocijo de la creación nueva. Es el regalo que mostramos primero cuando nuestros amigos nos visitan en la tarde de Navidad.

Gloriarse en la Cruz

Pablo tiene una doble manera de mostrar lo que significa gloriarse en la cruz. En el versículo 14, él dice: “Por la cruz el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo”. Creo que significa algo así: Desde que conocí a Cristo, el mundo me parece algo despreciable, sin valor, maldito. Cuando algo es crucificado, se rechaza y se desprecia. Eso es en lo que se convirtió el mundo para Pablo cuando conoció a Cristo. Dijo: “Yo estimo como pérdida todas las cosas, en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (Filipenses 3:8). Pablo se sentía tan absorbido por el amor de Cristo que los beneficios del mundo le parecían algo tan frío y lívido como el cadáver de un crucificado.

Pero, lo expresa de otra manera también. Dice: “Estoy crucificado para el mundo”. Cuando el mundo repara en mí tampoco ve nada muy atractivo. Según el mundo, soy como un cadáver. Los cristianos que creen en la negación de sí mismos por el amor de Cristo están locos. Están como muertos – insensatos, en el mejor de los casos, despreciados y perseguidos, en el peor de los casos. Recuerden cómo Pablo describe su ministerio en 2 Corintios 6:8-9: “Nos tratan como impostores, pero veraces; como desconocidos pero bien conocidos; como moribundos, y he aquí que vivimos; como condenados, pero no condenados a muerte”. En lo que respecta al mundo, una vida dedicada a un Cristo crucificado es una vida desperdiciada. En 1 Corintios 4:13, Pablo lo explica de esta manera: “Hemos llegado a ser, hasta ahora, la escoria de todo el mundo, el desecho de todo”. Por lo tanto, otra manera de decir que el mundo se ha crucificado para mí y yo para el mundo es que el mundo se convirtió en un desecho para mí y yo me convertí en un desecho para el mundo.

Pero, no dejemos de lado el punto principal. La única razón por la cual Pablo menciona su rechazo hacia el mundo y el rechazo del mundo hacia él es para enfatizar el valor de Cristo crucificado. La posición y los placeres que el mundo del hedonismo griego o el legalismo farisaico le ofrecían a Pablo eran como un gran montón de basura comparado con Jesucristo. Pablo estaba embelesado por el amor de Cristo. Se sentía absolutamente dominado, cautivado por una gran escena de la historia: una cruz en el Gólgota y en ella el Hijo de Dios, quién nos amó y se entregó por nosotros.

Exaltadores de sí Mismos versus Exaltadores de Dios

En el versículo 16, cuando Pablo dice: “A los que anden conforme a esta regla”, la regla a la que se refiere es la concepción descripta en los versículos 14 y 15, en contraposición con los versículos 12 y 13. Vamos a concluir con una explicación de estos contrastes, uno por uno, en un resumen. A uno lo llamaremos la concepción de la auto exaltación (ya sea legalista o libertino) y al otro la concepción de la Exaltación de Cristo. Voy a mencionar cuatro diferencias. Primera, los exaltadores de sí mismos desean hacer un buen espectáculo en sus rituales religiosos (6:12) porque desean fervientemente la aprobación de gente importante. Pero, los que exaltan a Cristo consideran la aprobación humana una pila de basura comparada con el placer de conocer a Cristo; por lo tanto, no buscan agradar a los hombres (Gálatas 1:10; Efesios 6:6).

Segunda, los auto exaltadores temen a la persecución y al rechazo de los hombres más de lo que valoran la cruz de Cristo (6:12). En cambio, los exaltadores de Cristo esperan y aceptan la persecución de un mundo que crucificó a Cristo (5:11). En realidad, dicen con Pablo: “Por eso, por amor a Cristo, me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12:10). Los que exaltan a Cristo no les temen a los hombres. Cristo es su gran refugio, protección y gran recompensa.

Tercera, los que se exaltan a sí mismos consideran las formas externas (como la circuncisión) como la esencia de la vida religiosa (6:13). Sin embargo, los que exaltan a Cristo consideran a la nueva creación interna como la esencia de la vida religiosa. Los auto exaltadores se las arreglan para limpiar lo exterior sin cambiar la raíz del orgullo, entonces la religión y la moralidad son salidas útiles para su auto- suficiencia no crucificada. Pero, los que exaltan a Cristo saben que para que Cristo reine, ellos deben morir y una creación nueva de humildad y dependencia de Cristo tiene que reemplazar al orgullo y la auto-suficiencia.

Cuarta, los que se exaltan a sí mismos descartan el obstáculo de la cruz al ignorar o despreciar sus implicaciones. Ellos tienen que evitar la cruz, porque las astillas de la vieja y fuerte cruz revientan siempre el globo de la auto-exaltación. Los que exaltan a Cristo se glorían en la cruz; la valoran por sobre todas las cosas. Creo que allí es donde tanto a Pablo como a Cristo les gustaría que termine estas series.

Ninguno de nosotros va a ser salvado porque seamos perfectos o porque lo que hagamos se gane la aprobación de Dios. La paz y la misericordia de Dios son dones, que fueron pagados en el Calvario, para todos los que siguen esta regla – la de la exaltación de Cristo, no la de sí mismos. El ser justos ante los ojos de Dios no se valora por hacer méritos a través de las obras. Se da libremente a aquellos que glorifican la obra de Cristo en la cruz. Por consiguiente, les insto a acercarse a la cruz. Y si ya están allí, les insto a gloriarse en la cruz. Cristo crucificado es la base de todas nuestras plegarias, la seguridad del amor de Dios, la certeza del perdón completo, el fundamento de toda nuestra esperanza y la fuente de la paz de medianoche y las misericordias matinales, por los siglos de los siglos. Amén.

Oh, rostro sagrado, hoy herido
Con pena y vergüenza agobiado;
De desprecio ahora rodeado
Con espinas tu única corona;
Oh, rosto sagrado, qué gloria
Qué dicha, hasta ahora fueron tuyas;
Aún, despreciado y sangriento
Me alegra que seas mío.

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