Su cuerpo, ella misma y su Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Mujeres
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Luximar Arenas Petty
En la edición del 23 de octubre, p. A18 del Minneapolis “Star-Tribune” apareció una revisión por Mary McCarty del reciente libro de Joan Brumberg, The Body Project, (El proyecto del cuerpo). El libro trata acerca de las diferencias en cómo las muchachas se veían a sí mismas hace 100 años y cómo se ven así mismas hoy. Brumberg analiza los diarios de las adolescentes desde la década de 1830 hasta la década de 1990. Su conclusión, según la reseña: “En el siglo 19 y principios del 20, los diarios de las muchachas se enfocaban en “buenas obras” y en perfeccionar el carácter. En la década de 1990, los diarios están obsesionados en la “apariencia”, y en el perfeccionamiento del cuerpo”.
Por ejemplo, un diario de 1892 dice, “Resuelvo... pensar antes de hablar. Trabajar con seriedad. Ser moderada en conversaciones y acciones. Ser decorosa. Interesándome más en otros. Compare esto con una anotación de 1982: “Trataré de ser mejor en todo lo que sea posible con la ayuda de mi presupuesto y el dinero proveniente de cuidar niños. Perderé peso, compraré lentes nuevos, ya tengo un nuevo corte de cabello, compraré buen maquillaje, nueva ropa y accesorios”.
Desde una perspectiva bíblica, lo que es más notable acerca de este cambio de 1892 a 1982 es que corresponde exactamente al cambio descrito en la Biblia muy lejos de lo que Dios quiere para las mujeres. Tenga en cuenta el cambio de enfoque de “buenas obras” a “apariencia”.
“Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia, no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos; sino con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad”. (1 Timoteo 2:9-10) “Y que vuestro adorno no sea externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos, sino que sea el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios... vosotras habéis llegado a ser hijas de ella [de Sara], si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor”. (1 Pedro 3:3-4, 6)
El diagnóstico de Brumberg del problema parece equivocado. Ella escribe, “Hoy, muchas jóvenes se preocupan acerca del contorno de sus cuerpos... porque ellas creen que el cuerpo es la máxima expresión del yo”. Eso puede ser cierto. Pero no es útil, debido a que da la impresión que algo más que el cuerpo es la máxima expresión del yo. En otras palabras, Brumberg parece asumir que el yo es el punto de partida, y expresar el yo es de lo que se trata la vida. El problema, entonces, sería sólo averiguar cuál es la “máxima expresión del yo”.
La Biblia tiene un diagnóstico radicalmente diferente del problema. Tiene un punto de partida radicalmente diferente. El versículo que omití de 1 Pedro 3 dice, “Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos”. (Versículo 5). El punto de partida bíblico al tratar con el temor de lucir inaceptable es Dios. ¿Una mujer “espera en Dios”, o espera en la aprobación de los hombres? Esta es la clave para “no estáis amedrentadas por ningún temor”. (Versículo 6). Esta es la clave para ser libres de la esclavitud del espejo.
El objetivo bíblico de la vida de una mujer no es buscar la máxima expresión del yo (ni del “cuerpo” ni del “carácter”). El objetivo bíblico en la vida es expresar la grandeza y fidelidad completamente satisfactoria de Dios. Expresar a Dios, no el yo, es lo que una mujer piadosa desea hacer. La preocupación excesiva con la figura y el cabello y el cutis es una señal que uno mismo, y no Dios, ha avanzado al centro. Con Dios en el centro - como el “sol”, el satisfacer los deseos de una mujer por la belleza y la grandeza y la verdad y el amor- todos los "planetas” de la comida y el vestido y el ejercicio y los cosméticos y la postura y el semblante se mantendrán en su órbita adecuada.
Si esto sucede, los diarios de las próximas generaciones probablemente irán más allá de la apariencia y el carácter, y hablarán de la grandeza de Dios y el triunfo de su gracia. Y serán con más frecuencia escritos desde Calcuta que desde las cómodas cabañas de la América rural.
El pastor John
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