Ten Cuidado Cómo Escuchas/¡Ten cuidado cómo escuchas! (Parte 1)

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4 Habiéndose congregado una gran multitud, y los que de varias ciudades acudían a El, les habló por parábola: 5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno. Y al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: El que tiene oídos para oír, que oiga.
9 Sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola, 10 y El dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que VIENDO, NO VEAN; Y OY ENDO, NO ENTIENDAN. 11 La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios. 12 Y aquéllos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 13 Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. 14 Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. 15 Pero la semilla en la tierra buena, éstos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.
16 Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz. 18 Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.” (Lucas 8:4–18; LBLA)

Contenido

¿Cómo Nos Preparamos Para la Predicación y Cómo Respondemos?

La semana pasada hicimos la pregunta de por qué la predicación tiene un lugar tan importante en la alabanza corporativa de la iglesia. Esta semana y la semana que entra vamos a preguntarnos: ¿cómo debe la gente prepararse para la predicación y cómo deberíamos de responder a la predicación? En respuesta a esta pregunta he escogido un texto que se trata sobre escuchar la palabra de Dios cuando se predica. La primera cosa que quiero hacer es enseñarles que de hecho así es—este texto trata sobre escuchar la palabra de Dios cuando es predicada.

Es un pasaje muy serio para los predicadores porque no ofrece el prospecto de mucho éxito en términos de números de personas que son afectadas a largo plazo—una en cuatro, a lo mejor (como los tipos de tierra), si tomas el texto de esa forma. Dudo que se deba forzar el significado en cuanto a la proporción para significar que siempre podemos esperar un 25% de respuesta a largo plazo. Pero seguramente Jesús por lo menos nos advierte a los predicadores sobre ser arrogantes por si pensamos que podemos cambiar a la gente fácilmente o que nos desanimemos, si es que hay muchos que escuchan que no responden con un resultado duradero.

¿Es la Predicación una Manera Efectiva de Comunicación?

A veces la gente dice que los días de la predicación se han terminado porque no es una manera efectiva de cambiar a la gente. La respuesta es: nunca ha sido efectiva estadísticamente hablando. Tampoco lo ha sido ninguna otra forma de comunicación, estadísticamente. Y la razón no es el método de la comunicación. La razón es Mateo 7:14, “ Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” Por lo cual Jesús dijo en Lucas 13:24, “Esforzaos por entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos tratarán de entrar y no podrán.” Cuando la palabra es predicada y el camino de la vida se muestra esfuérzate por entrar. De eso se trata este texto. Es sobre escuchar y al mismo tiempo no escuchar. Ver y al mismo tiempo no ver. Es sobre los que piensan que han escuchado, pero no han escuchado. Así que se trata de cómo prepararse para la predicación y cómo responder a la predicación.

Déjenme mostrarles para que puedan verlo por ustedes mismos. Que Dios nos dé ojos para ver y oídos para oír y buenos corazones para dar fruto. Lo que estamos haciendo ahora—y hacemos cada domingo en estos momentos—es enorme y tiene implicaciones eternas para lo que hacen con lo que escuchan.

Comiencen en el versículo 5 con el principio de la parábola de los tipos de terreno: Jesús cuenta una parábola que comienza “El sembrador salió a sembrar su semilla.” Entonces en el versículo 11 él interpreta: “La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios.” Así que está contando una parábola sobre la predicación y escuchar la palabra de Dios. El sembrador es aquel que predica la palabra.

Una Parábola sobre Escuchar

Así que hay cuatro respuestas a esta predicación de la palabra— cuatro tipos de tierra. Lo que queremos notar especialmente es que Jesús interpreta cada una de ellas explícitamente como cuatro maneras de escuchar la palabra. Todo se trata sobre escuchar.

El versículo 5 dice que, primero, algo de la semilla—algo de la palabra—”Cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron.” Luego en el versículo 12 él interpreta, “ y aquellos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.” Esa es una manera de escuchar.

El versículo 6 dice que “otra parte cayó sobre la roca, tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad.” Y luego el versículo 13 interpreta: “ y aquellos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben.” Ésta es una segunda manera de escuchar.

El versículo 7 dice que “otra parte cayó en medio de los espinos; los espinos, al crecer con ella, la ahogaron.” El versículo 14 interpreta “la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura.”

Ésta es una tercera manera de escuchar.

Finalmente, el versículo 8 dice, “otra parte cayó en la tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno.” Y el versículo 15 interpreta “pero la semilla en la tierra buena, estos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.” Esa es una cuarta manera de escuchar.

El Que Tenga Oídos para Oír

Luego al final del versículo 8 Jesús se asegura de que entendimos el punto acerca de escuchar, y dice, “el que tiene oídos para oír, que oiga.” Eso significa que no es suficiente tener oídos a los lados de tu cabeza. Todos tienen un par de esos. Pero hay otro tipo de oídos que sólo algunas personas tienen. Y esos pueden escuchar. El que tiene oídos para oír, que oiga. Hay un oído espiritual, o un oído del corazón. Hay un oído que escucha, en la predicación de la palabra, más que meras palabras. Hay una belleza y una verdad y un poder que esos oídos escuchan como atractivos y como transformadores y que preservan. Es el tipo de escuchar al cual Jesús nos está llamando. De eso se trata este texto.

Luego para enfatizar este asunto de escuchar aún más, Lucas nos dice cómo Jesús explicó el propósito de las parábolas en su situación. En los versículos 9–10, sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola y él dijo, “A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablé en parábolas, para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.” Estas palabras nos deben sorprender. A los que Jesús ha escogido, el misterio de su reino es abierto y les da el regalo de entendimiento. Versículo 10a: “A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios.” Entender el reino de Dios es un regalo gratuito de Dios para aquellos a quienes Jesús ha escogido como sus discípulos.

Pero luego dice (en el versículo 10b) que para otros la razón de sus parábolas es “para que viendo, no vean; y oyendo, no entiendan.” Nuevamente el asunto es escuchar. Para que escuchando no entiendan. Eso significa que hay dos maneras de escuchar: una con los oídos físicos de la cabeza y otra con los oídos espirituales del corazón. Escuchando (con los oídos físicos), no entienden (con los oídos espirituales). Y esto dice, es una de las razones por las que usa parábolas—“para que” escuchando, no entiendan. En otras palabras, las parábolas son parte del ministerio de Jesús que esconde y endurece así como parte de su ministerio que revela y salva.

La Palabra Salva a Algunos y Endurece a Algunos

Estas palabras difíciles son una cita de Isaías 6:9–10 donde Dios le dice a Isaías que su ministerio a Israel no sólo estará salvando a algunos sino también endurecerá a otros. Dios dice a Isaías, “Ve, y di a este pueblo: “Escuchad bien, pero no entendáis; mirad bien, pero no comprendáis.” Haz insensible el corazón de este pueblo, endurece sus oídos, y nubla sus ojos, no sea que vea con sus ojos, y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se arrepienta y sea curado.” En otras palabras, el tiempo se había acabado para que esta gente y la palabra de Dios ya no fuera efectiva para salvarlos, pero era efectiva solamente para hacer que sus corazones fueran insensibles, y para que sus oídos no escucharan, y sus ojos no vieran.

Esto nos enseña algo muy importante sobre la predicación. Aún cuando predicar la palabra de Dios no nos suavice y salve y sane, no es necesariamente inefectiva. Esta predicación de la palabra puede estar haciendo la terrible labor del juicio de Dios. Puede estar endureciendo a la gente, y haciendo que sus ojos no vean y que nunca quieran escuchar nuevamente. Hay un juicio en este mundo no sólo en el mundo que vendrá (Romanos 1:24)—y cómo deberíamos de huir de él. Lo cual es lo que este texto significa: ¡ten cuidado cómo escuchas! No tomes a la ligera el escuchar la palabra de Dios semana tras semana. Si no está suavizando y salvando y sanando y trayendo fruto, probablemente esté endureciendo y cegando y cauterizando (ver 2 Corintios 2:16).

La Efectividad de Escuchar

Lo cual nos trae a la última mención de escuchar en este texto. Viene en un lugar sorpresivo. Yo habría esperado que viniera justo después de la parábola—justo después del versículo 15. Pero está en el versículo 18: “Por tanto, tened cuidado de cómo oís.”

Este es el mensaje del texto. Y ese es mi punto principal esta mañana. Ten cuidado de cómo escuchas. Predicar es una cosa y es crucial. Pero escuchar es otra cosa y es tan crucial como predicar. No hay nada en este texto sobre la efectividad de la predicación. Se trata totalmente de la efectividad de escuchar. El punto no es, ten cuidado cómo predicas. Sino, ten cuidado cómo escuchas.

Ahora noten la razón que se da en el resto del versículo 18 sobre por qué debemos ser tan cuidadosos sobre cómo escuchamos. Dice, “porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aún lo que cree que tiene se le quitará.” ¿A qué se refiere esto?

Al que tiene…

Así que, hay dos partes, la positiva (al que tiene, más le será dado) y la negativa (al que no tiene, aún lo que cree que tiene se le quitará).

Tomen la positiva primero: Al que tiene, más le será dado. Esto se refiere a lo mencionado en el versículo 8, al final de la parábola de los tipos de tierra. Jesús dijo, “el que tiene oídos para oír, que oiga.” ¿Por qué? Porque al que tiene, más le será dado. Si tienes oídos espirituales, se te dará entendimiento. También se refiere al cuarto tipo de tierra descrito en el versículo 15: “Pero la semilla en la tierra buena estos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.” Al que tiene a ese se le dará más. Lo que ya tienen es “un corazón recto y bueno.” Y lo adicional que se les va a dar es fruto. Ellos “llevan fruto con perseverancia.”

¡Así que ten cuidado cómo escuchas! Escucha con oídos espirituales, no sólo con los oídos que están en tu cabeza. Y escucha con un corazón honesto y bueno, no con un corazón engañoso y malo.

Pero ahora miren la mitad negativa del versículo 18: “Al que no tiene, aún lo que cree que tiene se le quitará.” ¿A qué se refiere esto? Se refiere a los otros tres tipos de tierra y a la falta de escuchar la palabra de Dios con un corazón bueno y verdaderos oídos espirituales. En cada uno de los tres primeros tipos de tierra (versículos 12–14) hay un escuchar de la Palabra de Dios. Pero en cada caso lo que ellos piensen que tienen, les es quitado.

Versículo 12, el primer tipo de tierra: piensan que tienen la palabra, pero el diablo se las quita.

Versículo 13, el segundo tipo de tierra: piensan que tienen la palabra y el verdadero gozo y fe espiritual, pero no tienen raíz para sustentarlos en los tiempos de prueba. Su fe es entusiasmo superficial que es real sólo en los días buenos. Así que cuando vienen las pruebas, lo que piensan que tienen se les quita.

Finalmente, en el versículo 14, el tercer tipo de tierra: piensan que tienen la palabra de Dios, pero cuando vienen las preocupaciones y las riquezas y los placeres de la vida, lo que piensan que tienen se les quita, y no dan fruto.

Así que el punto del versículo 18 es interpretar lo que está sucediendo en los cuatro tipos de tierra. Tres veces se vuelve realidad: “el que no tiene, aún lo que piensa que tiene se le quita.” Y una vez—en el cuarto tipo de tierra—lo opuesto se vuelve realidad: “Al que tiene, más le será dado.” Si escuchas con un corazón honesto y bueno (v. 15) más te será dado.

La próxima semana voy a tratar de contestar la pregunta de por qué lo que se dice sobre la lámpara y el candelero en los versículos 16 al 17 está en medio de la interpretación de la parábola de los terrenos y su conclusión práctica en el versículo 18

Ten Cuidado Cómo Escuchas

Pero por ahora el punto principal es claro y muy urgente: ¡Ten cuidado cómo escuchas! Al que tiene, más se le dará. ¿Tienes oídos para escuchar? ¿Tienes un nuevo corazón?

La semana que entra voy a hablar de una manera muy práctica sobre cómo prepararse para escuchar de esta manera. Pero esta mañana sólo quiero que el peso de esto caiga sobre nosotros. Escuchar es algo enorme. Creo con todo mi corazón que he sido llamado a predicar la palabra de Dios. Y muchos de ustedes han sido llamados a enseñarla en varios lugares y situaciones. Pero este texto trata sobre otro llamado grande—el llamado a escuchar la palabra de Dios. Y no es nada pequeño. Lo que está en juego es algo muy grande. Hay un escuchar que apenas comienza y la palabra se va antes que salgas por la puerta. Hay un escuchar que dura hasta que hay un momento difícil en la vida, y entonces te volteas alejándote de Dios hacia otros mensajes. Hay un escuchar que florece hasta que las riquezas y los placeres de esta vida lo ahogan. Y hay un escuchar que vence al diablo, resiste la prueba, desprecia las riquezas y da fruto para vida eterna.

Es el tipo de escuchar que queremos. Vamos a pedírselo a Dios. Salmo 40:6 dice que Dios abre el oído para escuchar: “Sacrificio y ofrenda de cereal no has deseado; has abierto mis oídos.” Así que oremos. Así como oramos durante la semana de oración, “Abre mis ojos, para que vea las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18), así oremos ahora, “abre mis oídos, para que pueda escuchar la palabra de Dios, con un corazón honesto y bueno y sea salvo (Lucas 8:12) y de fruto.”


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