Ten Cuidado Cómo Escuchas/¡Ten cuidado cómo escuchas! (Parte 2)

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4 Habiéndose congregado una gran multitud, y los que de varias ciudades acudían a El, les habló por parábola: 5 El sembrador salió a sembrar su semilla; y al sembrarla, una parte cayó junto al camino, y fue pisoteada y las aves del cielo se la comieron. 6 Otra parte cayó sobre la roca, y tan pronto como creció, se secó, porque no tenía humedad. 7 Otra parte cayó en medio de los espinos; y los espinos, al crecer con ella, la ahogaron. 8 Y otra parte cayó en tierra buena, y creció y produjo una cosecha a ciento por uno. Y al hablar estas cosas, Jesús exclamaba: El que tiene oídos para oír, que oiga.
9 Sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola, 10 y El dijo: A vosotros se os ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que VIENDO, NO VEAN; Y OYENDO, NO ENTIENDAN. 11 La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios. 12 Y aquéllos a lo largo del camino son los que han oído, pero después viene el diablo y arrebata la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 13 Y aquéllos sobre la roca son los que, cuando oyen, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíz profunda; creen por algún tiempo, y en el momento de la tentación sucumben. 14 Y la semilla que cayó entre los espinos, éstos son los que han oído, y al continuar su camino son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y su fruto no madura. 15 Pero la semilla en la tierra buena, éstos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia.
16 Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz. 18 Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aun lo que cree que tiene se le quitará.” (Lucas 8:4–18; LBLA)

====La Parábola de los Cuatro Tipos de Tierra es Sobre Escuchar====

El mensaje del día de hoy es la conclusión y aplicación práctica del mensaje de la semana pasada5 sobre la parábola de los cuatro tipos de tierra en Lucas 8:24–18. El punto que traté de hacer la semana pasada fue que la parábola y la interpretación de Jesús es sobre escuchar y no predicar. Vamos a repasar en base al pasaje por qué dije eso.

Al final de la parábola, en el versículo 8, Jesús dice “el que tiene oídos para oír, que oiga.” Esa es la primera mención sobre “escuchar.” Nos advierte que hay algunas personas que tienen oídos pero no oídos para escuchar. Así que hay una gran urgencia en la voz de Jesús: Ten cuidado de tener oídos que escuchen, y no sólo oídos. Luego en el versículo 9 los discípulos le preguntan a Jesús qué significa la parábola de los cuatro tipos de tierra. El contesta de una manera sorpresiva citando Isaías 6:9–10 al decirles por qué habla en parábolas. El dice, “A vosotros os ha sido concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás les hablo en parábolas, para que VIENDO, NO VEAN; Y OYENDO, NO ENTIENDAN.” Esta es la segunda referencia sobre escuchar: Jesús usa parábolas, entre otras razones, porque va a mantener a ciertas personas en la oscuridad.

Dije la semana pasada que esta era una forma de juicio. El tiempo se había acabado para algunos en los días de Jesús. Dios los había entregado a la oscuridad de sus mentes (Romanos 1:24, 26, 28). Escuchando, no escucharían. Éstas son personas sin oídos para escuchar. Así que la urgencia incrementa. ¿Estamos entre el número de los que van escuchar las parábolas y decir, “esto no tiene sentido para mí en lo absoluto”? ¿O estamos entre el número de aquellos para los cuales el misterio del reino les es dado? Este es un asunto de escuchar.

Y luego notamos que, en el versículo 11, Jesús dice que la semilla sembrada en la parábola es la palabra de Dios. Esto es la predicación, pero la predicación no es el asunto aquí. El asunto es escuchar. Vemos esto en cada tipo de tierra. Cada tipo de tierra está descrito en los versículos 12–15 como una manera diferente de escuchar. El escuchar se menciona en cada versículo. Versículo 12: Una manera de escuchar donde Satanás quita la palabra. Versículo 13: Una manera de escuchar donde la prueba destruye la palabra sin raíces. Versículo 14: Una manera de escuchar donde las preocupaciones, riquezas y placeres ahogan la palabra. Y finalmente, el versículo 15: Una manera de escuchar con un corazón recto y bueno donde la palabra da fruto en perseverancia. El asunto aquí es escuchar: ¿cómo escuchas la predicación de la palabra de Dios?

Después nos brincamos los versículos 16–17 y vimos la referencia final sobre escuchar en nuestro pasaje, versículo 18: “Por tanto, tened cuidado de cómo oís; porque al que tiene, más le será dado; y al que no tiene, aún lo que cree que tiene se le quitará.” Si tienes oídos para oír, y si tienes un corazón recto y bueno, entonces se te dará entendimiento y se te dará una vida de fruto. Pero si no tienes oídos para escuchar y no tienes buena tierra, entonces lo que crees que tienes se te quitará: la semilla es quitada por el diablo en el versículo 12; y es quitada por las pruebas en el versículo 13; y es quitada por las preocupaciones y las riquezas y los placeres en el versículo 14.

¡Así que ten ten cuidado cómo escuchas! Esto es un asunto enorme. La salvación depende de esto (mira la última palabra en el versículo 12). Escuchar es un llamamiento muy alto. No llega naturalmente. Es un regalo. Pero puede ser buscado. De otra manera Jesús no habría dicho en el versículo 18, “ten cuidado cómo escuchas.”

Ahora regresemos a los versículos 16–17 que no incluimos la semana pasada. La razón por la que incluyo estos versículos con la parábola de los tipos de tierra es porque la conclusión de la parábola viene en el versículo 18 después de estos dos versículos. Así que Lucas los incluye con la parábola de los tipos de tierra. De hecho, él pone la conclusión de la parábola (versículo 18) como una inferencia directa de estos dos versículos. Vamos a leerlos:

16 Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz. 17 Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.

Con estas palabras Jesús hace por lo menos dos cosas.

Fruto y Luz

Primero, Él declara que el “fruto” del versículo 15 es la “luz” del versículo 16. Y esta luz tiene el propósito de ayudar a la gente a ver el camino para “entrar” al reino de Dios. Él cambia las imágenes de fruto (versículo 15) a la luz (versículo 16). Pero eso no es sorpresivo porque sabemos de otras enseñanzas del Nuevo Testamento (Colosenses 1:10; Lucas 3:8–9) que el dar fruto significa hacer buenas obras de fe para la gloria de Dios. Y sabemos que, en Mateo 5:16, Jesús llamó estas buenas obras “luz” las cuales ayudan a la gente a entrar al reino: “Que brille vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” En otras palabras, el fruto que crece en la tierra buena del versículo 15 son las buenas obras de fe en la Palabra de Dios que fue predicada. Y esas buenas obras están aquí (como también están en Mateo 5:16) llamadas luz que ayuda a la gente a entrar al reino—ayuda a la gente a reconocer la gloria y verdad de Dios y a confiar en él.

Esa es la primera cosa que Jesús hace en estos versículos: declara que el fruto de escuchar de la buena tierra es una vida de buenas obras que brilla en el mundo para que la gente que está “entrando” pueda ver y conocer la manera de entrar.

Lo Escondido del Evangelio

La segunda cosa que Jesús hace en los versículos 16–17 es dejar en claro que lo escondido del Evangelio, mencionado en el versículo 10, no está diseñado para desanimar a los discípulos de dar una demostración y proclamación valiente y pública de la palabra de Dios. Recuerden que dijo en el versículo 10: “a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de Dios, pero a los demás es en parábolas, para que viendo no vean, y escuchando no entiendan.” Eso parece una limitación de lo abierto y universal del ofrecimiento de la palabra de Dios. Pero no lo es. Y eso es lo que los versículos 16–17 dejan en claro.

Cuando tu lámpara es encendida por la palabra de Dios, y tu vida se convierte en una luz de fe y gozo y buenas obras, no la escondas. Versículo 16: “Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de una cama, sino que la pone sobre un candelero para que los que entren vean la luz.” Puede ser que haya un aspecto oculto acerca de él en mi vida terrenal por una temporada, dijo Jesús, pero (como deja claro ahora en el versículo 17) las cosas van a cambiar: “Pues no hay nada oculto que no haya de ser manifiesto, ni secreto que no haya de ser conocido y salga a la luz.” En mi justicia, puede ser que tenga propósitos sabios y soberanos para ocultar el misterio por una temporada para algunos, pero no es asunto tuyo. Tú toma lo que te doy y hazlo conocido a lo lejos y a lo ancho. Como Jesús dice en Mateo 10:27, “lo que os digo en la oscuridad, habladlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.”

Así que al final, el punto de la parábola de los tipos de tierra no es únicamente que tu salvación y tu fruto dependen de cómo escuchas la palabra de Dios, sino también el éxito de cómo la palabra de Dios se expande en el mundo depende de cómo escuchas. Esa es la razón de por qué el versículo 18 ahora concluye (tomando la inferencia directamente de los versículos 16–17) “Ten cuidado cómo escuchas.”

Oír—escuchar—es un llamamiento muy alto en la iglesia cristiana porque tu salvación depende de esto (versículo 12), y tu fruto depende de esto (versículo 15), y la expansión de la luz en el mundo depende de esto (versículos 16–17), y al final la gloria de Dios depende de esto (Mateo 5:16). Así que (versículo 18), “Ten cuidado cómo escuchas.”

¿Ahora, cómo hacemos eso al prepararnos para escuchar la palabra de Dios predicada en Bethlehem?

¿Cómo te Preparas Para Escuchar la Palabra de Dios que se Predica el Domingo?

Tengo 10 exhortaciones, la mayoría de ellas muy breves, pero dignas de mucha más reflexión que la que puedo darles aquí. Pueden llevárselas y repasarlas. Espero que las apunten y hablen de ellas como familia o a lo mejor en sus grupos pequeños hoy en la noche. La pregunta que estoy tratando de contestar es, ¿Cómo te preparas para escuchar la Palabra de Dios en la adoración el domingo en la mañana? Específicamente, quiero decir ¿qué puedes hacer el sábado en la noche y el domingo en la mañana y en camino al iglesia y cuando entras a este cuarto? Ese es el período de tiempo que tengo en mente.

1. Ora para que Dios te dé el corazón recto y bueno descrito en el versículo 15.

Hay muchas cosas que podemos hacer con nuestra voluntad—y debemos de hacer. Pero nuestras voluntades están gobernadas por nuestros corazones y por lo que nuestros corazones aman. Así que tenemos que tener un nuevo corazón si vamos a hacer lo que deberíamos de hacer, y hacerlo con gozo de la manera que Dios nos ordena que lo hagamos (Salmo 100:2). Y la Biblia enseña que un nuevo corazón es un trabajo de Dios. Ezequiel 36:26, “Te daré un nuevo corazón.” Jeremías 24:7, “Les daré un nuevo corazón para que me conozcan.” Así que debemos de pedírselo a Dios: “Oh Señor, dame un corazón por ti. Dame un corazón recto y bueno. Dame un corazón suave y receptivo. Dame un corazón humilde y manso. Dame un corazón que dé fruto. Dame un corazón por ti.”

Aparta un tiempo antes de irte a dormir el sábado en la noche, y nuevamente cuando te levantes el domingo en la mañana para orar así.

2. Medita en la Palabra de Dios. Lee porciones de tu Biblia con el objetivo de crear hambre de Dios.

¿Cuántos de ustedes han escuchado la palabra “aperitivo”? La mayoría la han escuchado. ¿Pero qué de la palabra “apetecer”? ¿No? Porque no está en el diccionario (en inglés). ¡Pues ahora he creado la palabra! Un aperitivo es el que te hace apetecer. Apetecer es despertar un apetito. Y para eso es un aperitivo. Así que si el sermón es la comida, el aperitivo es la porción de la Palabra en la que meditas el sábado en la noche o el domingo en la mañana. Esto es crucial. Necesitas cultivar el apetito espiritual antes de venir si quieres disfrutar y te quieres beneficiar al máximo de la comida del Espíritu. Si tu paladar es mundano, no tendrás gusto por las cosas espirituales, y no escucharás como debes. Así que “apetece” tu corazón meditando en la Palabra de Dios el sábado en la noche y el domingo en la mañana. Planéalo. Esta es la manera en la que “¡Tienes cuidado de cómo escuchas!”

3. Purifica tu mente al voltear del entretenimiento del mundo.

Santiago 1:21 dice, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas.” ¿Cómo recibes la palabra implantada? Poniendo a un lado toda inmundicia y malicia. Esto es lo que hace que la Palabra sea “inrecibible.” Me sorprende cuántos cristianos ven los mismos programas de televisión banales, vacíos, tontos, triviales, provocadores, sugestivos, inmodestos que la mayoría de incrédulos ven—y se preguntan por qué sus vidas espirituales son débiles y su experiencia en la adoración es superficial sin intensidad. Si realmente quieres escuchar la Palabra de Dios de la manera que él quiere ser escuchado en verdad, gozo y poder, apaga el televisor el sábado en la noche y lee algo verdadero y grandioso y hermoso y puro y honorable y excelente y digno de alabanza (ver Filipenses 4:8). Entonces mira a tu corazón desmarchitarse y comenzar a tener hambre por la Palabra de Dios.

4. Confía en la verdad que ya tienes.

En nuestro pasaje, el segundo tipo de tierra falló en escuchar de la manera que debía porque no tenía raíz. ¿Cuál es la raíz que necesitamos para escuchar la palabra de Dios? Jeremías 17:7–8 dice, “Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza es el SEÑOR. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente.” La raíz que nutre el escuchar con fruto es la raíz de la fe. Escuchar genera fe y la fe genera escuchar aún mejor. Confiar en la verdad que ya tienes es la mejor manera de prepararte para recibir más. Así que cuando oras y meditas y apagas la televisión, conscientemente fija tu corazón en las promesas de Dios y confía en él el sábado en la noche y el domingo en la mañana.

5. Duerme bien el sábado en la noche.

Estoy consciente de que algunos de ustedes trabajan toda la noche del sábado, salen a las 7 am y se bañan y agarran algo de comer y vienen directo al iglesia. Dios los bendiga. Dios tiene gracia especial para ustedes y deben de pedir su ayuda especial. Confíen en él. Él los ayudará. Pero estoy hablando de el resto de nosotros que tomamos nuestras decisiones sobre cuándo acostarnos. Mi consejo es: decide cuándo debes de levantarte para tener tiempo de comer, vestirte, orar y meditar en la Palabra, preparar a la familia, y viajar a la iglesia; y luego regresa ocho horas (o lo que sea que necesitas) y asegúrate de estar en la cama 15 minutos antes de eso. Lee tu Biblia en la cama y duérmete con la palabra de Dios en tus labios y en tu mente.

Toma más disciplina estar en la cama a tiempo que levantarse a tiempo. No hay tantas presiones para irse a dormir. Y el dormir es tan aburrido comparado con jugar o salir o ver la tele. Especialmente exhorto a los padres a enseñarle a sus hijos adolescentes que el sábado no es la noche para pensar en salir tarde con los amigos. Si hay una noche especial para estar afuera tarde, haz que sea el viernes, no el sábado. Es algo terrible enseñarle a los niños que la alabanza es tan opcional que no importa si estás exhausto cuando vienes. Lo que sucede aquí es más importante que un examen de admisión a la universidad, y nos esforzamos mucho para lograr que nuestros hijos duerman bien antes de un examen importante.

Sin suficiente descanso, no estamos alertas; nuestras mentes están opacas, nuestras emociones están planas y sin energía, nuestra tendencia a la depresión es más alta, y nos enojamos fácilmente. “Ten cuidado cómo escuchas” significa descansar bien antes de escuchar la Palabra de Dios.

6. Sopórtense mutuamente sin murmurar y sin crítica.

El Salmo 106:25 dice, “Sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz del SEÑOR.” El murmurar y la controversia y la discusión del sábado en la noche y del domingo en la mañana puede arruinar el servicio de adoración para una familia. Mi sugerencia es esta: cuando hay algo sobre lo que están enojados o algún conflicto que genuinamente creen que se tenga que hablar, soporten, y pónganlo a un lado hasta más tarde el domingo después de la adoración. No se metan al asunto de lleno el sábado en la noche o el domingo en la mañana. Y cuando vengan a adorar, no vengan como hipócritas haciendo de cuenta que no hay problemas. Todos tenemos nuestros problemas. Vengan diciendo: “Señor, enséñame el tronco en mi ojo. Humíllame y límpiame y muéstrame tanto de ti que yo pueda saber cómo lidiar con esto en una manera que sea más como Cristo que la manera que siento ahora. “ Podrían sorprenderse de cuántas de sus crisis cambian a la luz de la Palabra de Dios y de la adoración.

7. Ven con un espíritu de humilde disposición para aprender.

No como alguien que se cree cualquier cosa. Tienes tu Biblia y tienes tu cabeza. Pero Santiago dice, “Recibid con humildad la palabra implantada” (1:21). Si venimos con el orgullo y la predisposición de que no hay nada que podemos aprender o que no hay beneficios que podemos obtener, vamos a lograr seguramente ambas cosas. Pero si nos humillamos a nosotros mismos ante la palabra de Dios, vamos a escuchar y crecer y dar fruto.

8. Entra en quietud al santuario y enfoca la atención de tu mente y el afecto de tu corazón en Dios.

Me gustaría recomendar que al entrar a este cuarto entremos “buscando a Dios y nos vayamos buscando a la gente.” O sea, venir calladamente y buscar intensamente a Dios en oración y meditación. Y luego vete con una mentalidad de tomar riesgos mientras das la bienvenida y el amor a otra gente. No vamos a ser una iglesia que no es amable si somos agresivos en nuestra búsqueda de Dios durante el preludio y agresivos en nuestra búsqueda de las visitas durante el postludio.

¿Están de acuerdo conmigo? Esto es diferente que la manera en la que muchas iglesias conciben del tiempo de atmósfera antes del servicio. Para muchos, entre más fuerte el volumen mejor, porque da la idea de vida y amabilidad. Eso es legítimo en algunos contextos, pero algo enorme se pierde, un sentido de la grandeza y de la santidad y el asombro de Dios. Hay pocos momentos en nuestras vidas cuando juntos buscamos a Dios con toda sinceridad y reunirnos con él en su grandeza. Deja que el domingo en la mañana sea uno de esos momentos. “Estad qui etos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). ¿Dónde hacemos eso? Vamos a hacerlo justo antes del servicio en este cuarto. Que el área de recepción resuene con el sonido de saludos. Pero que este cuarto retumbe con el poder eléctrico de la pasión silenciosa por la gloria de Dios. ¡Hay un mundo de diferencia entre el silencio de la apatía y el silencio de la pasión! Ora, medita en el texto que será predicado, y piensa en las palabras de los cantos. Y busca a Dios con fuerza.

9. Cuando comience el servicio de adoración, piensa seriamente sobre lo que se canta, ora y predica.

Pablo le dice a los Corintios, “Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en vuestra manera de pensar sed maduros” (1 Corintios 14:20). Y le dice a Timoteo, “Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7). Cualquier cosa que vale la pena escuchar es algo sobre lo que vale la pena pensar. Si el mensaje no requiere que uses tu mente, probablemente no te llevará a ningún lugar más allá de donde estás ahora. Pero eso probablemente no sería predicación bíblica. Si tienes cuidado de cómo escuchas, piensa sobre lo que escuchas.

10. Desea la verdad de la palabra de Dios más de lo que deseas riquezas o comida.

Al sentarte calladamente y orar y meditar en el texto y en las canciones, recuérdate a ti mismo de lo que el Salmo 19:10–11 dice sobre las palabras de Dios: “Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulce que la miel y que el destilar del panal. Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.” Así que como la palabra de Dios es más grande que todas las riquezas y más dulce que toda la miel, ten cuidado cómo escuchas. Deséalo más que tu deseo de todas estas cosas.

Como Proverbios 2:3–5 dice, “Porque si reclamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios.”

Que Dios nos haga gente que escucha la palabra de Dios y trae fruto al ciento por uno para que la lámpara de nuestras vidas esté sobre un candelabro que da luz a todos los que entran al reino de Dios. ¡Ten cuidado cómo escuchas! Amén.


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