Ten Cuidado Cómo Escuchas/El peligro de desviarse de la Palabra

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Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. 2 Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, 3 ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, 4 testificando Dios juntamente con ellos, tanto por señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad. (Hebreos 4:1–4; LBLA)

Contenido

En el Principio era el Verbo

En el capítulo 1 de Hebreos no hay mandamientos para la iglesia. No se nos dice que hagamos nada. Todo el capítulo es una declaración y celebración de la palabra final de Dios para el mundo—Jesucristo el Hijo de Dios. El capítulo comienza, “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo.” Este es el punto principal del capítulo 1: algo sumamente estupendo sucedió cuando vino el Hijo de Dios.

Esta es la manera del libro de Hebreos de decir lo que Juan dijo en su evangelio, “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios… y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros.” (Juan 1:1, 14). En otras palabras, el Hijo de Dios tomó forma humana como la Palabra final y decisiva de Dios para el mundo. No es final en el sentido de que Dios no ha hablado desde entonces, sino final y decisivo en el sentido de que, desde que vino Jesús, todo lo que Dios tiene que decir está arraigado en Jesús, y apunta hacia Jesús, y se comprueba al ser conforme a Jesús. Toda la plenitud de Dios está en Jesús (Colosenses 2:9). Todos los tesoros de sabiduría y conocimiento están en Jesús (Colosenses 2:3). Más allá de lo que nos dijo el Antiguo Testamento, lo que necesitamos saber sobre Dios y cómo se relaciona con nuestras vidas, lo aprendemos de lo que escuchamos y vemos en la Palabra final y decisiva de Dios, Jesucristo.

Eso es de lo que se trata Hebreos 1: la palabra final de Dios, Jesucristo. En resumen, el capítulo 1 dice que el Hijo de Dios es el heredero de todas las cosas (v. 2), él creó el mundo (v. 2), es el resplandor de la gloria de Dios y la expresión exacta de la naturaleza de Dios (v. 3), sostiene todas las cosas por la palabra de su poder (v. 3), llevó acabo la purificación de los pecados (v. 3), se sentó a la diestra de la majestad de Dios (v. 3), y es más excelente que cualquier ángel (v. 4) porque los ángeles lo adoran (v. 6). Él es el Dios todopoderoso (v. 8).

Ese es el mensaje del capítulo 1: Dios ha hablado a través de su Hijo y este Hijo es el Creador y Sustentador y Amo y Gobernador y Redentor del mundo. No hay mandamientos para no sotros aquí, sólo una declaración y celebración de la grandeza de Jesús, la Palabra final de Dios.

El Primer Mandamiento en Hebreos—¡Escucha!

Pero en el capítulo 2 la primer cosa es un mandamiento o una tarea—algo que debemos hacer. Y la conexión con el capítulo 1 es muy importante. El capítulo 2 comienza, “Por esta razón…” (o en algunas versiones dice, “por tanto”). En otras palabras el capítulo 2 comienza diciéndonos que el capítulo 1 es la razón de esta tarea. Como Dios ha hablado por su Hijo en estos últimos días, y como él es el Creador y Sustentador y Amo y Gobernante y Redentor del mundo—sobre todos los ángeles—por tanto (“por esa razón…”) “debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído.”

Así que el primer mandamiento en este libro—la primer tarea mencionada—es que prestemos atención a la Palabra de Dios en su Hijo. Podríamos resumir los dos capítulos hasta ahora a esto: “En estos últimos días Dios nos ha hablado a través de su Hijo… por esta razón debemos prestar más atención a esta palabra que ha hablado.” En otras palabras, Dios ha hablando a través de su Hijo, así que escucha, escucha con mucho cuidado.

Ahora aquí hay un mandamiento que necesitamos desesperadamente escuchar en nuestros días. ¿Qué escuchas? ¿A quién escuchas? Dios ha hablado a través de su Hijo, ¿lo escuchas? ¿Cómo se compara tu manera de escucharlo y la manera en que escuchas otras cosas? Cuando queremos escuchar a alguien, hacemos provisiones para escuchar. Si queremos escuchar a un grupo musical, nos aseguramos de tener un reproductor de cassettes en el auto y de que tenemos los cassettes. Si queremos escuchar las noticias, nos aseguramos de que haya un radio en la cocina o de tener una televisión y de que esté prendida a la hora correcta. Si queremos escuchar a un misionero que está en una situación crítica en otra parte del mundo, hacemos arreglos para tener correo electrónico y recoger nuestra correspondencia seguido durante todo el día. Si queremos escuchar la novela más reciente de John Grisham, compramos un libro en el aeropuerto y lo llevamos en el avión.

Así sigue y sigue. Todos queremos escuchar algo. Y hacemos planes para escuchar y compramos cosas y vamos a lugares y nos aseguramos de no distraernos. ¿Cómo se compara todo esto con nuestro escuchar de la Palabra de Dios en su Hijo? ¿Estás escuchando eso? ¿Estás haciendo provisiones para eso? ¿Están tu cocina y tu coche y tu cuarto y tu lectura dedicados a eso?

Es Sumamente Necesario

Lo que Hebreos está diciendo aquí es que en la vida cristiana debemos seguir escuchando la Palabra de Dios en Jesús. Y lo debemos hacer prestando mucha atención. No podemos tratarlo a la ligera. No podemos actuar como si ya supiéramos todo lo que necesitamos saber, o que no ganamos nada escuchando a Jesús. Hay una urgencia aquí en Hebreos 2:1. Literalmente dice, “Es sumamente necesario que prestemos atención a lo que hemos oído.” No es sólo una opción que puedes hacer si eres más espiritual o tienes una crisis frente a ti o si estás en un campamento o si tienes que preparar alguna lección. Esta es una palabra para todos los cristianos: es “sumamente necesario prestar atención” a Jesús como la Palabra de Dios.

Este no es un mandamiento aislado en el libro de Hebreos.

Esta preocupación de hacer que los lectores despierten y escuchen con cuidado a Dios se repite. Por ejemplo, Hebreos 3:1 dice, “Por tanto, hermano santos, participantes del llamamiento celestial, considerad a Jesús.” ¡Considerad a Jesús! Ese es el punto principal de Hebreos 2:1. Escúchalo. Considéralo. Enfócate en él. Manténte cerca de él y manténlo en tus pensamientos. Aprende más y más de él cada día—cómo es y lo que dice y la manera en la que ve el mundo. Luego otra vez en Hebreos 12:1–2 el autor dice, “Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús,” Ahí está de nuevo: “Pon tus ojos en Jesús.” ¡Considera a Jesús! ¡Escucha a Jesús!

Uno de los pesos más grandes de este libro es que nosotros como lectores veamos qué tan serio es escuchar a Jesús, la Palabra de Dios, y consideremos a Jesús, y pongamos nuestros ojos en Jesús. Este es el primer mandamiento en el libro. No es un mandamiento difícil: ¡Escucha! ¡Considera! ¡Mira! No son cosas difíciles de hacer—al menos que no queramos hacerlas. El primer mandamiento de este libro no es “trabaja para Jesús,” sino “escucha a Jesús.” Él no nos está ordenando trabajar para él, sino observarlo. Todos nuestros cambios de vida espirituales vienen de eso (2 Corintios 3:18).

Pon Atención, para que No Descuides una Salvación Tan Grande

Y todo el primer capítulo tiene la intención de hacer de esto una carga ligera y un yugo fácil. Al que tenemos que prestar más atención es al Creador y Sustentador y Amo y Gobernador y Redentor del mundo. Y lo que él tiene que decirnos es “una salvación tan grande.” ¿Lo puedes ver en el versículo 3? “¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” Así que si escogemos no escuchar a Jesús todos los días y considerarlo y poner nuestros ojos en él, estamos despreciando su importancia descrita en el capítulo 1 y estamos descuidando una “salvación tan grande.” Ahora ¿por qué querría alguien hacer eso? La única razón sería si consideráramos otra cosa como más importante para escuchar y considerar y en lo cual poner nuestra mirada. Pero lo que distingue a un cristiano de alguien que no es cristiano es que un cristiano ha nacido de nuevo con una nueva naturaleza que considera a Cristo como supremamente valioso. Así que encontramos el argumento del capítulo 1 muy convincente. Dios ha hablado en estos últimos días a través de su Hijo… Por esta razón debemos escuchar y queremos escuchar más cuidadosamente a lo que él dice.

La vida cristiana es principalmente una vida de contemplación— escuchar a Jesús, considerar a Jesús, poner los ojos del corazón en Jesús. Todo lo demás en la vida cristiana sale de esto. Sin esto la vida cristiana es simplemente imposible de vivir.

Por eso la siguiente frase en el versículo 1 es una advertencia: “Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos.” La primera razón para prestar mayor atención a lo que hemos escuchado en la palabra de Dios a través de su Hijo es que el Hijo es infinitamente más valioso que los ángeles: Creador, Sustentador, Amo, Gobernante, Redentor. Así que ¿cómo podrías no querer estar atento en escuchar y considerar y poner tus ojos en él?

Pon Atención, para que No te Desvíes a la Destrucción

Ahora viene una segunda razón para prestar atención cuidadosa a lo que hemos escuchado de la palabra de Dios a través de su Hijo: si no hacemos esto, vamos a desviarnos a la destrucción. Considera la palabra “desviarse.” Es lo que hace un pedazo de madera o una hoja o un pescado muerto en el río–pasa flotando por el barco que está remando contra corriente. No requiere vida ni movimiento pasar flotando. Lo único que tienes que hacer es no hacer nada, y pasarás flotando.

Hebreos dice que si no prestamos diligente atención a la palabra de Dios, pasaremos flotando–nos desviaremos de la palabra de Dios. Todos conocemos gente a la cual esto le ha sucedido. Algunos están en este cuarto. Algunos están leyendo este sermón. No hay urgencia. No están vigilantes. No están escuchando con atención o considerando o poniendo sus ojos en Jesús. Y el resultado no ha sido quedarse quietos, sino irse desviando.

Ese es el punto aquí: no te puedes quedar quieto. La vida de este mundo no es un lago. Es un río. Y está fluyendo hacia la destrucción. Si no escuchas con cuidado a Jesús y lo consideras diariamente y pones tus ojos en él cada hora, no te quedarás quieto, sino irás en retroceso. Pasarás flotando.

Desviarse es una cosa mortal en la vida cristiana. Y el remedio para esto, de acuerdo a Hebreos 2:1, es, “prestar más atención a lo que has escuchado.” Eso es, considerar lo que Dios está diciendo en su Hijo Jesús. Pon tus ojos en lo que Dios está diciendo y haciendo en el hijo de Dios, Jesucristo. Esto no es una manera de nadar difícil que aprender para que podamos nadar contra la corriente del pecado y de la indiferencia. La única cosa que nos impide nadar así es nuestro deseo pecaminoso de flotar con otros intereses. Pero no nos quejemos de que Dios nos ha dado un trabajo difícil. Escucha, considera, fija los ojos—esto no es lo que llamarías una descripción de un trabajo difícil. No es la descripción de un trabajo. Es una invitación solemne a estar satisfechos en Jesús para que no seamos seducidos en la corriente de los deseos engañosos.

====Nuestro “Trabajo” es Estar Satisfechos con el Amor de Dios====

Una de las palabras más poderosas para mí en Kenia al estar enseñando fue la oración sencilla en el Salmo 90:14, “Sácianos por la mañana con tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días.” Ese es nuestro “trabajo” como cristianos: estar satisfechos en la mañana con el amor de Dios hablado a nosotros en el Hijo de Dios, para que podamos gozarnos y alegrarnos todos nuestros días—y estar libres de el engaño de los deseos que fluyen río abajo.

¡Qué peligroso es desviarnos de las promesas de la palabra de Dios en Cristo Jesús! Los versículos 2 y 3a nos dicen por qué esto es tan peligroso.

Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, ¿Cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?

El no prestar atención con cuidado a la Palabra de Dios y el desviarse que resulta está descrito en el versículo 3 como “descuidar una salvación tan grande.” Y se dice que esto es extremadamente peligroso.

¿Qué tan peligroso? Tan peligroso que si seguimos el camino de descuidar esta salvación tan grande—el no escuchar a Jesús día tras día, y no considerar a Jesús, y no poner nuestros ojos en Jesús—el resultado será que no escapáremos. Esto es, que no escaparemos el juicio de Dios (Hebreos 12:25; 1 Tesalonicenses 5:3). Estaremos perdidos. No heredaremos vida eterna. Pereceremos en el infierno.

Desviarse es Infinitamente Peligroso

Desviarse es infinitamente peligroso. Si pudiera tan sólo despertarlos para estar gozosos y vigilantes en el vivir la vida cristiana de buscar a Jesús, considerar a Jesús, y escuchar a Jesús. Su yugo es fácil y ligera su carga—tan fácil como escuchar y tan ligero como mirar. Pero si descuidamos esta gran salvación, y nos desviamos al amor de otras cosas, entonces no escaparemos. Pereceremos. La marca de un verdadero hijo de Dios es que no se desvía por mucho tiempo. Si te estás desviando esta mañana, una de las señales de esperanza de que has nacido de nuevo es que te sientes incomodado por esto—un deseo creciente en tu corazón de poner tus ojos en Jesús y considerarlo y escucharlo en los días y meses y años venideros. Y una de las señales de que podría ser que no has nacido de nuevo es que escuches lo que estoy diciendo y no sientas ningún deseo de cuidarte de esta desviación.

El argumento dado en el versículo 2 de por qué no escaparemos si nos desviamos y descuidamos nuestra tan grande salvación es que “La palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución.” En otras palabras, en el Antiguo Testamento Dios no había hablado directamente a través de su Hijo en la tierra. Él había hablado a través de mensajeros intermediarios. Hebreos dice que los que ángeles estuvieron involucrados en la revelación de la palabra de Dios. Sin embargo, la firmeza de su palabra mediadora fue tan grande que cada descuido y rechazo de ella se podía castigar con una recompensa justa.

Ahora algo mucho más grande ha venido: Dios ha hablado a nosotros no a través de ángeles, sino sin intermediación a través de un Hijo. Dios mismo vino del cielo en Jesús y habló una salvación tan grande con sus labios y con su vida y su muerte. Ahora, este escritor dice, si descuidamos esta gran Palabra, somos mucho más culpables que la gente en el Antiguo Testamento que desobedeció la palabra de Dios dada a través de ángeles, y por lo tanto no escaparemos.

Así que, como siempre en la Biblia, Dios en gracia está dándonos en este libro incentivos positivos y negativos para recibir nuestra gran salvación y escuchar al gran Salvador. Negativamente, dice que pereceremos si nos desviamos de la palabra de Dios y descuidamos nuestra gran salvación. Positivamente dice que esta Palabra es tal que ¿cómo podría alguien no querer escuchar y meditar y vivir en esta Palabra—el Creador de todas las cosas, el Sustentador todas las cosas, el Heredero de todas las cosas, el Gobernante de todas las cosas de la diestra de Majestad, y el Purificador de todos nuestros pecados, si confiamos en él? ¡¿Cómo podríamos no querer poner atención a su palabra y considerarlo y poner nuestros ojos en él?!


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