Tratando con las Malas Hierbas en tus Relaciones Ministeriales

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English: Tending the Weeds in Your Ministry Relationships

© The Gospel Coalition

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Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral

Traducción por Manuel Bento Falcón


Las palabras de Dios en la comisión a Jeremías (Jeremías 1) tienen una aplicación poderosa y práctica a tu compromiso por un estilo de vida diario de reconciliación en tus relaciones ministeriales. Sí, ya se que el llamado de Dios a Jeremías es individual y específico, ya que estaba siendo llamado como uno de los profetas de Dios. No es el llamado de Dios a Jeremías lo que es interesante y útil; es el contenido del llamado. En las palabras de Dios se incluye un modelo de cómo se han de llevar a cabo los cambios reales y duraderos. Es maravillosamente útil para diagnosticar y corregir tus relaciones ministeriales en los lugares donde ambas se necesitan.

Las palabras son breves pero bellas, descriptivas y precisas: "Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.” (Jer. 1:10, LBLA). Si tenía que haber un cambio en Israel (y se necesitaba desesperadamente), Dios está diciendo que así es cómo tendría que pasar: arrancando y rompiendo, plantando y edificando. El cambio es necesario porque hay cosas en ti, o en tu situación ministerial o relaciones, que necesitan ser desarraigadas o rotas, y si el cambio de verdad va a ser un cambio, hay cosas nuevas que necesitan plantarse o construirse en el lugar de lo que fue desarraigado y roto.

Para que tus relaciones ministeriales sean saludables, debes tener un celo destructivo y constructivo. Ya se que esto suena extraño, pero para que las relaciones sean lo que fueron diseñadas para ser, hay cosas que necesitan ser destruidas. Pero, como el problema de las malas hierbas que siguen asomando sus cabezas sobre la tierra que una vez estuvo limpia, este plan de destrucción no es compromiso de una sola vez. De alguna forma, siempre hay cosas, pequeñas y grandes, que están en medio de lo que tus relaciones ministeriales podrían y deberían ser. Voy a sugerir las que pueden ser algunas de ellas, pero es importante saber que lo que te estoy dando es una lista de estímulo inicial general que necesitas expandir y aplicar a lo específico de estas importantes relaciones en la obra del reino.

Egoísmo

Ciertamente está ahí dentro de todos nosotros--el egoísmo-- porque está en el ADN del pecado. Quizás nada es más destructivo en nuestras relaciones ministeriales que esto. Quizás es la raíz de todas las cosas tontas y desagradables que nos hacemos los unos a los otros. Quizás es la razón por la cual hacemos esas elecciones grandes y desastrosas que tienen el potencial de acabar con la confianza en el ministerio y con el compañerismo.¿No nos apunta Génesis 3 en esa dirección? Al fondo de todo, lo que está mal es que queremos hacer las cosas a nuestra manera, y, al querer hacerlo a nuestra manera, queremos ser soberanos sobre nuestros pequeños mundos, asegurándonos de que lo que queremos es exactamente lo que obtendremos.

Todo esto es una inversión horrible del diseño de Dios, así que nunca va a funcionar. Estamos construidos como seres sociales, hechos para vivir en comunión vertical con Dios y en comunión horizontal unos con otros. Nada funciona en la vida (y menos en el ministerio) cuando la comunidad humana está formada por un puñado de pequeños y auto-nombrados soberanos que están buscando establecer sus propios pequeños reinos. Esa manera de vivir se opone a las relaciones y garantiza la guerra. El estar centrado en otros es para lo que fuimos diseñados y lo que Dios utiliza para rescatarnos de nosotros mismos es la única forma de vida que nos habilita para vivir con otros en el respeto, el aprecio, y la paz.

La Ocupación

No hay cabe duda: hay demasiados de nosotros que tratan de tener conversaciones de cien mil dólares en momentos de unos pocos céntimos. Demasiados de nosotros hemos dejado poco tiempo en nuestro horario para tener conversaciones significativas, conexiones tiernas, y resolver problemas de manera centrada. Demasiados de nosotros tenemos poco tiempo para la reflexión e introspección relacional en nuestros ministerios. Demasiados de nosotros estamos haciendo las relaciones en el ministerio al vuelo. Relacionarnos unos con otros es, a menudo, lo que hacemos entre todas las otras cosas que hacemos y que son las que verdaderamente determinan el contenido y el ritmo de nuestros horarios. Pero la comunidad ministerial no funciona muy bien como una cosa entre medias, y seguramente no tiene tendencia a prosperar si la dejamos sola y le pedimos que crezca por si misma. Una comunidad ministerial que haya de crecer, cambiar, y ser cada vez más saludable necesita cultivo. Como un jardín, no va muy bien cuando está siendo descuidado.

Falta de Atención

Piensa en tu cuerpo físico. La gente saludable es saludable porque presta atención a sus cuerpos. Prestan atención a lo que comen. Prestan atención a signos de malestar o enfermedad. Prestan atención a la necesidad de ejercicio regular. No esperan estar saludables sin prestar atención y sin responder a lo que ven y sienten. Estoy profundamente convencido de que muchas comunidades ministeriales de iglesias locales llegan a un lugar poco saludable simplemente porque están siendo descuidadas. Tristemente, muchos de nosotros somos mejores respondiendo ante las crisis que trabajando en prevenirlas. Somos culpables, de algún modo, de dar por garantizadas nuestras relaciones ministeriales, y al hacer eso, darnos unos a otros por garantizados.

Fariseísmo

¿Das la bienvenida a esos momentos en los que un compañero pastor o miembro del equipo se acerca a ti con una crítica o preocupación acerca de algo que dijiste o hiciste?¿Te alegras de que Dios haya puesto cerca de ti a alguien que te ayuda a verte a ti mismo con mayor precisión?¿Abrazas y actúas en el pensamiento de que podrías ser un mejor pastor, líder, guía o amigo? Cuando alguien se aproxima con una crítica o preocupación, ¿rediriges la conversación alguna vez, intentando convencer al otro que tú no eres el único pecador en la sala?¿Has invitado alguna vez a tu equipo a que te confronte en los sitios donde crees que es necesario?¿Culpas alguna vez a tu equipo de tus palabras o comportamiento? Cuando sientes una punzada de culpa, ¿intentas aliviar tu culpa con argumentos auto-expiatorios acerca de lo bien que estaba lo que dijiste o hiciste?¿Cuán activo está tu "abogado interno," argumentando internamente en tu defensa, incluso cuando la otra persona está hablando?¿Has tenido la tendencia a pensar que todas las malas hierbas en tus relaciones ministeriales fueron traídas por otros?

Miedo

Tú y yo probablemente estamos más motivados por el miedo de lo que pensamos. El miedo la mayoría de las veces no es una experiencia de temblar asustado. La mayoría de las veces no es una experiencia de ansiedad en la que te aprietas las manos. Más a menudo el miedo es una manera de mirar a tu mundo que da forma a los pensamientos de tu corazón y, precisamente por esto, estructura la manera en que respondes. Quizás tu lucha es con el miedo al fracaso. Quizás pasas demasiado tiempo pensando en "y qué pasaría sí." Quizás tienes demasiada habilidad para concebir las cosas malas que podrían resultar si pasa esto o aquello. Quizás has pasado tanto tiempo meditando y preparándote a ti mismo para las dificultades potenciales que sin saberlo cumples tus propias profecías. Quizás no estás en realidad respondiendo a la gente a la que ministras basándote en lo que están haciendo sino en lo que temes que puedan hacer.

O quizás, para ti, la lucha es con el temor al hombre. Quizás estás demasiado apegado a tu sentido interior de bienestar, tu seguridad, y tu esperanza a ser estimado, respetado y apreciado por tu equipo. Quizás tienes demasiada habilidad montando la montaña rusa diaria de sus respuestas hacia ti. Quizás trabajas demasiado duro en leer sus pensamientos y emociones. Quizás lo que ellos piensan simplemente significa demasiado para ti. Quizás la gente con la que trabajas tienen demasiado poder para construir o romper tu día. Quizás trabajas demasiado duro en complacerles. Quizás la verdad es que su afirmación significa más para ti de lo que debería.

Pereza

Es difícil admitirlo, pero la pereza es un gran problema en nuestras relaciones ministeriales. Sabemos que no deberíamos dejar una reunión sintiéndonos enfadados, pero parece que va a tomar demasiado tiempo el resolver nuestro conflicto. Sabemos que necesitamos aclarar el mal entendido de esta mañana, pero eso no nos dejará mucho tiempo para hacer otro trabajo ministerial. Sabemos que no estamos de acuerdo financieramente, pero trabajar en ello simplemente no nos parece excitante. Sabemos que necesitamos discutir lo que está pasando en nuestras relaciones departamentales, pero simplemente no queremos enfrentar la naturaleza incómoda de esa conversación. Sabes que estás amargado, pero parece no haber tiempo en tu horario para examinarlo y confesarlo. Sabes que las cosas no están bien, pero te dices a ti mismo que deberías esperar un momento mejor. Te alejas de una discusión, y sabes que deberías volver y pedir perdón, pero no sabes en qué te meterás si lo haces.

De hecho: la pereza está enraizada en el amor a uno mismo. Es la habilidad de sacarnos a nosotros mismos fuera del anzuelo. Es el deseo de permitirnos a nosotros mismos no hacer cosas que sabemos que deberíamos hacer. Es creer que las cosas buenas deberían venir hacia nosotros sin que tengamos que trabajar para obtenerlas. Es optar por lo que es cómodo para nosotros antes de lo que es mejor para la comunidad ministerial con la que hemos sido llamados a trabajar. La pereza está siempre auto-enfocada y es auto-excusante. La pereza es indisciplinada y desmotivada. La pereza nos permite ser pasivos cuando se necesita una acción decisiva y amorosa. La pereza nos permite evitar lo que deberíamos enfrentar. La pereza espera más de otros de lo que requerimos de nosotros mismos. La pereza demanda buenas cosas sin estar dispuesta a invertir en ellas. Estoy persuadido de que la pereza es un asunto mucho mayor en nuestras relaciones ministeriales de lo que tendemos a pensar.

Pero, pastor, estas son las buenas noticias. No tienes que preocuparte al examinar tu comunidad ministerial, no importa cuanta mala hierba pueda tener, porque Dios se encuentra contigo en tú dificultad con su asombrosa gracia. Y no tienes que negar tus fallos porque tu posición delante de Dios no está basada en tu éxito, sino en la vida perfectamente exitosa de Cristo. Así que, incluso en los fallos, el te bendice con la gracia de la sabiduría, paciencia, fuerza, y perdón. Si eres hijo de Dios, nunca eres tú solo y tus compañeros de ministerio, esperando de alguna manera el poder trazar vuestro camino a través de vuestros problemas. No, hay otra persona que habita en cada situación y lugar de esas relaciones. El está contigo, el quiere, y puede venir en tu ayuda. De hecho, en su gracia, Él ha hecho de ti el lugar donde vive. Quizás por demasiado tiempo has dejado que las malas hierbas del pecado ahoguen la vida de las importantes relaciones ministeriales.¿Qué tal levantarse y comenzar a arrancar las malas hierbas?¿Qué tal creer, como lo haces, que tu Señor de amor y misericordia te dará justamente la gracia que necesitas y justo en el momento en que la necesitas?


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