Un Amor Más Fuerte que Nuestros Peores Días

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English: A Love Stronger Than Our Worst Days

© Desiring God

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Por Scotty Smith sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Ileana Fernandez Oakes


<<Tus peores días nunca son tan malos como para que te hagan estar más allá del alcanze de la gracia de Dios. Y tus mejores días nunca son tan buenos como para que te hagan estar más allá de la necesidad de la gracia de Dios>>.

Nunca olvidaré el gran si! que sentí, hace casi un cuarto de siglo, la primera vez que escuché ésta cita de Jerry Bridges. Fue en el año 1994 cuando su libro La Disciplina de la Gracia se publicó. Esas palabras captaron la magnífica libertad que he venido disfrutando por muchos años, luego de vivir demasiado tiempo en una espiritualidad <<casa de perro>> donde podía dormir en el amor de Dios durante las buenas, pero me mandaban a la casa de perro cuando fracasaba.

Días buenos y malos

Por años, yo me tragé lo que Jerry Bridges llamaba la mentalidad del <<buen día y mal día>>. Un <<buen día>> era medido por mi bondad y buenos resultados -- hacer mis devocionales, tomando decisiones piadosas, resistiendo la tentación, etc. La suposición era que el hacer estas cosas fielmente resultaba en un día lleno de circunstancias placenteras -- un día <<bendecido>> por Dios. Peor aún, you asumía que Dios me amaba más en esos <<días buenos>>

Un <<mal día> era lo opuesto. Si yo faltaba en dedicar tiempo a disciplinas espirituales, cedía en un mal hábito o tomaba decisiones egoístas, la sonrisa de Dios desaparecía. Él planeaba circumstancias desafiantes para hacerme entender su desencanto, darme una lección o castigar mi falta de discreción o disciplina. Yo me tenía que quedar en la no tan celestial casa de perro hasta que pudiera darme cuenta de cómo mi desobediencia y estupidez hicieran que las cosas salieran pésimamente durante mi día , mi semana o mi mes.

¿Alguna vez has intentado llevar la carga egocéntrica de asumir la responsabilidad por el amor de nuestro Padre? Temo que muchos de nosotros lo hacen.

Adios, casa de perro

Jerry Bridges escribió La disciplina de la Gracia para revelar y dispersar ésta forma de pensamiento desgarbada, de evangelio liviano y el vivir como un cristiano. Por veinte años, su libro ha ayudado a muchos creyentes a entender el muchísimo más allá del evangelio de la gracia de Dios. Estoy muy agradecido con los discípulos, mentores y maestros que hicieron lo mismo conmigo.

Todos nuestros <<días buenos>>, Jerry analiza, aún nuestros mejores días, aún necesitan la gracia de Dios porque la norma de juicio de Dios es su gloria -- una norma a la cual todos nos quedamos cortos. Aún el fruto lleno de espíritu de nuesta fe en Cristo está todavía manchado con motivos mixtos y tristemente incompleto sin su justicia.

Con relación a nuestros <<días malos>>, ni siquiera nuestros peores días, con Cristo, no nos apartan del favor de Dios, ni le hacen amarnos menos o disminuir el máximo deleite de nuestro Padre con nostros. Nuestros peores días no nos ponen en la perrera de la verguenza y mortificacin, sino que por medio de la fe nos llevan al hogar de gracia y redencin de nuestro Padre. Aún cuando Dios nos disciplina, aunque sea doloroso, Él lo hace con gran amor. (Hebreos 12, 11)

Es solo cuando vamos entendiendo que tan verdaderamente mala es nuestra condición que comenzamos a valorar el evangelio y a experimentar el regocijo de nuestra salvación. La ley de Dios demanda justicia perfecta que solo la obediencia de Jesús pudo cumplir (Romanos, 8, 3-4) Es por ésto que es esencial entender que Jesús vino a ser nuestro substituto en quién confiar, mucho más que nuestro modelo a seguir.

Antes de tomar sobre sí al morir en la cruz el juicio que merecemos, Jesús provió la obediencia que debíamos. Jesús no vino a ser nuestra segunda oportunidad, sino a ser el segundo Adán (1 Co 15, 45) haciéndo por nosotros lo que nunca hubieramos hecho por nosotros mismos. En este sentido, por si solo, podemos hablar de ser justificados por medio de hechos -- Jesús ha terminado el trabajo por nosotros.

Cuatro maravillas de la gracia de Dios

Al leer la cita de Jerry Bridges un cuarto de siglo después, éstas son algunas de la verdades más fabulosas del evangelio en las cuales me gozo más:

1. Dios no nos ama y acepta al grado que somos como Cristo, sino al grado que estamos en Cristo (Ro 8:1) lo cual es a un 100%. Su amor interminable por nosotros en Jesús es un amor inquebrantable (2 Tes 3:5)

2. La Gracia es más un Alguien que un algo. Es la gracias del Señor Jesucristo (2 Co 8:9) El necesitar y estar al alcanze de la gracia de Dios es estar en el agarre de la palma de la mano de Jesús del cual es imposible ser arrebatado. (Juan 10:28) Mucho más aún, Jesús es nuestra sabiduría de parte de Dios -- lo que significa nuestra justicia, santificación y redención" (1 Co 1:30) El ser cristiano es primero que todo es estar estupefacto con quien Jesús es y lo que El ha hecho por nosotros, y no por lo que tenemos que hacer por El.

3. La gracias de Dios finaliza toda ganancia y mérito (Ef 2:8) pero no todo esfuerzo y potencia. (Fil 2: 12-13) El evangelio nos libera para ofrecerle a nuestro Padre la obediencia de la fe y el amor, en lugar de la obediencia de la culpa y el orgullo. En respeto a nuestra santificación, empezamos a rezar "Padre, muestrame que me amas tanto como amas a Jesús. Libérame para llegar a ser más como El".

4. Un entendimiento adecuado (y experiencia) del evagenlio de la gracia de Dios nos liberará del oscuro peligro del legalismo y la actuación, y de la horrible arrogancia del antinomismo o "gracia barata". La gracia de Dios es el poder más transformador sobre la faz de la tierra (2 Co 3:18)

La gracia de Dios es más fuerte que nuestros peores pecados, y su sangre es mucho más profunda que nuestros peores días. Esto no nos hace dejar de buscar la santidad --nos hace buscarla aún más. Odiamos el pecado por el cual El muriú, y nos encanta ver su belleza, su virtud y su gloria reflejada en aumento en nuestras vidas. Nosotros no nos posamos ni gozamos en el fracaso, pero si nos regozijamos en un amor que es más fuerte que nuestros peores días.


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