Un Sacrificio de Alabanza
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Ligonier Ministries Staff
sobre Alabanza
Una parte de la serie Tabletalk
Traducción por Javier Matus
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre” (Heb. 13:15).
- Hebreos 13:15
Terminamos la semana pasada examinando una vez más cómo estamos mejor bajo el nuevo pacto que los creyentes que estaban bajo el antiguo. En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote no podía comer ninguna parte del animal sacrificado, a diferencia de otros días cuando parte de la carne del animal estaba disponible para el sacerdote. Esto significa que mientras que los sacrificios del antiguo pacto ofrecían un medio provisional para la expiación, el adorador no participaba de todos los beneficios nutritivos del animal del sacrificio.
Sin embargo, este no es el caso para aquellos de nosotros bajo el nuevo pacto; porque aquellos de nosotros en Cristo comemos en un altar del cual pueden comer sólo los que están en Cristo (Heb. 13:10). Conocemos al Mesías más plenamente que cualquier creyente del antiguo pacto y por lo tanto podemos disfrutar más y apreciar plenamente el alimento que Él nos da. Aquellos que deciden permanecer fuera del nuevo pacto, ya sean seguidores del antiguo pacto o no, de ninguna manera reciben estos beneficios.
A través de los siglos, muchos católicos han dicho que esta enseñanza se aplica a la Eucaristía. La misa entonces pasa a ser considerada como una repetición del sacrificio de Cristo. A la luz del énfasis de Hebreos sobre el carácter definitivo de la obra de Cristo (10:12), esta enseñanza es insostenible y blasfema ya que niega la finalidad del sacrificio de Jesús.
Sin embargo, esto no quiere decir que no hay lugar para el sacrificio en la adoración del nuevo pacto. Si bien es cierto que ya no hay ningún sacrificio para la expiación, el pasaje de hoy deja claro que los sacrificios siguen siendo parte de la adoración de la iglesia del Nuevo Testamento. Sólo que ahora son sacrificios de alabanza, ofrecidos espontáneamente y con alegría a través de Cristo y de un corazón redimido lleno del Espíritu (13:15).
Cuando adoramos, somos animados a terminar la carrera de la fe. En nuestra alabanza, vemos la actividad especial de Cristo como Mediador, abogando nuestro caso ante el Padre para asegurar nuestra perseverancia. John Calvin comenta: “Nosotros no podemos efectivamente invocar a Dios y glorificar su nombre, excepto a través de Cristo, el mediador; porque solo él es quien santifica nuestros labios, que de otro modo serían impuros, para cantar las alabanzas de Dios; y es él quien abre un camino para nuestras oraciones, quien efectivamente hace el oficio de un sacerdote, presentándose ante Dios en nuestro nombre.”
Coram Deo
A la luz del gran sacrificio que Jesús hizo por nosotros, la respuesta adecuada es una de adoración y alabanza. Al glorificar a Dios, somos fortalecidos y damos testimonio de la realidad de que un día toda la creación le adorará. Al ir en su día de hoy, tómese el tiempo para ofrecer sacrificios de alabanza al Señor.
Pasajes para Estudio Adicional
Ex. 15:2
Salss. 50:23; 107:21-22
Rom. 12:1
Fil. 4:18
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