Una plegaria para convertirnos en un oyente más atento y comprometido

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Sobre esta Traducción
English: A Prayer for Becoming a More Attentive, Engaged Listener

© The Gospel Coalition

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Por Scotty Smith sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Analuz Pozzo Abalos


Mis queridos hermanos, tengan presente esto: Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere. Santiago 1:19-20
Cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría. Proverbios 19:27
El que responde antes de escuchar, cosecha necedad y vergüenza. Proverbios 18:13

Querido Señor, hoy verdaderamente necesito las Sagradas Escrituras acerca de la escucha. Porque más de una vez, las personas que me quieren me han hecho saber la frustración que sienten por mi capacidad para escuchar—o lo que es peor, mi compromiso de tomar en serio lo que ellos dicen.

Me has dado dos oídos y una boca, y el radio anatómico no es una casualidad. Ayúdame a convertirme en un oyente más atento y comprometido. Ayúdame a oír lo que la gente quiere decir, y no la interpretación que yo hago de sus palabras. Ayúdame a oír con el corazón, no solo con los oídos.

Jesús, tú eres el mejor en esto. Nadie es más rápido para escuchar. Nunca tengo que hacer un chasquido con los dedos para que me prestes atención. Nunca tuve que hacerte retomar el centro de atención. Nunca te pesqué mirando para otro lado, como si estuvieras aburrido con mis palabras. Nunca tuve que repetir lo que digo varias veces para asegurarme de que en verdad estás oyendo lo que digo.

Nunca me interrumpes. Nunca das vueltas a lo que digo. Nunca hablas por encima mío cuando trato de decirte algo. Nunca terminas las oraciones por mí, aunque podrías hacerlo. No existe nadie que escuche con tanta atención, respeto y misericordia como tú.

Jesús, no creo que necesite curarme de sordera, sino más gracia para escuchar—antes que nada ti. Siempre me hablas a través de las Escrituras y el Espíritu Santo, y solo ofreces palabras de vida. Qué hombre tonto que soy para no aferrarme a cada sílaba que pronuncias.

Ayúdame a darles a mi mujer, a mis hijos y a mis amigos el regalo de ser realmente escuchados. No encuentro ningún gozo al frustrar a las personas que me quieren. Trae el Evangelio para que ilumine de tal manera que yo me vuelva más conocido por mi buena escucha que por mi habla frecuente.

Señor, es una humilde alegría poder confesarte este pecado específico hoy. Confío en tu cuidado y ayuda. Y así rezo, en la confianza y riqueza de tu Santo nombre, Amén.



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