Una plegaria para ser clamada por las promesas de Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Scotty Smith sobre Santificación y Crecimiento
Traducción por Carlos Diaz
Entonces él les dijo: “¡Oh, insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?” Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas. Lucas 24:25-27
Querido Señor Jesús, de todas tus apariciones luego de tu resurrección (1 Cor. 15:3-7), atesoro mucho la visita que pagaste a los amigos de poco corazón en el camino a Emaús (Lc. 24:13-35). Que hayas conocido a un destrozado y temeroso Pedro fue increiblemente sanador. Y tu aparición ante el apóstol Pablo, quien, en sus propias palabras, no fue dichoso de ser llamado apóstol, lo marcó para siempre. Y todos nosotros hemos disfrutado el fruto de esa visita a través de la vida y escrituras de Pablo.
Sin embargo adoro cómo te acercaste al pueblo de Emaús, porque me parezco mucho a ellos. Soy un hombre insensato, tardo de corazón que te necesita constantemente para predicar el evangelio a mi corazón por medio del Espíritu Santo. Como te alabo por tu amorosa tolerancia, ilimitada paciencia, y por tu persistencia llena de gracia.
Como trataste con mis hermanos, así trátame a mí. Continúa revelándote a ti mismo como el personaje y el héroe principal en todas las Escrituras. Señor Jesús, no me dejes leer las escrituras de Moisés sin pensar acerca de ti—especialmente los mandamientos. Que las palabras de Moisés siempre me conduzcan hacia ti. Porque tú has cumplido las demandas del mandamiento por mí, y ahora estás cumpliendo la belleza del mandamiento en mí. No quiero olvidar esas buenas nuevas, ni por un nanosegundo, no sea que caiga por error en la culpa sin gracia o en el orgullo fundamentado en el desempeño.
Y continúa mostrándome cómo eres al cumplir todo lo que los profetas han dicho—no solo las cosas respecto a tu sufrimiento en la cruz y tu resurrección de la muerte, sino también todas las promesas de tu obra actual en el mundo como redentor y restaurador.
Que una visión de tu actual reino y tu reino venidero me brinde la “acidez estomacal redentora”, como esa la cual activaste en los corazones de mis hermanos de Emaús. Por cierto, continúa abriendo las Escrituras para mí, hasta el Día que vuelvas para terminar renovando todo, Señor Jesús. Lo pido en tu transformador y santo nombre, Amén.
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