Yo Planto, Tú Riegas

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English: I Plant, You Water

© Desiring God

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Por John Piper sobre Oración
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Javier Matus


Imaginen el sermón del domingo en la mañana como un hombre lanzando grandes puñados de semillas a la tierra. ¿No sería absurdo que ese sembrador mirara detrás de él después de treinta minutos de trabajo y se impacientara por no ver nada de maíz ni de trigo? ¡Puede suceder! Dios da el crecimiento y Dios puede hacer cualquier cosa que le plazca. Pero es normal que la semilla se siembre y luego sea regada antes de que haya crecimiento.

Esta es una petición para su colaboración de todo corazón en el ministerio de la cosecha. Junto con su propia siembra personal de la semilla de la Palabra, ¿todos ustedes entrarían en pacto conmigo para regar con oración la semilla del domingo por la mañana? Apuesto a que hay cientos de ustedes que oran por los servicios y sermones por venir. Yo siento eso y les agradezco. Pero, si ustedes son como yo, puede que tiendan a olvidar orar por un sermón pasado. Pero eso es como regar la tierra antes de sembrar, y luego, después de que la semilla esté plantada, ya no regar más.

El domingo por la tarde y por la noche y el lunes por la mañana, oren conmigo de esta manera: “Oh, Dios de la cosecha, nosotros plantamos y regamos, pero solo Tú das el crecimiento. Tú has ordenado que oremos que la Palabra ‘corra y sea glorificada’ (2 Tesalonicenses 3:1). Así que sabemos que nuestra oración por la cosecha es correcta y agradable ante Ti. Por favor, Padre, haz que la semilla sembrada en el mensaje del domingo y en las clases de escuela dominical echen raíces. Oh, da vida, Padre, en los corazones secos y estériles. Cultiva el desierto de la incredulidad y conviértelo en el huerto de la fe. Permite que el pequeño brote de fe empuje, empuje, empuje hacia arriba a través del granito del orgullo hasta que lo rompa de par en par y se dispare hacia el cielo. Construye un espantapájaros en cada corazón para mantener alejadas a las aves demoníacas que se posan en el camino como buitres, consumiendo las sobras de los sermones. ¡Dios, no permitas que Tu Palabra vuelva vacía! No le des descanso a los incrédulos que escucharon la Palabra hasta que encuentren su descanso en Ti. Oh, Dios de la cosecha, atrae a muchos al Salvador en [la iglesia de] Bethlehem. En Su bello nombre, Amén.”

Jonathan Edwards predicó por años antes de que el efecto acumulativo de la Palabra gloriosa explotara en el avivamiento en Nueva Inglaterra, hace 200 años. No debemos cansarnos de hacer el bien. Dios honrará al predicador de larga distancia y al que ora de larga distancia. Oh, no desmayen. El Espíritu está avivando en [la iglesia de] Bethlehem. Creo que una conversión está sucediendo. Las personas están siendo transformadas por la renovación de sus mentes en la Palabra. Muchos visitantes están viniendo y escuchando. La gente siente que hay algo infinito en juego en nuestros servicios. El coro de los ángeles celestiales se está afinando para un gran regocijo. Ruego con ustedes: ¡Rieguen la Palabra! ¡Rieguen la Palabra con la oración! Ninguna iglesia puede seguir siendo infructuosa si empapa la Palabra con ferviente oración hambrienta semana tras semana.

Este domingo, la Palabra será dulce al paladar: “Jesús es Precioso Porque Quita Nuestra Culpa.” Oh, cómo espero este mensaje. Nada está más cerca de mi corazón que las buenas nuevas que soy perdonado para siempre. Traigan a sus amigos y parientes que necesiten una palabra de gracia. Y oren, oren, oren por la cosecha en 1982. Incluso al leer esta línea, alguien está siendo agarrado por el mensaje del domingo pasado. Tomen 60 segundos ahora mismo para regar esa semilla.

Su socio en el campo,

El Pastor John


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