Yo los perdonaré como el hombre que perdona a su hijo

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English: I Will Spare Them as a Man Spares His Son

© Desiring God

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Por John Piper sobre La Gracia de Dios
Una parte de la serie Malachi: The Sun of Righteousness Will Rise

Traducción por Karla Alvarado


Malaquías 3:13-18

“Vuestras palabras han sido duras contra mí —dice el SEÑOR—. Pero decís: “¿Qué hemos hablado contra ti?” Habéis dicho: “En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del SEÑOR de los ejércitos? “Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes.” Entonces los que temían al SEÑOR se hablaron unos a otros, y el SEÑOR atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen al SEÑOR y para los que estiman su nombre. Y ellos serán míos —dice el SEÑOR de los ejércitos— el día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve. Entonces volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.

Un mensaje para dos tipos de personas

El texto de hoy está dirigido a dos tipos de personas.

Por un lado es para quienes dudan de que Dios es justo, o que ya han tomado la decisión de que él no lo es, y que le desprecian por ignorar sus peticiones. Para estas personas, el texto es una advertencia a humillarse, a considerar esto de forma más profunda, y a temer la libertad de Dios para reivindicar a los justos cuando, donde y como a él le plazca.

Por otro lado, el texto es para personas que ya le temen al Señor y tienen su nombre en la más alta estima y le sirven como un hijo sirve a un padre, aun cuando Dios pospone el ajuste de cuentas. Para estas personas el texto es consuelo y ánimo para seguir adelante en la confianza y la obediencia hasta que el Señor venga a reivindicar su causa.

Mi oración esta mañana es que si usted pertenece al primer grupo, durante esta mañana cuando haya terminado la predicación, que usted pertenezca al segundo grupo, porque Dios ha obrado en su corazón. Y si usted pertenece al segundo, mi oración es que su confianza en la justicia y el cuidado de Dios se fortalezca en las batallas de esta semana.

Permítanme entonces desarrollar, en primer lugar, los versículos 13-15 con el fin de ilustrar el tipo de persona que no debemos ser, y luego, los versículos 16-18 para ilustrar el tipo de persona que debemos ser gracias a las cuatro promesas que Dios da en estos versículos.

El tipo de persona que no deberíamos ser.

En el versículo 13, Dios dice: “Vuestras palabras han sido duras contra mí —dice el SEÑOR—. Pero decís: “¿Qué hemos hablado contra ti?” Dios ha estado escuchando lo que se han estado diciendo entre sí acerca de él. No dice que hablaban estas cosas a Dios, sino que ellos hablaron de Dios. Hablaban entre sí. Eso está implícito en el verbo hebreo, y se puede ver en los versículos 14 y 15, donde se habla de “él” no de “usted”.

Una advertencia para todos nosotros

Esta es una advertencia para nosotros. Toda nuestra vida es un teatro y nosotros somos los actores. Cada cocina, cada coche, cada sala, cada oficina, cada habitación, cada bar ¡es el escenario! Dios está en la primera fila del teatro y no se pierda una sola línea del drama de nuestra vida, ¡ni una sola! No importa dónde o cuándo o con quién hablemos, Dios escucha nuestras conversaciones, y él interpreta a la perfección lo que insinúan sobre él.

De hecho eso es lo que realmente importa sobre nuestras conversaciones, lo que insinúan sobre Dios.

“En vano es servir a Dios”

Cuando Dios escuchó a estas personas en los versículos 13-15, oyó dos cosas: Él oyó decir que no tiene sentido servir a Dios y que es rentable no hacerlo.

En primer lugar, el versículo 14 dice: “Habéis dicho: ‘En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que guardemos sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del SEÑOR de los ejércitos?’”

Palabras de formalismo muerto

Hay dos problemas con lo que se está diciendo aquí. Uno es que estas son las palabras de formalismo muerto. Ellos andaban de luto, ayunaban y se lamentaban; venían a menudo al templo con sus sacrificios. Se sabían algunas de las formas de adoración al dedillo, pero Dios estaba disgustado. Su oído estaba cerrado y quitó su bendición, ¿por qué?

Veamos el versículo 2:13. “Y esta otra cosa hacéis: cubrís el altar del Señor de lágrimas, llantos y gemidos, porque El ya no mira la ofrenda ni la acepta con agrado de vuestra mano”. De esto es de lo que se quejaban en el versículo 3:14 – No había provecho en que anduvieren de luto, ¿por qué?

En el versículo 2:14 se da una respuesta, “Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente”. En otras palabras, las formas de adoración del domingo contradichas por la falta de fe el lunes, es inaceptable para Dios. Es formalismo muerto, y Dios no lo aceptará, incluso cuando esté lleno de emoción. Ellos realmente estaban llorando en el altar, ¡y Dios no se movió en misericordia! ¿Por qué? Porque la adoración del domingo se reemplazaba por fornicación el lunes.

Eso significa que la prueba de autenticidad de nuestra adoración los domingos por la mañana y por la tarde no es más que la intensidad de la emoción (aunque sea tan indispensable para la adoración genuina), pero que saliendo del culto, van a una vida de pecado.

Eso es el primer error que estas personas dicen en el versículo 14: estas son las palabras del formalismo muerto. No son tan piadosos como creen serlo.

“Es rentable no servirle a Dios”

El otro error con estas palabras es que parecen asumir que Dios debe bendecir a los justos de alguna manera inmediata y material, o de lo contrario la justicia es en vano. En otras palabras, a pesar de que no son verdaderamente justos, incluso la forma de pensar en que la justicia debe recompensarse está mal. Esto se hace más evidente si leemos el versículo 15.

Ellos no sólo están diciendo que no tiene sentido servirle a Dios (v. 14), sino que también dicen que es rentable no hacerlo (v. 15): “Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan impunes”.

Así que estas personas que están hablando en los versículos 14 y 15, cuando se reúnen en el restaurante para discutir sobre actualidades y religión, dicen que fulano de tal, que nunca va a la iglesia, tiene un negocio próspero; y que aquel otro, que es un ateo, nunca se ha enfermado en su vida y sacó todas sus utilidades de Wall Street el día antes del accidente. Y este atleta, tan arrogante, gana $400000 al año y se burla de la religión.

Así que estas personas llegan a la conclusión de que los arrogantes son los verdaderamente bendecidos y los estafadores corporativos saben donde encontrar la prosperidad verdadera. Es rentable no servirle a Dios.

¿Qué dice Malaquías 3:10-12?

Ahora, ¿qué hay de malo con esto? Al parecer no sólo la experiencia nos enseña este clase de cosas, pero ¿no nos preparó el texto de la semana pasada para este tipo de desilusión?

Malaquías 3:10-12, dice que si empezáramos a traer todos los diezmos al alfolí, Dios abriría los cielos y derramaría bendiciones. Así que ¿no es el punto que si haces lo que debes hacer, serás bendecido en esta vida, y si no lo haces, no lo serás? Entonces, si observamos a nuestro alrededor y vemos a los malhechores prosperar, ¿no deberíamos concluir que ellos son los que realmente diezman, con los que Dios está realmente satisfecho?

Tres cosas a destacar sobre ese texto

Primero, note que del texto de la semana pasada la base del diezmo en el versículo 10 es la relación personal en el versículo 7b: “Volved a mí y yo volveré a vosotros —dice el Señor de los ejércitos”. El diezmo se da como una forma personal de volverse a Dios. Dios nunca tuvo la intención de que la sola forma exterior del diezmo provocaría un derramamiento de su bendición, más que los sacrificios o el llanto en el altar.

Note también que el texto de la semana pasada no dice que los malhechores prosperarán. Dios puede traer plaga para castigar y advertir a su pueblo de sus malos caminos, pero esto no significa que la plaga es lo que siempre viene por desobediencia.

La tercero que se debe notar es que aunque Dios promete gran bendición para aquellos cuyos corazones se inclinan a diezmar entre otras cosas, él no se limita a algún tiempo definido para dar la bendición, ni a ninguna proporción definida de los bienes materiales.

La esencia de la promesa

La esencia de la promesa es que cuando usted se convierte en un canal de gracia de las riquezas de Dios en lugar de un callejón sin salida, Dios se encargará de sus necesidades. Un ejemplo práctico de la enseñanza de Jesús está en Mateo 6: “buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. O en Mateo 19: habrá recompensas al ciento por uno de todo lo que dejares por servicio a Cristo.

Pero no se puede presionar la promesa en el sentido de que X cantidad de prosperidad material debe llegar por obediencia en X cantidad de tiempo. Pablo dijo: “he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad”. Esto no quería decir que hubiere renunciado a la promesa de que Dios bendice la obediencia. De hecho el don de contentamiento en medio de la adversidad era una bendición que él apreciaba mucho. Lo que esto quiere decir es que Pablo estaba dispuesto a dejarle a Dios el tiempo y la proporción de la bendición material.

Bueno, ese es el segundo problema que estas personas decían en los versículos 14 y 15. El primer problema era que ellos pensaban que eran justos sólo por practicar ciertas formas religiosas. El segundo problema es que leen el mismo formalismo en Dios. Sus bendiciones deben ser materiales y deben venir ahora, de lo contrario no vale la pena servirle.

Ese, pues, es el tipo de personas que no debemos ser.

El tipo de personas que debemos ser

La segunda mitad del texto nos dice qué tipo de personas debemos ser y da cuatro promesas para animarnos en este camino.

Se describe de tres maneras lo que debemos ser.

1. Temerosos

Debemos temer al Señor.

El versículo 16 dice: “Entonces los que temían al Señor se hablaron unos a otros, y el Señor prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen al Señor y para los que estiman su nombre”.

Temerle al Señor es temblar ante la idea de ofenderlo por incredulidad y por desobediencia. Es la sensación de que Dios no debe ser burlado. Es todo lo contrario a la actitud de las personas en los versículos 13-15 que hablan con una arrogancia increíble: “En vano es servir a Dios”. Los que temen a Dios se estremecen ante la idea de hablar de esa manera sobre su Padre Majestuoso. Cualquier cosa que deshonre a Dios es anatema para los que temen a Dios.

2. Estimar, honrar, respetar

Hemos de estimar, u honrar o respetar su nombre.

El versículo 16 termina diciendo “... fue escrito un libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan (RVR1960) en su nombre”. Esta versión suena débil. La LBLA dice (estimar su nombre) y la NVI (honrar su nombre) son mejores versiones. Es lo que profesamos cuando decimos: “Santificado sea tu nombre”.

Hemos de ser el tipo de personas que tienen el nombre de Dios en tan alta estima que no presumiríamos con nuestras pequeñas nociones contra su infinita sabiduría. La idea de juzgar su tiempo o su método de bendición es impensable para aquellos que santifican su nombre.

3. Servidores

Hemos de ser el tipo de personas que sirven a Dios de la manera en que un hijo sirve a su padre.

El versículo 17 dice: “Y ellos serán míos —dice el Señor de los ejércitos— el día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve”.

El versículo 14 contrasta con esta promesa diciendo, “Habéis dicho: “En vano es servir a Dios”. El versículo 14 dice que no tiene sentido servirle a Dios, y el versículo 17 dice que Dios los tendrá como suyos y perdonará a los que le sirven. ¿Cuál es la diferencia?

La diferencia está entre el servir de un hijo y el servir de un esclavo; entre el hermano menor y el hermano mayor en la parábola del hijo pródigo. El hermano menor, contrito y humillado, quería servir porque sabía que estar en casa con el padre era la mayor de las bendiciones; todas sus necesidades se satisfarían. El hermano mayor tenía la mentalidad de un esclavo, si alguien de aquí merece una fiesta, soy yo, ¡quien ha trabajado más que nadie para ganarse tan gran bendición!

Hay una manera formal y servil de servicio a Dios que piensa en términos de lo que eso contribuye al plantío y lo que el dueño de esclavos me debe. Ese servicio es ciertamente en vano. Pero hay otro tipo de servicio que piensa como un hijo en la casa de su padre; aquí hay seguridad total, comida en la mesa, descanso y recreación, amor y educación, herencia y ¡la fama y gloria de mi Padre! ¡Porqué iba yo a querer trabajar en otro sitio sino aquí! Esa es la mentalidad del verdadero siervo de Dios.

▪ Temor a Dios.

▪ Santificar su nombre sobre todo nombre.

▪ Y servirle como un hijo le sirve a un Padre Majestuoso.

Esa es la clase de persona que debemos ser.

Cuatro Promesas

Pero ¿qué pasa con el problema de la justicia, el hecho de que los malhechores prosperan en esta vida y aquellos que temen a Dios no son recompensados por el bien que hacen?

La respuesta es que los que temen a Dios y santifican su nombre y le sirven como a su Padre, creen en las cuatro promesas de los versículos 16-18: Dios actuará para reivindicarlos y para distinguir el bien del mal en su momento a futuro.

Permítanme mencionarles las cuatro promesas.

1. Dios escuchará a los que le temen

Dios va a escuchar y oír las cosas buenas que los que temen a Dios se dicen entre ellos por la gloria de Dios y el bien del hombre. El versículo 16 dice: “Entonces los que temían al Señor se hablaron unos a otros, y el Señor prestó atención y escuchó”.

En otras palabras, él no sólo oye la conversación tonta y arrogante de los malhechores, él también escucha toda buena palabra que has hablado y que hablarás. Él promete que ni una sola palabra de bien caerá al suelo sin que Dios la note. ¡Él es justo!

2. Dios recordará a los que le temen

Dios no sólo los escuchará, sino que se acordará de ellos. El versículo 16 continúa diciendo: “y el Señor prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen al Señor”. Esto significa que Dios nunca olvidará lo bueno que hemos hecho en su poder y para su gloria. Ahora puede parecer olvidado y sin recompensa, pero Dios no es injusto (Hebreos 6:10), y cada lección fielmente preparada para esos niños, toda cortesía en la carretera, cada sonrisa en la calle, cada nota de agradecimiento que has escrito, cada “Lo siento, ¿me perdonas?”- cada fracción de gracia en su vida se está escribiendo en el libro memorial y redundará en su alegría y en la gloria de Dios para siempre cuando se abran los libros. Dios es justo.

3. Dios perdonará a los que le temen

Dios perdonará a los que le temen y viven para su gloria como un padre perdona al hijo que le sirve. El versículo 17 dice: “Y ellos [por ejemplo aquellos que temen y honran a Dios] serán míos —dice el Señor de los ejércitos— el día en que yo prepare mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve”.

La buena noticia es que los hijos no tienen que ser perfectos para ser perdonados, sólo tienen que servir como hijos en vez de esclavos. Tienen que disfrutar del castillo en vez de anhelar los dormitorios donde viven los esclavos.

Aquí es donde entra Jesús. ¿Cómo puede un Dios santo perdonar a un hijo pecador, incluso si el hijo se ha arrepentido y regresa a casa? La respuesta es: Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores (1 Timoteo 1:15). Dios es justo. Él perdonará a los hijos pecadores, precisamente porque él no perdonó a su propio Hijo sin pecado.

4. Los justos e injustos serán distinguidos

Finalmente, Dios promete que toda ambigüedad entre el justo y el impío, se aclarará un día. El juicio futuro es la clave. El versículo 18 dice: “Entonces volveréis a distinguir [literalmente: ver] entre el justo y el impío, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”.

Y así concluyo donde empecé. ¿En qué grupo se encuentra usted? ¿Está usted entre los que se contiene a comprometerse con Dios a causa de la sospecha o la duda o incluso la ira? Si es así, tenga en cuenta las promesas de Dios en esta mañana. Él defenderá a su pueblo. Todos los errores serán corregidos. Y si se acerca a él en humilde arrepentimiento y fe, él le perdonará como el hombre que perdona a su hijo.


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