¿Cuándo es Justo Pagar el Mal Con Dolor?
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Justicia Publica
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written
Traducción por Desiring God
Romanos 12:9-21
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. 11 En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; 12 gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15 Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. 16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17 No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
El tema apremiante que aun no hemos abordado al tratar con Romanos es como el llamado a la paz, la paciencia, el amor y la libertad del deseo de venganza se relaciona esos momentos y lugares en la vida en que el castigo y la retribución parecen correctos. Pongamos una gran imagen frente a nosotros para que podamos ver claramente la pregunta:
- v. 9a “El amor sea sin fingimiento.”
- v. 10 a “Amaos los unos a los otros con amor fraternal.”
- v. 14 “Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis.”
- v. 17 “No paguéis a nadie mal por mal.”
- v. 18b “estad en paz con todos los hombres”
- v. 19 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios.”
- v. 20 “si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber.”
- v. 21b “Vence con el bien el mal.”
Aquí el mensaje claro y uniforme es que debemos amar a nuestros enemigos, y que ese amor implica tratarles mejor de lo que merecen, no devolviendo mal por mal sino bendiciéndoles de todo corazón y ayudándoles cuando nos necesiten. Esta es la misma enseñanza de Jesús cuando dijo, por ejemplo (En Lucas 6:27-31).
Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 29Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. 30A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 31Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
Dos Razones Fundamentales De Por Las Que Deberíamos Amar A Nuestros Enemigos
Existen dos razones principales por las que los cristianos deberían actuar de esta manera. Una es que este comportamiento revela algo de la manera en que Dios es. Dios es misericordioso, “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.” (Salmo 103:10) “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” (Efesios 4:32) Así que cuando los cristianos vivimos de esta manera, mostramos un poco de lo que Dios es.
La segunda razón es que los corazones de los cristianos están satisfechos con Dios y no están guiados por el ansia de venganza o auto exaltación, el dinero o la seguridad terrenal. Dios se ha convertido en nuestro tesoro y estamos completamente satisfechos, así nosotros no tratamos a nuestros adversarios por nuestro propio sentido de necesidad e inseguridad, sino por nuestra propia plenitud de la satisfactoria gloria de Dios. Hebreos 10:34 “Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo [eso es, sin represalias], sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.” Lo que aleja al impulso de venganza es nuestra profunda confianza en que este mundo no es nuestro hogar, y que Dios es nuestro nos satisface completamente y es nuestro premio plenamente asegurado.
Así que vemos en las dos razones para amar a nuestros enemigos lo mismo: Dios muestra ser quien realmente es, Dios misericordioso y Dios de gloria que satisface. La razón suprema para ser misericordioso es glorificar a Dios —engrandecerlo ante los ojos del hombre.
Dios es Más que Misericordioso--Es También Justo
Aquí esta el razonamiento: Dios es más que misericordioso. Es, también, justo. El versículo 19 lo deja perfectamente claro: “Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Ningún mal quedará sin castigo. La ira de Dios pagará cada mal, sea en el sufrimiento y la muerte de Cristo para quienes se arrepienten y creen en él, o en el infierno para los que no se arrepienten y creen en él. Así, cuando devolvemos bien por mal, no es solo porque Dios es justo sino porque mostramos su misericordia y aplazamos su justicia.
La pregunta es: ¿Pretendió Dios que su justicia –el derecho a castigar lo mal hecho- fuera compartida en esta época con el hombre? ¿Podemos en algún momento pagar el mal con dolor por el hecho de que Dios nos llama a compartir su autoridad de manera limitada en la tierra para demostrar tanto su justicia como su misericordia?
Yo creo que la respuesta es sí. La razón principal por la que creo esto es que la Biblia muestra que este es el caso. Y la razón secundaria por la que lo creo es la manera en que la Biblia lo muestra explicando como esto no es una contradicción. Permítame, pues, darle cinco ilustraciones Bíblicas de verdadera retribución humana y luego mostrar como no son una contradicción del espíritu de amor a nuestros enemigos que encontramos aquí en Romanos 12.
Ilustraciones Bíblicas Sobre la Retribución Humana Apropiada
1. Primero, la Biblia nos enseña a disciplinar a nuestros hijos.
O sea, nos enseña a combinar tanto la misericordia (Salmo 103:13) como la justicia al perdonar (Salmo 103:10) y castigar a nuestros hijos. “No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá.”(Proverbios 23:13) “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24) “padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” (Efesios 6:4).
En otras palabras, cuando un niño deshonra a sus padres, la Biblia no dice simplemente, “Bendice al hijo que te maldice, vuélvele la otra mejilla y nunca tomes venganza por ti mismo.” Más bien, la Biblia dice, “disciplínalo no escatimes la vara”. En otras palabras, revele la justicia de Dios y también su misericordia.
2. Segundo, la Biblia enseña que en la educación, como extensión de la familia, nunca debe premiar la falta de aprendizaje con buenas notas.
En otras palabras, en la esfera de la evaluación educacional se debería proceder según las normas de la justicia: Un buen desarrollo en el aprendizaje de la tarea asignada debe premiarse con una buena evaluación. Esta es simplemente otra forma de decir que la base de la educación es la verdad. Un trabajo excelente es etiquetado con una buena nota, un trabajo mediocre se etiqueta con una baja nota. Así es la ‘verdad’, usted llama trabajo a lo que realmente es. Otro nombre para eso es justicia.
Cuando este fundamento está en su lugar, surge la posibilidad de la misericordia. Cuando realmente existe tal cosa como trabajo mal hecho e igualmente etiquetado, un profesor puede responder con misericordia yendo más allá de las demandas de la justicia al quedarse luego del horario de clases para ayudar al estudiante en problemas. Pero si los fundamentos de la verdad y la justicia son abandonados, entonces la misericordia no tiene significado, porque misericordia significa ir mas allá de lo que la justicia requiere.
3. Tercero, La Biblia enseña que el obrero es digno de su salario y el ocioso no.
Si sus empleados no trabajarán de acuerdo al contrato que firmaron con usted, entonces serán despedidos, y Dios lo aprobaría. Usted puede ser paciente y caminar la milla extra una y otra vez con los empleados delincuentes. Pero al final tiene el derecho de decir, “el orden económico que Dios ha ordenado no sobrevivirá si se toman bienes sin pagar por ellos, ni si se cobran salarios sin trabajar por ellos. En ambos casos eso se llama robo.”
Una ilustración bíblica de esto se encuentra en 2da a los Tesalonicenses. Tan pronto como el apóstol Pablo fundó la iglesia en Tesalónica, alguien comenzó a difundir la idea de que el día del Señor estaba a las puertas. El resultado fue que algunos dejaron de trabajar y comenzaron a vivir una vida de ociosidad. Al parecer ellos esperaban ser alimentados por los que aún eran trabajadores productivos. Pablo escribió para recordarles un principio establecido: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. 11Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.” (2 Tesalonicenses 3:10-12)
Así que cuando Jesús y Pablo nos enseñan que debemos devolver bien por mal, no creo que quieran decir que deberíamos violar este principio fundamental de la justicia en el orden económico ‘usted debería obtener lo que ha pagado y debería recibir el pago por lo que trabajó’. Lo opuesto es robar.
4. Cuarto, La Biblia enseña que las autoridades civiles tienen el derecho de usar la fuerza para castigar a los malhechores.
Es decir, la policía tiene el derecho de arrestar por la fuerza a criminales y los jueces tienen el derecho de poner en prisión a personas por sus delitos y multarles por sus faltas. Los policías no deberían volver la otra mejilla cuando están operando como representantes de la autoridad estatal. Vemos esto en Romanos 13:2-4.
De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. [...] 4porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
Aunque Romanos 12:19 dice, “mía es la venganza, yo pagaré,” no excluye la realidad de que Dios comparte esta justicia con las autoridades estatales debidamente designadas.
5. Quinto, la Biblia enseña que la iglesia debería disciplinar a sus miembros que son intencional y persistentemente pecadores.
Por ejemplo, dice en 1 Corintios 5:4-5, “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, 5el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”. Y en 2 Tesalonicenses 3:14, dice, “Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence.” En otras palabras, la disciplina eclesial existe y ésta no significa volver la otra mejilla. Eso implica tratar a la persona con algún rechazo o cierta dureza, con la esperanza de poder, a largo plazo, salvarle.
Entonces, en Resumen,
- La Biblia nos enseña a disciplinar a nuestros hijos.
- La Biblia enseña que en la educación no se debería premiar la falta de aprendizaje con buenas notas.
- La Biblia enseña que el obrero merece su salario y el ocioso no.
- La Biblia enseña que las autoridades civiles tienen el derecho de usar la fuerza para castigar a los malhechores.
- La Biblia enseña que la iglesia debería disciplinar a sus miembros que son intencional y persistentemente pecadores.
En cada uno de estos casos no tenemos la clase de conducta que encontramos en Romanos 12:20, “si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer”. El asunto de estos cinco casos no es “tratar a las personas mejor de lo que merecen” sino “tratarles como merecen”. Eso es lo que hace la justicia. Estos cinco casos subrayan que la justicia entre los hombres es parte de la vida y debería ser parte de la vida. No todo funciona sobre la base de la misericordia. Algunas cosas funcionan sobre la base de la justicia.
¿Porqué no son estos Ejemplos de Retribución una Contradicción al Llamado a la Misericordia?
Bueno, ahora la pregunta es: ¿Por qué estos cinco casos de retribución Bíblica no son una contradicción al llamado a misericordia de Romanos 12?
Creo que hay dos respuestas. Una es que las cinco ilustraciones implican instituciones, no solo individuos. Éstas tratan el cómo actuamos en el papel de representantes de una institución dispuesta por Dios, no solo como simples individuos responsables ante Dios. La otra respuesta es que el motivo de mostrar justicia debería ser el mismo que para mostrar misericordia.
Permítame explicar estas dos respuestas un poco más.
1. Estas cinco ilustraciones vienen de instituciones dispuestas por Dios lo que exige un fundamento de justicia humana.
Cada una de estas cinco ilustraciones proceden de instituciones: la familia, la educación, los negocios, el estado y la iglesia. Está claro en la Biblia que cada una de estas es una institución que Dios quiere que exista. No son meramente creaciones humanas. Están dispuestas por Dios para el bien de la creación.
Aquí está la clave: En general, la vida de estas instituciones ordenadas por Dios exige un fundamento de justicia humana. O sea, demandan que la vía formal de relacionarse con la institución sea en términos de justicia –tratar a las personas según lo que merezcan. Puede haber excepciones misericordiosas. Pero si todo se convierte en una excepción para la regla de justicia –la regla de justa recompensa- entonces muy pronto no habría más institución, colapsaría. La vida de una institución depende de cumplir las expectativas (haciendo el trabajo, siendo puntuales, fabricando los productos, proporcionando el servicio, recibiendo el salario, etc.) Tanto aquí como allá, una expectativa que no es alcanzada se convertirá en la norma, y la institución colapsará. Si la voluntad de Dios es la institución, es también su voluntad la justicia que la hace posible. Y sí es la voluntad de Dios que estas instituciones existan. Ellas son una revelación de su manera propia de relacionarse con el universo. La justicia debe ser defendida.
De esa manera cuando actuamos como representantes o parte integral de una institución, principalmente operamos en términos de justicia. Esto relaciona la misericordia en dos maneras: una es que ambas, misericordia y justicia revelan la verdad acerca de Dios. Él es tanto misericordioso como justo. Y segundo, el fundamento de la justicia en estas instituciones crea un punto de referencia en la tierra para definir la misericordia. Si no hubiera expectativas justas, la misericordia no sería reconocible por ir más allá de esas expectativas.
2. Tanto la misericordia como la justicia deberían fluir de los mismos motivos básicos
La segunda respuesta a la pregunta de ¿por qué estos modelos de justicia no son contradictorios al llamado de misericordia de Romanos 12? es que tanto la misericordia como la justicia, deberían fluir de los mismos motivos básicos. Ni los actos de misericordia ni los de justicia deberían fluir de un espíritu de venganza, temeroso, insatisfecho, codicioso, e inseguro. Por el contrario deberían fluir de un corazón que está profundamente seguro y satisfecho en Dios, un corazón que se deleita en mostrar el carácter de Dios –tanto su justicia como su misericordia- y que se someta a la autoridad de Dios. Es la autoridad de Dios la que nos llama mostrar misericordia como individuos, y es la autoridad de Dios la que nos llama a mostrar justicia como parte de una institución. En ambos casos nuestro objetivo es engrandecer a Dios.
Sumario: Dios Nos Llama a Ser Misericordiosos, A Defender la Justicia, y a Confiar en Cristo.
Así que este es el resumen del asunto.
Dios nos llama a ser misericordiosos -devolviendo bien por mal y tratando a nuestros enemigos mejor de lo que ellos merecen- todo esto para mostrar a Dios en su misericordia y como él nos libera de la venganza, del temor y de la ambición.
Dios nos llama a defender la justicia en las instituciones dispuestas por Dios a que pertenecemos- y todo esto para mostrar a Dios en su justicia y como él nos libera para hacer justicia sin un espíritu malicioso.
Dios nos llama, sobre todo, a confiar en Cristo porque sin su poder transformador no podemos mantenernos en las imprecisiones de ser tanto individuos misericordiosos como miembros justos de una institución. Estas responsabilidades coinciden y se entrelazan, y el camino de la sabiduría es a veces poco claro. Oh, cuánto necesitamos de Cristo el poder que transforma el entendimiento (Romanos 12:2).
Dios nos llama a confiar en Cristo porque sin su muerte por nuestros pecados, seríamos abrumados por la culpa y paralizados en vida por causa de todas nuestras fallas al tratar de amar como debiéramos.
Así que busca la justicia, y busca la misericordia, y sobre todo aférrate a Cristo.
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