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English: Do You Wish You Could Read Faster?

© Desiring God

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Por David Mathis sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Ana M Burger


Contenido

Cuatro razones para ir más despacio

Elimina todo el tiempo entre jugadas de un juego de béisbol y podrás ver toda la acción del juego de béisbol de nueve vueltas en aproximadamente 18 minutos. Haz lo mismo con el juego de fútbol promedio, y tu tiempo de visualización total es de solo 11 minutos.

Suena eficiente, pero ¿es todo lo mismo? ¿Es la "observación con velocidad" algo semejante a cuando se tiene la experiencia de ver los altibajos de la competencia en tres horas? ¿Un entusiasta real del béisbol estaría satisfecho con "observar la velocidad" del Juego 7 de la serie mundial del año pasado, o un ávido fanático del fútbol al ver la victoria de último minuto de Clemson sobre Alabama, o la victoria histórica de los Patriots en el último Super Bowl?

Al colapsar los juegos completos en solamente acción de pared a pared, podrás ver rápidamente lo que sucedió y podrás descargar los datos básicos, pero no experimentarás la importancia emocional de cada momento. Terminarás perdiendo la tensión vital y la resolución de esas jugadas críticas donde todo está en juego. Perderás poder disfrutar el juego al máximo y perderás el meollo de lo que ha permitido que el deporte sea tan popular y poderoso.

Únete al movimiento lento

Por lo general, soy un lector lento, no porque no pueda acelerarme en cierta medida, sino porque quiero disfrutar de la lectura y sacar provecho de ella. Quiero ser cambiado por lo que leo. No suelo solo buscar datos nuevos para razonar, pero, como regla general, quiero sentir el significado emocional de cada momento y dejar que tenga su pleno efecto.

Me doy cuenta de que la era de la información no nos está frenando, sino que nos está presionando de manera sutil y constantemente para acelerar. Mientras navegamos, navegamos y navegamos, nos entrenamos para ver rápidamente nuevos hechos y luego buscar las siguientes figuras, en lugar de sentir la importancia de lo que leemos.

Por lo tanto, considera ir más despacio conmigo. No digo que solo leas lento. Es bueno desarrollar diferentes velocidades para diferentes tipos de contenido y diferentes objetivos. Simplemente estoy agitando una pequeña bandera para desarrollar que vayas más lento, cuando a tu alrededor todo te está diciendo: "¡Más rápido!" No voy a pretender que cada cristiano debería hacerlo de esta manera. Estoy agradecido de que otros tengan diferentes tipos de llamados y capacidades. Pero aquí hay cuatro consejos modestos para la lectura cristiana y para que no se pierda la importancia.

1. Disfruta los beneficios de leer lento.

Algunos de nosotros que somos simplemente lectores más lentos podemos sentir que esto es como una debilidad, pero ¿qué si nos damos cuenta de que leer lentamente no es necesariamente una desventaja, y que tiene beneficios? John Piper confiesa ser lento como lector y hace su mejor esfuerzo para sacar provecho de ello. Esta visión por sí sola puede ser suficiente para que un "lector con la capacidad de ser veloz" tome medidas intencionales para desarrollar su marcha más lenta:

Yo leo despacio, casi tan rápido como hablo. Mucha gente lee cinco o diez veces más rápido que yo. Intenté durante años superar esta debilidad, con clases especiales, libros y técnicas. Después de aproximadamente dos décadas de lamentarme de esta debilidad (de los 17 a los 37 años o más), vi que no habría cambios. Esta es una razón por la que dejé la enseñanza universitaria y la vida académica. Sabía que nunca podría ser lo que un erudito debería ser: alguien ampliamente muy leído.
¿Qué significó para mí identificar y sacar provecho de esta debilidad? Significó primero que acepto esto como el diseño de Dios para mi vida. Nunca leeré rápido. Significa que dejo de quejarme. Significa que tomo mi amor por la lectura y hago con él lo que puedo para la gloria de Cristo. Si solo leo lentamente, haré todo lo que pueda para leer profundamente. Sacare provecho de la lentitud. Pediré a Jesús que me muestre mucho de lo poco que leo y que equivale a lo mucho que otros pueden ven al leer más. Le pediré a Jesús que magnifique su poder para hacer que mi lentitud sea más fructífera que la velocidad. ("No malgastes tu debilidad")

Lee profundamente y saca provecho de tu debilidad.

2. Siente la libertad de no terminar.

Algunos de nosotros sentimos una especie de presión tácita (y no examinada) para terminar cualquier libro que comenzamos. Como si hubiéramos fracasado, y todas nuestras lecturas fueron en vano, si no las leemos hasta el final. Eso enfáticamente no es el caso. Si el libro es malo, no pierdas más tiempo al leerlo con dificultad. E incluso si es un libro bueno y útil, no tienes que terminar de leerlo para beneficiarte. De hecho, puede estar desperdiciando tiempo si está terminando cada libro que comienzas a leer.

Puedes llamar a esto la regla 80/20: el 80 por ciento de lo que la mayoría de los libros de no ficción ofrece se puede encontrar en aproximadamente el 20 por ciento de sus páginas. Así que no siento la obligación de terminar un libro solo porque lo comencé a leer. Sin necesidad de disculparme, reviso libros de principio al final y todo lo que pueda en el tiempo que tengo. Hago mucha inmersión, no mucha lectura de principio a fin. Pero eso no necesariamente significa que estoy leyendo rápido. Pero estoy buscando el 20 por ciento

3. Cuidado con las pérdidas de las “lecturas rápidas.”

Me pregunto cuánto de la "lectura rápida" realmente es un espejismo. Suena genial, de una manera superficial, para obtener más información en menos tiempo. ¿Pero es el leer solamente una información? ¿Es esa nuestra gran necesidad de hoy, obtener más datos? ¿Es "leer" un libro completo en dos horas estresantes realmente una mejor inversión que disfrutar realmente de una quinta parte del libro en la misma cantidad de tiempo?

He descubierto que, por lo general, obtengo de la lectura lo que invierto en ello. Cuando leo rápido y apenas leo, tengo acceso a más información, pero sospecho que me hace un pensador escaso. Puede que tenga muchos hechos y cifras en mi cabeza, pero ¿sabré cómo se relacionan entre sí, y qué significan en el mundo real, y qué aplicaciones sensatas puedo hacer con ello? Si leo lenta y profundamente, no aprovecharé todos los datos que un lector de lectura veloz puede comprender, pero aprenderé, y espero, que pueda pensar y sentir profundamente. Puede que tenga menos información al alcance de la mano, pero estaré mejor equipado para manejar lo que tengo.

4. Lee para ser transformado, y no para estar solamente informado.

Ya he dicho tanto; ahora dejare que el consejo sea claro: aprende a leer para obtener más que solo información. Claro, hay momentos en los que estamos abordando un tema nuevo, y tenemos que orientarnos en una gran cantidad de datos nuevos. De nuevo repito, que desarrollar alguna habilidad para moverse rápidamente a través del texto en ocasiones puede ser una habilidad útil. Pero para mí, no quiero que este sea mi hábito o ritmo típico cuando leo.

Quiero que mi predeterminado sea lento y constante y comprometido. La retención es una cosa; la transformación es otra. Normalmente, no leo para obtener mera información, y ni siquiera leo para retener. Leo para ser cambiado para mejor, para mi bien y el de los demás. La comida rápida puede satisfacer la necesidad a veces, pero no quiero hacer una dieta con eso. Cuando leas, lo que sea que leas, procura que te dé forma de alguna manera nueva, grande o pequeña, para Cristo, ya sea que el autor lo haya querido, o incluso que te forme a pesar de los diseños del autor.

Lee sin apurarte

Sea cual sea tu ritmo habitual de lectura, no saltes tan rápido que puedas olvidarte de pedir la ayuda de Dios. Esto es primordial cuando se llega a las Escrituras, pero incluso cuando hacemos una pausa para abrir un libro o leer un artículo para alimento espiritual, ¿cuánto mejor podremos pedirle explícitamente a nuestro misericordioso Padre celestial que sonría sobre nuestros esfuerzos para estar no solamente informado, pero también transformado?

El corazón que pide la ayuda de Dios en nuestra lectura, ya sea que el contenido sea cristiano o no, es un corazón que Dios ama bendecir. Tal postura recorrerá un largo camino para encontrar el ritmo adecuado para la lectura productiva.



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