¿Jesús enseñó pacifismo?
De Libros y Sermones BÃblicos
Traducción por Natalia Micaela Moreno
Por Desiring God Staff
sobre Guerra
Los ataques del 11 de septiembre y la consiguiente guerra contra el terrorismo han puesto al frente una vez más la cuestión de la visión cristiana de la guerra. La pregunta es particularmente compleja porque es difícil ver cómo la guerra puede ser consistente con el énfasis bíblico sobre el perdón, la paciencia y el amor. Este énfasis es quizás más señalado en el Sermón del Monte, donde Jesús dice:
Habéis oído que se dijo: 'Ojo por ojo y diente por diente.' Pero yo os digo: no resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que desee pedirte prestado no le vuelvas la espalda. Habéis oído que se dijo: 'Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.' Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. (Mateo 5:38-44, LBLA)
¿La enseñanza de Jesús de que debemos volver la otra mejilla y amar a nuestros enemigos significa que siempre es incorrecto ir a la guerra? ¿Debería el mundo haberle vuelto la otra mejilla a Hitler e intentado amarlo hasta que se rindiera? Cuando Osama Ben Laden ordenó el ataque al World Trade Center, ¿deberían los EE. UU. haber respondido enviándole también la Torre Sears? ¿O Jesús permite un lugar para amar a nuestros enemigos y, sin embargo, en ciertas situaciones, usar la fuerza para restringir la maldad que amenaza la vida?
Lo que sigue son algunas de las razones principales por las que creemos que es correcto que los militares (y los cristianos que son parte de la milicia) se involucren en guerras que tienen causa justa, es decir, defensa propia, la restricción de un mal que amenaza la vida, y el castigo de naciones e individuos que han cometido actos injustos de guerra en contra del país de uno. Esto se llama la teoría de la guerra justa. Vamos a cerrar tratando de explicar cómo esto encaja con la orden de volver la otra mejilla, amar a nuestros enemigos, y no resistir a aquel que es malo.
El pacifismo es perjudicial
Dejar que alguien asesine cuando tienes el poder de detenerlo va completamente en contra de nuestros sentimientos morales. Si un Hitler está en movimiento y trata de unir al mundo en la tiranía y destruir grupos étnicos enteros, parecería muy claramente incorrecto no oponerse a él con fuerza (que a veces es el único método efectivo). Sí es cierto que la guerra en sí misma es dañina y trágica; pero el pacifismo resultaría en incluso más daño al mundo porque daría a las personas de mal virtualmente rienda suelta. Claro que debemos estar abiertos a dejar que la Biblia transforme nuestros sentimientos morales, pero esta observación debería al menos causar que hagamos una pausa y reflexionemos más profundamente antes de concluir que Jesús tiene la intención de enseñar pacifismo.
El pacifismo consistente tendría que eliminar a la policía, no sólo los militares
De hecho, si tuviéramos que concluir que los gobiernos deberían siempre volver la otra mejilla y nunca resistir el mal, entonces estaríamos lógicamente comprometiéndonos no solo a eliminar las fuerzas armadas, sino también a la fuerza policial y al sistema de justicia penal. Los policías necesitan usar la fuerza para arrestar criminales, y ponerlos en la cárcel. Eso no es volver la otra mejilla. ¿Acaso Jesús quería que su mandamiento de volver la otra mejilla aplicara a la policía? Seguramente no como su principal forma de responder al mal. Dios no quiere que el mal corra en nuestra sociedad sin control (cf. en el AT las numerosas leyes civiles y en el NT Romanos 13, que se discutirá a continuación). Si uno acepta la legitimidad de que la policía use la fuerza en algunos casos, tampoco puede haber objeción a que los militares usen la fuerza en algunos casos.
Lucas 3:14 permite el servicio militar
Es significativo que Juan el Bautista no les dijo a los soldados que abandonaran el ejército cuando le preguntaron qué significaba arrepentirse: "También algunos soldados le preguntaban, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y él les dijo: A nadie extorsionéis, ni a nadie acuséis falsamente, y contentaos con vuestro salario." (Lucas 3:14). Puesto que es, por lo tanto, posible vivir una vida piadosa aún estando en el ejército, debe ser así porque participar en la guerra no siempre es pecaminoso.
Juan 18:36 reconoce el derecho de la espada a los reinos terrenales
En este pasaje, Jesús dice: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, entonces mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí." Cuando Jesús dice que si su reino fuera de este mundo sus servidores pelearían, Él implica que es correcto que los reinos de este mundo luchen cuando la causa es justa y las circunstancias lo requieran. Como cristianos, somos ciudadanos de "dos reinos", nuestro país en la tierra, y el cielo. Jesús nos muestra que nunca es correcto luchar por el bien de su reino espiritual, pero que sí es correcto luchar en nombre de los reinos terrenales (cuando sea necesario para contrarrestar el mal y la destrucción).
Romanos 13:3-4 otorga a los gobiernos el derecho a usar la fuerza para restringir y castigar el mal
Pablo escribe: "Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal. ¿Deseas, pues, no temer a la autoridad? Haz lo bueno y tendrás elogios de ella, pues es para ti un ministro de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano "lleva la espada", pues ministro es de Dios, un vengador que castiga al que practica lo malo."
Aquí Pablo afirma el derecho del gobierno de usar la fuerza de dos maneras. Primero, dice que el mismo "no en vano lleva la espada." Segundo, afirma que el gobierno es un "ministro de dios" cuando ejecuta venganza contra los malhechores.
Los gobiernos, por supuesto, no tienen el derecho de usar la fuerza para cualquier propósito. Ellos no tienen el derecho de usar la fuerza para dominar a sus ciudadanos e imponer restricciones innecesarias a la libertad. Hay dos propósitos por los cuales este texto dice que el gobierno está justificado al usar la fuerza: la restricción del mal y el castigo del mal. El propósito de la fuerza no es solo evitar que ocurra más mal, sino también castigar actos malignos llevando a los perpetradores ante la justicia. El gobierno actúa como un "ministro de Dios" cuando sirve como "un vengador que trae ira sobre el que practica el mal."
¿El derecho de la espada en este texto se extiende al caso de la guerra? El contexto inmediato tiene en cuenta el uso de la fuerza física con respecto a los propios ciudadanos de un gobierno. Pero por extensión esto también implica que si una nación comete un acto de guerra contra otra nación, la nación ofendida tiene el derecho de participar en defensa propia y vengar el daño. ¿Sería coherente decir que una nación tiene derecho a restringir y castigar el mal cometido contra ella por sus propios ciudadanos, pero no a restringir y castigar el mal cometido contra ella por otra nación? El mero hecho de que el delito civil haya sido cometido por otro país no elimina su responsabilidad ante el país al que atacaron.
1 Pedro 2:13-4 confirma la enseñanza de Romanos 13:3-4
En 1 Pedro 2:13-14 (LBLA), se nos enseña: "Someteos, por causa del Señor, a toda institución humana, ya sea al rey, como autoridad, o a los gobernadores, como enviados por él para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien." Una vez más, se afirma el derecho de los gobiernos a castigar el mal.
¿Es correcto que un cristiano luche en una guerra?
Dado que las Escrituras enseñan que es correcto que una nación participe en una guerra justa, se deduce que, por lo tanto, es correcto que un cristiano luche en tal guerra. Algunos han argumentado que los no cristianos pueden luchar en las guerras, pero que los creyentes no pueden, pero esta distinción no se encuentra en las Escrituras. Las Escrituras enseñan que no es pecado que un gobierno participe en una guerra justa, y por lo tanto no hay nada que prohíba a un cristiano involucrarse en guerras justas.
Iglesia y el estado deben ser distinguidos
Sin embargo, es muy importante recordar aquí la distinción entre iglesia y estado. El cristiano lucha en una guerra no como embajador de la iglesia o en nombre de la iglesia, sino como embajador de su país. La iglesia no debe usar la violencia (Juan 18:36), pero el gobierno a veces puede (Juan 18:36; Romanos 13:3-4; etc.). Entonces el cristiano no lucha como un agente de la iglesia, sino como un agente del gobierno de su país. Ambos están en última instancia bajo la autoridad de Dios, pero cada uno tiene un papel distinto.
¿Qué hay de volver la otra mejilla?
¿Qué debemos hacer ahora con los mandamientos radicales de Jesús en Mateo 5:39-41? "No resistáis al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir una milla, ve con él dos." ¿Cómo encaja esto con lo que hemos visto anteriormente?
Primero, necesitamos aclarar cuál no es el problema. El problema no es que Jesús parece estar diciéndonos que nos acostemos y dejemos que el mal nos alcance. Eso claramente no es lo que está diciendo. En cambio, él nos está diciendo lo que parece ser "No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal" (Romanos 12:21, LBLA). Todos hemos visto la sabiduría de las palabras de Jesús aquí en nuestras vidas diarias. La mayor parte del tiempo, la forma más efectiva de vencer el mal es no resistirse. Si alguien te dice algo grosero, es mucho más efectivo responder con amabilidad que con otra grosería. Si alguien intenta erróneamente bloquearte en la autopista, generalmente es mejor dejar que lo haga. Si aprendiéramos estos principios, nuestras vidas serían mucho más pacíficas e, irónicamente, seríamos revindicados más a menudo.
Entonces, el problema no es que parece que Jesús nos está diciendo que dejemos que el mal nos cubra y nos supere. El problema es que parece que Jesús nos está diciendo que la "única" forma en que deberíamos intentar vencer el mal es dejándolo ir y respondiendo con bondad. Parece que no deja lugar para usar la fuerza para resistir el mal.
Parte de la respuesta a esta dificultad radica en comprender la naturaleza hiperbólica de gran parte del Sermón del Monte. No creo que Jesús nos esté diciendo que "nunca" respondamos al mal con la fuerza (como en la legítima defensa) o que "siempre", literalmente, volvamos la otra mejilla cuando nos den una bofetada más de lo que su mandamiento más tarde en el Sermón del Monte en Mateo 6:6 significa que sólo debemos orar cuando estamos completamente solos o su mandamiento en 5:29 significa que algunos deberían literalmente sacarse los ojos. Jesús mismo expulsó a los ladrones del templo con un látigo (Juan 2:15) y Pablo a veces insistió en sus derechos como ciudadano romano (Hechos 25:11; cf. también el interesante ejemplo de 16:35-40). Jesús usa la hipérbole para ilustrar cuál debería ser nuestra actitud y "disposición primaria", no para decir que literalmente deberíamos ceder ante cualquier intento de hacer el mal contra nosotros. Eso es parte de la respuesta.
La parte principal de la respuesta, sin embargo, radica en recordar que Jesús está hablando principalmente a "individuos". No se dirige principalmente a los gobiernos aquí, sino que habla principalmente a nivel personal. Este texto, entonces, muestra que la respuesta primaria de un individuo al mal debe ser "volver la otra mejilla", mientras que los otros textos que hemos visto (por ejemplo, Romanos 13:3-4) muestran que la responsabilidad "del gobierno" dada por Dios es castigar a aquellos que cometen crímenes civiles (asesinato, terrorismo, actos de guerra, etc.). Si bien a veces es apropiado incluso para individuos usar la defensa propia, nunca es apropiado que los individuos busquen castigar a los demás. Pero es correcto, sin embargo, que los gobiernos tomen medidas de defensa propia y ejecuten retribuciones.
Hay, en otras palabras, varias "esferas" de la vida. Dios ha querido que algunas esferas incluyan responsabilidades que no están necesariamente incluidas en otras esferas. Personalmente, sería un error para nosotros ejecutar retribución a las personas que nos hacen daño. Pero pasajes como Romanos 13:3-4 y Juan 18:36 muestran que Jesús no está negando a los gobiernos el derecho de ejecutar retribuciones a los malhechores. Por lo tanto, cuando un cristiano está bajo la autoridad del gobierno y está autorizado a luchar en una guerra justa en nombre de la nación, es apropiado que luche. Porque él no está luchando como un individuo privado, sino como un representante del gobierno al que Dios ha dado el poder de la espada.
Al hacerlo, un soldado cristiano debe esforzarse por amar a los oponentes en la guerra como "personas", recordando que se opone a ellos "como agentes" del gobierno/sistema opuesto, no como individuos privados. Cuando estamos en guerra, necesitamos mirar a las personas en el grupo terrorista/ejército opuesto en dos niveles: el privado y el gubernamental/público. Debido al nivel privado, el soldado debe amar y orar por los soldados enemigos. Y debido al nivel público, el soldado lucha contra ellos, no como individuos privados, sino como representantes públicos del sistema y el mal al que se está oponiendo. Esa distinción, estoy seguro, sería difícil de mantener en la batalla. Tampoco eliminaría el dolor y la dificultad de estar involucrado en la lucha contra otros seres humanos. Pero tal vez sea un débil reflejo de cómo las esferas personales y gubernamentales se superponen y se involucran entre sí sin dejar de ser distintas.
Más Recursos
John Piper, "Terrorism, Justice, and Loving Our Enemies"
Robert Clouse, ed., War: Four Christian Views.
John Feinberg, Ethics for a Brave New World, capítulo 13, "The Christian and War"
Norman Geisler, Christian Ethics, capítulo 12, "War"
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