¿Quién es Este Hombre Dividido? Parte 4

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Romanos 7:14-25
Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 21Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? 25Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.

Contenido

La Experiencia de un Cristiano

La última vez que nos reunimos, el 24 de Junio, enfocamos nuestra atención, por tercera vez, en Romanos 7:14-25. En esa ocasión expuse cinco argumentos que me convencieron de que la experiencia de este hombre dividido, quien no hace lo que quiere hacer (versículo 19), es de hecho la propia experiencia de Pablo. Él se está describiendo a sí mismo, en una etapa de su vida cristiana, y además a todos nosotros, también en una etapa de nuestra vida cristiana.

Algunas personas podrían no estar conscientes de que aún existe la misma disputa entre los grandes eruditos bíblicos, respecto a si la descripción de Pablo, en este texto, se refiere a Pablo antes de su conversión, o a Pablo después de su conversión. O si esta experiencia es la de cualquier otro incrédulo o pre-cristiano. El punto de vista que estoy defendiendo es que esta experiencia, es la experiencia de Pablo como creyente; y también la nuestra.

Simplemente para repasar, no estoy diciendo que los cristianos vivimos solo en la derrota. Sino que ningún cristiano vive solo en perfecta victoria sobre el pecado. Y en esas etapas donde no triunfamos sobre el pecado, Romanos 7:14-25 nos muestra la forma normal en que un cristiano saludable debiera responder. Debiéramos decir:

  1. Yo amo la Ley de Dios (versículo 22).
  2. Aborrezco lo que acabo de hacer (versículo 15).
  3. “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (versículo 24).
  4. “Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (versículo 25).

En otras palabras, ningún cristiano quiere vivir así, en la derrota. Ningún cristiano decide vivir de esta manera. Pero si en algún momento vivimos así, no debemos mentir respecto a nuestros fracasos. Debemos afrontarlos sin hipocresía, sin pretensiones, sin alardes de perfeccionismo, sin sonrisas estampadas o gozo superficial. Que Dios nos libre ser ciegos a nuestros propios errores y de la rapidez consecuente para juzgar a otros. Que Dios nos ayude a sentirnos peor por nuestras propias faltas que por las de otros ¡Que Dios nos dé la honestidad, el candor y la humildad del apóstol Pablo en este texto!

En las vacaciones leí un libro publicado en 1797, por William Wilberforce, miembro cristiano del Parlamento en Inglaterra, quien pasó décadas luchando contra el comercio de esclavos. El libro se llama A Practical View of Christianity [Una Visión Práctica del Cristianismo]. Es un libro penetrante e intuitivo, especialmente cuando usted se da cuenta de que el autor fue un político, y no un teólogo profesional.

Menciono este libro, porque en él, el autor habla varias veces de la experiencia de Romanos 7, y de la corrupción y la depravación remanentes que hay en cada uno de nosotros.

Por ejemplo, en una parte del libro, él argumenta sobre el sentido más profundo de nuestra depravación natural, a la que la mayoría de las iglesias en Inglaterra eran insensibles en la década de 1790. Como evidencia, él ofrece el testimonio de “todo cristiano sacrificado, cuidadoso, y diligente”.

Este testimonio dice que esta convicción se fortalece cada día más; sí, que él, a cada hora ve razones frescas para lamentar la falta de sencillez en su mentalidad, la debilidad de sus propósitos, sus bajos puntos de vista, su egoísmo, sus deseos indignos, la lentitud a la hora de cumplir con su deber, su languidez y frialdad al actuar. Por tanto, él constantemente se encuentra obligado a confesar, que siente dentro de sí dos principios opuestos, y que no puede hacer las cosas que quisiera hacer [ver Romanos 7:19] (p. 17).

En otro fragmento argumenta, que el “principio seminal” de la nueva vida en Cristo, debe crecer y llevar fruto en un clima espiritual y moral, principalmente, en este mundo altamente inhabilitado para el fruto de la santidad. Es como tratar de hacer que crezca un melocotonero en Minnesota. Ciertamente habrá fruto en la vida del cristiano, Dios velará por ello. “Pero mientras los siervos de Cristo continúen en esta vida, gloriosos, como corresponde al tema de sus labores, obtendrán muchos recuerdos humillantes de sus imperfecciones remanentes, y a diario encontrarán una razón para confesar que no pueden hacer las cosas que quieren hacer [ver Romanos 7:18-19]” (pp. 81-82).

El Balance Entre el Orgullo y la Desesperanza

La opinión que la mayoría de los cristianos ha tenido acerca de Romanos 7:14-25, durante veinte siglos, y además, el punto de vista que estoy defendiendo, es que este texto es la descripción que hace Pablo de una verdadera experiencia cristiana. En el sermón anterior expuse cinco argumentos y hoy daré (por lo menos) cinco más. No estoy multiplicando estos argumentos con el objetivo principal de hacer que usted sea un mejor defensor de esta verdad. Los buenos defensores a menudo tienen la cabeza dura y solo tratan de ganar los debates por el bien de su ego. Multiplico estos argumentos, para que usted pueda conocer cual es su verdadera condición como cristiano, y para que pueda andar por la débil línea que existe entre la presunción arrogante de que estamos por encima del pecado, y la desesperanza irremediable de saber que en esta vida nunca viviremos a la altura de la perfección exigida. Mi meta es alejarle del orgullo y acercarle a la humildad, traerle de la desesperación hacia la esperanza. El realismo bíblico de Romanos 7 está destinado a salvarnos del orgullo moral por un lado, y de la de la desesperanza por lo inmoral por el otro lado. Romanos 7 nos sirve de gran ayuda para equilibrarnos en esta cuerda floja.

Retomemos entonces el texto por donde nos quedamos el 24 de junio. El quinto argumento que demuestra que Pablo está hablando de una verdadera experiencia cristiana, venía de la vida de Pedro. Todos conocemos que Pedro falló miserablemente al negar tres veces a Cristo. No hizo lo que quería hacer. Y cuando lloraba amargamente, podemos asumir con toda seguridad que decía como Pablo en Romanos 7:24: “¡Miserable de mí!”

Pero no todos nos percatamos de que Pedro falló de nuevo y de la misma forma, años más tarde, como lo describe Pablo en Gálatas 2. Este hecho tuvo lugar después de que Pedro viera al Cristo resucitado y después de haber sido lleno del Espíritu Santo en repetidas ocasiones. La falta era tan seria que Pablo sintió que tenía que reprender a Pedro en público, y después, dejar este hecho registrado en una carta para que todo el mundo lo leyera.

Pedro, como judío experimentando su libertad en Cristo, se encontraba comiendo con los gentiles en Antioquia. Pero luego, unos judíos celosos, quienes no entendían esa libertad cristiana, llegaron de Jerusalén. Sobre este hecho Pablo dice en Gálatas 2:12: “Porque antes de venir algunos de parte de Jacobo, [Pedro] él comía con los gentiles, pero cuando vinieron, empezó a retraerse y apartarse, porque temía a los de la circuncisión”. Advierta aquí el pecado del temor. Fue el mismo pecado dominante el que le derrotó durante el enjuiciamiento de Jesús. Años más tarde, todavía Pedro estaba luchando con el mismo pecado. Considero que es a este tipo de experiencia cristiana a la que Romanos 7 está haciendo referencia. Un gran santo, un apóstol, siendo derrotado temporalmente por el pecado, a tal grado, que Pablo dice que el efecto fue terrible y que el propio evangelio estaba comprometido. Versículo 13: “Y el resto de los judíos se le unió en su hipocresía, de tal manera que aun Bernabé fue arrastrado por la hipocresía de ellos”.

Luego argumenté que Pablo nos daba una buena ilustración a partir de la vida de Pedro, mostrándonos que la experiencia de Romanos 7 no era una experiencia pre-cristiana, sino cristiana de errores: “Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico”.

Este fue el quinto argumento del sermón anterior. Ahora quedémonos aquí en Gálatas para continuar con el argumento Nº 6.

6. Un Ego Dividido

El argumento Nº6 plantea que en Gálatas 5:17 Pablo usa un lenguaje muy similar al de Romanos 7. Pero todos estamos de acuerdo de que Pablo, en Gálatas, sí describe una experiencia cristiana. Pablo está hablando a cristianos que tienen el Espíritu Santo y que sin embargo tienen otro poder obrando dentro de ellos. Pablo llama a este poder, la carne. En el versículo 17 dice: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que [aquí vemos el lenguaje de Romanos 7:] no podéis hacer lo que deseáis”.

Observe cuidadosamente que Pablo no habla simplemente del Espíritu oponiéndose a la carne (o de la carne oponiéndose al Espíritu), como si de algún modo fuésemos inocentes espectadores viendo desarrollarse la batalla. No, Pablo hace lo mismo que en Romanos 7 y habla de un ego dividido. Luego, al final de Gálatas 5:17, dice: “de manera que no podéis hacer lo que deseáis (i[na mh. a] eva.n qe,lhte tau/ta poih/te)”. Usted quiere hacer algo, pero resulta que actúa diferente a como desea. Aquí vemos una voluntad dividida. Yo pienso que esta es la misma experiencia mencionada en Romanos 7. Gálatas, es la experiencia de un cristiano que tiene el Espíritu Santo. Este es el sexto argumento para apoyar que Romanos 7 es una experiencia cristiana.

7. El Pecado Como Amo

El séptimo argumento es un intento por dar respuesta a la objeción más fuerte en contra del punto de vista que estoy defendiendo. Pienso que el mayor argumento de que en Romanos 7 Pablo no describe una experiencia cristiana, podría ser la expresión de Romanos 7:14b, donde Pablo dice: “pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado” ¿Realmente diría Pablo de un cristiano: “yo soy…vendido a la esclavitud del pecado”? El hecho de ser “vendido” representa la esclavitud. Un amo parece haberle comprado, y él ha sido vendido. El esclavista es el pecado. ¿Puede alguna vez decir un cristiano: « Soy vendido al pecado como amo»?

Admito que este argumento es muy bueno. Si no fuera por todos los argumentos en su contra, hubiera sido persuadido por este. Por ejemplo, por lo menos seis veces en Romanos 6, Pablo habla de los cristianos siendo liberados del pecado como amo (versículos 6, 17, 18, 19, 20, 22). Versículo 18: “y habiendo sido libertados del pecado, os habéis hecho siervos de la justicia”.

Es posible que Pablo se haya referido a un cristiano como temporalmente “vendido al pecado”. Pablo no tiene que estar diciendo que la persona cuando peca, pasa de ser un cristiano a un no-cristiano. Para él, solo basta con decir que en el momento de la falla, el pecado consigue la superioridad, como un esclavista que obtiene temporalmente el control sobre una persona que realmente no le pertenece.

¿No es exactamente en contra de esta condición que Pablo nos advierte en Romanos 6:12? Él dice a los cristianos: “Por tanto, no reine el pecado en vuestro cuerpo mortal para que no obedezcáis sus lujurias”. En otras palabras, ya que usted, en realidad, no es esclavo del pecado, y el pecado no tiene poder sobre usted, por tanto, actúe de acuerdo a esa verdad. Siga libre. No dé ninguna victoria al pecado como a un amo extranjero ¡No se venda usted mismo al pecado! Pero la suposición parece ser: Podemos, por alguna razón, dejar que “reine el pecado”, o sea, entregarnos a nuestro antiguo amo.

En Gálatas 5:1, Pablo nos da una exhortación más útil y contundente para no dejar que reine en nosotros el pecado, sugiriendo que los cristianos necesitamos cuidarnos para no caer en la esclavitud. Nos dice: “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud”. No debemos entregarnos a nuestra antigua forma de vida justo como hizo Pedro ¿Por qué? Pues sería como regresar a la esclavitud. Pablo solo utiliza término de esclavitud, para describir lo que, temporalmente, podría ocurrirle al cristiano si no está alerta: Podríamos, por algún tiempo, “dejar que reine el pecado”, o “sujetarnos al yugo de la esclavitud”.

Considero que esta experiencia es la que Pablo describe en Romanos 7:14b cuando dice, “pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado”. Cuando Pablo sucumbe a la tentación y hace lo que no quiere hacer, sabe que temporalmente ha sido dominado por el pecado y que él es como un esclavo vendido. Así que, aunque el argumento es fuerte, no creo que sea irrebatible.

¿Cómo Afecta A Mi Vida Esta Condición?

Guardemos los argumentos restantes para la próxima semana y concluyamos con estas preguntas: ¿Qué, pues, debemos hacer? ¿Cómo, pues, debemos responder ante esta condición en la vida cristiana?

1) Recuerde la promesa de que somos justificados solo por fe, sin las obras de la Ley (Romanos 3:28) y crea en aquel que justifica al impío (4:5). Recuerde que Cristo es nuestra justicia (Romanos 10:4). Recíbalo; acéptele como a su única esperanza de vida ante un Dios Justo y Santo.

2) Recuerde la promesa de que también somos santificados por fe, sin las obras de la Ley. Una vida de fertilidad para la gloria de Dios no viene fundamental y decisivamente mediante el cumplimiento de la Ley, sino por la unión personal y la comunión con Cristo que solo se alcanza por medio de la fe. Romanos 7:4 es uno de los versículos más importantes, en cuanto a cómo vivir la vida cristiana, en todo el libro de Romanos: “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, [¿Por qué? ¿Por qué se nos hizo morir a la Ley? ¿Por qué somos unidos a Cristo? Respuesta:] a fin de que llevemos fruto para Dios”. Morimos a la Ley y somos unidos al Cristo que resucitó de los muertos, a fin de que podamos llevar fruto para Dios.

Una vida cambiada radicalmente, que honra a Cristo, no surge en fundamental y decisivamente mediante el cumplimiento de la Ley. Esa clase de vida viene por medio de nuestra unión por la fe, en una comunión completamente satisfactoria, con Jesucristo. Por tanto, ¡procure conocer a Cristo! Esta fue la razón que me inspiró a escribir: “Seeing and Savoring Jesús Christ” [Contemplando y Deleitándonos en Jesucristo]. Conózcale, véale, crea en él, disfrútele, camine junto a Cristo y salga del sendero de la comodidad para andar junto a él por el camino del amor y el sacrificio, hacia el Calvario.

3) Recuerde que hay una inmensa diferencia (una diferencia entre el cielo y el infierno), entre un soldado que experimenta una derrota táctica, pero que sigue luchando en su camino hacia la victoria, y un soldado que se rinde al enemigo porque la guerra es demasiado dolorosa y el territorio enemigo luce muy atractivo.

Existe una diferencia entre el hombre dividido de Romanos 7 y el que se vende. Por tanto, no se venda. Crea en Cristo y combata al pecado.


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