Él mandará a su ángel delante de ti
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper sobre Conociendo la Voluntad de Dios
Traducción por Paula Lara
Génesis 24:1-9
Jesús nos enseñó a rezar “hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. Por lo tanto, todos los que reconozcan a Jesús como Dios pretenden conocer y realizar la voluntad de Dios todos los días. Si no convertimos de corazón en objetivo cumplir la voluntad de Dios de forma coherente, como hacen los ángeles en el cielo entonces probablemente no pertenecemos a Cristo. Porque el mismo Jesús dijo, “Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre.” (Mateo 12:50). El parecido familiar de todo el pueblo de Dios no es el cumplimiento perfecto de la voluntad de Dios, sino el empeño en realizarlo. La señal de los hijos de Dios no es que siempre sean perfectos, sino que luchan por alcanzar los objetivos fijados por el padre. El objetivo principal de la Iglesia es cumplir la voluntad de Dios en la tierra del mismo modo que se hace en el cielo.
La voluntad de Dios y las trayectorias de su Palabra
Para muchos de nosotros la vida es una lucha constante por un lado por conocer la voluntad de Dios, y, por el otro mantener una confianza feliz en que Dios vencerá todos los obstáculos en nuestro camino hacia su consecución. En Génesis 24: 1-9 hay un suceso en la vida de Abraham que nos muestra cómo descubrió la voluntad de Dios y mantuvo su fe en que Dios lo haría posible. Y creo que la razón de que Dios introdujera esta historia en la Biblia es para enseñarnos cómo conocer la voluntad de Dios y para darnos el valor de confiar en el poder de Dios para realizarlo.
Creo que la idea principal que podemos extraer de ambos es: podemos conocer la voluntad de Dios y mantener la fe en su ayuda, si nos familiarizamos con las trayectorias de su Palabra. La trayectoria de un cohete es el camino que seguirá en base a su forma y velocidad y peso y dirección. Puedes conocer de antemano dónde va si entiendes su trayectoria. Eso mismo hay que hacer con la palabra de Dios. La Biblia no nos da una descripción detallada de la voluntad de Dios para con nuestras vidas. No obstante, si escuchamos con cuidado y estudiamos su forma, y velocidad, y peso y dirección veremos trayectorias que nos dan una guía y fortalecen la fe. Veamos cómo funcionó esto con Abraham.
En ocasiones Dios le habló directamente a Abraham y transmitió muy claramente su voluntad. No obstante, de lo que se desprende del Génesis aquellas ocasiones fueron muy escasas. La mayor parte del tiempo parece que Abraham tiene que trazar por si mismo sus propias trayectorias de obediencia a partir de los que Dios ha dicho y ha hecho en el pasado. Y creo que eso es lo que ocurre en Génesis 24:1-9.
Tres trayectorias de la palabra de Dios convergen para mostrar a Abraham cuál es la voluntad de Dios en el tiempo presente. La primera trayectoria es que Isaac, su hijo, debe contraer matrimonio. Segundo, la mujer no debe ser caninita. Tercero, Isaac no debe volver a la tierra que Abraham ha dejado. Cuando Abraham analiza estas tres trayectorias de la Palabra de Dios ve que forman una sola línea de decisión. La decisión es: mandaré a mi siervo, en quien confío, a encontrar una esposa para mi hijo entre mi propio pueblo y en mi propia tierra, y él la traerá. Abraham sabe cuál es la voluntad de Dios prediciendo dónde llevan las pasadas revelaciones. Y Abraham confía de tal modo en que esta es la voluntad de Dios que dice a su sirviente en el verso 7: “Dios mandará a su ángel por delante de ti, y buscarás una esposa para mi hijo”. Una vez que conocemos la voluntad de Dios podemos tener fe ciega en que Dios usará su poder sobrenatural para superar los obstáculos por todos los que la persiguen.
Creo que la mayoría de nosotros lo estamos deseando. Queremos proyectar la voluntad de Dios en nuestras vidas futuras a partir de las trayectorias que hemos visto en el pasado. Queremos que respuestas sobre el matrimonio, y los hijos, y los cambios de trabajo y las compras importantes, y los estudios y el uso del tiempo libre, y el compromiso con determinados ministerios, y la afiliación a una Iglesia y qué porcentaje de nuestros ingresos dar, y etc. Y queremos tener la misma confianza que Abraham, que cuando intentemos cumplir la voluntad de Dios Él mandará a su ángel por delante y apartará los obstáculos. Queremos que Dios nos guíe, y queremos que nos conduzca al triunfo (Corintios 2 2:14).
Las escrituras como Génesis 24 se nos dan para enseñarnos y darnos valor. De forma que vamos a analizarla más profundamente. He dicho que tres trayectorias del pasado de la palabra de Dios convergen para mostrar la voluntad de Dios en el presente. La razón por la que las llamo trayectorias y no órdenes es que Dios no dijo “Isaac debe tener una esposa”. Dios no dijo “su esposa no puede venir de los caninitas”. Y Dios no dijo “Isaac no debe volver a la ciudad de Nahor, de la que viniste”. No obstante, Dios dijo cosas que apuntaban en esa dirección. El cohete con la voluntad de Dios había sido mandado y varias veces Dios apartó las nubes para que Abraham viera su tamaño y forma y velocidad y dirección. Y a partir de lo que había visto y oído Abraham trazó su trayectoria hasta las circunstancias presentes y descubrir la voluntad de Dios.
Isaac debe casarse
Volvamos a Abraham a aquellas visiones de la revelación y veamos si podemos conocer mejor cómo proyectar la trayectoria de la voluntad de Dios en el futuro a partir de su trayectoria en el pasado. La primera trayectoria que Abraham proyectó fue que Isaac debía casarse. No todos los padres pueden ver la trayectoria para su hijo; Dios quiere que algunas personas se queden solteras por el bien de su Reino. No fue así con Abraham e Isaac. Aunque Dios nunca dijo “Isaac debe casarse”, casi todas las promesas van en esa dirección. En Génesis 12:2 Dios dijo a Abraham “haré de ti una gran nación”. Y en Génesis 15:5 dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia (cf. 22:17). De forma que claramente una trayectoria de estas promesas es que el hijo de Abraham debía casarse y tener hijos. No obstante, ¿no podía ser Ismael, el primer hijo de Abraham? No porque Dios concedió a Abraham otra visión de la dirección de su cohete. En Génesis 21:12 dijo “en Isaac te será llamada descendencia”. Y en Génesis 17:19 dijo “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” De forma que para Abraham la trayectoria estaba clara: Isaac, que tenía cuarenta años en Génesis 24 (cf. 25:20) debía casarse. Era la voluntad de Dios, aunque nunca lo dijo así.
La esposa de Isaac no vendrá de los caninitas
La segunda trayectoria que vio Abraham fue que la esposa de Isaac no debía ser caninita. Dios no se lo dijo explícitamente, por lo que sabemos. ¿Qué vio en la voluntad de Dios para llegar a esta conclusión? Pienso en dos cosas que dijo Dios que podrían llevar a Abraham en esta dirección. Cuando Sara no pudo darle hijos a Abraham él tomó a Hagar, su sirviente egipcia, y tuvo un hijo con ella. Él esperaba que la promesa se cumpliera en Ismael, pero Dios dijo en Génesis 17:19, “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo… y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él”. Tal vez Abraham vio en aquella lamentable aventura indicios de una trayectoria divina, a saber, que Dios quiere una línea judía única para cumplir su promesa.
Pero incluso más importante que el incidente de Hagar fue la predicción que Dios hizo a Abraham en Génesis 15:16. Dios le dice a Abraham que sus descendientes serán oprimidos en Egipto durante 400 años.” Y en la cuarta generación volverán aquí; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo”. Los amoritas representan aquí a todos los pueblos paganos de Canaán. Están marcados para juzgarlos por sus pecados, pero Dios no iba a expulsarlos hasta que la historia de su pecado fuera tan evidente que nadie pudiera acusarlo de injusticia cuando arrasara las naciones de Canaán.
Ahora bien, si Dios te hubiera dicho aquello sobre la gente que te rodea, ¿no lo interpretarías como una advertencia en contra de formar alianzas matrimoniales? Abraham vio una trayectoria en la palabra de Dios que probablemente decía algo así: “A través de tu hijo cumpliré mi promesa para ser el Dios de sus descendientes y bendeciré a todas las naciones por él. Por tanto, no dejes que se case con una mujer que adore a otros dioses y le haga caer en una trampa”. Esa es la forma en que Moisés advirtió a Israel cientos de años después cuando estuvieron a punto de llegar a la tierra prometida: “Y no emparentarás con ellos: no darás tu hija á su hijo, ni tomarás á su hija para tu hijo. Porque desviará á tu hijo de en pos de mí, y servirán á dioses ajenos” (Deuteronomio 7:3, 4). De forma que de todo lo que Dios había dicho Abraham dedujo de esta trayectoria: “no tomarás una esposa para tu hijo de entre las hijas de los caninitas” (24:3).
Isaac no debe volver a la ciudad de Nahor
La tercera trayectoria que Abraham vio en la palabra de Dios fue que Isaac no debía volver a la ciudad de Nahor, el hermano de Abraham. Abraham fue firme a este respecto. Le dice a su sirviente en el verso 6 “Ocúpate de que mi hijo no vuelva allí”. Y al final del verso 8 “Mi hijo no debe volver allí”. ¿Por qué? ¿Qué había dicho Dios que hiciera que Abraham estuviera tan seguro al respecto?
Creo que la respuesta es que Dios había sacado a Abraham de esta tierra y le había prometido a él y sus descendientes una nueva tierra. Volver significaría una falta de fe en la promesa de Dios y en su poder para cumplirla. Dios dijo en Génesis 13:14 “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.” Abraham no podía ni plantearse que Isaac abandonara la tierra prometida.
De forma que deduzco que la palabra de la promesa que Dios había entregado a Abraham en el pasado daba lugar a tres trayectorias que convergen en una sola línea de decisión. Isaac debía tener una esposa para tener los descendientes prometidos por Dios. Ella no debía ser caninita, para que no le apartara del Dios de la promesa y le expusiera al juicio por venir. Y no debe volver a Mesopotamia, porque Dios había prometido la tierra de Canaán como su posesión eterna. Así, viendo las trayectorias de la palabra de Dios Abraham discierne la voluntad de Dios, que es que su siervo vaya y escoja una esposa para Isaac de la casa de su hermano y la lleve hasta ellos.
Y tiene confianza, tanta confianza que cuando su siervo dice “puede que la mujer no quiera seguirme hasta esta tierra” (verso 5), Abraham dice en el verso 7 “Dios, el dios del cielo, que me llamó de casa de mi padre y de la tierra donde nací y que me ha prometido “a tus descendientes daré esta tierra” mandará a su ángel por delante de ti y tomarás de allí una esposa para mi hijo”. Abraham creía en el Dios de la promesa. Él glorificó a Dios porque estaba convencido totalmente de que Dios podía hacer lo que había prometido (Romanos 4:20). Cuando las trayectorias de la palabra de Dios convergen en una decisión en nuestro corazón podemos contar en el poder soberano de Dios para llevarlo a cabo. Él mandará a un ángel por delante de nosotros y superaremos todos los obstáculos.
De forma que me parece que podemos aprender dos lecciones de esta historia. Una es que podemos descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas a partir de las trayectorias de su Palabra. La otra es que Dios realmente utiliza todo su poder en a favor de aquellos que pretenden realizar su voluntad. Él mandará a su ángel por delante.
Estudio contemplativo de la palabra de Dios
¿Ves ahora las implicaciones de decir que descubrimos la voluntad de Dios a partir de las trayectorias de su palabra? Quiere decir que si realmente quieres cumplir la voluntad de Dios debes convertirte en un estudioso contemplativo de su palabra. Digo contemplativo porque no es memorizar hechos lo que necesitamos. Es conocer las trayectorias. Y las conocemos preguntando: ¿cuál es el objetivo de esto? ¿A dónde nos lleva esto? ¿Por qué ha dicho esto? ¿A qué se refiere con esto? ¿Qué implica? Plantearse esas preguntas de forma devota es meditar. Si no dedicas mucho tiempo al estudio meditativo de la palabra de Dios probablemente cumplir la voluntad de Dios en la tierra no es la pasión de tu vida. Y si alguna vez te preguntas ¿cuál es la voluntad de Dios? Probablemente quedarás muy confundido.
Escucha, Satán dedica 168 horas a la semana a intentar engañarte y llenarte la mente con basura. Se ocupa de que estés rodeado casi por completo por una cultura sin Cristo cuya disposición, y entretenimiento y publicidad y ocio y política estén llenos de mentiras sobre lo que debes sentir y pensar y hacer. ¿Crees que en este ambiente puede mantenerse una mente vigorosa, poderosa, libre, renovada con un breve vistazo al día al libro de Dios? La razón de que gente de la Iglesia sea básicamente secular como todos los demás pero con un barniz religioso es que dedica 99% del tiempo a absorber las trayectorias del mundo y el 1% absorbiendo las palabras de la Palabra. Si quieres cumplir la voluntad de Dios en tu vida como una madre hace nacer a un niño debes casarte con la Biblia. Para algunos de vosotros es un extraño al que saludáis de camino al trabajo pero con quien nuca habéis compartido una tarde relajada de conversación y al que invitáis rara vez a estar con vosotros en vacaciones. Por tanto, no os sorprendáis si no estáis debidamente equipados para leer las trayectorias de la voluntad de Dios para tu propia vida.
El verano es un momento para experimentar. ¿Puedo sugerir algo? Si estás desanimado y la voluntad de Dios en alguna área de tu vida te deja perplejo dedica las dos siguientes semanas a encontrar un lugar tranquilo totalmente solitario y lee la Biblia meditando durante cuatro horas intercalando oraciones. Esto es lo que sucederá. Algunos de vosotros veréis levantarse las nubes de la confusión y veréis la trayectoria de la voluntad de Dios perfectamente clara. Para otros la decisión exacta no vendrá tan rápido, pero experimentaréis una estabilización purificadora de vuestra mente.
El pasado 1 de junio mandé a Noël y a los chicos a casa al terminar nuestra primera semana de vacaciones de forma que pudiera estar solo durante tres días. Quería conocer la voluntad de Dios para mis sermones este otoño. Me comprometí a cuatro cosas al buscar la voluntad de Dios. Primero prometí no hablar ni escuchar ninguna palabra humana por tres días excepto en la oración; nada de radio, ni de televisión o vecinos, y las palabras que pronunciasen mis labios se dirigirían a Dios. Segundo, decidí ayunar una comida al día. Tercero, prometí leer la Biblia una hora por la mañana, una hora al mediodía y una hora por la noche, que solo interrumpirían las oraciones. Cuatro, prometí pasar las demás horas dando paseos por el campo o escribiendo mis pensamientos, o leyendo libros para entender la Biblia. Creo que Dios salió a mi encuentro y me dio los textos para el otoño.
Ahora que veo el programa para el otoño, quiero exponer la segunda lección de nuestro texto: que Dios trabajará con ahínco por mí si no abandono la dirección establecida. Mandará a su ángel por delante de mí y preparará los corazones de los que me escuchen, del mismo modo que preparó el corazón de Rebeca. Lo grandioso de ser cristiano y pastor de cristianos es que podemos tener la feliz confianza en que Dios dedica todo su poder a llevarnos al triunfo cuando vemos la trayectoria de su voluntad y la seguimos.
Una observación final. Algunos podrían decir”Pero no puedes estar absolutamente seguro de haber leído las trayectorias adecuadamente. No se puede conocer la voluntad de Dios de forma matemática”. Eso es cierto. No somos Dios, y todos nuestros pensamientos son susceptibles de corrección. Y así lo dice Abraham en el verso 8 “Si la mujer no quiere seguirte quedarás libre de este juramento”. Es como si dijera “de acuerdo, no discuto la posibilidad, aunque remota, de que haya malinterpretado la voluntad de Dios. En este caso quedas libre del juramento. Pero escucha, mi querido sirviente, tengo más confianza en esta decisión que en cualquier otra cosa que haya hecho antes. No temas: Dios mandará a su ángel por delante de ti”.
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