“Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”
De Libros y Sermones BÃblicos
Traducción por Natalia Micaela Moreno
Por John Piper
sobre Perdonando Otros
Mateo 6:14-15 (LBLA) “Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.
Marcos 11:25-26 (LBLA) “Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.”
Mateo 18:34-35 (LBLA) “Y enfurecido su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.”
No hay gente que no perdone en el reino de Dios. ¿Pero entonces quién puede ser salvado? Para los hombres es imposible, pero no para Dios (Marcos 10:27, LBLA). ¿Entonces Dios nos hace perfectos en esta vida para que "nunca" dejemos de perdonar? ¿Nos lleva Él hasta el punto en que la respuesta inmediata a cada insulto personal o daño no es "nunca", ni siquiera por un momento, resentimiento, enojo, venganza o autocompasión?
Llegando al Corazón de la Falta de Perdón
Para responder esto déjanos preguntar: ¿Es el perdón una virtud única entre todas las cualidades que Jesús exigía en sus discípulos? Esto es, ¿es la única cualidad de la cual depende el perdón del Padre? No! Todos los mandamientos de Jesús deben cumplirse para que no perezcamos. No es solo un espíritu implacable que aparta a una persona de Dios; es el pecado. Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; o tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones (Mateo 5:29, LBLA). Cualquiera que diga: 'Raca' a su hermano, vuestro Padre no perdonará vuestras transgresiones (Mateo 5:22, LBLA). Si no amas a tu enemigo, tu Padre no perdonará tus transgresiones (Mateo 5:44). Al que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, no serán perdonados por mi Padre (Mateo 18:6). Para cada mandamiento de Jesús se mantiene el dicho “Si no haces esto, no entrarás a mi reino,” lo que es lo mismo que decir que el Padre no te perdonará (Mateo 7:21-23).
Así que el mandamiento, “Perdonad y seréis perdonados,” solo es un ejemplo de toda la exigencia ética de Jesús. No es la excepción; es la regla. Como Jesús dice en Juan 8:34ff, “Todo el que comete pecado es esclavo del pecado. y el esclavo no queda en la casa para siempre.” O como Juan dice en su primera carta, “Y vosotros sabéis que Él se manifestó a fin de quitar los pecados, y en Él no hay pecado. Todo el que permanece en Él, no peca. Todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido... Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan 3:6, 9; cf. 3:14, 16; 4:7, 8, 12, 16, LBLA). O como dice Pablo, “Las obras de la carne son evidentes... enemistades, pleitos, celos, enojos... los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5:19-21, cf. 1 Corintios 6:10; Romanos 8:13, LBLA). O como el escritor a los hebreos dice, “Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14 cf. 10:26ff; 6:4ff). Por lo tanto, cuando Jesús dice “Si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones.” no dice nada distinto de lo que afirma todo el Nuevo Testamento.
¿No Es Una Contradicción?
¿Es una exigencia por perfección sin pecado sin la cual no seremos salvados? Si así lo fuera, ¿entonces qué sentido tendría la petición “Perdónanos nuestras deudas”? O ¿qué sentido tendría el advertencia de confesar nuestros pecados (1 Juan 1:9)? Si un discípulo fuera por definición alguien que nunca cometiera pecado, ¿entonces por qué Jesús le enseñaría a orar, “Perdónanos nuestros pecados” (Lucas 11:4, LBLA)?
¿Qué “deudas” o “pecados” implicó Jesús que seguiríamos cometiendo? ¿Quiso decir todos los tipos de pecado excepto no perdonar? No, él no clasifica los pecados de esa forma. Pero entonces una de las “deudas” por las que deberíamos pedir perdón es nuestro espíritu implacable, es decir, que no perdonemos. Pero nota lo que sucede si sustituimos “no perdonar” por “deudas” en la oración del Señor. Quedaría así: “perdónanos no perdonar (una deuda específica) porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben.” Pero parece haber una contradicción: “también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” implica que perdonamos; pero nuestra petición, “Perdónanos que no perdonemos” implica que no perdonamos. La solución a esta aparente contradicción es reconocer que la cláusula “como también nosotros perdonamos a todos los que nos deben,” no significa que el discípulo nunca tiene momentos donde lo domina un espíritu implacable. Si Jesús dijo que debemos orar para que nuestras deudas sean perdonadas, y si una de esas deudas es no perdonar, entonces la frase “como también nosotros perdonamos a todos los que nos deben” no puede absolutizarse para implicar que solo un espíritu perfectamente indulgente puede recibir el perdón de Dios.
Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que oren por perdón así como ellos perdonan a otros ¿no quiso decir, entonces, que deberíamos hacer una oración así?: “Padre, perdóname por no haber perdonado a Tom hoy. Estaba irritable y metido en mí mismo y cuando él dijo lo que dijo me enojé mucho con él y le guardé rencor todo el día, saboreando en mi mente como podría superarlo, y contando todas las veces que me perjudicó. Mi conciencia me golpeó esta tarde cuando me recordaste de tu constante misericordia hacia mí. Así que fui con él y me disculpé (Marcos 11:25). No deseo retener más este resentimiento. Me has liberado de mi indignación egoísta y por eso oro para que perdones que no haya perdonado hoy a Tom y para que no dejes que caiga en esa tentación otra vez.”
En otras palabras, “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores” no significa que estamos perdidos si el viejo espíritu implacable nos envuelve solo una vez. Significa: Nadie que guarde rencor contra otra persona se atreva a acercarse a Dios en busca de misericordia. Dios nos trata de acuerdo a las creencias de nuestro corazón: si creemos que es bueno y hermoso albergar rencores y contar los males hechos contra nosotros, entonces Dios reconocerá que nuestra petición por perdón es pura hipocresía, ya que le estaríamos pidiendo que hiciera algo que creemos que está mal. Es una cosa terrible tratar de tomar ventaja de Dios pidiéndole que actúe de una manera en la que tú, como muestran tus acciones, estimas muy poco.
Perdón Proveniente de la Gracia
El perdón no es un trabajo mediante el cual ganamos el perdón de Dios. Fluye de un corazón satisfecho con la misericordia de Dios que se regocija en la cancelación de nuestra propia deuda de diez millones de dólares (Mateo 18:24). Para los hombres es imposible, pero no para Dios. “Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado al fuego.” (Mateo 7:19, LBLA). Pero la planta que lo soporte lo hace porque fue plantada por Dios (Mateo 15:13). Nadie puede jactarse de su mérito forjado ante Dios (Lucas 17:10); y no es el riguroso seguimiento de las reglas, sino un espíritu pobre y una dependencia total de la misericordia de Dios lo que colocará a uno ante Dios (Lucas 18:9-14; Mateo 5:3).
Pero una cosa es cierta: la persona que ha, a través de la misericordia, nacido desde los cielos no puede ser más la misma. Él no puede pecar como antes ya que “la simiente de Dios” está en él (1 Juan 3:9, LBLA). Él camina no conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:4, LBLA), ya que es guiado por el Espíritu (Romanos 8:14; Gálatas 5:18, LBLA). Dios obra en él tanto el querer como el hacer, para su beneplácito (Filipenses 2:13, LBLA). Cuando “perdonamos desde el corazón,” es el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22). Fuimos crucificados con Cristo; ya no somos nosotros que vivimos, sino "Cristo" que vive en nosotros (Gálatas 5:20). Somos una nueva creación (Gálatas 6:15, LBLA); y la marca de nuestra novedad no es aún perfección, sino una persistente inclinación a perdonar, una apresurada reparación de nuestro fracaso para hacerlo y una constante petición para que Dios ignore el pecado que estamos abandonando.
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