Adoremos a Jesucristo

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English: Let Us Adore Him

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Por David Mathis sobre Jesucristo

Traducción por Ilduara Escobedo


El Adviento no se trata solo de reconocer a Jesús, sino de adorarlo. La Navidad no se trata principalmente del testimonio, sino de la adoración. Así que, vengan todos los fieles. Vengan, alegres y triunfantes. Adoremos a nuestro Cristo.

Pero ten cuidado con tu estándar sobre quién puede venir a la adoración. En el nacimiento de Jesús, no fueron las élites religiosas de la fe bíblica las que doblaron la rodilla en adoración. Más bien, inclinaron su espalda, y fueron los sucios paganos quienes entraron para adorarlo.

Contenido

Todos vosotros fieles

No necesitamos buscar más allá de los magos de Mateo 2 para nuestro modelo de los "fieles". Llamarlos "tres reyes" es exagerado. Decirles "los hombres sabios" es un giro positivo. Estos tipos son más bien hechiceros. Son astrólogos paganos, que miran las estrellas, que observan quién sabe qué en los cielos en lugar de en las Escrituras, y Dios en su gracia llega a ellos a través del canal mismo de su pecado. Incluso en este punto, en el nacimiento de Jesús, Él está convirtiendo magos en adoradores por todo el mundo. Incluso de la clase sacerdotal de las religiones paganas.

No pases por alto el mensaje de los magos: si pecadores como estos pueden acercarse a Cristo y caer en adoración, todos pueden hacerlo. Los astrólogos paganos postrados en adoración son un emblema impresionante que anuncia que todos los pecadores pueden venir.

Alegres y triunfantes

Ya conoces las muy citadas líneas de Mateo 2:10–11. Pero volvamos a recorrer estos senderos y veamos a los magos adorar al Mesías judío. (LBLA)

Cuando vieron la estrella [descansando sobre el lugar en el que estaba el niño], se regocijaron sobremanera con gran alegría. Y entrando en la casa, vieron al Niño con su madre María, y postrándose le adoraron; y abriendo sus tesoros le presentaron obsequios de oro, incienso y mirra.

Mateo acumula el lenguaje de alegría para que no lo pasemos por alto. No solo se regocijaron, sino que lo hicieron sobremanera. Y además, lo hicieron "con alegría", y aún más, con "gran alegría".

Tal vez habríamos pensado que los pastores en Lucas 2 son personas locamente emocionales, mientras que estos astrólogos paganos eruditos son calmados y serenos. Pero el lenguaje de la alegría explota aquí en Mateo 2 con mayor entusiasmo que el de Lucas 2 cuando los ángeles anunciaron "buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo" (Lucas 2:10) y los pastores "se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto" (Lucas 2:20). Mateo dice aquí que nuestros malvados magos, "se regocijaron sobremanera con gran alegría".

Ven y contémplalo

Y tal alegría explosiva no está desconectada de su adoración del niño Jesús. Regocijarse sobremanera con gran alegría es la sustancia de la verdadera adoración. La esencia de la adoración no son acciones físicas y meros movimientos de homenaje. En su corazón, la adoración es en "espíritu y verdad", como lo dice Jesús en Juan 4, cosas verdaderas acerca de Jesús y un espíritu de gran alegría por Él, mirar a Jesús espiritualmente y regocijarse sobremanera con gran alegría.

Pero, ¿qué significa aquí que los astrólogos "adoraron" a este niño? ¿Sabían ellos que Él era Dios encarnado? ¿Lo estaban adorando como el Dios-hombre? Es posible que simplemente estén rindiendo homenaje a alguien que anticipan que será un gran rey terrenal. Quizá. Tal vez los magos escucharon a los exiliados judíos en Babilonia acerca de la profecía de Balaam en Números 24:17, "Una estrella saldrá de Jacob, y un cetro se levantará de Israel".

Pero parece que algo más está pasando aquí. Si por "adoración", Mateo simplemente se refiere a que le rindieron homenaje, como los súbditos le rinden homenaje a su rey, entonces parece extraño viajar tan lejos y es redundante decir que "se arrodillaron". Arrodillarse es la postura física, pero "adorar" es lo que está sucediendo en sus corazones al ver a este rey recién nacido que no solo reinará sobre Israel sino sobre todo el mundo, convirtiéndolos en sus súbditos aunque no sean israelitas.

Adoramos más todavía

Al menos en cierto sentido, están adorando mejor de lo que saben, y Mateo quiere que veamos eso. En el capítulo uno, él ya nos habló de la concepción virginal y de que a este bebé se le llama "Emmanuel, Dios con nosotros" (Mateo 1:23) y que salvará a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21). Y en este Evangelio, Mateo desplegará la sorprendente historia de cómo este niño nacido rey recorrerá un camino muy doloroso hacia su reinado cósmico, un camino literalmente insoportable, al morir de forma odiosa y sacrificial en una cruz romana de camino a la gloria.

Y como los cristianos ahora sabemos más, lo adoramos aún más y llegamos a la Navidad con no menos alegría que estos magos emocionalmente entusiasmados. Nuestra adoración de Adviento es mayor que la de estos "hombres sabios" que observaban las estrellas y que la de la escrupulosa élite religiosa de Jerusalén, que conocen sus Escrituras, pero no se arrodillan. Venimos como pecadores, luchando, inmundos, poco impresionantes, verdaderos astrólogos.

Pero esto no significa que vengamos sin alegría aquí a este tercer domingo de Adviento. Más bien, porque es maravillosamente misericordioso, porque su llegada es Gracia Encarnada (Tito 2:11), porque vino a buscar y salvar a los magos perdidos (Lucas 19:10), para sanar a los enfermos y llamar a los pecadores (Mateo 2:17), para servir a los quebrantados espirituales (Marcos 10:45) y destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8) - venimos alegres y triunfantes. Los pecadores vienen, incluso en una rebelión que contempla las estrellas, tan grande como la nuestra, y adoramos a Cristo el Señor con gozo, regocijándonos sobremanera con gran alegría.

Vamos, adorémosle.


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