Amnesia eterna
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Yenis Figuereo
Quizás nuestras luchas en el ministerio no son principalmente por la falta de hambre por el evangelio, por el deseo de que las personas tengan su propio camino, por la falta de líderes dispuestos, demandas poco realistas, o por las constantes presiones financieras. ¿Será que hay algo que traemos a cada una de estas luchas que las hace más difícil de soportar?
Hay algo que a menudo suele pasarse por alto que tiene el poder de alterar la manera en la que experimenta su ministerio. Si usted va a permanecer sensato, agradecido, motivado y optimista, debería ministrar con la vista puesta en la eternidad. Sólo aquí vamos a estar protegidos por los valores correctos, equilibrados por las expectativas adecuadas, y motivados por la firme esperanza. Considere conmigo el efecto que causa en el ministerio, la funcional amnesia eterna:
1. Vivir con expectativas poco realistas. ¿Por qué son nuestras expectativas poco realistas? Porque a menudo sufrimos de una amnesia eterna que nos lleva a pedirle a este mundo actual que sea lo que simplemente nunca será. Queremos que nuestro ministerio (aquí y ahora) funcione como si fuera nuestro destino final, cuando en realidad lo que estamos viviendo aquí y ahora es la preparación para el destino que ha de venir.
2. Centrarse demasiado en uno mismo. Los seres humanos fuimos creados para vivir un panorama general; vidas a largo plazo. Fuimos creados para vivir con algo más grande que nos motiva en esos momentos de comodidades, placeres y éxitos. La eternidad le confronta con el hecho de que usted no es el responsable; que no vive en el centro de su ministerio, que ha sido llamado a moverse por la voluntad y el propósito del gran Pastor eterno. Como puede ver, la eternidad siempre nos enfrenta a realidades que trascienden nuestras luchas momentáneas, sueños, deseos, sentimientos y necesidades.
3. Demandar demasiado de la gente. Cuando dejamos de vivir con lo “para siempre” a la vista, nosotros pediremos involuntariamente y constantemente a las personas que nos rodean que nos proporcionen el paraíso que nuestros corazones anhelan. Las personas que nos rodean no tiene la capacidad de darnos esa constante paz interior y la satisfacción que solo experimentaremos en la eternidad. Pedirles a las personas de su iglesia que den lo que ellos no pueden dar, termina en decepción, frustración, conflicto y división.
4. Ser controlador o miedoso. En el ministerio, ¿por qué tendemos a balancearnos entre el miedo y el control y/o viceversa? Porque, en nuestra amnesia eterna, nos sentimos como si de algún modo o de alguna manera, la vida nos está pasando. Es importante recordar que nuestros anhelos no cumplidos en el ministerio no nos anuncian tanto que este mundo o nuestros ministerios han fallado, sino que fuimos diseñados para otro mundo. La paz en nuestra vida presente y en el ministerio se encuentra sólo cuando vivimos con un mundo venidero a la vista.
5.Cuestionamiento de la bondad de Dios. Muchos de nosotros estamos desalentados. Muchos de nosotros estamos amargos. Muchos de nosotros nos preguntamos por qué Dios ha permitido que nuestros ministerios sean tan difíciles. Cuando usted se permite olvidar la agenda de Dios, usted comenzará a cuestionar su carácter. A no ser que vivamos el ministerio con el conocimiento cotidiano de que las promesas de Dios sólo alcanzarán su plena realización en el mundo venidero, nos sentiremos como si hubiéramos sido golpeados con un bate y una vara cósmica. El sabor que obtenemos de los buenos dones de Dios en el aquí y ahora pretenden mantenernos hambrientos por la repleta comida que nos espera en la eternidad.
6. Vivir más decepcionado que agradecido. Las expectativas poco realistas siempre conducen a la decepción. Hay muchos pastores que están decepcionados ---no porque Dios les ha fallado, o porque han sufrido mucho, o porque las personas que les rodean han sido particularmente difíciles.-- Por el contrario, se han acercado a la vida y al ministerio con la esperanza de que ofrecerán cosas que sólo vienen del otro lado. Tal vez nuestra decepción revela más sobre nuestra amnesia eterna, que sobre la iglesia a la que hemos sido llamados a servir.
7. Falta de motivación y esperanza. Todas estas consecuencias de la amnesia eterna trabajan para debilitar nuestra motivación y esperanza. La realidad es que este mundo no es un ciclo infinito de sueños y esperanzas rotas. No, nosotros vivimos y ministramos en un mundo que marcha hacia un momento en donde todo lo que ha sido roto para siempre, será restaurado. Este hecho puede llenarle de una razón para levantarse por la mañana y seguir adelante incluso cuando la vida y el ministerio sean difíciles. La eternidad confronta cualquier pensamiento de imposibilidad e inutilidad porque me recuerda que lo que estoy viviendo no es permanente.
Quizás, nuestra ordinaria amnesia eterna, produce más angustia en nosotros en la medida que avanzamos en la obra de Dios, de lo que hemos tendido pensar. ¿Has olvidado quién eres, dónde vives ahora, y el destino que es tuyo por Gracia? ¿Podría ser que haya momentos en los que vivas y ministres como si no existiera tal cosa como un “para siempre”? Ya que la gracia de Dios garantiza tu destino final, esto también debe garantizarte toda la gracia que necesitas en el camino. Estamos en problemas cuando no somos capaces de reconocer que la gracia futura lleva consigo la promesa de la gracia actual. Esa gracia presente y eterna es una razón para continuar, incluso cuando el ministerio sea difícil.
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