Aprendiendo orar en el Espíritu y en la Palabra, Parte 1

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English: Learning to Pray in the Spirit and the Word, Part 1

© Desiring God

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Por John Piper sobre Oración

Traducción por Marthina Pettersson

Jude 1:17-25 (LBLA)
Pero vosotros, amados, acordaos de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, 18 quienes os decían: En los últimos tiempos habrá burladores que irán tras sus propias pasiones impías. 19 Estos son los que causan divisiones; individuos mundanos que no tienen el Espíritu. 20 Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, 21 conservaos en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. 22 Y tened misericordia de algunos que dudan; 23 a otros, salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne.24 Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, 25 al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén.

Contenido

Avivar el fuego de la oración

Cogemos una semana cada año para centrarnos en la oración porque esta es el respirar de la vida cristiana y porque prácticamente nada se deteriora tan rápido en el corazón humano caído como el deseo de orar. En otras palabras, nada es más vital que la oración en la existencia cristiana, y pocas cosas son más vulnerables de descuidar.

Por eso tenemos que volver una y otra vez y avivar el fuego. Así que aquí volvemos al comienzo del año 2001. Oro para que el Señor use estos mensajes, libros, cultos de oraciones y las oraciones de aquellos que llevan esta carga para estimularlos a que se dediquen de nuevo a la oración.

  • oración en su tiempo privado con Dios cada día con la Palabra,
  • oración con su familia en comidas y en devociones,
  • oración con esposos y esposas,
  • oración con compañeros de piso y amigos,
  • oración en pequeños grupos,
  • oración en las horas fijadas cada mañana aquí en Bethlehem según el folleto de adoración,
  • oración en cultos de adoración
  • y todos los cientos de oraciones que ascienden durante el día cuando caminan con el Espíritu y respiran su dependencia de Dios y el respira en ustedes la gracia de fe, vida, amor, gozo, obediencia y testimonio.

En su gran misericordia por mi, Dios sale a mi encuentro cada año en esta época para estimularme a tomar nuevas decisiones y para animarme a animarles a ustedes. Una de las cosas que hizo para este año fue poner en mis manos la semana pasada un librito escrito por Bruce Wilkinson, el presidente de "Walk Thru the Bible" La oración de Jabés. El libro atrajo en parte mi atención porque fue inspirado hace unos treinta años por un sermón de Richard Seume – el pastor bajo cuya cobertura estaba yo en Wheaton Bible Churh hace treinta y tres años. Me acuerdo como el Pastor Seume cogía los textos más oscuros y encontraba en ellos diamantes sobre los cuales predicar.

Hizo esto en la presencia de Bruce Wilkinson una vez y eso le cambió la vida. El texto era 1 Crónicas 4:9-10, en medio de todas esas genealogías. Es la primera y última vez que oímos de Jabes. Es un don nadie en la historia bíblica, pero si te hicieran una biografía de dos versículos, ¿qué te gustaría que escribieran de ti? Ojala fuera esto:

Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, y su madre lo llamó Jabes, diciendo: Porque lo di a luz con dolor. Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si en verdad me bendijeras, ensancharas mi territorio, y tu mano estuviera conmigo y me guardaras del mal para que no me causara dolor! Y Dios le concedió lo que pidió.

Eso es todo. Aparece, hace una oración estupenda y expansiva. Dios se la otorga. Y eso es todo. Bruce Wilkinson dice,

Me senté en una silla frente a la mesa amarilla con mi Biblia, y leyendo una y otra vez esa oración busqué con todo mi corazón el futuro que Dios tenía para alguien tan ordinario como yo.

La mañana siguiente oré la oración de Jabes palabra por palabra.

Y la siguiente.

Y la siguiente.

Treinta años más tarde no he parado.

Si me preguntas qué frase – aparte de mi oración de salvación- ha revolucionado más mi vida y mi ministerio, te diría que han sido el clamor de un luchador llamado Jabes, que todavía es recordado, no por lo que hizo sino por lo que oró y por lo que pasó después. (La Oración de Jabes, Multnomah Publishers, 2000, p. 11)

¿La oración de su vida?

¿Por qué oran una y otra vez a Dios en el nombre de Jesucristo para que haga en sus vidas? ¿Qué piden que Dios haga de ustedes y de su tiempo aquí en la tierra? ¿Qué parte del propósito de Dios revelado en la Biblia ha capturado su imaginación y se ha convertido en una pasión para pedir a Dios día tras día que Él los use en eso?

Me paré un momento al leer la historia de Bruce Wilkinson y me pregunté a mi mismo: ¿Cuál es la oración que más he hecho durante los últimos treinta años? ¿Qué quiero tanto que haga Dios para que lo mencione en mis oraciones cada día? Supongo que para muchos de nosotros la respuesta sería oraciones para que guarde a nuestros hijos y que sigan en el evangelio, y que nuestros matrimonios sean fuertes.

¿Pero qué pasa con la visión global? Dios es Dios de todo el mundo y de todas las naciones, de toda la historia y de toda la vida y cultura y de todo el universo desde un extremo de las galaxias al otro. Cada uno de nosotros fuimos creados para ocupar un lugar importante en este gran esquema. ¿Cuál es? ¿Qué oran día y noche acerca de cómo encajar en ese lugar?

Creo que la oración que probablemente he hecho más a menudo que cualquier otra es “Padre, haz que tu nombre se santifique en mi vida y a través de mi vida. Santificado sea tu nombre.” “Usa mi vida para que le gente glorifique tu nombre, ame tu nombre y dé honor y aprecie, valore y glorifique tu nombre”. Recuerdo que, durante mis días en el seminario, terminaba mis mañanas corriendo en Pasadena en Orange Grove Boulevard cuando salía el sol, y orando con mis brazos en el aire y mi corazón palpitando, “Dios, sólo dame vida – sólo deja que mi corazón siga palpitando – si lo haces hará que la gente santifique tu nombre. ¡Deja que tu nombre sea santificado por mi vida!”

Así que este domingo y el próximo domingo quiero animarles a orar que su vida, su familia, su iglesia sirva para algo grande para Cristo y su reino. Espero que lean sobre oración. Espero que piensen acerca de la oración. Espero que oren sobre la oración. Y espero que planeen orar. Tantas cosas mejores son empujadas fuera por cosas simplemente buenas porque no planeamos la hora y la manera para hacerlo. Así que lean, piensen, oren y planeen – y luego oren durante este año como nunca han hecho antes. Elijan una reunión de oración y háganlo prioritario. Elijan un lugar privado y hagan de ello algo tan sagrado como su comida favorita.

La oración, un medio de gracia

Ahora, para hacer de la Palabra de Dios el apoyo y poder de esta exhortación quiero que esta mañana miramos nuestro texto Judas 20-21, "Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando ansiosamente la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna".

Thomas Manton, el Puritano, tiene un comentario de veintitrés páginas sobre estos dos versículos. Cada frase se merece un sermón. No obstante, quisiera hacer sólo una observación sobre estos versículos esta mañana, y luego volver a ellos la semana que viene. La observación de hoy es que la oración es un medio de la gracia de Dios diseñado para impedir que caigamos en incredulidad, y para llevarnos de manera segura a la vida eterna.

Si el término “medio de gracia” no forma parte de su vocabulario espiritual quiero añadirlo esta mañana porque no conozco ninguna forma mejor de describir como el trabajo decisivo de Dios se relaciona con nuestro trabajo dependiente. O, para ser específico es este caso: cómo el gobierno soberano de Dios de todas las cosas se relaciona con la oración humana. Si Dios gobierna el mundo conforme su propia sabiduría santa e inescrutable, ¿por qué orar para que haga una cosa y no otra?

Consideren el contexto de esta palabra sobre la oración en versículo 20. Allí dice que debemos "orar en el Espíritu Santo". "Pero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios . . ." Lo que podemos ver de este contexto inmediato es que edificándose sobre la fe y orando en el Espíritu Santo es la manera en que Judas quiere que se conserven en el amor de Dios. “Edificándoos y orando, conservaos en el amor de Dios”.

Este libro en realidad trata acerca de mantener salvos a los cristianos para que tenga vida eterna. Es decir, esta pequeña carta de Judas es sobre la perseverancia – es sobre cómo pelear la buena batalla y echar mano de la vida eterna (1 Timoteo 6:12), y como terminar la carrera y guardar la fe ((1 Timoteo 4:8) y cómo perseverar hasta el fin para ser salvo (Marcos 13:13). Y los versículos 20-21 dicen: Esta perseverancia es algo que haces. Te edificas a ti mismo y a otros sobre la fundación de la fe. Oras. Te conservas en el amor de Dios.

Pero eso sólo es una parte del contexto. Al principio y al final de este pequeño libro hay otra verdad, una verdad más profunda sobre la perseverancia – o sobre "conservarse". Lean el versículo 1: "Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo". Noten la palabra “guardados”. Aquí está de nuevo la idea de perseverancia, sólo que aquí al principio no es el cristiano el que se conserva a sí mismo. Está siendo guardado.

Algunas traducciones inglesas dicen “por Jesucristo” otras dicen “para Jesucristo”. El original en griego puede significar tanto lo uno como lo otro. Ambas traducciones probablemente son correctas en la mente de Judas. Pero déjenme mostrar por qué la NASB [la Nueva Biblia Estándar Americana] prefiere decir “para Jesucristo”. Evidentemente, los traductores pensaban que “el que guarda” en el versículo 1 no es el cristiano mismo ni Jesucristo, el Hijo de Dios, sino otro. ¿Quién?

¿Quién es el que guarda?

A veces necesitas el final de la historia para entender el significado del principio. Así que miremos la famosa doxología en los versículos 24-25. "Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría. . ." Ahora la perseverancia se atribuye no a nosotros, sino a otro. ¿Quién es este? El próximo versículo lo deja claro. Versículo 25: ". . . al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén".

Así que el que es capaz de guardarnos sin caída y asegurar que llegamos a la presencia de Dios sin mancha y con gran alegría es "Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo". Significa que Dios Padre es el guardián definitivo y que actúa "a través de Jesucristo" porque la muerte de Jesús es el precio y el fundamento de toda gracia, incluyendo la gracia de guardarnos – es decir, la gracia de perseverancia.

Volvemos ahora a versículo 1. "Judas, siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo, a los llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo". Lo principal aquí es entender que no somos nosotros los que nos guardamos en el versículo 1 o el 24. Es Dios Padre a través de Jesucristo. Dios nos llamó, Dios pone su amor salvador sobre nosotros, y Dios nos guarda. Así que ahora tenemos dos verdades sobre ser guardados para vida eterna como cristianos – tal como vimos la semana pasada en Romanos 6:22-23. Allí vimos que la santificación es algo que hacemos. Aquí vemos que la perseverancia para vida eterna es obra de Dios (somos “guardados” versículo 1; Dios es capaz de guardarnos, versículo 24; y es obra nuestra – versículo 21, conservaos en el amor de Dios).

Vemos esto en la Biblia una y otra vez: la actuación de Dios es decisiva; nuestra actuación es dependiente. Y ambas actuaciones son esenciales. Así que insisto en que resistan los pensamientos que cínicamente dicen: "Si Dios es el guardián decisivo de mi alma para vida eterna, (versículos 1, 24) entonces no necesito "conservarme en el amor de Dios" (versículo 20). Sería como decir, ya que Dios es el dador de vida decisivo no tengo necesidad de respirar.

No. No. El respirar es el medio que Dios nos da para mantenernos vivos. Así que el mandamiento de respirar es el mandamiento de seguir los propósitos y la pauta de Dios de dar vida y mantenernos vivos. Esto es a lo que me refiero con el término “medio de gracia”. “Gracia” es cuando Dios nos conserva para sostener nuestra vida espiritual que lleva a un gozo eterno. El “medio de gracia” es nuestro “conservarnos en el amor de Dios”. La “conservación” de Dios inspira y sostiene nuestra “conservación”. Su conservación es decisiva y la nuestra depende de la suya.

El aliento de vida de la oración

Esto nos lleva ahora a la oración. La oración es la respiración de la vida cristiana.

Noten que en versículos 20-21 la oración es una de las maneras de conservarnos en el amor de Dios. "ero vosotros, amados, edificándoos en vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios”. Así que el esfuerzo de “conservarnos en el amor de Dios” (versículo 21) es el medio que Dios utiliza para guardarnos para la vida eterna. Y orando es una de las maneras en la que nos conservamos en el amor de Dios (“orando conservaos en el amor de Dios”). Por eso, la oración es un medio de gracia crucial y esencial que Dios ordena para guardarnos seguros para la vida eterna.

Así que ni siquiera piensen: ya que Dios es el guardián decisivo de mi alma, y estoy seguro eternamente (¡lo cual es cierto! Romanos 8:30, Juan 10:29, Filipenses 1:6) por tanto no necesito estar vigilante y orar por perseverancia. Eso sería como decir: ya que Dios es el dador y sustento decisivo de la vida, no hace falta que respire. Puedo estar tanto tiempo bajo el agua como sobre ella y no hará ninguna diferencia. Si la hará. El medio de Dios de sustentar la vida no es sólo el don de vida, sino el don de respirar para sostenerla (Hechos 17:25).

Así que no piensen: ya que Dios es el guardián decisivo de mi alma puedo estar el mismo tiempo en pecado y sin orar que en servicio y oración, y no supondrá ninguna diferencia. Si la supondrá. El medio de Dios de guardar tu alma no es sólo el don de vida, sino también el don de orar para sostenerla. Si no recibes y usas el don de la oración de sustento de vida, existe poca razón para creer que recibes y aprecias el don de la vida. Si no aprecias el don de respirar no aprecias el don de la vida.

La oración es absolutamente crucial para sus vidas. Jesús dijo en Lucas 21:36 "Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre." Oren que puedan estar de pie delante del Hijo del Hombre en el último día. La oración es un medio para perseverar hasta el final en fe y estar en gozo delante del Rey del universo.

Ahora la cuestión es: ¿Qué significa orar en el Espíritu Santo? Y en la práctica, ¿cómo lo hacemos de día en día en el 2001? Eso es lo que quiero hablaros la semana que viene y relacionarlo al uso de la Palabra de Dios y especialmente el desafío del Versículo del Luchador.

Pero mientras tanto, consideren si su vida de oración este último año ha reflejado la seriedad de estos versículos y qué cambios podrás hacer. Toma el desafío de Bruce Wilkinson y sé como Jabes. Acójanse a Dios para que les de alguna visión bíblica para su vida sobre esta tierra y no se rindan hasta que la reciban de sus mano misericordiosa.


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