Deja Atrás El Cansancio De La Amargura

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English: Leave Behind the Weariness of Bitterness

© Desiring God

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Javier Matus


Los engranajes de la justicia de Dios a veces se mueven lentamente —tan lentamente que tal vez ni siquiera los notemos girar durante nuestra breve estadía en la tierra. Incluso comenzamos a preguntarnos si realmente están girando.

Asaf escribe: “Ciertamente es bueno Dios para con Israel, para con los limpios de corazón. En cuanto…” (Salmo 73:1-2). ¿En cuanto qué? En cuanto [pero] Asaf realmente había luchado para creer eso. Su teología bíblica y su historia le dijeron que Dios es bueno y que Dios es justo, pero al ver la forma en que evidentemente operaban las cosas en el mundo “real” que lo rodeaba, Asaf leyó una narrativa diferente.

Vio prosperar a personas malvadas sin vergüenza, pareciendo evitar las dificultades a las que está sujeta la mayoría de la humanidad (Salmo 73:3-5). Los vio oprimir violentamente a otros sin que Dios pareciera levantar un dedo para detenerlos o proteger a los oprimidos (Salmo 73:6-8). Los vio en su exuberante comodidad blasfemar a Dios con aparente impunidad (Salmo 73:9-12). Como muchos cristianos que sufren hoy en día, vio mientras los impíos florecían.

Contenido

¿Duro con los que ama?

Mientras tanto, cuando Asaf vio su propia experiencia, no pudo evitar preguntarse por qué rayos luchaba tan duro para mantener su corazón limpio y sus manos inocentes, solo para encontrarse “azotado todo el día, y castigado [por Dios] cada mañana”. (Salmo 73:13-14). ¿Qué hay con eso?

Duro con los que Lo aman, y aparentemente condescendiente para los que Lo odian —eso se parece mucho a poner la justicia de cabeza. Los pies de Asaf “por poco resbalaron” sobre si Dios es verdaderamente bueno con Israel (Salmo 73:2). Podría haber dicho, como supuestamente lo hizo Teresa de Ávila: “Si así es como tratas a Tus amigos, ¡no es de extrañar por qué tienes tan pocos!”

Así que, Asaf se ha encariñado con nosotros —un amigo antiguo que entiende. Él entiende la dura experiencia de vivir en lo que puede parecer y sentirse como un mundo de justicia invertida.

Donde la amargura se arraiga

Sabemos que en el fondo, Dios no puede aprobar esta inversión. El hecho de que la humanidad comparta un consenso tan masivo con respecto a lo que es justo e injusto da testimonio de lo que Dios considera justo e injusto. Los filósofos llaman a esto “la ley moral”. Los teólogos lo llaman la ley de Dios escrita en el corazón (Romanos 2:15-16). Incluso los injustos dan testimonio de esta realidad por lo que desesperadamente tratan de ocultar (o racionalizar si se les quita su poder y se les responsabiliza por sus acciones).

Pero cuando no se les responsabiliza, cuando hacen lo que les place injustamente y con maldad y Dios no interviene, tratamos de entender. Y, al igual que a Asaf, podemos considerarlo como “duro trabajo” (Salmo 73:16). Podemos llegar a “sentir punzadas en el corazón” y ser amargados en el alma (Salmo 73:21).

Aquí está el verdadero peligro: la indignación que sentimos hacia la injusticia —la forma en que se supone que debemos sentirnos hacia la injusticia— se puede metastatizar en la amargura de nuestra alma hacia Dios y Su aparente falta de preocupación y voluntad de actuar contra la injusticia. Esto puede convertirnos en “torpes e ignorantes” (Salmo 73:22), lo que nos lleva a apartarnos de Dios (Hebreos 3:12) o a distorsionar Su Palabra para decir lo que no dice, porque en nuestra falta de fe, no podemos soportarlo. Pocas cosas nos llevan a torcer las Escrituras, como el problema que tenemos con el mal y el dolor que puede causarnos a nosotros o a quienes amamos. Esta es una “raíz que produce hiel y ajenjo” (Deuteronomio 29:18) que contamina a muchos, como nos advierte Hebreos (Hebreos 12:15).

Consejo para el alma amargada

Entonces, ¿qué hacemos cuando, como Asaf, nuestro corazón siente punzadas y sentimos esa amargura en nuestra alma que nos hace cuestionar si Dios realmente ve, si Le importa, si realmente tiene el control, si realmente existe? El remedio que Dios nos proporciona contra la brutal ignorancia de la incredulidad es simple, pero profundo y generalizado:

Confía en el Señor con todo tu corazón,y no te apoyes en tu propio entendimiento.6 Reconócele en todos tus caminos,y El enderezará tus sendas. 7 No seas sabio a tus propios ojos,teme al Señor y apártate del mal. 8 Será medicina para tu cuerpo[b]y refrigerio para tus huesos.(Proverbios 3:5-8)

Esto puede sonar tan trillado, tan cliché, cuando lo que queremos de Dios son respuestas —y, más inmediatamente, ¡acción! Esto no es cliché. Esta es la Biblia —todo esto. La Biblia es el libro de Dios de la justicia. Toda trata de la justicia de Dios —de cómo finalmente Él hace correcto todo lo incorrecto y resuelve de manera exhaustiva cada cuenta de cada agente moral, visible e invisible para nosotros, que jamás haya perpetrado hasta la más mínima injusticia. No se perderá nada, porque Dios “de ningún modo tendrá por inocente al culpable” (Números 14:18) sin satisfacer plenamente Su ley santa y justa —de la cual dan testimonio todas nuestras conciencias.

Dios está obrando con un horario hacia este fin que es largo —y nuestras vidas son cortas. Puede que no veamos cómo se mueve la aguja de la justicia durante nuestro tiempo bajo el sol. Eso no significa en absoluto que Dios no Se esté moviendo de forma implacable y temerosa hacia la terrible e insondable destrucción del mal.

Debemos confiar en Él con todo nuestro corazón y no apoyarnos en nuestra perspectiva y comprensión muy limitadas del mundo “real”. Si la catástrofe del Edén nos enseña algo, nos enseña que estamos mal equipados para manejar el conocimiento del bien y del mal. La amargura del alma que describe Asaf es una advertencia de que es tiempo de devolverle a Dios el fruto antes de que produzca hiel y ajenjo en nosotros.

Cómo Dios trata a Sus amigos

Si el giro de los acontecimientos en la cruz de Jesús nos enseña algo, nos enseña que Dios no toma la injusticia a la ligera —que, de hecho, está dispuesto a llegar a extremos que nunca imaginaríamos para poder ajustar las cuentas por completo. En la cruz, la justa indisposición de Dios para aprobar los injustos besa Su justo deseo de perdonar al injusto arrepentido y estar en paz con ellos (Salmo 85:10). Es el momento milagroso en que el Juez justo toma sobre Sí nuestra injusticia, pagándola por completo para que podamos llegar a ser Su justicia (2 Corintios 5:21). Es el lugar donde Dios se vuelve ambos Justo y Justificador de los injustos que plenamente ponen su fe en Jesús (Romanos 3:26).

Así es como Dios trata a Sus amigos: Él da a Su único Hijo por ellos para darles vida eterna (Juan 3:16).

Es este Dios, y el recuerdo de Su misericordia anunciada en el antiguo pacto, que Asaf vio cuando “entró en el santuario de Dios” (Salmo 73:17). Entonces cambió su perspectiva sobre la justicia. Vio el final a largo plazo de los impenitentes malvados de corto plazo. Dios no era inatento ni inactivo mientras ellos oprimían y blasfemaban descaradamente.

Ciertamente tú los pones en lugares resbaladizos;los arrojas a la destrucción[q].19 ¡Cómo son destruidos[r] en un momento!Son totalmente consumidos por terrores repentinos.20 Como un sueño del que despierta,

oh Señor, cuando te levantes, despreciarás su apariencia(Salmo 73:18-20)

Vio la misericordia al ser “azotado y castigado”, porque fue esta misma disciplina la que le impidió descarriarse (Proverbios 3:11-12; Salmo 119:67). Y vio un juicio inminente sobre aquellos que no fueron guiados al arrepentimiento por la bondad de Dios (Romanos 2:4). Recordó el final a largo plazo de sus aflicciones de corto plazo: “Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria” (Salmo 73:24), la misma esperanza que expresó el apóstol Pablo (2 Corintios 4:17).

Cómo se va la amargura

Y cuando Asaf renunció a su tarea cansada de tratar de entender cómo Dios puede dejar que la injusticia y el mal persistan, y a cambio confió en Dios con todo su corazón, la amargura lo dejó. Y de la sanidad y el refrigerio que experimentó, cantó:

¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti?Y fuera de ti[x], nada deseo en la tierra.26 Mi carne y mi corazón pueden desfallecer,pero Dios es la fortaleza[y] de mi corazón y mi porción para siempre. (Salmo 73:25-26)

Por lo tanto, si tenemos oídos para oír, Dios se ha encariñado con nosotros —nuestro Amigo mucho más antiguo y futuro, que entiende lo difícil que puede ser para nosotros soportar el mal mientras Él “hace todas las cosas según el designio de Su voluntad” (Efesios 1:11). Porque fue Su compasión lo que Lo motivó a inspirar estas palabras en nuestro amigo, Asaf, y asegurarse de que su canción del cínico rescatado fuera preservada en el canon para ayudarnos a rescatarnos de nuestra amargura del alma.


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