Dios Te Invita A Deleitarte En Él

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English: God Invites You to Delight Yourself in Him

© Eternal Perspective Ministries

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Por Randy Alcorn sobre el Gozo

Traducción por Javier Matus


El Salmo 37:4 es un versículo grandioso, pero a menudo mal entendido: “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón”. Algunas personas creen que eso significa que Dios nos dará lo que sea que queramos. Pero la parte clave es “deléitate en Dios”. Cuando nos deleitamos en el Señor, a menudo cambia los deseos de nuestro corazón a lo que más Le honra, y luego nos los concede. No es que siempre obtengamos lo que queramos, sino que Él nos enseña a valorar e incluso querer lo que Él —en Su plan soberano y amoroso— nos da.

Al contemplar a Dios y reflexionar sobre quién es Él, desearemos lo que Él quiere. El deseo de nuestros corazones será escucharlo decirnos: “Bien, buen siervo”. Y cuando llegue ese día, nos inundará con más gozo del que podemos imaginar. Él dirá: “Entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21, 23).

¡Pero no tenemos que esperar hasta que muramos para saber cómo Él quiere que vivamos! Él nos ordena, para Su gloria y nuestro bien, deleitarnos en Él no solo en el cielo para siempre, sino también en esta tierra presente, aquí y ahora.

Deleitarse en Dios es ser feliz con Él y en Él. Para hacer eso, debemos cultivar nuestra relación con Él tal como lo hacemos con otras personas, pasando tiempo con Él, doblando nuestra rodilla ante Él como nuestro Señor, y también pasando tiempo con Él como nuestro amigo. Así es como llegamos a conocerlo, aprendiendo y meditando diariamente sobre lo que es verdad acerca de Él. (Recomiendo estos grandes libros: Hacia el conocimiento de Dios por J. I. Packer, El conocimiento del Santo por A. W. Tozer y Confiando en Dios por Jerry Bridges.)

En el estudio bíblico, siempre es útil pensar en lo que dice el texto en contraste con lo que no dice. Dice: “Deléitate asimismo en Jehová”. No dice: “Siéntate allí y espera a que el Señor venga y te deleite”.

Es activo, no pasivo. Dios no nos alimenta Sus placeres a cucharadas; necesitamos ir a Su banquete, extender nuestras manos y agarrar esa deliciosa comida. ¡Tan seguro como es nuestra responsabilidad poner buena comida en nuestras bocas, es nuestra responsabilidad mover nuestros cuerpos para abrir Su Palabra y mover nuestras mentes hacia Dios y buscar deleitarnos en Él!

Si bien es cierto que Dios y Su Palabra son nutritivos, solo saber eso no nos llevará a la mesa. Necesitamos apartarnos de nuestros pensamientos preocupados en nosotros mismos y, en cambio, buscar cultivar nuestro apetito por Dios: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él” (Salmo 34:8).

Cuando contemplo a Cristo —cuando medito en Su insondable amor y gracia— me pierdo en Él en vez de en mis heridas, decepciones y temores. Cuando Él es el centro de mi pensamiento, antes de darme cuenta, estoy feliz.

Aquí está la traducción de Good News Translation del Salmo 37:4: “Busca tu felicidad en el Señor, y Él te dará el deseo de tu corazón”. Esto corresponde a las palabras de Jesús: “Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y Él les dará todo lo que necesiten” (Mateo 6:33, NTV).

Agustín dijo: “Ama a Dios y haz lo que quieras”. Al principio, esto suena escandaloso, pero encaja perfectamente con “Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón”. Cuando encontramos nuestra felicidad en Dios, naturalmente vamos a querer hacer lo que Le agrada. Pero depende de nosotros ir a Él y pedirle Su ayuda y empoderamiento para deleitarnos en Él.

Dios puso solo una restricción sobre Adán y Eva en el Edén, y cuando la ignoraron, el universo se deshizo. En la Nueva Tierra, esa prueba ya no estará ante nosotros. La ley de Dios, la expresión de Sus atributos, estará escrita en nuestros corazones (Hebreos 8:10). No se necesitarán reglas, porque nuestros corazones estarán entregados a Dios. Siempre nos deleitaremos en el Señor y Él siempre nos dará los deseos de nuestros corazones.

Lo que queramos será exactamente lo que Él querrá para nosotros. Lo que debamos hacer finalmente será idéntico a lo que queramos hacer. ¡En la Nueva Tierra de Dios nunca habrá ninguna diferencia entre deber y deleite!

Pero no tenemos que esperar, y no nos atrevemos esperar, para descubrir esto. Deleitémonos en Él para que podamos entrar en Su felicidad ahora, no solo después de que muramos.


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