El Cristo resucitado - Su paz, poder, y propósito
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper sobre Resurrección de Cristo
Traducción por Desiring God
Juan 20:19-23
Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos
La Biblia tiene dos partes: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento tiene 27 libros: cuatro evangelios para contar la vida de Jesús, 21 cartas para explicar el significado de Jesús para nuestras vidas, una historia sobre la iglesia primitiva, y una profecía. Los 27 libros hablan de Jesús diciendo que está vivo, resucitado de entre los muertos y que es la realidad central y viviente del universo actual, Él mismo es todo Dios y todo hombre.
Y lo que quiero hacer en este mensaje es mirar con ustedes la primera aparición de Jesús a todos sus asustados discípulos después de la resurrección. Y quiero que vean esto: ¿Cómo actuó el Jesús resucitado? Y, ¿qué dijo el Jesús resucitado? Esa primera aparición a los discípulos, como un grupo, ocurre en Juan 20:19-23.
Veamos la primera parte de Juan 20:19, para ver cómo actúa Jesús.
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos. . .
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Tres detalles y cómo lidia Jesús con nosotros
Así que esta es la tarde del domingo en que Él resucitó de entre los muertos. Esa mañana, Jesús había aparecido a María Magdalena (Juan 20:1-18). Pero ahora aparece a todos los discípulos (los once apóstoles), a la vez. Note tres detalles: las puertas están cerradas; los discípulos están asustados; y Jesús viene a ellos y se pone en medio de ellos. Esos tres detalles nos dicen tres verdades que podemos conocer sobre cómo el Cristo resucitado lidia hoy con nosotros.
1. Las puertas estaban cerradas.
Jesús no tuvo que tocar. Ni siquiera tuvo que abrir la puerta. Simplemente estaba allí. Y no era un fantasma. Vea el versículo 20. "Les mostró las manos y el costado”. En otro lugar dijo: "palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo" (Lucas 24:39). Así que tiene un cuerpo físico, pero no exactamente como el nuestro: el mismo, pero diferente. Estaba simplemente allí, a pesar de las puertas cerradas.
Lo que significa que hoy en su vida, Jesús puede ir donde nadie más puede ir. Él puede ir donde ningún consejero puede ir. Puede ir donde ningún doctor puede ir. Puede ir donde ningún amante puede ir. Puede alcanzarle, y acercarse a usted, en cualquier lugar y momento. No hay lugar donde usted esté, y no hay profundidades de la personalidad que usted es, que Jesús no pueda penetrar. La resurrección de Jesús de entre los muertos le capacita para hacer lo que nadie más puede hacer. No hay otro como Él en todo el universo. Él vive y es el Único Dios-Hombre. Usted no puede imaginar de qué es capaz Él. Y es algo maravillosamente sanador contemplar que todas las capas complejas de la vida, las que ni usted ni otra persona puede comprender, son un territorio familiar para Él.
2. Ellos tenían miedo.
Versículo 19: "Estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos. . .". Su líder acababa de ser crucificado como una amenaza para el César. Su temor era completamente comprensible. Y en medio de éso viene Jesús.
Supongo que quiero llevar la atención de ustedes hacia esto por que así es como siento, más a menudo, la necesidad del Jesús resucitado, vivo. El temor. Temor de no estar preparado para lo que se espera de mí. Temor de que la iglesia no prospere, o de que nadie asista a la conferencia, o que la clase no sea ayudada. Temor de que mis hijos naufraguen en su fe. Temor de no tener la fe para morir bien. Temor de que resbalar hacia la mundanalidad e inutilidad.
Y lo que Jesús está diciendo en esta acción es: Vengo a los míos cuando tienen miedo. No espero que ellos comprendan su rol juntos. No espero que tengan suficiente fe para vencer el miedo. Vengo a ayudarles a tener suficiente fe para vencer el miedo. Y testifico, después de cincuenta años años de ser cristiano, que esto es todavía cierto. El Jesús resucitado, viviente, aún actúa así. Él viene cuando clamamos a Él por nuestro temor. Él nos ayuda. Lo he llamado mil veces: "Jesús, por favor, ayúdame", y Él se ha acercado con la promesa: "No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy tu Dios. [...] ciertamente te ayudaré" (Isaías 41:10). Él lo hará por usted también, si le recibe en su vida por quien realmente es.
3. Jesús viene a ellos y se pone en medio de ellos.
Versículo 19: “. . . estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos". El mensaje aquí es que Él vino justo en el medio de su reunión. No vino al borde y llamó a través de la pared y lidió con ellos como una deidad distante. Él no estaba jugando con ellos. No estaba jugando con su fe. Quería que le vieran y le conocieran y creyeran en Él y le amaran.
Éso es lo que quiere para usted hoy. Y éso es lo que quiero para usted hoy. Quiero que experimente al Jesús viviente. Yo lo conozco. Para que le tenga cerca en su vida, donde nadie más puede ir. Para que le ayude en su temor, como nadie más puede ayudarle. Y que le vea venir a usted, acercarse a usted, no llamándole desde una distancia, sino viniendo justo en medio de usted. Eso es lo que pido en oración para este servicio.
Tres regalos en lo que dice Jesús
De modo que así es como actúa el Cristo resucitado, vivo. Ahora, ¿qué dice? Y lo que vemos es que en esta primera aparición a los discípulos, dice tres cosas, o cuatro, dependiendo de cómo usted las cuente. Y esas tres cosas vienen a ser los tres regalos a usted: el regalo de la paz, el regalo de poder, y el regalo de propósito. Lo opuesto a la paz es el conflicto. Lo opuesto al poder es la debilidad. Lo opuesto al propósito es la indeterminación.
Muchas, muchas vidas, están arruinadas por el conflicto, la debilidad, y la indeterminación. Jesús no vino al mundo para morir y resucitar nuevamente para arruinar nuestras vidas, sino para salvarlas. Y lo que veremos es que Él nos salva de arruinar nuestras vidas, al convertirse en nuestra paz y poder y propósito. Estoy orando para que Dios lo haga así por ustedes: Hacer que Jesús sea la paz de ustedes. Hacer que Jesús sea su poder. Hacer que Jesús sea su propósito.
"Paz a vosotros"
Entonces, ¿qué dijo?
Dos veces dijo: "Paz a vosotros".
Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado. Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros.
Antes de decir algo sobre el poder o el propósito, quiere establecer la paz. El orden aquí es realmente importante. La paz que Jesús da es antes y está por debajo de cualquieras de nuestras acciones de poder o cualquiera de nuestras obras llenas de propósito. No iniciamos la paz con Jesús mediante nuestras acciones. Él inicia la paz con nosotros.
El apóstol Pablo -quien escribió 13 de las 21 cartas del Nuevo Testamento- lo explica así: "El mismo [Jesús] es nuestra paz, quien de ambos pueblos [judíos y gentiles] hizo uno. . . y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad" (Efesios 2:14-18).
Una paz alcanzada
La paz que Jesús ofrece a los discípulos es la paz que alcanzó cuando murió por ellos sobre la cruz. Es por eso que dice en el versículo 20: "Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado”. Yo Soy el que murió. Y Soy a quien ustedes abandonaron. Y Soy quien fue "herido por nuestras transgresiones" (Isaías 53:5). Y puedo ofrecerles paz porque por Mi sangre he cubierto todos sus pecados.
Si ustedes confían en Mí, sus pecados no serán retenidos en contra de ustedes. La ira de Dios se marchará. Eso es lo que Pablo quiso decir cuando dijo: que Cristo reconcilió "con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad”. Sobre la cruz fue absorbida toda la hostilidad entre Dios y nosotros. Aquí, miren mi costado y mis manos. Con estos hice paz. Con estos se satisfizo la justicia. La paz entre ustedes y Dios (y Yo) fue establecida con estos.
Dónde viene la paz a nuestras vidas
Por tanto, hay cinco relaciones donde el Cristo crucificado y resucitado trae paz a nuestra vida:
1. Paz entre nosotros y Él. Ese es el primer significado y el más obvio: Él está allí entre ellos, ofreciéndose a Sí mismo como un amigo y ayudador, no como un Juez.
2. Paz entre nosotros y Dios. Es por eso que Dios le envió, para que fueran satisfechas la justicia y la ira de Dios en un modo que no incluyera el castigo eterno. Dios hace paz con nosotros al sustituir el sufrimiento de Su Hijo por nuestra culpa. Ahora viene a nosotros como un Padre amoroso.
3. Paz entre nosotros y otros que están en Cristo. Estar reconciliados con Dios, es estar reconciliados con todos los que están reconciliados con Dios. No hay hostilidad vertical u horizontal. No hay racismo. No hay etnocentrismo o clasicismo o sexismo. "No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28).
4. Paz entre nosotros y nuestras almas. La carta a los Hebreos, en el Nuevo Testamento, dice: "la sangre de Cristo. . . purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo" (Hebreos 9:14). Oh, la preciosa paz de una consciencia clara. ¿Cuántos han obrado bajo la miseria de una consciencia corrupta, culpable? El jueves leí el testimonio de una mujer que tuvo un aborto hace 8 años y dijo: "No me puedo perdonar a mí misma". Yo escribí: "¡Para eso es el Viernes Santo!"
Paz con ustedes mismos no significa que comienzan a ver los pecados pasados como algo deseable. Paz no significa que los pecados del pasado dejan de ser dolorosos. Significa que dejan de paralizarnos. El dolor no será inmediatamente quitado, pero la culpa es quitada inmediatamente mediante Cristo. Y esto hace posible que sanemos. Y podamos seguir adelante con una vida llena de esperanzas.
5. Paz con el mundo. Sí, cuando Jesús murió, Él hizo lo necesario (Colosenses 1:19-20), para que algún día, en el tiemop de Dios, todo el mal fuera echado a las tinieblas y toda la nueva creación fuera llena de paz y justicia. "El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin. . . con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre" (Isaías 9:7).
Paz con Jesús. Paz con Dios el Padre. Paz con los otros que están en Cristo. Paz con nosotros mismos. Y paz con el mundo. Es un logro sorprendente.
¿Cómo recibe usted esta paz?
¿Y cómo la recibe usted? No todos la tienen. Es un regalo de Dios. Nosotros la recibimos. O nos alejamos de ella. O, mejor dicho: Nosotros le recibimos. O nos alejamos de Él. Él es nuestra paz. Si ustedes tienen al Cristo resucitado, vivo, como Salvador, y Señor, y Tesoro, y Amigo, entonces tienen la paz que Él da, la paz que Él es. "A todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios" (Juan 1:12). "Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5:1).
Jesús le ofrece paz. La ofrece en Su propio nombre. Es gratuita. Espero que usted la reciba.
He dedicado la mayor parte de nuestro tiempo hablando del regalo de la paz porque es algo fundamental. Si no tenemos paz con Dios, tomaremos sus otros regalos y trataremos de usarlos para hacer paz. Y nunca funciona. Primero la paz. Y es gratuita. Todo lo demás es el efecto de la paz, no la causa. Es el fruto. La paz es la clave.
Permítanme, por tanto, terminar hablando del poder y el propósito que Jesús da. Los dos son mencionados en los versículos 21-22:
Jesús entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío [el propósito] Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo [el poder].
Poder por el Espíritu
Jesús iba a derramar el Espíritu Santo cuando ascendió a los cielos (Hechos 2:33). Esto ocurre unas siete semanas después de su resurrección. Lo leemos en el primer capítulo de Hechos. "Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros" (Hechos 1:8). La obra del Espíritu Santo que Jesús da, es lo que nos hace capaces de hacer lo que simplemente no podemos hacer por nosotros mismos. Él nos da poder.
Aquí también, en Juan 20: 22, Jesús realiza una especie de parábola representada. "sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo". No dice: "Recíbanlo en este mismo momento. Dijo, de hecho: comprendan que mi aliento, mi vida, mi palabra estará en el Espíritu Santo. Lo hemos visto antes en Juan 14. Jesús dijo: "No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros" (Juan 14:18). El Jesús resucitado, vivo, ha venido a nosotros. Él nos ha enviado el Espíritu Santo. Su Espíritu. Él ha soplado sobre nosotros.
Esta persona -este poder- es nuestra única esperanza para alcanzar el propósito que Él tiene para nosotros. Y nos da ese propósito en el versículo 21b: "Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío”. Quiero que vivan en el mundo como mis representantes. Mis embajadores. Quiero que tomen mi lugar y tomen mi poder, y glorifiquen a Mi Padre, como yo lo he hecho (Juan 12:27-28).
Nuestro principal propósito para existir
Jesús viene a nosotros y nos da Su paz con Dios. Entonces nos da poder para hacer el tipo de cosas que no pueden hacer los simples seres humanos, como derrotar a nuestro propio egoísmo, y amar a otras personas y atesorar a Cristo por encima de todo. Y entonces, con esa paz y ese poder, Él nos da el principal propósito de nuestra existencia. "Como el Padre me ha enviado, así también yo os envío".
Estoy enviándoles para extender mi paz y mi luz y mi verdad y mi vida en el mundo. Voy al Padre. Pero les doy Mi Espíritu. Yo soy el poder en ustedes. Por tanto, vayan, y glorifíquenme en este mundo. Ese es nuestro gran propósito que en la paz de Dios, por el poder de Dios, hagamos la voluntad de Dios para la gloria de Dios y para el bien de los demás.
Y si usted está confundido por el versículo 23, esto es lo que creo que significa. Es un buen modo de terminar. Jesús dice a los discípulos. "A quienes perdonéis los pecados, éstos les son perdonados; a quienes retengáis los pecados, éstos les son retenidos".
Esto es lo que quiso decir: Cuando ustedes le digan a las personas lo que he hecho, hablando Mi palabra, sobre Mi obra, en el poder de Mi Espíritu, yo estaré hablando mediante ustedes, de modo que si alguien cree en la palabra de ustedes, yo perdonaré sus pecados. Y si alguien no cree en la palabra de ustedes, no los perdonaré. Y como ustedes son mi voz y mi verdad, yo hablo de ustedes perdonándoles, y de ustedes reteniendo el perdón.
Esto significa simplemente, que ahora mismo: lo que haga usted de este mensaje (que viene de este mensajero humano, falible, pecador), decidirá si usted es perdonado o no. Como embajador de Cristo, le animo a reconciliarse con Dios: reciba Su paz como un regalo gratuito, Su poder, Su propósito. En el nombre de Jesús. Amén.
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