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English: The Good We Never Ask For

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Por Randy Alcorn sobre Sufrimiento

Traducción por Belén Mariel Goñi


Contenido

Qué hace Dios por nosotros en nuestro sufrimiento

A los esclavos cristianos en América a veces se les prohibía cantar, hasta para Dios. Así que, cuando iban al río, colgaban sábanas mojadas alrededor de ellos y cantaban en tarros llenos de agua para que el sonido quedara absorbido. “como entristecidos, mas siempre gozosos” (2 Corintios 6:10) no podían callarse sus canciones de alabanza.

Quizás lo que estés viviendo te haga cuestionarte si Dios te ha abandonado. Esta prueba podría durar un día, un año, una década o más. Pero dudo que tus circunstancias sean peor que aquellas de los esclavos cristianos, despojados de su libertad y dignidad, con sus familias siendo rutinariamente destrozadas. Y aun así nadie pudo evitar que siguieran cantando.

A través de los siglos y alrededor de todo el mundo, muchos creyentes que sufren afirman que Dios usa los malos momentos para atraernos a él, para darnos una felicidad más profunda en él y construir una mayor dependencia y semejanza a Cristo. Pedimos “acércame a ti, Dios” y usualmente en respuesta nuestro Dios amoroso y soberano nos manda pruebas, incluso cuando pedimos que no lo haga.

No hay cercanía a Dios sin dependencia en Dios. Y nada va a hacernos más dependientes en él que cuando todo se nos derrumba.

Inevitable y con propósito

Como cristianos estamos absueltos de la miseria eterna. Pero Dios no ha dicho que nos ahorraríamos las penas ahora. De hecho, él específicamente nos las ha prometido en versos que usualmente ponemos en el refrigerador: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo” (1 Pedro 4:12). Siempre sonrío cuando leo esto. Es como si Dios estuviera diciendo “¿Qué te dio la idea de que no ibas a sufrir?”.

El apóstol Pablo les dijo a los creyentes que les estaba enviando a Timoteo “para fortaleceros y alentaros respecto a vuestra fe; a fin de que nadie se inquiete por causa de estas aflicciones, porque vosotros mismos sabéis que para esto hemos sido destinados” (1 Tesalonicenses 3:2-3). Si no sabemos esto, pues deberíamos. Cuando pensamos en lo que Dios nos ha destinado pensamos en una vida abundante y resurrección, pero raramente pensamos en las pruebas. Dios nos asegura que él mismo nos ha destinado sufrimiento, y no es obra de Satán o alguna maldición. Las aflicciones no sólo son inevitables, si no que tienen un propósito. Aunque puede parecer que sean al azar, son el producto del diseño inteligente y amoroso de Dios.

Jerry Bridges escribió en Confiando en Dios que “lo que debe distinguir el sufrimiento de creyentes del de no creyentes es la certeza de que nuestro sufrimiento está bajo el control de un todo poderoso y todo amoroso Dios. Nuestro sufrimiento tiene un significado y un propósito en el plan eterno de Dios”.

El bien que viene de la adversidad

¿Qué puede hacer el sufrimiento por mi bien? Puede mostrarme que no existe la posibilidad de encontrar felicidad plena sin Dios. Cuando aquello en lo que me apoyaba para ser feliz, ya sea salud, carrera, riqueza o popularidad se derrumba, puedo ver claramente que Dios es mi base sólida.

Es lógico pedirle alivio a Dios. Sin embargo, cada vez que le pedimos que remueva alguna dificultad podríamos estar pidiéndole que renuncie a la oportunidad de mostrar su grandeza o de profundizar nuestra relación con él ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste a alguien decir “me acerqué más a Dios cuando no tenía sufrimiento en mi vida”?

Diez meses después de que su hijo muriera en un accidente de tránsito, Greg Laurie me dijo “lo que deseo es que hubiera crecido, aprendido y acercado tanto a Dios como lo he hecho pero con Christopher aún aquí”. Greg lo capturó perfectamente. Yo también deseo que pudiéramos tener todo el bien que Dios nos trae a través de la adversidad sin todo el dolor. Pero no funciona así.

Lo que ninguno de nosotros quería

Mi amada esposa Nanci fue diagnosticada con cáncer de colon hace ocho meses. Se ha sometido a una serie de largos y difíciles tratamientos. Hemos asistido a incontables citas y cambiado el diagnóstico y los plazos. Hemos visto como la planificación a largo plazo se convirtió en conjeturas.

Mientras Nanci y yo caminamos juntos este camino, hemos decidido adorar a nuestro Dios soberano que lleva las cicatrices de su amor por nosotros. Leemos su palabra y discutimos grandes libros sobre sus actitudes. Sentimos su presencia y vemos como incrementa nuestra dependencia en él. Hemos estado profundamente conmovidos mientras nuestra familia y amigos se reúnen a nuestro alrededor. Ha sido un privilegio estar para Nanci ahora más que nunca, especialmente después de todas las veces que ella ha estado para mí estos años.

Dios nos da agraciadamente todos estos bienes ¿y de dónde? De todas esas cosas que ninguno de nosotros quería que pasara.

Nuestro Padre a veces responde a nuestras plegarias para que nos libre de nuestro sufrimiento y cada vez que lo hace le agradecemos con todo el corazón. Pero cuando no nos responde, debemos honrar su deseo de trabajar más profundamente en nosotros.

Si nos preguntan “¿Quieres acercarte a Jesús y ser más como él?” Ya sabemos lo que debemos decir. Aún así, si Dios respondiera todas nuestras plegarias para liberarnos del sufrimiento nos estaría privando de eso mismo que decimos querer. La semejanza a Cristo es algo para anhelar no algo de lo que ser privado. No es fácil pedir “por favor, haz lo que debas hacer para que sea semejante a Jesús”, pero cuando hace lo que debe hacer debemos confiar en él.

Acepta lo que traen las pruebas de bien

Como el sufrimiento construye el carácter no es de sorprender que la Biblia nos diga “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3). ¿Cómo podemos aceptar nuestras dificultades sin resentirlas? Pues, confiando en Dios cuando nos dice que las pruebas nos acercan a él, nos hacen maduros, expanden nuestro ministerio y nos preparan para el gozo eterno.

Dios no nos pide que celebremos el que hayamos sido traicionados, diagnosticados con cáncer o perdido un ser querido. Más bien nuestra alegría debe nacer de la expectativa de los subproductos de nuestra adversidad, incluyendo el desarrollo de una personalidad piadosa, mayor dependencia en Jesús y un sinfín de razones que están ocultas por ahora pero que están bien claras en la mente de nuestro Padre.

Pablo dijo “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia” (Romanos 5:3). Pablo y Santiago aseguran que debemos glorificarnos en el sufrimiento por el fruto que nos da al final. Cuando lo vemos poniendo la perspectiva en la eternidad decimos “esta prueba es difícil, pero Dios es soberano, amoroso y bondadoso. A través de su gracia y poder, podré asemejarme a Jesús y acercarme a él. Voy a estar eternamente agradecido por lo que Dios hizo en estos tiempos difíciles”.

Entra en el gozo de tu señor

Algún día, veremos con total claridad que Dios estuvo en lo correcto todo el tiempo, que “los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada” y que “para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien” (Romanos 8:18, 28).

Algún día, apreciaremos el valor de cada minuto en cada prueba llena de propósito. No esperemos hasta el momento de nuestra muerte para creer lo que dice Dios acerca de nuestro sufrimiento presente. A través de la fe, en su gloria y en nuestro bien, grabemos hoy las promesas de Dios en nuestros corazones y mentes y contaremos con una ventaja para entrar en el gozo de nuestro señor.


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