El deleite de Dios en las oraciones de los rectos

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English: The Pleasure of God in the Prayers of the Upright

© Desiring God

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Por John Piper sobre Oración
Una parte de la serie The Pleasures of God

Traducción por David Acuña Astorga

Proverbios 15:8.
El sacrificio de los impíos
es abominación al Señor,
Mas la oración de los rectos
es su deleite.

La semana pasada, dimos la vuelta a la esquina en nuestra serie de los deleites de Dios. Hasta ese entonces, nos habíamos enfocado en los deleites de Dios con sus propias perfecciones y con sus propias obras de creación y providencia. Pusimos énfasis en su autosuficiencia y en su abundante plenitud de gozo y libertad soberana de toda coerción, restricción, soborno o chantaje.

Contenido

La Pregunta Práctica Más Importante

Luego, la semana pasada, nos volvimos a considerar qué tipo de respuestas humanas le darían a Dios deleite. Desde un punto de vista práctico, la siguiente pregunta parece ser la más importante de todas: ¿Cómo puedo yo, un pecador, deleitar a Dios? ¿Qué puedo hacer o cómo puedo ser para que Dios se deleite conmigo?

Si no Hubiera Forma de Deleitar a Dios...

Yo asumo que si incluso Dios me permitiera entrar en el Cielo siendo una persona totalmente desagradable para Él, no sería el Cielo, sino el Infierno. ¿Cómo podríamos resistir vivir en la presencia de Dios si Él sólo se volviera hacia nosotros con actitud de disgusto y no encontrara nada para deleitarse cuando nos mirara?

Pablo dijo en 2 Corintios 5:9 que, ya sea en el Cielo o en la Tierra, su propósito sería agradar a Dios. Viviríamos una eternidad de miseria si no hubiera forma en que pudiéramos darle una respuesta a un Dios santo que le deleitara o le complaciera.

¿Por Qué Pasar Tanto Tiempo Tratando el Tema del Deleite de Dios Consigo Mismo?

Alguien podría preguntarme, si esta era la pregunta práctica más importante, por qué pasé siete semanas hablando del deleite de Dios consigo mismo en vez de ir directo a la parte práctica de cómo podemos nosotros deleitar el corazón de Dios.

La respuesta es que la visión de Dios desarrollada en estos siete mensajes forma los cimientos de mi esperanza en que yo, siendo pecador, todavía pueda ser capaz de deleitar a Dios. ¡Y una esperanza como esa requiere de fuertes cimientos! El cómo ves a Dios determinará tu idea de cómo puedes agradar a Dios. Y cómo una persona decide tratar de agradar a Dios es la decisión más fatídica que podría tomar.

¿Qué pasaría si descubrieras (como pasó con los Fariseos) que has dedicado toda tu vida a tratar de agradar a Dios, pero todo el tiempo has estado haciendo cosas que a la vista de Dios eran abominaciones? Alguien podría decir que no cree que eso sea posible, que Dios no rechazaría a una persona así. ¿Ves lo que esa persona hizo? Él ha basado su convicción sobre lo que agradaría a Dios en su idea de cómo es Dios. Es por esto, precisamente, que debemos comenzar con el carácter de Dios. Por eso, tuvimos que comenzar con los deleites de Dios consigo mismo.

Los Cimientos de la Esperanza para los Pecadores Desesperados.

En estos mensajes, vimos que Dios no tiene necesidades las cuales se pueda requerir que yo satisfaga. Dios no tiene deficiencias que yo pueda ser requerido a suplir. Él está completo en Sí mismo. Él desborda felicidad en compañía con la Trinidad. El resultado de todo esto es que Dios es un manantial, no un abrevadero. Un manantial se reabastece solo. Fluye y se abastece constantemente. Un abrevadero requiere de una bomba o de personas con baldes para ser llenado. Por lo tanto, se glorifica a un manantial al beber, no llevando el agua a la cima de la montaña para verterla en el. Y ya que así es Dios, no nos sorprende aprender de las Escrituras (y nuestra fe se fortalece para aferrarnos) que la forma de agradar a Dios es venir ante Él para obtener y no para dar, para beber y no para llevar agua.

Mi esperanza como un pecador desesperado que vive en el desierto de la injusticia se sostiene de la siguiente verdad bíblica: Dios se deleitará con la única cosa que tengo para ofrecer, mi sed. Es por eso que la soberana libertad y la autosuficiencia de Dios son tan preciadas para mí. Son los cimientos de mi esperanza en que Dios no se deleita con los recursos de las personas con baldes, sino que con la inclinación de los pecadores quebrantados para beber de la fuente de la gracia.

O, como dije la semana pasada,

No se deleita en la fuerza del caballo,
ni se complace en las piernas ágiles del hombre.
El Señor favorece a los que le temen,
a los que esperan en su misericordia.

En otras palabras, esta buena noticia indescriptible para los pecadores desamparados (que Dios no se deleita cuando le ofrecemos nuestra fuerza, sino cuando esperamos en las suyas), esta buena noticia que tanto necesito escuchar una y otra vez se basa firmemente en la visión de un Dios soberano, autosuficiente y libre. La razón por la que no fuimos directamente a la pregunta práctica de cómo puedo agradar a Dios es doble:

  1. Nuestros esfuerzos para deleitar a Dios se convertirán, seguramente, en autoexaltantes y legalistas si no tuviéramos esta visión de Dios.
  2. Nuestra esperanza en la gracia sobreabundante de Dios, simplemente, no resistirá si no está cimentada firmemente en la doctrina de Dios.

La Oración como Consecuencia de Nuestra Sed.

Hoy, vemos un texto que expande la buena noticia de las respuestas humanas que deleitan a Dios. Se podría decir que el texto de hoy es una aplicación específica o un resultado del texto de la semana pasada. El texto es Proverbios 15:8:

El sacrificio de los impíos
es abominación al Señor,
mas la oración de los rectos
es su deleite.

Mi esperanza es que el efecto de este mensaje no sólo será que te sientas alentado a orar, sino que, principalmente, que la naturaleza de Dios como fuente de gracia gratuita se reafirme, que Dios se deleita en mayor medida no con demandar cosas, sino que con satisfacer necesidades. La oración es su deleite, pues la oración muestra los alcances de nuestra pobreza y las riquezas de Su gracia. La oración es la maravillosa transacción donde la riqueza de la gloria de Dios se magnifica y donde se satisfacen las peticiones de nuestra alma. Por lo tanto, Dios se deleita con las oraciones de los rectos.

Ahora, meditemos en Proverbios 15:8 al hacernos algunas preguntas y al investigar por qué Dios aborrece los sacrificios de los injustos y se regocija por las oraciones de los rectos.

¿Cómo Puede un Sacrificio Ser una Abominación ante Dios?

Mi primera pregunta es la siguiente: ¿Cómo puede algo tan bueno como un sacrificio a Dios, algo que Dios ordenó en el libro de Levítico, volverse una abominación para el Señor? La primera parte de nuestro texto dice: "El sacrificio de los impíos es una abominación al Señor".

Dios se Enfoca en la Condición del Corazón.

La respuesta parece ser que un acto que es bueno en sí mismo puede volverse malo para Dios cuando se hace con la disposición interna incorrecta. Un acto externo que nos parece piadoso puede parecer horrible ante los ojos de Dios, pues viene de un corazón que está equivocado. Parece existir un principio implicado aquí, que sería algo como esto: la belleza de un acto es el resultado de la belleza interna y la maldad de un acto es el resultado de la maldad interna.

Debido a que Dios siempre mira el corazón (1 Samuel 16:7), Él siempre ve los actos resultantes no como los hombres los ven, sino como extensiones de lo que Él ve en el interior. Ya sean nuestros actos inmorales, como robar o adulterar, o sean morales, como ir a la iglesia y hacer servicio comunitario, todos serán abominables ante los ojos de Dios si nuestro corazón no es recto.

Pablo enseña lo mismo cuando dice en Romanos 14:23: "todo lo que no procede de fe, es pecado". Y Hebreos 11:6 enseña esto cuando dice: "Y sin fe es imposible agradar a Dios". De hecho, en Hebreos 11:4, se trata el mismo asunto del sacrificio que en Proverbios 15:8, en concreto, por qué Dios aceptó el sacrificio de Abel y no aceptó el de Caín. Esto se debe a que el sacrificio de Abel fue ofrecido por fe y el de Caín no. Y sin fe, un sacrificio no es un deleite para Dios, sino que es una abominación.

De manera que, respondo nuestra primera pregunta diciendo que la razón de que un buen acto (como un sacrificio) pueda ser una abominación para Dios es que Dios ve un acto como un resultado o una extensión de la condición del corazón. Si el corazón es impío, los actos que lleva a cabo, sin importar cuan piadosos o morales sean, son abominaciones para Dios.

Una Posible Objeción

Existe una posible objeción a esto. Una persona podría decir que cuando se lee a profetas como Isaías y Amós, la razón por la que Dios desprecia profundamente los sacrificios y las oraciones de los malvados no es su disposición interna, sino su comportamiento exterior cuando no están en el templo.

Por ejemplo, en Isaías 1:13, el profeta dice: "No traigáis más vuestras vanas ofrendas, el incienso me es abominación. Luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas: ¡no tolero iniquidad y asamblea solemne". Luego, en el versículo 15 (al final) y en el 16, Isaías dice por qué Dios se disgusta tanto con la adoración de Su gente: "Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad la justicia, reprended al opresor, defended al huérfano, abogad por la viuda".

Así que, ¿no se debe que Dios aborrezca los sacrificios de los impíos, simplemente, a que Él aborrece la inconsistencia de alguien que es sinvergüenza durante la semana y piadoso el domingo?

El problema con esta objeción es que no va al corazón del asunto. Sí, Dios aborrece la inconsistencia. Pero, cuando un impío viene ante Dios y hace un sacrificio con un corazón penitente, Él acepta su sacrificio. Ese es todo el propósito de la ofrenda de culpa. Una persona que ha estado llena de pecado durante la semana puede ser aceptada a través del sacrificio, cuando éste está acompañado de un corazón arrepentido.

De manera que, lo que Isaías realmente está diciendo es que la razón por la que Dios aborrece los sacrificios de los impíos es que ellos vienen ante el Señor con corazones que no están quebrantados por sus pecados y sin una intención real de abandonarlos. Y esta condición del corazón de testarudez e impenitencia es el por qué de que sus sacrificios sean una abominación para Dios.

Así que, creo que nuestra conclusión es se sostiene: los sacrificios de los impíos son una abominación porque Dios ve todos nuestros actos como extensiones o resultados del corazón y, cuando el corazón está mal, la acción está mal, ya sea secular o religiosa la persona.

¿Qué Es un Corazón Recto?

Mi segunda pregunta es: ¿Cuál es la esencia de la maldad de este corazón? O, más importantemente, ¿qué es lo opuesto de este corazón? ¿Qué hace que el corazón de una persona sea recto en vez de impío, para que sus oraciones deleiten a Dios en vez de ser abominaciones ante Él? Sólo mencionaré dos características del corazón recto.

El Corazón que Tiembla Ante la Palabra del Señor

El primer signo del corazón recto es que tiembla ante la palabra del Señor. Saco esto de Isaías 66, que trata el mismo problema de algunos que adoran a Dios en una forma que le agrada y otros que le adoran en una forma en que no le agrada. El versículo 3 describe a los impíos que le llevan sus sacrificios. Dice: "El que mata un buey es como el que mata a un hombre, el que sacrifica un cordero como el que desnuca un perro". En otras palabras, sus sacrificios son una abominación.

¿Por qué? El versículo 4 dice: "Porque llamé, mas nadie respondió, hablé, mas no escucharon". Sus sacrificios eran abominaciones para Dios, porque la gente estaba sorda a Su voz.

¿Pero qué hay de aquellos cuyas oraciones Dios sí escuchó? El versículo 2 dice: "Pero a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra". Así que, lo que concluyo de esto es que el primer signo de los rectos, cuyas oraciones deleitan a Dios, es que ellos tiemblan ante la palabra de Dios. Estas son las personas a las que el Señor mirará.

La oración de los rectos que deleita a Dios viene de un corazón que primero se siente precario en la presencia de Dios. Tiembla como Josías cuando escuchó la lectura de la ley de Dios, porque se siente tan lejos del ideal de Dios y tan vulnerable a Su juicio y tan indefenso y tan arrepentido de sus fallas.

Esto es justo lo que David dijo en el Salmo 51:17: "Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás".

Esto que dijo el Señor (a Salomón en 2 Crónicas 7:14) es la primera cosa que hace que una oración sea aceptable para Dios: "Si se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran ... entonces yo oiré desde los cielos".

De manera que, el primer signo del corazón recto, cuyas oraciones deleitan al Señor, es que se quebrante, que esté contrito, que se humille y que tiemble. En otras palabras, lo que hace que un corazón sea recto y lo que hace que las oraciones deleiten a Dios es un sentimiento de conciencia de nuestra tremenda necesidad de misericordia.

El Corazón que Confía en la Misericordia de Dios.

El otro signo de un corazón recto es la confianza en la voluntad y en el poder de Dios para mostrar misericordia. Salmos 4:5 dice: "Ofreced sacrificios de justicia y confiad en el Señor". Me baso en esto para decir que una parte esencial del corazón recto, cuyos sacrificios no son abominables, es la confianza.

Podemos cometer fácilmente el error de pensar que, cuando en el Antiguo Testamento se habla de "recto" o de "justo", no se refiere a nosotros, porque nosotros todavía somos pecadores. Pero los justos y los rectos no son perfectos. Son personas que confiesan sus pecados, los aborrecen y confían en que Dios los perdonará y los ayudará.

Uno de los mejores lugares para ver esto es el Salmo 32. Comienza con: "¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto!". Así que, el salmo trata de los pecadores perdonados, no de las personas perfectas. Al final, eso distingue los impíos de los justos y de los rectos. ¿Cuál es la diferencia? Versículos 10–11:

Muchos son los dolores del impío,
pero al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodeará.
Alegraos en el Señor y regocijaos, justos;
dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.

El versículo 10 contrasta al impío con aquellos que confían en el Señor. Luego, el versículo 11 los llama rectos de corazón. Y la palabra "rectos" es la misma que se utiliza en Proverbios 15:8.

Así, concluyo que existen, al menos, dos signos esenciales del corazón recto. En primer lugar, tiembla ante la palabra de Dios. Se siente precario e indefenso y con tremenda necesidad de misericordia. En segundo lugar, confía en la misericordia de Dios para perdonar, ayudar y sanar.

¿Por Qué se Deleita Dios con las Oraciones de los Rectos?

¿Por qué, entonces, se deleita Dios con las oraciones de los rectos? Él se deleita con las oraciones de los rectos por la misma razón por la que aborrece los sacrificios del impío: debido a que las oraciones de los rectos son la extensión y el resultado del corazón. Sin embargo, a diferencia del impío, el corazón del recto magnifica el poder y la gracia de Dios.

La oración del recto deleita a Dios porque expresa esas afecciones del corazón que llaman la atención sobre la completa suficiencia de Dios.

El texto de esta semana nos lleva un paso más allá que el de la semana pasada, cuando vimos en el Salmo 147:11 que el Señor se deleita con los que esperan en su amor. Hoy, vemos que el Señor se deleita con las oraciones que expresan esa esperanza. La razón de que nuestra esperanza agrade a Dios es que ella muestra que toda nuestra alegría viene de la recompensa de su gracia. Y la razón de que nuestras oraciones agraden a Dios es que ellas expresan esta esperanza que exalta a Dios.

Hay una cosa preciosa más allá de estas palabras, especialmente a la hora de la muerte, y es que tenemos a un Dios cuya naturaleza es tal que lo que le deleita no es nuestro trabajo para Él, sino nuestra necesidad de Él.

Un Llamado al Evangelio para Concluir.

Finalizo con este llamado al Evangelio: ¡glorifica al Dios que te creó! ¡Deleita el corazón del Dios que te ama! ¿Cómo? Acércate en oración al trono de la gracia, arrodíllate ante su majestuosa autoridad y, sobre tus rodillas, bebe del río de agua de vida que fluye desde el trono de Dios (Apocalipsis 22:1).

El Espíritu y la Novia dicen: "¡Ven!". Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida.

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