El dichoso deber del hombre

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English: The Joyful Duty of Man

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Por John Piper sobre El Evangelio
Una parte de la serie En Busca de la Dicha

Traducción por David Acuña Astorga

1 Corintios 10:31.

"Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios".

Hace dos semanas, comenzamos una serie de mensajes para explicar la base bíblica del nuevo tratado llamado "Quest for Joy" (La búsqueda de la dicha). La razón por la que hemos confeccionado este tratado es que el evangelio cristiano está lleno de buenas noticias maravillosas. ¡Es maravilloso saberlo y creerlo! Está hecho para todos. Todos lo necesitan, sin importar si lo saben o no. Y, si te preocupas por las personas, entonces querrás contarles estas buenas noticias.

Desarrollarse espontáneamente a partir de un profundo entendimiento.

Nuestra esperanza es que el tratado y los sermones te den una comprensión más firme de la verdad bíblica y te den una forma posible de hacerla más clara para los demás. Sin embargo, esta no es, de ninguna manera, la única forma de compartir el evangelio. La verdad de Dios se debe hacer lo más sencilla para las personas a través de miles de actos de amor y a través de palabras apropiadas para cientos de diferentes ocasiones. No obstante, muchos de nosotros hemos aprendido que la espontaneidad confiada que tenemos frente los no creyentes se origina a partir de raíces firmes y profundas en el entendimiento.

El retratista más creativo es aquel que se ha esforzado para dominar cómo dibujar un mentón, una nariz y una oreja. Cuando los aspectos básicos se convierten en una segunda naturaleza, entonces comienza la verdadera creatividad. Esto mismo ocurre en el evangelismo. Así que, por favor, no pienses que queremos que repitas como loro lo que se encuentra aquí. Queremos que lo captes con mucha profundidad. Queremos que se vuelva una segunda naturaleza en tu propia forma de ver la vida. Y, luego, queremos que cuentes las buenas noticias en amor (y si te ayuda utilizar el tratado, hazlo).

Cuando abres completamente el tratado, se ven seis verdades bíblicas escritas en letra negrita. Cada una tiene un versículo de la Biblia debajo de ella y, luego, un corto párrafo explicativo. Las seis verdades están en un orden muy definido, para que cada una necesite la que viene antes para que tenga sentido.

Hace dos semanas, nos concentramos en la Verdad #1: "Dios nos creó para Su gloria", basada en Isaías 43:7. En otras palabras, si vamos a hacer que el evangelio sea sencillo, la gente debe saber algo sobre el poder de Dios (Él es el Creador), algo sobre la grandeza de Dios (Él es glorioso, estupendo, genial, perfecto en toda forma) y algo sobre el propósito de Dios (Él quiere hacer que Su gloria sea conocida y admirada). Entonces, comenzamos diciendo: "Dios nos creó para Su gloria".

¿Por qué es importante comenzar con la gloria de Dios?

Déjame resumir por qué comenzar aquí es tan importante.

1. La centralidad de Dios.

Dios es la realidad central del universo. La Biblia dice que "Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre" (Romanos 11:36). Dice, refiriéndose a Dios: "aquel para quien son todas las cosas y por quien son todas las cosas" (Hebreos 2:10). El hombre no es el centro de todas las cosas, sino Dios. Si la verdad, al menos, no es un tema a considerar, el resto del mensaje del evangelio se moldeará para adaptarse a nuestro propio egocentrismo natural.

2. Romanos 3:23.

La próxima semana, cuando lleguemos al tercer punto del evangelio, Romanos 3:23 no tendrá sentido a menos que comencemos aquí con el propósito de Dios de ser glorificado. En Romanos 3:23, dice: "por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios". Ahora bien, ¿qué significa no alcanzar la gloria? ¿Por qué sería un problema a menos que hayas demostrado que Dios nos hizo para glorificarse a Sí mismo y que hemos fracasado en el mismo destino para el que fuimos creados? En otras palabras, no se puede entender la esencia del pecado a menos que se comience con Dios y Su gloria. Es por eso que las personas no se arrepienten como solían hacerlo. El pecado se ve como lo que nos hace miserables, no como lo que ofende la gloria de Dios. Nuestra visión actual del pecado es básicamente sicológica, no teológica. (Más de eso la próxima semana). Para saber qué es el pecado, debemos comenzar con Dios y Sus grandes propósitos.

3. La virtud de la cualidad de Dios de que todo gire en torno a Él.

Es crucial que demostremos que está bien que para Dios todo gire en torno a Él y no al hombre. Muchas personas están felices de dejar que Dios exista si Dios hace del hombre el valor más alto del Universo. Sin embargo, es crucial decir que Dios es el ser más valioso en el Universo. Nosotros somos secundarios. Y, dado que Dios es el valor más importante del Universo, sólo es justo y apropiado que sea honesto respecto de esto: que Él nos lo dice y que, por nuestro propio bien, Él busca nuestro amor y admiración.

A veces la gente pregunta "¿Por qué está bien que Dios busque Su gloria, pero está mal que nosotros busquemos nuestra gloria?". ¿Por qué nosotros seríamos vanidosos y Dios estaría en lo correcto? La respuesta es que la justicia de Dios y nuestra justicia son exactamente las mismas. Dios es justo y estima en mayor medida lo que es más valioso en el Universo, que es, en concreto, Él mismo. Nosotros somos justos para estimar en mayor medida lo que es más valioso en el Universo, que es, en concreto, Dios. No hay ninguna inconsistencia aquí.

La justicia significa tener una respuesta correcta a lo que es infinitamente glorioso y perfecto. Y Dios es eso. Para que nosotros seamos justos, debemos amar a Dios con nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas. Para que Dios sea justo, Él debe amarse a Sí mismo con Su corazón, Su alma, Su mente y Sus fuerzas también. De otra forma, Él sería un idólatra. Le estaría ofreciendo devoción suprema a algo que no tiene un valor supremo.

Lo que veremos la próxima semana es que la raíz del problema de nuestra naturaleza humana es que no queremos que Dios sea Dios. Nosotros queremos ser Dios. Y una evidencia clara de esto es cuán rara es la visión bíblica de Dios centrada en Sí mismo y cuán difundida está la visión antibíblica de Dios centrada en los hombres. Repito que es crucial que pongamos la verdad sobre la mesa de que Dios nos creó para Su gloria y que es razonable y justo que Dios haga eso.

4. El propósito de nuestra existencia.

Es útil comenzar con el propósito de Dios en la creación, porque eso nos dice por qué estamos en la Tierra, y el sentido común dice que, si sabes de qué se hizo una cosa, puedes sacar más de ella. Eso es verdad en tu vida. Si sabes que una cortadora de césped se utiliza para cortar el césped y no como ventilador, tu vida será mucho más feliz. Y si supieras que estás hecho para la gloria de Dios, harías mejor uso de eso y serías más feliz.

Eso nos lleva a la Verdad #2.

Todo ser humano debería vivir para la gloria de Dios.

Por supuesto, la Verdad #1 y la Verdad #2 están relacionadas muy estrechamente, pero no son lo mismo. La Verdad #1 comienza con Dios y describe Su diseño final para crearnos. La Verdad #2 pasa del diseño de Dios a nuestro deber. Leamos el texto y el párrafo explicativo.

Apelación a las Escrituras y a la razón.

"Entonces, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31).

Si Dios nos hizo para Su gloria, es claro que deberíamos vivir para Su gloria. Nuestro deber proviene de Su diseño. ¿Qué significa glorificar a Dios? Significa amarle (Mateo 22:37), confiar en Él (Romanos 4:20), estar agradecidos de Él (Salmos 50:23) y obedecerle (Mateo 5:16).

Ahora bien, en este punto, se podría apelar a las Escrituras (a los versículos mencionados) o a la razón (o sentido común), dependiendo de cuánto tienes en común con alguien.

¿Qué pasa si alguien rechaza la Verdad #1?

Déjame alentarte a que no te atasques en ninguna de estas verdades si alguien rechaza la verdad. No pienses que la única forma de convencer a una persona de la verdad del Cristianismo es moverse lógicamente de una premisa a otra. Esa no es la forma en que la mayoría de las personas funcionan.

Supongamos que, después de que le compartas la Verdad #1 a una persona, ésta te dice: "No me lo creo. Ni siquiera creo que exista Dios. La teoría de la evolución hace que toda esa habladuría de un diseño y un propósito divinos no tenga sentido". ¿Qué deberías hacer? ¿Deberías darte por vencido porque no puedes hacer que esté de acuerdo con la primera verdad básica?

¡No! Lo que deberías decir es algo como esto: "Está bien, entiendo que no estés de acuerdo con la primera verdad. Pero, ¿me escucharías y me dejarías intentar darte el panorama completo para que puedas formarte un juicio basado en cómo todo encaja?". Entonces, continúas con las verdades #2 y #3, y así sucesivamente.

La razón de esto es que la mayoría de nosotros no abrazamos una idea o una causa porque hayamos resuelto todas sus premisas y las hayamos probado lógicamente, una por una, desde la más básica. La mayoría de nosotros abrazamos una idea o una causa (¡o una persona!), porque todo el asunto o una parte crucial de él hace que se nos encienda la luz. Nos da un destello de perspicacia. Hace clic con las cosas que ya sabemos. Tiene sentido a partir de cosas que antes eran confusas o problemáticas.

En otras palabras, si puedes hacer que una persona vea todo el panorama (las seis verdades), puede ser que algo en las cinco verdades restantes toque la fibra sensible con tanta fuerza que haga que esa persona reconsidere su rechazo a la primera. O puede ser que, despúes (a veces mucho después), una experiencia devastadora le abra a reconsiderar la verdad de estas cosas. Si le has mostrado todo el panorama a una persona, el Espíritu Santo puede, luego, aplicar cualquier parte a la necesidad de esa persona. Y si esa persona tiene una copia para guardar, mucho mejor. Nunca creas que has hablado la verdad de Dios en vano. Nunca es en vano.

Entonces, continúa explicando la Verdad #2. Aquí hay una forma de hacerlo.

El amor de Dios y Su mandato a glorificarle a Él.

La Verdad #1 decía que Dios nos hizo para reflejar, demostrar o manifestar Su gloria. Se supone que vivamos como espejos bien pulidos de la verdad de Dios para el mundo. O como prismas que toman los rayos de la grandeza de Dios y los descomponen en una gran variedad de colores, para que el mundo la vea en nuestras acciones y palabras (Efesios 3:10; Mateo 5:16).

A eso debería dedicar su vida todo hombre, mujer y niño. Para eso vivimos. Ese es nuestro deber. O se podría decir que esa es la ley de Dios.

Sin embargo, para algunas personas (para la mayoría), las palabras "deber" y "ley" no son palabras agradables. Tienden a sonar opresivas y onerosas. De esta forma, Dios no suena tan amoroso, no parece que Él tenga nuestro interés en Su corazón. Quizás, está tan interesado en Su gloria que no contamos para Él, salvo como esclavos que trabajan para Él.

Ese tipo de objeción tiene que resolverse. Y no es difícil hacerlo. Se resuelve al hacerte esta pregunta: Si Dios es perfecto, completo, todopoderoso, infinitamente grande y glorioso, y no nos creó para satisfacer sus necesidades, porque Él no tiene necesidades, entonces, ¿cómo se glorifica a un Dios así?

No al trabajar para Él como un esclavo. Eso daría la impresión de que Él es débil o deficiente. No al encogerse de miedo en incertidumbre ante Su poder. Eso daría la impresión de que Él es inestable, caprichoso o cruel.

¿Cómo se glorifica a un Dios glorioso en todo?

¿Cómo se glorifica a un Dios todopoderoso, perfecto, infinitamente hermoso, infinitamente sabio, infinitamente poderoso y rebosante? Aquí puedes utilizar los textos en el tratado o puedes utilizar ilustraciones de la vida cotidiana.

Por ejemplo, si quieres glorificar una hermosa pintura, no sientes que es una carga trabajar para mejorarla. Simplemente, lo disfrutas, lo amas. Hablas de eso entusiasmadamente con tus amigos. O, si alguien cocina un plato maravilloso y lo sirve ante ti, ¿cómo glorificas su excelencia? No al ponerte tu delantal e ir a la cocina para hacer un par de platos más o para añadir algunas especias. No. Glorificas un plato perfecto al comer mucho, al sentirte satisfecho y al decir "aaah". En otras palabras, si es tu deber glorificar algo infinitamente hermoso y maravilloso, eso no es una carga. Es un placer. De hecho, cuando lo tomas como un placer, demuestras que es un tesoro.

O supongamos que tu deber es glorificar la resistencia de una nueva aleación de metal que sostiene un puente. ¿Cómo se hace? No al trabajar duro para proporcionar soportes extra, sino que al subirte a tu auto con toda tu familia y confiar en el puente con toda tu vida mientras manejas tranquilamente a través de él sin ninguna ansiedad. Se glorifica la resistencia al confiar en ella, no al trabajar para complementarla. De manera que, el deber de glorificar el poder no es una carga. Es un placer relajante.

O supongamos que tu deber es glorificar la generosidad de alguien. Supongamos que alguien es tan rico y tan generoso que desborda su amor, generosidad, gracia y amabilidad hacia ti. ¿Cómo glorificarías esa cualidad de él? No al tratar de retribuirle lo que te dio. Eso convertiría su amabilidad en un acuerdo comercial. Convertiría su regalo gratuito en un intercambio comercial. Ojo por ojo. Eso no glorificaría el bien de su generosidad. No. La forma de glorificar su generosidad y su amabilidad es ser generoso y genuino con tu gratitud y tus acciones de gracias. Y eso no es una carga. Si te dan un regalo de mil millones de dólares, no te quejas del deber para sentirte agradecido. Es un placer, no un aprieto.

Finalmente, supongamos que tu deber es glorificar la gran sabiduría de alguien. Digamos que es la sabiduría de tu entrenador (si estás en algún equipo) o de tu consejero (si estás en algún tipo de terapia). La respuesta es que no se glorifica su sabiduría al tratar enérgicamente de ayudarle a descifrar la respuesta de un problema. Se glorifica su sabiduría al hacer lo que él dice. Si quieres demostrar que tu entrenador es realmente sabio, corres y sigues sus instrucciones sin dudar ni refunfuñar. Si quieres glorificar la sabiduría de tu consejero, realizas las tareas que te asigna sin dudar ni refunfuñar. En otras palabras, la obediencia evidente glorifica la gran sabiduría. Y esto no es una carga (1 Juan 5:3).

Dios se glorifica más en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en Él.

¿Entiendes lo que esto significa? Significa que Dios es amor. Significa que, cuando Él nos creó para su gloria, también nos creó para nuestro gozo. ¿Cómo así? Debido a la forma en que Él busca ser glorificado en nosotros al satisfacernos en Él. Las buenas noticias del Cristianismo es que Dios es el tipo de Dios que se glorifica más en nosotros cuando nosotros estamos más satisfechos en Él.

Al compartir la verdad del Cristianismo, la Verdad #1 es que Dios nos creó para Su gloria. La Verdad #2 es que este es, por lo tanto, el deber de todo hombre, mujer y niño: vivir para la gloria de Dios. Y lo más maravilloso es que este deber no es una carga. Es libertad y gozo. Se glorifica la belleza y excelencia de Dios al amarlo y encontrar deleite en Él. Se glorifica el poder de Dios al confiar en Él, a pesar de todas las cosas amenazadoras y duras que existen en tu vida. Se glorifica la bondad, la generosidad, la amabilidad y la gracia de Dios al desbordarnos de gratitud. Y se glorifica la sabiduría de Dios al obedecer su consejo. Y todos saben que esto no es una carga. No es una ley dura. Esto es amor.

Dios es un Dios de infinito amor porque Su voluntad es compartir todo lo que es con nosotros para nuestro gozo y Su gloria.

Este fue el comienzo maravilloso de la verdad cristiana. Y, luego, algo sucedió. Abordaremos las verdades #3 y #4 la próxima semana: "Gozo intercambiado" y "Gozo perdido".


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