Gozo intercambiado y gozo perdido

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Por John Piper sobre El Evangelio
Una parte de la serie En Busca de la Dicha

Traducción por David Acuña Astorga

1 Corintios 2:14.

Lo que estamos haciendo en esta serie de mensajes es desdoblar la verdad bíblica que hará que las buenas noticias de Jesucristo sean entendibles. Cabe notar que no estoy diciendo que podemos hacer que se entienda. La Biblia dice en 1 Corintios 2:14 que "el hombre natural (la persona que no está abierta al Espíritu Santo) no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente".

Podemos hacerla entendible, no hacer que se entienda.

En el último análisis, no hacemos que alguien entienda la verdad del evangelio. Es posible estar tan en contra de una idea en tu corazón que ésta se vuelve una mera necedad en tu cabeza. Muchos sicólogos conductuales han demostrado que todos somos propensos a no ver lo que no queremos ver. Y, de la misma forma que la voluntad puede hacer que veamos selectivamente (¡sólo lo que queremos ver), también puede hacer que entendamos selectivamente. Si nos oponemos a una idea de una manera suficientemente fuerte, nuestra voluntad puede crear una atmósfera intelectual que hace que el entendimiento de esa idea sea prácticamente imposible.

Esto implica dos cosas a la hora de compartir la verdad del Evangelio.

  1. Implica que el trabajo del Espíritu Santo es absolutamente esencial. Puede eliminar la oposición profunda a la verdad y abrir la mente a considerarla honestamente.
  2. Implica que debemos hacer todos los esfuerzos posibles para hacer que el Evangelio sea entendible y atractivo. El Espíritu Santo coordina su trabajo de convicción con nuestro trabajo evangelístico. No abre los corazones de los hombres y mujeres que no tienen una verdad inentendible para mirar. Tiene trabajo que hacer con el ablandamiento interno del corazón y nosotros tenemos trabajo que hacer para entregar externamente una verdad inentendible.

Lo que debemos hacer para hacer entendible la verdad.

Ahora bien, para hacer entendible la verdad del Evangelio, especialmente en nuestros días, en nuestra cultura, tenemos que comunicar 1) algo acerca de Dios y de Sus propósitos, 2) algo acerca de los seres humanos y de nuestros deberes y 3) algo acerca del pecado y de sus consecuencias. Sin estas cosas, la muerte de Jesús por los pecadores, simplemente, no sería entendible. Se moldeará a una porción bíblica que no incluye el marco de los propósitos de Dios, los deberes de los hombres y la naturaleza del pecado y sus consecuencias.

Hace tres semanas, hablamos de la Verdad #1 e intentamos mostrar que el propósito final de Dios en la creación era demostrar Su gloria. Este es el valor más grande en el Universo. La semana pasada, hablamos de la Verdad #2 e intentamos mostrar que el deber de todos los seres humanos es vivir para la gloria de Dios. Nuestro deber proviene del diseño de Dios.

La semana pasada, mostré que, aún cuando este deber tiene la fuerza vinculante de una ley divina, no está diseñado para ser una carga o para ser opresivo. Se requiere amar, confiar, agradecer y obedecer a Dios para glorificarle. Sin embargo, amar a una Persona que es infinitamente amable, confiar en una Persona que es infinitamente confiable, agradecer a una Persona que es infinitamente generosa y obedecer a una Persona que es infinitamente sabia NO son trabajos difíciles. Son libertad, cumplimiento y gozo. Satisfacen el alma y glorifican el carácter de Dios. Dios se glorifica más en nosotros cuando nosotros más satisfechos estamos en Él. Él recibe la gloria. Nosotros, el gozo. Así se supone que sea.

Sin embargo, hoy debemos enfrentar una tercera verdad que hace entendible el Evangelio. La Verdad #3 es ésta: "Todos hemos fracasado en glorificar a Dios como deberíamos".

Ahora bien, Jesús dijo en Juan 16:8 que el Espíritu Santo vendría al mundo para convencerlo de pecado. Creo que puedo hacer que el pecado se entienda esta mañana. Pero no puedo hacer que tu corazón se quebrante por él. Necesitamos orar para que lo que tenga que decir de aquí en adelante tenga el mismo efecto que el mensaje de Pedro en Hechos 2.37: "Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron... ¿qué haremos?".

Todos hemos fracasado en glorificar a Dios como deberíamos.

Romanos 3:23 dice: "por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios". Primero que todo, cabe notar la palabra "todos". Aquí no hay excepciones (ver Romanos 3:9–12, 19; Efesios 2:3). Todos estamos incluidos. Predicadores y prostitutas. Billy Graham y Genghis Khan. El presidente Bush y Ted Bundy. Corrie Ten Boom y Al Capone. La mejor persona y la peor persona en las que puedas pensar están incluidas aquí. Por cuanto TODOS pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.

La segunda cosa que cabe notar es la conexión entre el pecado y el no alcanzar la gloria de Dios. Pecar acarrea no alcanzar la gloria de Dios. Esto es muy importante a la hora de compartir el Evangelio.

La profundidad y la esencia de nuestra depravación.

Si le dices a un no creyente estadounidense promedio, respetuoso de la ley, esforzado, con conciencia cívica y humanitario que necesita a Jesús porque es una mala persona, él tendrá una docena de argumentos a mano para demostrarte que no lo es. Mencionará su honestidad, sus deberes cívicos, sus hijos educados y bien vestidos, sus contribuciones caritativas, etc.

¿Cuál es el problema aquí? El problema es que Dios falta en esta ecuación. Lo más importante del Universo no se toma en cuenta, que es, en concreto, la gloria de Dios. Se ignora la Persona más importante. La razón por la que necesitamos a Jesús no se debe a que no hemos alcanzado la bondad de un hombre, sino a que no hemos alcanzado la gloria de Dios. El problema es cómo hemos tratado a Dios, no a un hombre.

Es por esto que las verdades #1 y #2 son vitales. Preparan el escenario para mostrar cuán terriblemente pecadores somos. Dios nos hizo para Su gloria. Por lo tanto, es nuestro deber, como sus criaturas, vivir para Su gloria al amarle, al confiar en Él y al obedecerle. ¿Pero qué hemos hecho?

El problema entre nosotros y Dios no es si hemos satisfecho a los hombres, sino que si hemos desdeñado completamente el valor infinito de la gloria de nuestro Creador. Y lo hemos hecho. Todos lo hemos hecho.

"No alcanzar la gloria de Dios".

Uno de los pasajes de las Escrituras que hace más sencillo esto es Romanos 1:22–23. Es útil recordar que Romanos 1:23 es una buena explicación de Romanos 3:23. Tengo escrito esto debajo de la Verdad #3. Leamos esa parte.

¿Qué significa "no alcanzar la gloria de Dios"? Significa que ninguno de nosotros ha confiado en Dios como deberíamos Ninguno de nosotros le ha obedecido como deberíamos. Hemos confiado en nosotros mismos. Nos hemos desviado de sus mandatos. Pensamos que conocíamos una mejor forma. En Romanos 1:21–23, dice: "Pues aunque conocían a Dios, no le honraron como a Dios ni le dieron gracias... y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen".

Esto es lo que significa no alcanzar la gloria de Dios: intercambiarla por algo más. Dios nos ofrece la gloria de Su belleza, de Su fuerza, de Su generosidad y de Su sabiduría para que nosotros podamos disfrutarla y nosotros la despreciamos y nos enamoramos de las cosas que Él ha hecho. Él se ofrece para ser nuestro tesoro infinito y nosotros lo tranzamos por un placer secundario.

La razón por la que necesitamos un Salvador.

La razón por la que necesitamos un Salvador no se debe a que hemos ofendido las leyes de los hombres, sino a que hemos insultado a Dios. Hemos profanado Su nombre con nuestra indiferencia, con nuestra falta de confianza, con nuestra ingratitud y con nuestra desobediencia.

Cuando el profeta Ezequiel quería dejar en claro la grandeza del pecado de Israel, dijo:

"Así dice el Señor Dios: 'No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el Señor', declara el Señor Dios". (Ezequiel 36:22–23).

Es por esto que necesitamos un Salvador. Esto es lo que hace entendible la cruz. La gravedad de nuestro pecado no se debe a que hemos ofendido las leyes de los hombres, sino que a que hemos desdeñado el honor de Dios, a que hemos degradado su valor, a que hemos menospreciado Su grandeza, a que hemos deshonrado Su nombre y a que hemos profanado Su gloria. Y, con todo esto, hemos intercambiado nuestro gozo por la calle sin salida del juicio.

Lo que nos lleva a la Verdad #4-

Todos nosotros estamos sujetos a la justa condenación de Dios.

Hoy, a algunos de nosotros nos indigna pensar en bebés inocentes en úteros que son masacrados con máquinas succionadoras y fórceps. Algunos se enfurecen con las violaciones y con los asesinatos de decenas de jóvenes mujeres. A algunos les provoca ira el Apartheid y la discriminación racial. Algunos se indignan ante la destrucción de nuestro medioambiente. Yo espero que tú estés en alguna de esas categorías.

Pero ahora pruébate a ti mismo. ¿Crees que la degradación a Dios implícita en nuestra falta de confianza, de obediencia y de gratitud y en nuestra indiferencia es un crimen mayor o menor que los anteriores mencionados?

Una ofensa infinitamente condenable.

Un crimen es malvado y condenable en directa proporción al valor del agredido, por lo que no hay castigo por palmear a un mosquito. Sin embargo, si matas perros con el mismo desprecio, puedes meterte en problemas. Y estarás en problemas más graves si haces lo mismo con caballos. Cuando agredes a una persona, tu culpa aumenta de la misma forma en que el valor de una persona es mayor al de un animal.

Así es cuando agredes la gloria de Dios. Dado que Dios es infinitamente más grande e infinitamente más valioso que los seres humanos, una agresión contra su valor es malvada y condenable en mayor medida. Y, por lo tanto, es justo y correcto que Dios condene a las personas a condenación eterna.

El horror de la condenación eterna.

Jonathan Edwards dijo: "La doctrina, de hecho, es horrible y espantosa y, aún así, es de Dios". El Señor Jesús mismo es el que hizo el mayor esfuerzo para ayudarnos a librarnos del horror del Infierno. En repetidas ocasiones, lo menciona como un lugar de fuego. En Mateo 5:22, dice: "cualquiera que diga: 'Idiota', será reo del infierno de fuego". En Mateo 18:9, dice: "Te es mejor entrar en la vida con un solo ojo, que teniendo dos ojos, ser echado en el infierno de fuego". En Marcos 9:47–48, dice: "Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere y el fuego no se apaga". Al menos cuatro veces, Él dijo que habría "llanto y crujir de dientes".

Juan dijo, en Apocalipsis 14:10, que el vino del furor de Dios sería vertido puro en la copa de Su ira y que el humo del tormento ascendería por los siglos de los siglos, y ellos no tendrían descanso, ni día ni noche. Pablo dijo, en 2 Tesalonicenses 1:9, que aquellos que rechazaran el Evangelio "sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder".

Todos hemos sido creados para la gloria de Dios. Es nuestro deber vivir para la gloria de Dios. Todos hemos intercambiado Su gloria por hierba que se seca. Y todos seríamos excluidos de esa gloria si no fuera por Jesús, que vino al mundo para reivindicar la gloria de Dios y para salvar a los pecadores. De eso hablaremos la próxima semana.

Un llamado urgente en el cierre.

Sin embargo, la gloria de Dios, el amor de Cristo y la nostalgia de mi corazón me obligan a cerrar este servicio con un llamado urgente. Si no estás confiando en Jesucristo para el perdón de tus pecados y para el cumplimiento de todas Sus promesas, entonces la ira de Dios permanece sobre ti en esta mañana (Juan 3:36). Y no querrás abandonar esta habitación bajo esa condena.

La Biblia dice que Jesús "nos libra de la ira venidera" (1 Tesalonicenses 1:10). Dice: "Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús" (Romanos 8:1). Dice: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna" (Juan 3:36). "Pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que le invocan; porque: todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo" (Romanos 10:12–13). "Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados" (Hechos 3:19). "Cree en el Señor Jesús, y serás salvo" (Hechos 16:31). "Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida" (Apocalipsis 22:17).

Te invito a hacer eso ahora mismo, mientras estamos reverentes y en silencio e invito a todos los creyentes a orar y reafirmar su lealtad a Cristo.


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