La Vid Verdadera

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English: The True Vine

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Por Ligonier Ministries Staff sobre Jesucristo
Una parte de la serie Tabletalk

Traducción por Javier Matus


“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador” (Juan 15:1).
- Juan 15:1

Continuando con el Discurso de Despedida, Jesús habla a los once mientras se acerca la hora de Su muerte. Como vimos ayer, el ministerio de Jesús se centra ahora en los discípulos. Junto con esto viene un nuevo énfasis con respecto a Su relación con Su pueblo. Cristo se presenta a Sí Mismo cada vez más como siendo uno con ellos, asegurándolos de Su presencia y desafiándolos a permanecer en Él —sin quien la vida abundante como el nuevo Israel sería imposible.

Es durante este discurso de despedida donde llegamos a la séptima declaración de “YO SOY”, “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1). Para que Jesús llegara a ser el Mediador para su pueblo, Él tuvo que llegar a estar tan identificado con ellos para que cuando usted vea a Jesús, también vea a Su pueblo. La vid, como una metáfora hortícola, demuestra la identificación de Jesús. La Biblia dice en el Salmo 80 e Isaías 5 que Israel es la vid y Dios es el labrador. Cuando Jesús dice: “Yo soy la vid verdadera” Él realmente está diciendo: “Yo soy el verdadero Israel.” Él está diciendo que Él es la encarnación de todo lo que Israel debería ser. “Debería ser”, porque, como es bien sabido, Israel no ejecutó fielmente su misión como representante de Dios. Sus pecados y la falta de arrepentimiento le impidió ser un testigo fiel (véase Sal. 80 e Isa. 5 otra vez). Pero Jesús no es así. Él es el verdadero Israel, y Él ejecuta fielmente todos los propósitos de Dios.

Jesús continúa explicando que Él es la vid cuyos pámpanos deben dar frutos o serán quitados por el Padre (Juan 15:2). Los pámpanos que sí dan fruto se limpiarán para aumentar su rendimiento (15:2). Los pámpanos de la vid verdadera, como los pámpanos de una vid de uva, deben ser limpiados para que la cosecha sea más abundante. Jesús es la vid y nosotros los pámpanos (15:5). A través de las dificultades, la disciplina y el sufrimiento, somos limpiados para que nuestro fruto sea cada vez más abundante y más dulce. El Padre nos limpiará, si permanecemos en Cristo. Los que no permanecen son los pámpanos que se echan fuera (15:6).

Si permanecemos en Cristo y llevamos fruto, podemos saber que somos verdaderamente Suyos. Algunos son echados fuera porque no son Suyos —tratan de unirse a Cristo sin permanecer en Él a través de la fe. Pero aquellos que llevan fruto son Suyos, y han sido limpiados por Él (15:3). No serán echados fuera. Los que no dan fruto son sólo madera muerta y nunca fueron realmente parte de la vid desde el principio.

Coram Deo

Sabemos que el hombre es justificado por la fe, pero la fe que justifica nunca está sola. La Biblia una y otra vez nos dice que la verdadera fe tiene evidencias de sí misma en el fruto de las buenas obras. Examine su fe para ver si está produciendo buenas obras y dé gracias a Dios por la limpieza que Él hace para producirlas.

Pasajes para Estudio Adicional

Sal. 80
Isa. 5
Ef. 2:8-10
Sant. 2:14-17


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