La belleza en lo ocupado
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Ministerio Pastoral
Traducción por Yenis Figuereo
A menudo, me llega el pensamiento de que así es como quiero pasar mi vida. Así es como voy a ganarme la vida y mantener a mi familia. Asi es como tengo que usar mis mentales y comunicativos dones. Esto es lo que debo buscar, memorizar y conocer. Esto es lo que tengo que enseñar a otros. Esto es lo que debo capacitar a otros para enseñar a los demás. Esto es lo que soy. Esto es lo que hago. Soy un ministro del evangelio de Jesucristo. No hay honor más grande y, aparte de mi propia salvación, ninguna alegría le puede competir.
Vivo cada día con un profundo sentido de privilegio. Llevo conmigo una realización de la esplendida misión, que he sido elegido para ser embajador del Rey de reyes para toda la vida. He sido llamado para contar su historia, la más grande historia jamás contada. Y no solamente contarla una vez; tengo que decirla una y otra vez. De hecho, he sido llamado para nunca dejar de decirla y nunca dejar de capacitar a otros para contarla. Nunca voy a tener una entrevista personal con el Presidente o ser recibido en la corte de un rey. Nunca voy a ser rico o internacionalmente famoso. Pero yo soy un portavoz del Rey de reyes y repartiré sus riquezas cada día entre los pobres.
Este es el gozoso misterio de mi vida, para lo he sido elegido y dotado, y oro (rezo) con regularidad para que el ardor del ministerio no me haga perder esa alegría. ¿El gozo da color a su ministerio? ¿Esto tranquilamente lo reclama y lo defiende contra el cansancio o la amargura? La belleza de lo que ha sido llamado a hacer se pierde en el ajetreo de su agenda y la repetitividad del deber? ¿Celebra su corazón incluso cuando los días son largos?
Encuentro entre la humildad y la alegría
Pero hay otro tema del corazón que debe vivir al lado e interactuar recíprocamente con la alegría del ministerio. Es la humildad en el ministerio. Mi celebración no debe hacer que me olvide de mi necesidad. Si presto atención, el ministerio rápidamente revelará que eso para lo cual he sido llamado a dar a otros, también lo necesito. Como estoy diciendo la vieja, vieja historia a los demás, tengo que decírmela una y otra vez a mí mismo. Como estoy estudiando los caminos de la gracia, debo aplicar las verdades de la gracia a mí mismo. Como me dispongo a predicar la gracia a otros debo hacer una pausa y adorar, reconociendo que tal gracia me incluye a mí. Al acoger a otros para llevarlos a confesión y arrepentimiento ante Salvador de la gracia, tengo que hacer lo mismo una y otra vez.
Mi sensación de privilegio por lo que he sido llamado a hacer nunca debe degradarse en el orgullo de pensar que soy especial o diferente. Necesito el rescate que ofrezco a otros. Esto significa que he sido elegido para contar la historia de Dios y representar su gracia, no porque sea digno de la misión o esté a la altura, sino porque EL es. Él es capaz de tomar a las personas en necesidad de rescate y emplearlos como instrumentos útiles de su rescate. Él es así de grande, y su gracia es así de poderosa.
Por eso, cuando comience un nuevo año de ministerio, guarde su gozo. No deje que nada aquiete el festejo de lo que ha sido llamado a hacer. Y como está festejando, recuerde que usted no solamente predica a los necesitados; usted también está necesitado. Y recuerde que tanto usted como su gente, están siendo entrados a comunión personal con Aquel que está a la altura de la misión.
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