La crianza de los hijos: Nunca es una interrupción
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Paul Tripp sobre Crianza de los Hijos
Traducción por Yenis Figuereo
La crianza de los hijos es todo acerca de vivir el principio de “la espontaneidad preparada”. Usted realmente no sabe que es lo próximo que va a ocurrir. Usted realmente no sabe cuándo tendrá que hacer cumplir una orden, intervenir en una discusión; señalar el mejor camino frente a una equivocación, recordar a alguien la verdad, pedir perdón; llevar a confesión a alguien, señalar a Jesús, restaurar la paz, sostener a alguien responsable; explicar un principio de sabiduría, dar un abrazo de amor, sonreírle en la cara a la adversidad; ayudar a alguien a realizar una tarea, mediar en una discusión; detenerte con alguien y orar; ayudar a alguien a ver su corazón o hablar una vez más sobre lo que significa vivir juntos en una comunidad de amor.
Lo que sí sabemos es que las Escrituras le dan la sabiduría que usted necesita y su Mesías siempre-presente, le da la gracia necesaria para estar listo para responder en esos momentos de oportunidad que EL le dará. Junto con esto, usted y yo debemos recordar que nuestro Señor ama a nuestros hijos más de lo que podría y que su compromiso para con su crecimiento y cambio es más fiel y perseverante que el nuestro. Por causa de esto, en su gracia y amor, El fabricará los momentos que exponen los corazones necesitados de nuestros hijos hacia nosotros. El fielmente empleará esos pequeños momentos de la vida diaria para exponernos - y a nuestros hijos-, sus necesidades de rescate y de gracia perdonadora. Y El no hará esto solo en los momentos que usted considere apropiado y cuando usted se sienta más preparado.
Permítame darle un ejemplo: Habíamos planeado un día en un parque local de atracciones con nuestros hijos. Anticipaba un día de felicidad familiar en el parque de diversiones. Tenía la esperanza de que durante este día, mis hijos fueran educados y que si Dios me enviaba una esposa completamente santificada, eso sería genial!. Bien, estamos saliendo del vehículo en el parque y uno de mis hijos dice: “ Papá, nos puedes dar algo de beber, antes de entrar al parque? No parecía una solicitud peligrosa. Así que, abrí la nevera que estaba repleta de bebidas sin alcohol y todos mis hijos se lanzaron sobre la lata de refresco que sabían era la mejor. Inmediatamente estalló una guerra nuclear mundial. Se apretaban y empujaban, se agarraban y tiraban, lanzándose hielo unos a otros, diciendo palabras desagradables y golpeando de manera impropia, las manos de otros. No lo podía creer. No estábamos aún en el parque y mi día estaba completamente arruinado!
Así que salté y dije: Quieren pelear? Nosotros no tenemos que pagar todo este dinero para verlos pelear. Nos iremos a casa, pondré la nevera en el patio trasero con un refresco en ella y podrán pelear para siempre! De pronto mis hijos ya no peleaban más porque veían la multitud reuniéndose mientras me perdía en el estacionamiento del parque temático.
Vamos a analizar lo que está pasando en este momento y que está pasando dentro de mí. Lo que sucede es que un Dios de gracia toma un momento mundano de la vida diaria de la familia y lo utiliza para hacer algo maravilloso para mis hijos y para mí. Él hace visible la condición de sus corazones para producir la preocupación en mí, con la esperanza de causar conciencia y deseo de cambio en ellos. Pero en ese momento, yo no estoy del todo animado con lo que Dios está haciendo. Como ve, yo no estoy enojado en el estacionamiento porque mis hijos son pecadores. No!, estoy enojado porque Dios ha expuesto sus pecados, y como EL lo hace, yo tengo que abandonar mi agenda del día y criarlos! Todo parece como una enorme carga, una molestia con la que yo no quería lidiar.
Pero la realidad es diferente desde la perspectiva de Dios. El pecado, la debilidad, la rebelión, o el fracaso de nuestros hijos nunca son una carga en su crianza. Nunca es una interrupción. Nunca es una molestia. Siempre es gracia. Dios ama a nuestros hijos. El los ha puesto en una familia de fe, y en su gracia implacable El revelará sus necesidades una y otra vez, de modo que usted pueda ser su instrumento de conciencia, convicción, arrepentimiento, fe y cambio. Y porque en esos momentos El le pide que abandone su agenda por El; esta oportunidad de gracia no es sólo para tus hijos, es para ti también.
Pero mi problema es que hay momentos en los que tiendo amar mi pequeño reino más de lo que amo a Dios. Así que estoy impaciente, desalentado, irritado, no porque mis hijos hayan roto las leyes del reino de Dios, sino porque han roto las mías. En mi reino no hay crianza de los hijos en los días de vacaciones de la familia, o cuando estoy leyendo el periódico en mi iPad, o después de las diez de la noche, o durante una buena comida, o. . . Y podría seguir. Y cuando estoy enojado por interrupciones en los planes de mi reino, hay cuatro cosas que suelo hacer:
- Tiendo a convertir el momento de ministerio dado por Dios en un momento de ira.
- Hago esto porque he personalizado lo que no es personal. (Antes de que nosotros fuéramos para el parque de diversiones ese día, mis hijos no conspiraron para volverme loco en el estacionamiento.)
- Debido a que he personalizado lo que no es personal, soy contradictorio en mi respuesta. (No es que estoy actuando para mis hijos, pero actúo contra ellos porque están en el camino de lo que quiero.)
- Entonces termino conformándome con soluciones coyunturales que en realidad no llegan al meollo del asunto. (Ladro y ordeno, inculco culpa, amenazo con un castigo y me alejo, y mis hijos están completamente inalterados con el encuentro)
Hay una mejor forma. Comienze orando para que Dios le dé ojos nuevos; ojos que estén más enfocados en su eterna obra de gracia que en tus planes momentáneos. Esta mejor manera también incluye la búsqueda de Dios para un corazón flexible y dispuesto, listo para abandonar su agenda por el grandioso plan de Dios. Y esto se vive con la confianza de que Dios está en usted, con usted, y para usted y le dará lo que necesita para que pueda enfrentar con valor y gracia, el tiempo de crianza que usted no sabía que vendría.
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