La maldición del fracaso sacerdotal

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English: The Curse of Priestly Failure

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Por John Piper sobre Ministerio Pastoral
Una parte de la serie Malachi: The Sun of Righteousness Will Rise

Traducción por Karla Alvarado


Malaquías 2.1–9
Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este mandamiento. Si no escucháis, y si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos— enviaré sobre vosotros maldición, y maldeciré vuestras bendiciones; y en verdad, ya las he maldecido, porque no lo habéis decidido de corazón. He aquí, yo reprenderé a vuestra descendencia, y os echaré estiércol a la cara, el estiércol de vuestras fiestas, y seréis llevados con él. Entonces sabréis que os he enviado este mandamiento para que mi pacto siga con Leví—dice el SEÑOR de los ejércitos. Mi pacto con él era de vida y paz, las cuales le di para que me reverenciara; y él me reverenció, y estaba lleno de temor ante mi nombre. La verdadera instrucción estaba en su boca, y no se hallaba iniquidad en sus labios; en paz y rectitud caminaba conmigo, y apartaba a muchos de la iniquidad. Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos. Pero vosotros os habéis desviado del camino, habéis hecho tropezar a muchos en la ley, habéis corrompido el pacto de Leví —dice el SEÑOR de los ejércitos. Por eso yo también os he hecho despreciables y viles ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos y hacéis acepción de personas en la ley.

La semana pasada hablamos sobre la maldición de la adoración descuidada, y Malaquías dirigió su palabra en contra de los sacerdotes en el templo. El versículo 6 dice: “Y si yo soy señor, ¿dónde está mi temor? —dice el SEÑOR de los ejércitos a vosotros sacerdotes que menospreciáis mi nombre”.

Pero el sentido que se percibe al leer el texto de la semana pasada es que no sólo los sacerdotes, sino también el pueblo ofreciendo una adoración descuidada. Por ejemplo, en el capítulo 1, versículo 14, el Señor dice: “¡Maldito sea el engañador que tiene un macho en su rebaño, y lo promete, pero sacrifica un animal dañado al Señor!” Esto no es sólo un problema de los sacerdotes; por todo Israel, el pueblo amaba el lucro, por lo que traían los restos inservibles de su negocio a Dios.

En qué se relaciona esta palabra con nosotros

En el texto de hoy, Malaquías se centra directamente en los sacerdotes. El versículo 1 dice: “Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este mandamiento”.

El arcaísmo del sacerdocio

Antes de adentrarnos en el texto, preguntémonos la relevancia que esto tiene para nosotros. ¿Quiénes son los sacerdotes de hoy? O, ¿hay alguno? El Nuevo Testamento no utiliza el término sacerdote para describir a un pastor o anciano de la iglesia. No hay sacerdocio oficial en la iglesia del Nuevo Testamento y la razón de esto es muy clara: Jesucristo mismo se ha convertido en nuestro sacerdote permanente, y el sacerdocio del Antiguo Testamento está obsoleto. Hebreos 7:23-25 dice,

Los sacerdotes anteriores eran más numerosos porque la muerte les impedía continuar, pero El conserva su sacerdocio inmutable puesto que permanece para siempre. Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de El se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.

Cristo es ahora el único sacerdote entre Dios y nosotros. La razón de esto es que su sacrificio fue definitivo y su vida es indestructible (7:16).

Pero cuando Cristo apareció como sumo sacerdote … y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna. (Hebreos 9:11-12)

Así que el sacerdocio del Antiguo Testamento se sustituye una vez por todas con el ministerio sacerdotal de Jesús, la ofrenda de sí mismo como el sacrificio final por el pecado, y la intercesión por nosotros en el cielo. No hay sacerdocio oficial en la iglesia del Nuevo Testamento.

Minimización del sacrifico de Cristo hecho una vez para siempre

Por lo tanto, siempre que encuentre un énfasis en el sacerdocio del clero, allí también encontrará que se minimiza el sacrificio de Cristo hecho una vez para siempre. Por ejemplo, en la Iglesia católica el sacerdocio oficial es muy importante, ya que la misa es un verdadero sacrificio. El pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo y se ofrecen a Dios para el perdón de los pecados. Este sacrificio repetido en la iglesia exigía un sacerdocio oficial para administrar los sacrificios como en el Antiguo Testamento se tenía un sacerdocio oficial para ofrecer los sacrificios de animales.

Sin embargo, tanto la misa como el sacerdocio clerical minimizan y distorsionan el sacrifico de Cristo hecho una vez para siempre en el Calvario. La verdad se pierde o se reduce al mínimo que no hay más sacrificio por el pecado, la muerte de Cristo una vez para siempre es suficiente para perdonar a todos los que creen, y por eso no hay más sacerdocio oficial en el Nuevo Testamento; se acabó la ofrenda sacerdotal de sacrificios, Cristo le puso fin.

Toda la Iglesia como un sacerdocio santo

En cambio, Pedro llama a toda la Iglesia un “sacerdocio santo” (1 Pedro 2:5 ) y un “real sacerdocio” (1 Pedro 2:9), y Juan dice que Cristo hizo de toda la Iglesia un reino y sacerdotes para su Dios y Padre (Apocalipsis 1:6). Esto significa que Cristo ha abierto el camino para que todos nosotros lleguemos directamente a Dios a través de él. No necesitamos ningún mediador humano. Podemos caminar con Cristo, nuestro sumo sacerdote, directo al lugar santísimo donde habita Dios y hallar gracia para la ayuda oportuna (Hebreos 4:16).

Así que no hay sacerdocio oficial en la iglesia del Nuevo Testamento. No hay líderes de la iglesia llamados sacerdotes a causa de su oficio en la iglesia. Pero esto plantea la pregunta: ¿hubo otros deberes que los sacerdotes tenían en el Antiguo Testamento, además de ofrecer sacrificios por el bien del pueblo, deberes que, efectivamente, se puedan continuar en el Nuevo Testamento?

El deber sacerdotal de enseñar y guiar

La respuesta es un sí. Vea Malaquías 2:7, “Pues los labios del sacerdote deben guardar la sabiduría, y los hombres deben buscar la instrucción de su boca, porque él es el mensajero del SEÑOR de los ejércitos”.

En otras palabras, los sacerdotes eran maestros. Esta parte de su ministerio se continúa en la iglesia del Nuevo Testamento. Efesios 4:11 dice que Cristo dio a la iglesia pastores y maestros para equipar a los santos para la obra del ministerio. Primera de Timoteo dice que deben haber vigilantes aptos para enseñar (3:2), y que algunos de los ancianos de la iglesia han de trabajar en la predicación y la enseñanza (5:17; cf. Tito 1:9).

Así que esta parte de los deberes de los sacerdotes de Israel se continúa en los ancianos de la iglesia del Nuevo Testamento; ellos son los responsables de enseñar y guiar a la iglesia. Pero nunca se les llama “sacerdotes” pues implicaría demasiada semejanza con el oficio del Antiguo Testamento. Los pastores no ofrecen sacrificios por el perdón de los pecados en la misa o de cualquier otra forma. Nosotros no le ofrecemos a Jesucristo al pueblo durante la misa, sino que los dirigimos hacia la obra final y todopoderosa de la cruz, y al Jesucristo viviente e intercesor por medio de la Palabra de Dios. Somos maestros y predicadores por encima de todo.

Así que mi conclusión es que Malaquías 2:1-9 es muy importante para nosotros porque el fracaso sacerdotal del que habla Malaquías tiene que ver sobre todo con sus deberes como maestros y ejemplos morales para el pueblo. ¡El fracaso que advierte sería igual un fracaso hoy en día!

Cuatro razones para preocuparse por el ministerio pastoral

Pero ahora surge la pregunta: ¿por qué debe usted (que no es pastor) estar interesado en dos mensajes sobre los fracasos y los éxitos del ministerio pastoral? Existen al menos cuatro razones.

  1. Voy a morir algún día y esta congregación tendrá que llamar a otro pastor que predique. La mayoría de las iglesias no están muy preparados para esto ya que no se les ha enseñado la visión bíblica del ministerio pastoral.
  2. Usted debería estar orando a diario por el liderazgo pastoral de la iglesia. Pero no se puede orar con confianza y poder si usted no sabe lo que la Biblia enseña sobre los errores y los propósitos del ministerio pastoral.
  3. Usted debería tener a sus pastores como los responsables de cumplir con la visión bíblica del ministerio pastoral. Esto es compatible con un espíritu de sumisión hacia el liderazgo de la iglesia como lo comanda Hebreos 13:17. Esto significa que es la iglesia y no el clero quienes son la última instancia de apelación en materia de orden y disciplina (Mateo 18:17; 1 Corintios 5:4). Pero no puede tener a los lideres como responsables de cumplir con su deber si usted no conoce la enseñanza bíblica de lo que es ese deber.
  4. Es de gran estímulo para el pastor cuando el pueblo responde a su ministerio con comprensión, cuando existe una visión común profunda compartida de por qué se hace lo que hace. Pero ese tipo de respuesta profunda y alegre simplemente no es posible salvo que el pueblo aprenda lo que es la visión bíblica de la vocación pastoral.

Así que espero que hayamos sentado la base para los mensajes de esta y la próxima semana, es decir, la base de por qué este texto sobre los sacerdotes del Antiguo Testamento es relevante para los pastores de hoy y por qué incluso los no pastores deben preocuparse por lo que enseña.

La prevalencia del fracaso sexual entre los pastores

Claro está que he excluido lo que podría ser la razón más obvia del porqué un texto que trata sobre el fracaso pastoral es relevante hoy en día, a saber, que hay mucho de ello, en especial sobre el fracaso sexual.

Esta semana estuve leyendo un ensayo de Erroll Hulse, un pastor bautista en Liverpool, Inglaterra, en el que decía:

Es un hecho morboso y deprimente que cuando se trata de adulterio hay demasiadas víctimas entre los pastores. Los ministros son tan vulnerables como los demás. No hay ningún área, país, o denominación que sea inmune. El daño causado en cada caso es irreparable: la ruptura, respecto al ministerio, es final. Este es un tema de mal gusto, pero no podemos eludirlo. El asunto exige de un tratamiento fiel. Aquel que piensa estar firme, mire que no caiga. (The Preacher and Preaching, ed. Samuel Logan, pp 75-76).

Y justo esta semana estaba hablando por teléfono con otro pastor en la BGC quien había predicado recientemente para un colega. Durante la serie de reuniones, salieron a caminar juntos y discutieron este tema con gran seriedad. Unas semanas después de que mi amigo regresara a su propia iglesia, recibió esa noticia de que su amigo pastor fue obligado a renunciar por un romance con una mujer de la iglesia, a pesar de que le había mirado a los ojos y nunca se lo confesó.

El mayor peligro de la deserción doctrinal

Lo que vemos hoy en el colapso moral del ministerio no es el peor fracaso sacerdotal. Mucho más devastador para la iglesia, y a largo plazo, es la deserción doctrinal de miles de pastores lejos de la autoridad y suficiencia de las Escrituras y lejos de la verdad bíblica.

Cuando terminó el Avivamiento en Nueva Inglaterra en la década de1740, hubo pastores que reaccionaron en contra del calvinismo de este gran avivamiento y se volvieron hacia el Arminianismo. Luego, dirigidos por Charles Chauncy, un congregacionalista de Boston, se pasaron al unitarismo y universalismo.

Y usted todavía puede ver hasta el día de hoy, 200 años después, el aspecto glacial de la salida de esta doctrina en el estado de la iglesia de Nueva Inglaterra. ¡Ojalá Charles Chauncy sólo hubiera cometido adulterio! ¡Si tan sólo ese fuera nuestro único problema hoy en día! ¡No se deje engañar! Los escándalos pastorales de nuestros días no son el mayor peligro para la iglesia. El gran peligro es la minimización del profundo compromiso espiritual a la verdad y a la doctrina bíblica.

Cuando Dios predijo la ruina de su pueblo Israel en el libro de Amos, dijo que la hambruna que les destruiría sería hambre de la Palabra de Dios:

He aquí que vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra del SEÑOR. Ellos irán errantes de mar a mar, y desde el norte hacia el este, correrán de aquí para allá buscando palabra del SEÑOR, pero no la hallarán.

Este es el fracaso sacerdotal más devastador, y ese es al que Malaquías más le preocupa. Así que vayamos al texto y veamos cómo Malaquías trata este problema del fracaso sacerdotal.

Fracaso en comparación con éxito

Malaquías compara en el capítulo 2:1-9 el fracaso de los sacerdotes de su época con los éxitos de los primeros sacerdotes de la historia de Israel. En los versículos 2, 8 y 9, Malaquías menciona cinco fracasos, y en los versículos 5, 6 y 7 describe lo que es un sacerdocio exitoso.

Creo que tendremos tiempo de abarcar en esta mañana dos de los fracasos sacerdotales más profundos, los dos que se mencionan en el versículo 2. Y el próximo domingo veremos directamente los otros versículos para completar la visión del verdadero ministro de la Palabra.

Versículos 1-2:

Y ahora, para vosotros, sacerdotes, es este mandamiento. Si no escucháis, y si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos— enviaré sobre vosotros maldición, y maldeciré vuestras bendiciones.

Dos fracasos sacerdotales profundos en Malaquías

Se mencionan dos fracasos sacerdotales. En primer lugar, la incapacidad de escuchar a Dios, y en segundo lugar, la incapacidad de sentir una carga en el corazón para la gloria de Dios.

1. Incapacidad para escuchar a Dios

“Si no escucháis … te enviaré maldición sobre vosotros”. Un gran peligro para el ministerio pastoral es que la voz de Dios en la Escritura puede ser ahogada por otras voces. Una de las cosas más aterradoras en el ministerio es la posibilidad de que algún día despertemos, leamos las sagradas escrituras y no escuchemos nada por parte de Dios.

¿Por qué es esto tan terrible? Debido a que la última línea del versículo 7 dice que el ministro de la Palabra es “el mensajero del SEÑOR de los ejército”. Hay una diferencia entre una conferencia sobre el significado de los textos antiguos, y un mensaje por parte del Señor de los ejércitos. Dios ha designado a los predicadores en la iglesia no sólo para dirigir los debates, explicar los problemas, o analizar los textos, sino para anunciar un mensaje a su pueblo. Y no se puede anunciar lo que no se oye.

Una vez escuché a W.A. Criswell de First Baptist Dallas citar a los laicos de su iglesia. Ellos dijeron: “Pastor, sabemos lo que dicen los editorialistas, sabemos lo que dicen los comentaristas, y sabemos lo que los economistas y los políticos dicen. Lo que queremos saber de usted es, ¿QUÉ TIENE DIOS PARA DECIR?”

“Si no escucháis - dice el SEÑOR de los ejércitos - … enviaré maldición sobre vosotros”.

2 . Incapacidad de sentir una carga para la Gloria de Dios

El segundo fracaso sacerdotal en el versículo 2 es la incapacidad de sentir una carga en el corazón para la gloria de Dios. “Si no decidís de corazón dar honor a mi nombre —dice el SEÑOR de los ejércitos— enviaré sobre vosotros maldición”.

Note con mucha atención el uso de las palabras. La cuestión no es sólo si la gloria de Dios es el tema explícito de la unificación de la doctrina del ministerio y de la predicación, sino si hay en su corazón una carga para ver a Dios glorificado. “Si no decidís de corazón [ponerlo en su corazón] para dar gloria a mi nombre ...”.

La congregación se debe preguntar, ¿no es más que una parte de su teología, sino también la pasión de su alma? ¿Viene la gloria de Dios antes que la aprobación y alabanza de su pueblo? ¿Viene antes que el desarrollo profesional? ¿Viene antes que la recompensa económica y el bienestar material? ¿Viene de nuevo a él una y otra vez, como cual aguja de una brújula hacia el imán de la verdad, o como una veleta de viento hacia el cielo? ¿Sale en privado como en público, en la oración y la predicación, en el juego así como en el estudio?

¿Qué podría ser más importante en llamar a un pastor, o en orar por un pastor, o tener al pastor responsable que de “se quedó en el corazón - que pesa en su corazón - para glorificar el nombre de Dios?”

Cierro con esta advertencia: deseen esa clase de pastor, amen la Palabra de Dios y la gloria de su nombre, y oren por ese tipo de pastor hasta que tengan esa clase de pastor, para la gloria de nuestro gran Dios y Salvador. Amén.


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