Las mujeres fuertes se ríen de los días venideros
De Libros y Sermones BÃblicos
Por Tessa Thompson sobre Mujeres
Traducción por Ana M Burger
Cuando tenía dieciséis años, el futuro me parecía sombrío. Debido a una rara enfermedad neurológica que tenía comencé a perder la audición, cuando recibí el diagnóstico la pérdida progresaba mucho más rápido de lo que había imaginado. Mi mundo de reuniones sociales e ingenio coqueto de repente se convirtió en un mundo de incomodidad social y silencio.
Quizás lo peor que estos cambios actuales fue la dolorosa realidad de que las cosas empeorarían. Pasar por la escuela secundaria era una cosa, pero ¿y el matrimonio? ¿y qué hay de la maternidad? ¿y qué pasa con todas las cosas que yo quería hacer que serían obstaculizadas por la sordera?
Alrededor de esta época, una amiga me presentó a Proverbios 31:25: "La fuerza y la dignidad son su vestimenta, y ella se ríe de los tiempos que vendrán". Cuando miré a este futuro aparente, quise llorar; pero aquí había una mujer piadosa que miraba hacia el futuro, a las incógnitas, a las pruebas, y todo; y simplemente se reía. Y esta risa no fue una risa llena de dudas, como la de Sara, de incredulidad (ver Génesis 18). Esta risa fluía en una mujer fuerte y sabía que temía al Señor (Proverbios 31: 25-30).
Esta era la risa que necesitaba, y esta fue la risa que comencé a perseguir.
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Una visión valiente de mujeres fuertes
Las mujeres tendemos a preocuparnos de todo. Nos preocupamos por cosas triviales y cosas no tan triviales.
¿Mi atuendo es apropiado para el evento? ¿Está mi hijo de dieciséis años seguro al volante? ¿Saldrá mi hijo de sus debilidades sociales? ¿Cocine suficiente comida para la cena de la fiesta?
Y es por eso que esta visión valiente de una mujer llena de risa y temerosa de Dios es tan bellamente convincente e inspiradora para nosotros. Sabemos que somos propensos a la ansiedad y las preocupaciones, y sin embargo deseamos glorificar a Dios superando esas cargas con una firme confianza en el Señor.
Pero también vivimos en una cultura feminista, de sigue tus sueños, de hazlo tú mismo, que nos dice que debemos superar la debilidad y perseguir el ideal, todo mientras dependemos del poder ficticio del yo. Y aunque nosotras, como mujeres cristianas, podemos rechazar estos conceptos mundanos, con mucha facilidad pueden introducirse en nuestros pensamientos cuando nos encontramos en circunstancias que nos provocan miedo e interrumpen la felicidad.
Esto no me paralizará. Solo mira: ¡voy a vencer esto!
Sé exactamente cómo solucionar este problema, y estoy plenamente convencida de que mi conocimiento alterará esta circunstancia.
Sin duda, esta no es la voluntad de Dios, y voy a orar hasta que vea un cambio.
Hay una confianza en estos pensamientos, pero no una confianza en Dios. Existe la apariencia de fuerza, pero no es una fuerza derivada del Todo Poderoso. Esta mujer puede estar riendo, pero cuando sus circunstancias no cambian y la respuesta a sus inoportunas oraciones es bastante diferente de lo que ella pidió, la risa cesará.
Ríe como tu padre
¿Cómo, entonces, una mujer piadosa sigue sonriendo, incluso riéndose, cuando alcanza ese inevitable momento de debilidad, dándose cuenta de que el doloroso presente y, sin duda, el futuro desconocido, están fuera de su control?
Ella ríe como su padre.
- Estarán los reyes de la tierra, Y príncipes consultarán unidos contra el Señor y contra su ungido, diciendo: "Separemos sus cadenas y echemos de nosotros sus cuerdas." El que está sentado en los cielos se ríe; el Señor se burlará de ellos. (Salmo 2: 2-4)
Dios se ríe de sus enemigos porque sabe quién es. Y su hija se ríe de sus pruebas, conocidas y desconocidas, porque ella también conoce a su Dios.
Satisfecha en su soberanía
Una risa piadosa y llena de fe no proviene de una mujer que solo confía en su perseverancia o que es valiente en sus oraciones; más bien, esta risa proviene de una mujer que es sólida en su teología y por lo tanto satisfecha en la soberanía de Dios. Es una risa que no proviene de un intento orgulloso y que confía en si misma para de no permitir que nada se interponga en su camino; más bien, es una risa humilde y confiada en Dios que se retira en silenciosa sumisión y esperanza.
"Bienaventurados todos los que se refugian en él", concluye el salmista (Salmo 2:12). En otras palabras, los felices, los que sonríen y ríen, no son quienes aseguran para sí mismos una vida sin pruebas, sino los que se encuentran seguros descansando en los brazos de Dios que tiene el poder de sostener y proteger a sus amadas, incluso en medio de las pruebas. La alegría y paz de la mujer no provienen de circunstancias cambiantes, sino de la constancia de su Dios inmutable.
Mis circunstancias no cambiaron continué perdiendo la audición hasta que estuve completamente sorda a los 21 años.
Durante años, oré fervientemente por sanidad. Oh, cómo oré, yo sabía que iba a suceder, y me reí ante esta enfermedad humillante que me alteraba la vida, completamente segura de que mis oraciones implacables y llenas de fe serían recompensadas con la respuesta que anhelaba. Pero, ¿cuál fue la fuente de mi risa? Al menos hasta cierto punto, vino de una confianza en lo que sabía que Dios iba a sanarme debido a mis oraciones.
Bendito sea el nombre
Diez años después, mi enfermedad neurológica ha provocado frecuentes dolores de los nervios, empeorando la parálisis facial y una gran cantidad de preocupaciones sobre cómo las cosas podrían desenvolverse en el futuro.
Pero ahora lo sé. Una mujer que se ríe de los días venideros necesita tener una confianza firme y segura, no en lo que puede soportar, sino en quién será su Dios en medio de las pruebas que se encuentra. E incluso en el momento más profundo de dolor, se hará eco de las palabras de Job cuando una sonrisa llena de lágrimas se forma en sus labios: "Jehová dio, y Jehová quitó; bendito sea el nombre del Señor "(Job 1:21).
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