Lleno del Espíritu

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LLENO DEL ESPÍRITU

Efesios 5:18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu.

El apóstol Pablo manda en Efesios 5:18 que seamos llenos del Espíritu. Por tanto, hoy quiero intentar responder a dos preguntas. ¿Qué significa ser lleno del Espíritu? Y, ¿cómo podemos ser llenos del Espíritu? Creo que sería más fácil seguirme si sabéis a dónde voy desde un principio, así que empezaré con mis conclusiones y luego doy el fundamento bíblico. Yo creo que ser lleno del Espíritu básicamente significa tener un gran gozo en Dios. Y como la Biblia nos enseña que “el gozo de Jehová es nuestra fuerza” (Nehemía 8:10), también significa que habrá poder en este gozo para superar pecados y tener valor para testificar. Pero, básicamente, significa gozo radiante, porque el Espíritu que nos llena es el Espíritu de gozo que fluye entre Dios el Padre y Dios el Hijo debido al deleite que tiene el uno en el otro. Por tanto, ser lleno del Espíritu significa ser atrapado en el gozo que fluye entre la Trinidad y amar a Dios el Padre y a Dios el Hijo con el mismo amor con el que ellos se aman. Y luego, para responder a la segunda pregunta, la manera de ser lleno del Espíritu es confiar que el Dios de la esperanza realmente reina – que ni un pájaro cae a la tierra si no es por su voluntad (Mateo 10:29) – y que Él gobierna el mundo para ti y para todos los que confían en su palabra. Al creer esto, serás lleno del Espíritu Santo y de gozo.

Con la difusión del Pentacostalismo en este país y en el tercer mundo ha habido muchas discusiones sobre las frases del Nuevo Testamento “lleno del Espíritu” y “bautizado en el Espíritu”. Por eso, hoy, siento la obligación de no sólo interpretar Efesios 5:18 en su contexto inmediato sino también orientar lo que digo en una enseñanza del Nuevo Testamento más amplia.

¿Qué significa “Bautizar en el Espíritu Santo"?

La frase “bautizar en (o con) el Espíritu Santo fue aparentemente acuñado por Juan el Bautista. En los cuatro evangelios consta que dice “Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.” (Mateo 3:11, Marcos 1:8, Lucas 3:16, Juan 1:33). Los únicos escritores en el Nuevo Testamento que hace referencia a la frase “Bautizar en el Espíritu” son Lucas en el libro de los Hechos y Pablo en 1 Corintios. Lucas hace referencia a esta frase dos veces, citando a Juan ambas veces (Hechos 1:5, 11:16), y Pablo hace esta referencia una vez (1 Corintios 12:13). Pero no creo que Pablo y Lucas usaban esta frase para referirse a la misma cosa. Para Pablo es virtualmente sinónimo a regeneración o de nacer de nuevo (conversión). Para Lucas es fundamentalmente lo mismo que ser lleno del Espíritu y se refiere a esa primera experiencia.

Intentaré demostrar brevemente por qué creo esto. Primero, nunca debemos suponer que una frase particular significa exactamente lo mismo cada vez que aparece en las Escrituras. Una buena interpretación permite una palabra o frase tener el significado que el contexto inmediato demanda. Lo que realmente importa en las Escrituras no es que una frase tenga el mismo significado siempre cuando aparezca sino que la realidad que la frase describe no contradice otras descripciones de la realidad en la Biblia. Así que Pablo y Lucas no tienen por qué dar la frase “bautizado en el Espíritu” el mismo sentido.

Pablo utiliza la frase una vez. Dice en 1 Corintios 12:12,13: Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Según esta referencia, Pablo considera el bautismo del Espíritu como el hecho por el cual el Espíritu nos hizo miembros del cuerpo de Cristo. Estábamos alejados de Dios, ajenos a Cristo (Efesio 2:12) pero luego vino el Espíritu Santo y nos trajo vida al unirnos al Cristo viviente y de esa manera a su gente en un solo cuerpo. Esto es un hecho producido una vez por todo. No se repite, y en ningún sitio Pablo (o Lucas) amonesta a un cristiano para ser bautizado en el Espíritu. Sin embargo, parece que Lucas quiere decir algo diferente con esa frase, a saber, algo esencialmente igual a ser lleno del Espíritu, lo cual no es un hecho producido una vez por todo (para Lucas y para Pablo) sino algo que ocurre continuo y repetidamente. La prueba de esto viene del libro de los Hechos. En Hechos 1:4,5 Lucas relata que Jesús, justo antes de ascender al padre, mandó a sus apóstoles que se quedaran en Jerusalén y esperaran la promesa del Padre, la cual “oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” Esto es una clara referencia al día del Pentecostés. Pero cuando llegó el día del Pentecostés en capítulo 2, mira como lo describe Lucas:

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Jesús prometió en capítulo 1 que serían bautizados con el Espíritu y Lucas describe el cumplimiento de esta promesa en capítulo 2 como la llenura del Espíritu Santo. Aún así sabemos de Hechos 11:15-17 que Lucas ve el día del Pentecostés como un bautismo con el espíritu. Allí relata como Pedro describió su predicación a los gentiles en casa de Cornelio:

Cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?

Así que este posterior derramamiento del Espíritu sobre los gentiles (en Hechos 10:44) es comparado con el primer derramamiento pentecostal, y los dos se describen como bautismo en el Espíritu. Por tanto, Lucas ve lo que pasa tanto como un bautismo en el Espíritu como una llenura del Espíritu. Ya que Lucas se refiere más tarde a que los discípulos fueron llenos de nuevo (hechos 4:8, 31; 13:4) pero nunca dice que fueron bautizados de nuevo, me parece que para Lucas “bautismo en el Espíritu” se refiere a la primera vez que una persona que confía en Cristo es llena del Espíritu. No creo que Lucas compara “bautismo en el Espíritu” con la regeneración como lo hace Pablo. Eso significaría que todos los apóstoles que, con la ayuda de Dios, había confesado que Jesús era el Cristo (Lucas 9:20; Mateo 16:17) y le había visto en vida tras su resurrección y Él les había abierto sus mentes para entender las Escrituras (Lucas 24:25), de hecho fueron muertos en transgresiones y pecados y esclavizados a la carne durante todo el tiempo que estaban con Jesús hasta la mañana de Pentecostés. Si preguntáramos a Lucas “¿es esto lo que quieres decir?” Yo creo que diría “Oh no, ya habían nacido por el Espíritu, de la misma manera que todos los santos del Antiguo Testamento, pero todavía no habían experimentado por completo lo que Dios podría hacer a través de ellos por Su Espíritu. Pero ahora que Cristo ha venido y a través de su muerte y resurrección ha comprado las bendiciones de Dios, es el propósito de Dios llamar a todo su pueblo a experimentar la plenitud del Espíritu Santo.” Lo que Lucas quiere decir con ser bautizado en el Espíritu es cuando una persona experimenta esta plenitud del Espíritu Santo por primera vez. Y es diferente de Pablo quien yo creo utiliza la frase para referirse a la regeneración (nacimiento nuevo o el momento de la conversión).

Relacionado con la Teología Pentecostal

Ahora nos encontramos en el centro de la controversia carismática, y quiero intentar resolver algunos asuntos y hacerte conocer mi punto de vista y por qué yo creo que esta postura es bíblica. Lo que sí está claro hasta ahora es que si alguien te pregunta “¿has sido bautizado en el Espíritu?” tu primera respuesta debería ser “¿a qué te refieres con bautismo en el Espíritu?” Podríamos evitar tantas discusiones si empezáramos por definir nuestros términos. Supón que la definición que tenía era esta: “Bautismo en el Espíritu Santo es una experiencia que tiene con Dios tras tu conversión en la cual el Espíritu Santo te llena de tal manera que tu corazón estalla y empiezas a hablar en lenguas (un tipo de habla clamoroso o idioma desconocido)”. Entonces, ¿qué responderíamos? Algunos de nosotros diríamos “Sí, he experimentado eso”. Otros dirían “No, nunca he hablado en lenguas.” Pero ambos diríamos “¿pero sabes, esa definición de bautismo en el Espíritu no es bíblica.” No hay argumento que valga en el libro de los Hechos que Dios pretende que el bautismo en Espíritu siempre sea seguido por el habla en lenguas. Y Pablo enseña en 1 Corintios 12:10 que Dios no da el don de lenguas a todo el mundo. Ser bautizado en el Espíritu Santo puede o no resultar en la glossalalia (hablar en lenguas) y, por tanto, hablar en lenguas no es necesariamente parte de la definición que Lucas o Pablo da del bautismo en el Espíritu.

Quiero enfatizar aquí que no rechazo la validez del don de lenguas para nosotros en la actualidad. Está mal insistir en que es una parte necesaria del bautismo en el Espíritu, pero no está mal insistir en que es una parte posible de esa experiencia hoy en día. Cuando yo iba en el instituto escuchaba al Sr. DeHaan en la radio. Estaba en mi habitación una mañana escuchando sus argumentos, partiendo del Nuevo Testamento, que Dios pretendía que los llamados dones de señal, como hablar en lenguas y milagros y sanidad, cesaran a finales de la era apostólica, y que por tanto no serían válidos en el día de hoy. Y recuerdo que pensaba, siendo tan joven, “Sr. DeHaan, esos argumentos no valen. Todo lo que muestras es que si no hay don de lenguas en el día de hoy es que habrá alguna razón para eso. Pero nada que has dicho demuestra que Dios pretende acabar con esos dones antes del fin de esta era”. Y ahora después de 20 años de estudios bíblicos y amistades con creyentes carismáticos lo diré con más seguridad todavía: No rechacemos o despreciemos ningún don de Dios, ni siquiera el hablar en lenguas.

Pero ahora volvemos a la persona que preguntaba si has sido bautizado en el Espíritu. Si utiliza la definición de Pablo y lo que quiere decir es “¿Has sido unido a Cristo por el Espíritu para que seas parte de su cuerpo (1 Corintios 12:12)?” – entonces la respuesta de todos los creyentes debería ser “Sí, he sido bautizado en el Espíritu”. Si utiliza la definición de Lucas y lo que quiere decir es “¿Alguna vez has sido tan lleno del Espíritu que rebosas de gozo, obtuviste victoria sobre pecados que antes no dejaban de acosarte y tenías fuertes ganas de testificar?” – entonces la respuesta debería y podría ser “Sí” para todos los cristianos, pero probablemente no lo sería. El apóstol Pablo nos enseñó que hay niños en Cristo, y contrastó el niño en Cristo con una persona espiritual (1 Corintios 3:1). Ahora bien, tanto Lucas como Pablo estarían de acuerdo en que lo que este niño nuevo en Cristo necesita es un derramamiento del Espíritu en su vida. Pablo llamaría esta experiencia “ser llenado” con el Espíritu. Lucas estaría de acuerdo, pero luego también hubiese llamado esta primera experiencia de llenura del Espíritu el “bautismo en el Espíritu Santo”. Así que aunque Pablo y Lucas utilizan la frase “bautizado en el Espíritu” de diferentes maneras ven la necesidad del hombre y la acción de Dios como prácticamente lo mismo. Tal vez deberíamos mencionar otra clasificación de algunas enseñanzas pentecostales. Muchas veces nos instan buscar una “segunda bendición” o una segunda experiencia del Espíritu tras nuestra experiencia inicial al convertirnos. Hay que decir dos cosas. Primero: la bendición de la llenura (o bautismo) del Espíritu Santo puede ocurrir en el momento de la conversión y no dejar nada más que buscar más que su preservación y crecimiento o repetición. Segundo: aunque uno no experimenta la llenura del Espíritu en el momento de la conversión, lo que hay que buscar no es una “segunda bendición” como si esa experiencia fuera el final de nuestra búsqueda espiritual. Lo que deberíamos buscar (y esto vale para todos los cristianos) es que Dios derrama su Espíritu sobre nosotros de manera tan completa que nos llenamos de gozo, victoria sobre el pecado, y con ganas de testificar. Y las maneras en las que nos lleva a esa plenitud probablemente son tan diferentes como lo son las personas. Puede ocurrir en una experiencia revuelta de éxtasis y hablando en lenguas. Puede venir a través de una crisis de sufrimiento en la que te entregas por completo a Dios. O puede ocurrir gradualmente a través de una dieta regular de la Palabra de Dios, oración, comunión, adoración y servicio. Sea la manera que sea, nuestra primera experiencia de la llenura del Espíritu Santo es sólo el comienzo de una lucha de por vida de permanecer lleno del Espíritu.

No acudáis al alcohol, acudid al Espíritu

Esto nos lleva a Efesios 5:18 donde el verbo en presente en griego significa eso: “Sigue siendo lleno del Espíritu.” Vamos a ver el contexto para tener una mejor comprensión de lo que quiere decir esto (5:15-20).

Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

El contraste con la embriaguez es la clave aquí. ¿Por qué acude la gente al alcohol? Por una hora feliz. Todos queremos ser felices, pero hay un problema: “Los días son malos.” Mira la lógica de los versículos 16-18:

Los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino … antes bien sed llenos del Espíritu.

¿A quién acudes cuando los días son malos, cuando tienes miedo o estás desanimado, deprimido o angustiado? Pablo nos ruega: “No acudes al alcohol, acude al Espíritu. Cualquier cosa buena que el alcohol te puede proporcionar, Dios y el Espíritu Santo te lo puede dar mejor.” Hay gente que no puede silbar una melodía alegre o cantar una canción en el trabajo porque están tan tensos y angustiados de la vida. Pero más tarde por la noche en el bar con un par de copas encima pueden abrazar a cualquiera y cantar y reírse. Todos anhelamos ser despreocupados, desenfadados y felices. Y la creciente tragedia en nuestros días, como en los de Pablo, es el número incrementado de personas (incluyendo cristianos) que creen que la única manera de conseguir esta libertad infantil es drogándose con alcohol u otras sustancias similares. Tal comportamiento deshonra a Dios y por eso Pablo dice: Hay una manera mejor de aguantar los días malos – sé lleno del Espíritu y notarás un gozo que nunca antes has tenido y que te hace cantar a Dios. El sentido fundamental de ser lleno del Espíritu es ser lleno del gozo que proviene de Dios y que derrama cánticos. Y Lucas estaría de acuerdo con eso también, porque él dice en Hechos 13:52: “Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.” Para estar seguros, una de las características de una persona que está llena del Espíritu Santo es que tiene valor de testificar a pesar de las oposiciones (Hechos 4:8, 31; 7:55; 13:9). Pero la razón de esto es que “el gozo de Jehová es vuestra fuerza” (Nehemías 8:10). Cuando estás feliz en el Señor eres un testigo fuerte y valiente de su gracia. Por tanto, repito, cualquier gozo o paz que puedas encontrar en el alcohol, el Espíritu de Dios te puede dar más. Incluso el salmista en el Antiguo Testamento ha vivido esto. Dice en Salmos 4:7-8:

Tú diste alegría a mi corazón Mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

Cómo hacer lo que sólo otro puede hacer por nosotros

Este salmo nos lleva a la pregunta final y más importante de cómo podemos obedecer este mandamiento de ser llenos del Espíritu Santo. Estamos en el mismo aprieto que la semana pasada. Nos manda ser llenos, sin embargo no somos los que llenamos, es el Espíritu. La solución a este aprieto en el Nuevo Testamento es que Dios ha ordenado entrar en nuestras vidas con plenitud a través de la fe. El camino que el Espíritu traza a través de la jungla de nuestras ansiedades para llegar a la zona despejada del gozo es el camino de la fe. Lucas dice acerca de Esteban en hechos 6:5 que era un “varón lleno de fe y del Espíritu Santo” y dice de Bernabé en Hechos 11:24 que era un “varón bueno, y lleno del Espíritu Santo y de fe” Estas dos cosas van juntos. Si una persona está llena de fe estará llena del Espíritu, el Espíritu de gozo y paz. El escrito más importante de Pablo para mostrar esto es Romanos 15:13, “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Observa que es en o por creer que nos llenamos de gozo y paz. Y es por el Espíritu que abundamos en esperanza. Cuando unimos estas dos mitades del versículo, lo que vemos es que mediante nuestra fe (el creer) el Espíritu nos llena con esperanza y por consiguiente con su gozo y paz. Y, naturalmente ya que la esperanza es una parte tan importante de ser lleno con gozo por el Espíritu, lo que tenemos que creer es que Dios es, como dice Pablo, el Dios de Esperanza. Tenemos que enfocar nuestra fe en todo lo Él ha hecho y dicho para darnos esperanza. Nadie es lleno del Espíritu todo el tiempo – nadie es siempre totalmente gozoso y sumiso a Dios y servicial. No obstante, esto debería ser nuestro objetivo, nuestra meta, nuestro anhelo. “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo” (Salmos 42:1,2). Pero para saciar esa sed tenemos que luchar la lucha de la fe. Tenemos que predicar un mensaje de esperanza a nuestra alma:

¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío. (Salmos 42:5, 11; 43:5)

Tenemos que acercar nuestra propia alma al banquete de las promesas que Dios nos ha hecho y alimentar nuestra fe por completo. Luego podrán decir de nosotros lo que dijeron de Esteban y Bernabé: “Estaban llenos de fe y con el Espíritu Santo.”


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