Lo que los Profetas Buscaban y los Ángeles Anhelaban
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Profecía Bíblica
Una parte de la serie 1 Peter: Grow in the Grace & Knowledge of Christ
Traducción por Maria del Carmen Zanassi
1 Pedro 1:10-12 (LBLA)
Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, 11 procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían. 12 A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar.
Una vez, Jesús les dijo a sus discípulos: “Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen. Porque en verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron”. (Mateo 13:16-17, LBLA)
En otras palabras, experimentar algo que grandes personas, sabias y santas ansiaban experimentar pero no pudieron, nos tiene que hacer sentir bendecidos, agradecidos.
Esa es la misma lógica del texto de esta mañana, 1 Pedro 1:10-12. Pedro quiere que sintamos más gratitud y admiración por nuestra salvación, porque los profetas de Dios y aún los ángeles del Cielo anhelaban ver lo que nosotros ahora estamos experimentando a través del evangelio de Jesucristo.
Acerca de esta salvación [a la que se refieren los versículos 5-9], los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, procurando saber qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían [En otras palabras, buscaban, anhelaban y ansiaban ver lo que los profetas mismos estaban siendo movidos a predecir]. A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del Cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar [No solo los profetas, sino también los ángeles anhelaban ver esta salvación].
Por lo tanto, el punto principal de este párrafo es que tenemos que asombrarnos de la grandeza de nuestra salvación y que esta grandeza se evidencia por el hecho de que los profetas de Dios y los ángeles del Cielo anhelaban verla.
Quiero decirles algo más sobre la idea de salvación y luego ver de forma breve cinco razones que muestran la grandeza [o el valor] de nuestra salvación y la gratitud que debemos sentir.
Una pregunta que nos tenemos que hacer es: ¿Necesito ser salvado? La pregunta no es ¿Creemos que necesitamos ser salvados? Pueden necesitar ser salvados y no saberlo. Por ejemplo, si un jet al despegar del aeropuerto estuviese perdiendo altitud y viniendo directo a este santuario ahora mismo, ustedes necesitarían ser salvados, pero no lo sabrían a menos que alguien entrara corriendo y gritara lo que estaba pasando.
Pueden ver que sentirse a salvo no es prueba de que están a salvo. Pueden necesitar la salvación desesperadamente y no estar ante ningún peligro. Entonces, volvamos a preguntarnos: ¿Necesitamos ser salvados? ¿Estamos ante algún peligro, que podemos no sentir, pero del cual necesitamos ser salvados? ¿Hay una vida futura y un gozo que estamos por perder y por los que necesitamos ser salvados?
Dejemos que Pedro nos hable a través de esta carta y ustedes evaluarán lo que realmente necesitan. Qué el Espíritu de Dios los ayude a ser honestos.
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¿De qué necesitamos ser salvados?
En 1 Pedro 2:24, él dice: “[Cristo] Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados”. Cristo cargó con nuestros pecados porque necesitamos ser salvados de nuestros pecados. Son como una enfermedad terminal que nos matará para siempre. Las heridas de Cristo curan esa enfermedad.
En 1 Pedro 3:18, él dice: “Cristo también murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. Cristo murió por nuestros pecados porque necesitamos ser salvados de nuestros pecados. Nos alejan de Dios. Por eso Cristo murió por nuestros pecados, para que volvamos a Dios.
En 1 Pedro 4:17, él dice: “Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si comienza por nosotros primero ¿cuál será el fin de los que no obedecen el evangelio de Dios?”. Necesitamos ser salvados del juicio de Dios. El pecado no es solamente una enfermedad terminal que necesita curarse. También es una culpa terminal que merece el juicio. El evangelio es la buena nueva de que Cristo carga con el juicio de todos los que confían en Él.
En 1 Pedro 5:8, él dice: “Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”. En otras palabras, necesitan ser salvados del diablo que es mentiroso, asesino y está tratando de destruir tanto seres humanos como puede para no quedarse solo en el infierno. Es como un león, lo que significa que es más poderoso que ustedes o yo. Por eso necesitamos salvarnos de él. La Biblia dice que el Hijo de Dios vino al mundo para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8). Y Pedro dice que resistamos con nuestra fe.
Por lo tanto, la respuesta de Pedro a la pregunta de qué necesitamos ser salvados es: Necesitamos ser salvados de la enfermedad y de la culpa del pecado, del juicio de Dios y de la destrucción del diablo. La pregunta que ahora tienen que responder es: ¿Están en peligro? ¿Dice Pedro la verdad? ¿Necesitan ser salvados?
¿Para qué necesitamos ser salvados?
¿Estamos en peligro de perder algo valioso? ¿Hay una vida futura y un gozo que vamos a desperdiciar y necesitamos ser salvados?
En 1 Pedro 2:25, él dice: “Vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas”. La salvación significa ser devueltos al Pastor que nos ama, que nos va a llevar por pastos verdes y aguas tranquilas.
En 1 Pedro 5:4, él dice: “Cuando aparezca [este] el Príncipe de los pastores [en su segunda venida], recibiréis la corona inmarcesible de gloria”. Esta es la herencia “inmarcesible” del versículo 4. Por lo tanto, somos salvados para una herencia de gloria. No más vergüenza, sino honor. No más desgracia o humillación, sino la revelación de la gloria de los hijos de Dios.
1 Pedro 5:10 dice que Dios nos llamó a esto: “El Dios de toda gracia, que os llamó a Su gloria eterna en Cristo”. Somos salvados para compartir la gloria de Cristo.
El resultado de este propósito, por supuesto, es el gozo eterno. “En la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría (1 Pedro 4:13).
Para eso somos salvados: una relación personal con Cristo, el Pastor de nuestras almas, una participación en la gloria eterna de Dios, un gozo y una exultación tan eternos como la gloria.
Esta mañana, la Palabra de Dios – no la palabra de los editorialistas de periódicos, no la palabra de la televisión, no la palabra de las escuelas públicas, no la palabra de las universidades estatales – sino la palabra del apóstol Pedro, hablando en nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios, que expresa el pensamiento mismo de Dios es: Necesitamos ser salvados. Salvados del pecado, de Satanás y del juicio. Y salvados para el inefable gozo con el Pastor de nuestras almas, iluminados por la gloria de Dios por siempre jamás.
Por lo tanto, cuando Pedro dice en el versículo 10: “Acerca de esta salvación . . .” ahora tenemos alguna idea de lo que él está hablando. En los versículos 10-12, su objetivo es intensificar nuestra gratitud y llenarnos de gozo y adoración por el valor infinito de esta gran salvación.
El valor de nuestra salvación
Él hace esto al decirnos cinco cosas sorprendentes acerca de nuestra salvación – cosas que nunca podíamos haber pensado antes. Las voy a mencionar brevemente y orar para que se adhieran a sus corazones y produzcan en ustedes el fruto de la fe y la acción de gracias.
Cristo lo predijo
1. Pedro señala el hecho sorprendente que Cristo mismo – el Espíritu de Cristo – cientos de años antes de su propia muerte y resurrección, estaba prediciendo su propia muerte y resurrección. Fíjense en la mitad del versículo 11: ”El Espíritu de Cristo dentro de ellos [los profetas] . . . , al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían”. Cristo predijo los sufrimientos de Cristo.
Lo que significa que Cristo, el Hijo de Dios en el Cielo, ha estado considerando su sufrimiento y su muerte por nosotros durante siglos. Realmente, desde el momento que el plan de salvación se genera en la mente de Dios, Cristo estuvo dispuesto y preparado para darse a sí mismo por nuestros pecados. No fueron amados solamente por un momento sangriento de sacrificio en la historia. Han sido amados durante eras infinitas en el plan eterno del Padre y del Hijo para salvar a los pecadores que confían en Él.
Los profetas anhelaban verlo
2. Pedro resalta el valor de nuestra salvación al contarnos cómo los profetas anhelaban ser parte de eso. Versículos 10-11: “Los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, procurando saber qué persona o tiempo [Cristo estaba indicando]”.
Setecientos años antes de la Encarnación, Cristo se le apareció a Isaías y le dijo: Escribe esto:
Mas Él fue herido por nuestras transgresiones,
molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él
Y por sus heridas hemos sido sanados.
todos nos descarriamos como ovejas.
Nos apartamos cada cual por su camino;
pero el SEÑOR hizo que cayera sobre Él
la iniquidad de todos nosotros.
(Isaías 53:5-6)
Cuando el Espíritu de Cristo le dijo a Isaías que escribiera eso, Isaías dijo: "Oh Señor, ¿a quién? Oh Señor, ¿cuándo?" ¿Por cuánto tiempo? Oh Señor, ¿por cuánto tiempo?
La búsqueda, la indagación, el anhelo son ecos del tremendo valor de nuestra salvación en los corazones de los hombres santos de la antigüedad.
Los profetas nos servían a nosotros
3. La respuesta del Señor a ese clamor ansioso de los profetas, se encuentra en el versículo 12: “A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros”.
El Espíritu de Cristo le dijo a Isaías: “Isaías se paciente, no estás sirviéndote a ti mismo, ni siquiera a tu propia generación. Tú estás sirviendo a los santos de cientos de años después. Ellos van a ver, en tu profecía acerca de mí, la prueba de que soy quien digo que soy. Y esta verdad será un valor inquebrantable en sus vidas. No habrás vivido en vano”.
Los ángeles anhelaban verla
4. Lo siguiente que dice Pedro, para resaltar el valor de nuestra salvación, es que los ángeles anhelaban verla. Versículo 12 (al final) “cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar”.
Esto no significa que ellos quieren pero no pueden. Significa que quieren porque, en cierto sentido, ellos están fuera del drama del pecado y de la redención (porque nunca pecaron) y anhelan ver la obra de la salvación de Dios desarrollada en la historia y en la vida de los santos.
El punto de Pedro es éste: si los ángeles se emocionan acerca de nuestra salvación, cuánto más debemos emocionarnos nosotros. Si los ángeles anhelan ver cómo la obra de Dios salva a los pecadores como nosotros, cuánto más nosotros, que somos los beneficiarios de la salvación (no simplemente espectadores), debemos estar ansiosos de verlo, estar agradecidos por ello y decir con Pedro: “Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo”.
El Espíritu Santo nos lo anuncia
5. Finalmente, Pedro resalta el valor de nuestra salvación en el versículo 12, diciéndonos que el Espíritu Santo mismo, enviado del Cielo, nos ha anunciado la noticia de la salvación mediante el evangelio: “Estas cosas . . . os han sido anunciadas mediante los que os predicaron el evangelio por el Espíritu Santo enviado del Cielo”.
Este el momento justo de detenernos. Esto es lo que está pasando ahora mismo. Estoy predicándoles el evangelio – la buena noticia de que Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores, con una salvación de un valor inmenso –mucho más valiosa que cualquier otra cosa que conozcan o sepan.
Pero, no soy solamente yo quien está llamando la atención de ustedes sobre el valor de Cristo y de la salvación; es, creo, el Espíritu Santo enviado del Cielo hablando a través de mí. Y mi plegaria es que no se resistan a ese llamado en sus vidas. Que puedan creer y experimentar una gratitud en continuo aumento por una salvación tan grande.
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