Los pobres de la Tierra y el orgullo de Jacob

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English: The Poor of the Land and the Pride of Jacob

© Desiring God

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Por John Piper sobre Pobreza
Una parte de la serie The Minor Prophets

Traducción por Karla Alvarado


Amós 6:1-8; 8:4-8

Amós era un pastor de Tuqu’ antes de que Dios lo llamara a ser un profeta para Israel (1:1; 7:14, 15). Y a pesar de que Tuqu’ se encuentra en el reino sur de Judá (16 kilómetros al sur de Jerusalén), Amós pronunció su mensaje al reino norte de Israel. Su ministerio se llevó a cabo durante el reinado de Jeroboam II, muy probablemente al final; lo que quiere decir que Amós profetizó entre 40 y 60 años antes de que los asirios tomaran el reino norte al exilio en el año 722 antes de Cristo.

Contenido

¿Por qué predicar la Palabra de Dios?

En retrospectiva, podemos ver que la advertencia de Amós sobre el juicio venidero en Samaria, la capital del reino norte (bajo Jeroboam), no provocó arrepentimiento y no salvó al pueblo. De esto aprendemos que desde el inicio puede ser que la Palabra de Dios no siempre tenga el efecto que deseamos. Pero tenemos que ser fieles, como Amós, y predicar lo que se nos da de parte del Señor, y confiar en que él tiene sus propósitos secretos en todo lo que hace, y que son buenos. Si todo un libro bíblico parece haber sido predicado en vano a una nación, no piense que sea extraño que a veces su propio testimonio caiga en oídos sordos. La justificación para hablar la Palabra de Dios no es la certeza de que hayan conversos sino la certeza del llamado de Dios: según Amós 7:15: “Pero el Señor me tomó cuando pastoreaba el rebaño, y me dijo: Ve, profetiza a mi pueblo Israel”. Ya que la palabra de Amós proviene de Dios y se ha conservado para nosotros en las Escrituras, tal vez sería mejor medir su verdadero éxito no por su efecto sobre las “vacas de Basán” (4:1), sino por su efecto en nosotros, pecadores en Belén.

En esta oportunidad, el libro es muy grande como para exponerles cada sección. Así que lo que me gustaría intentar hacer es imaginarnos el mensaje de Amós como un árbol con raíces, tronco, y unas cuantas ramas. El tronco es el mensaje principal del juicio; las raíces son los pecados del pueblo que provocaron que la ira de Dios creciera; y las ramas son los varios llamados a conversión. Lo que le da a Amós su poder e impacto especial aún hoy en día es la forma en que expone las raíces del pecado de Israel a la luz. Así que eso es lo que queremos ver más de cerca.

Prepárate para encontrarte con tu Dios

Primeramente el tronco. El gran, inevitable, y oscuro tronco de Amós es la predicción implacable que el juicio va a caer sobre el reino norte de Israel. Después de nuestro mensaje de Joel y Sofonías, podemos predecir cómo se le llamará al día venidero del juicio. Amós 5:18-20 dice: “¡Ay de los que ansían el día del Señor! ¿De qué os servirá el día del Señor? Será tinieblas, y no luz; como cuando uno huye de un león, y se encuentra con un oso, o va a casa, apoya la mano en la pared, y lo muerde una culebra. ¿Será tinieblas el día del Señor, y no luz, oscuridad, y no resplandor?” La palabra que establece el tono a todo el libro de Amós está en el versículo 1:2, “El Señor ruge desde Sión”. Esa es la clave; y en el versículo 4:12 se escucha esa terrible advertencia: “Por tanto, así haré contigo, Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel”. Ese es el tronco de la profecía: el terrible día del Señor se acerca. Si te encuentras con él en tu rebelión, lo conocerás como león rugiente voraz de Sión. Y si te das la vuelta para correr, vas a encontrarlo como una osa privada de sus cachorros. Y si te escondes en tu casa, lo encontrarás como una cascabel en el alféizar. Los no creyentes no tienen escapatoria en el día del Señor, por lo tanto, “prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel”.

Lo que le da a este tronco del juicio tal fuerza y peso en el libro de Amós es la imagen que nos da de Dios. Se detiene tres veces sólo para describir una imagen de quién es el Señor del juicio. En el versículo 4:13, nos dice ante quién es el que debemos prepararnos para el encuentro, “Pues he aquí el que forma los montes, crea el viento y declara al hombre cuáles son sus pensamientos, el que del alba hace tinieblas y camina sobre las alturas de la tierra: el Señor, Dios de los ejércitos, es su nombre”. Él hace montañas como plastilina y al poderoso viento con un susurro. Él conoce todos los pensamientos de su mente antes de hablarlos. Él gobierna todo el funcionamiento del sistema solar, y camina desde los Apalaches hasta las Rocallosas con un solo paso. ¿Quieres conocerlo rugiendo desde Sión, o regocijándose por nosotros con alegría?

Amós vuelve a detenerse en el versículo 5:8 sólo para reflexionar en quién es Dios: “El que hizo las Pléyades y el Orión, cambia las densas tinieblas en aurora, y hace oscurecer el día en noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra: el Señor es su nombre”. En otras palabras, prepárense para conocer al Dios que construye constelaciones en el espacio como juguetes de construcción, y hace girar la tierra como un trompo en la mano, y gesticula un maremoto como el hombre le silva al perro.

Y, por último, en los versículos 9:5, 6, Amós se detiene nuevamente ante este Dios: “El Señor, Dios de los ejércitos: el que toca la tierra, y ésta se derrite, y se lamentan todos los que en ella habitan, sube toda ella como el Nilo y mengua como el Nilo de Egipto; el que edifica en los cielos sus altos aposentos, y sobre la tierra ha establecido su bóveda; el que llama a las aguas del mar y las derrama sobre la faz de la tierra: el Señor es su nombre”. Como si dijera en cada una de estas descripciones: Recuerda, Israel, cuando digo que el día del Señor viene, ¡me refiero al CREADOR! ¿Qué significará cuando el creador dice: “pondré sobre ellos mis ojos para mal y no para bien” (9:4)?

Así que el gran tronco fuerte, e inevitable de esta profecía es el feroz juicio de Dios que viene sobre el reino norte de Israel. El día del Señor es oscuro y sin luz para aquellos quienes han amado la oscuridad. El Creador y Señor de todas las cosas rugirá desde Sión contra todos sus enemigos. Así que ¡prepárate para encontrarte con tu Dios, oh Israel!

Dios en el olvido

Sin embargo, ¿por qué Dios decidió tan terrible juicio contra su pueblo? ¿Cuáles son las raíces que conducen a este tronco? Veo una raíz primaria central de la que salen al menos otras tres raíces, y juntas, estas cuatro raíces han provocado que la ira de Dios crezca en contra de Israel. La raíz principal es que el pueblo se ha olvidado de Dios. Las tres raíces que se ramifican a partir de este rechazo a Dios son la adicción al lujo, la deshonestidad, y la dureza de corazón hacia los pobres. Veámoslas.

En primer lugar, la raíz principal. Israel se ha olvidado de Dios. En el versículo 4:6-11, Amós describe cinco actos de castigo que Dios había llevado a cabo, cada uno con el objetivo de que Israel volviera nuevamente su corazón a Dios. Pero el resultado es el mismo en todas las ocasiones. El versículo 6 dice: “pero no os habéis vuelto a mí —declara el Señor”. El versículo 8 dice: “pero no os habéis vuelto a mí —declara el Señor”. El versículo 9 dice: “pero no os habéis vuelto a mí —declara el Señor”. Lo mismo dice el versículo 10 y 11. El profeta apenas podía dejarlo más claro: la raíz principal del juicio de Israel es que se había alejado de Dios y necesitaba regresar. Su corazón buscaba otras cosas, más no estaba lleno de Dios.

Para muchos, esto se expresó en completa idolatría, por ejemplo, en el versículo 5:26: “Más bien, llevasteis a Sicut, vuestro rey, y a Quiyún, vuestros ídolos, la estrella de vuestros dioses que hicisteis para vosotros. Yo os haré, pues, deportar más allá de Damasco —dice el Señor, cuyo nombre es Dios de los ejércitos”. Pero hubo otras formas más sutiles en que expresaron su rechazo a Dios. Por ejemplo, en su comportamiento sexual, casi nunca pensaron en Dios y trajeron descrédito en su nombre. El versículo 2:7 dice: “Un hombre y su padre se llegan a la misma joven profanando mi santo nombre”. La raíz de todo pecado sexual es la indiferencia a honrar el santo nombre de Dios. Hay muchas personas que hoy en día hablan en la casa del Señor como si Dios fuera real, pero en su vida sexual no se preguntan: ¿aprueba el Dios santo mi comportamiento y se deleita en mis hábitos sexuales? Ese tipo de división de Dios es un abandono de Dios, y una preparación para el juicio.

Otra manera sutil de expresar su rechazo a Dios era ir a la iglesia, dar ofrendas, y cantar himnos. Escuche esto con atención. Betel y Gilgal eran lugares centrales de culto en Israel, y en el versículo 4:4, 5 el Señor usa el sarcasmo para acusar la hipocresía del pueblo:

“Entrad en Betel y pecad, multiplicad en Gilgal las transgresiones; traed vuestros sacrificios cada mañana, vuestros diezmos cada tres días. Ofreced también pan leudado en ofrenda de gratitud, y proclamad ofrendas voluntarias, dadlas a conocer, puesto que así os place, hijos de Israel—declara el Señor Dios”.

Luego, en el versículo 5:21-24 dice:

Aborrezco, desprecio vuestras fiestas, tampoco me agradan vuestras asambleas solemnes. Aunque me ofrezcáis holocaustos y vuestras ofrendas de grano, no los aceptaré; ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales cebados. Aparta de mí el ruido de tus cánticos, pues no escucharé siquiera la música de tus arpas. Pero corra el juicio como las aguas y la justicia como corriente inagotable.

Amós es un libro devastador para las personas que muestran atención a Dios por medio de asambleas y canciones, pero cuyos corazones están realmente comprometidos con los deportes o los negocios, o los familiares, o las aficiones. Si sus actos externos de alabanza son una máscara para darle una cierta respetabilidad, mientras que su corazón está apegado al mundo y a su propia comodidad, entonces Dios odia su alabanza y desprecia sus asambleas solemnes y ofrendas y canciones.

La raíz principal del pecado de Israel era que su corazón estaba lejos de Dios, incluso en sus diezmos y ofrendas, cantos y asambleas. Así que cuando Amós llama al arrepentimiento en el versículo 5:4-6, lo primero que dice es:

Porque así dice el Señor a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis. Pero no busquéis a Betel, ni vayáis a Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque ciertamente Gilgal será llevada cautiva, y Betel caerá en desgracia. Buscad al Señor y viviréis.

En otras palabras, sean reales con Dios. No lo equiparen a los lugares de culto o con religiosidades. Él es real. Él es una persona. Búscalo. Conócelo. Ámalo. Has tratos con él. Vuélvanse al Señor, su Dios, “no sea que El prorrumpa como fuego, oh casa de José.”

Adicción al lujo

Pero Israel no se volvió al Señor, y de esta raíz principal de rebelión contra Dios crecieron tres raíces muy feas que alimentaron el tronco de la ira de Dios. Israel se convirtió en adicto al lujo, deshonesto, y se endureció contra los pobres. No escuchó la advertencia que Dios había dado en Deuteronomio 8:17-19,

No sea que digas en tu corazón: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza”. Mas acuérdate del Señor tu Dios, porque El es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar su pacto, el cual juró a tus padres como en este día. Y sucederá que si alguna vez te olvidas del Señor tu Dios … En verdad os advierto hoy que de cierto pereceréis.

Pero en el versículo 6:13, Amós le dice a Israel: “vosotros que os alegráis por Lo-debar (es decir, algo de la nada), que decís: ¿No hemos tomado para nosotros Carnáyim con nuestra propia fuerza?” Dios había permitido que Israel prosperara, y su prosperidad se convirtió en su destrucción. Se enamoró de su lujo y se jactó de su fuerza y riqueza. Amós da la respuesta de Dios en el versículo 6:8: “El Señor Dios ha jurado por sí mismo, ha declarado el Señor, Dios de los ejércitos: Aborrezco la arrogancia de Jacob, y detesto sus palacios”. Cuando Dios deja de ser el tesoro de tu corazón, es muy probable que tu corazón se fije en los placeres y comodidades de esta vida. Y a menos que Dios intervenga con gracia, su adicción a la comodidad le hará indiferente a la honestidad y le endurecerá hacia los pobres.

Escuchen la crítica de Amós a los amantes de la comodidad en el versículo 6:1, “¡Ay de los que viven reposadamente en Sion, y de los que se sienten seguros en el monte de Samaria! El versículo 4 dice: “Los que se acuestan en camas de marfil, se tienden sobre sus lechos”. El versículo 6 dice: “...que beben vino en tazones del altar y se ungen con los óleos más finos, pero no se lamentan por la ruina de José”. ¿Se refiere esto a cualquier persona hoy en día: gente que vive para la comodidad, y no se afligen por los perdidos; personas expertos en el amor propio, pero que no han pensado primeramente en lo que significa amar a su prójimo como a ti mismo? ¿Qué rige su deseo de obtener y gastar? ¿Será el deseo de llegar a su vejez con tanta comodidad como le sea posible? ¿O es el deseo dado por Dios de hacer tanto bien a los demás como le sea posible para la gloria de Cristo? Hay una advertencia en el versículo 3:15 que llega tan cerca de casa a la clase media de Minnesota que dudo en leerlo. Pero está aquí, así que lo haré: “Derribaré también la casa de invierno junto con la casa de verano; también perecerán las casas de marfil, y muchas casas serán destruidas—declara el Señor”. Miren, y guarden sus corazones con diligencia, para que no se vean esclavizados a la comodidad ni adictos al lujo.

Deshonestidad e insensibilidad con los necesitados

No se detiene allí. El amor a la comodidad lleva a la deshonestidad y a la insensibilidad hacia los más necesitados. Puede ser que Amós era de una familia pobre de una ciudad pequeña (1:1; 7:14s). Cualquiera que sea la razón, él ataca este mal en Israel más que a cualquier otro. Su primera palabra en contra de Israel en el versículo 2:6,7 va dirigido directamente a este problema:

Así dice el Señor: Por tres transgresiones de Israel, y por cuatro, no revocaré su castigo, porque venden al justo por dinero y al necesitado por un par de sandalias. Los que pisotean en el polvo de la tierra la cabeza de los desvalidos, también tuercen el camino de los humildes.

En el versículo 4:1, Amós da una imagen gráfica de las mujeres ricas de la clase alta de la cultura de Samaria: “Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, las que oprimís a los pobres, quebrantáis a los menesterosos, y decís a vuestros maridos: Traed ahora, para que bebamos”. Luego, en el versículo 5:12, muestra cómo la corrupción y la insensibilidad se mezclan: “Pues yo sé que muchas son vuestras transgresiones y graves vuestros pecados: oprimís al justo, aceptáis soborno y rechazáis a los pobres en la puerta”. Y, por último, en el versículo 8:4-6, vemos cómo la hipocresía religiosa y el amor a la riqueza, la deshonestidad y la dureza de corazón se combinan:

Oíd esto, los que pisoteáis a los menesterosos, y queréis exterminar a los pobres de la tierra, diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender el grano, y el día de reposo para abrir el mercado de trigo, achicar el efa, aumentar el siclo y engañar con balanzas falsas para comprar por dinero a los desvalidos y a los pobres por un par de sandalias, y vender los desechos del trigo?”

Estas son las raíces que alimentan la ira de Dios en los días de Amós, y que alimentan su ira en nuestros días: la rebelión contra Dios (incluso cuando asisten a la iglesia), la adicción al lujo y la comodidad, la deshonestidad, y la dureza contra la pobres.

Llamado al arrepentimiento

Ahora bien, sólo hay unas pocas ramas que brotan del tronco de la ira de Dios, sólo unas cuantas llamadas al arrepentimiento. Una la vimos en el versículo 5:6: “Buscad al Señor y viviréis”. Así que hay esperanza para los conversos. Pero el versículo 5:14, 15 deja en claro que la conversión es más que simplemente cambiar de opinión acerca de Dios. Significa intercambiar el amor a la comodidad por el amor a la bondad y a la justicia. Amós dice:

Buscad lo bueno y no lo malo, para que viváis; y así sea con vosotros el Señor, Dios de los ejércitos, tal como habéis dicho. Aborreced el mal, amad el bien, y estableced la justicia en la puerta. Tal vez el Señor, Dios de los ejércitos, sea misericordioso con el remanente de José.

¡Oh por tener una iglesia llena de gente que no le importa si viven en la comodidad, pero que odien el mal, amen el bien, y se dediquen a establecer la justicia en la puerta! Personas que sientan dolor e indignación no sólo cuando ven amenazado su derecho de hacerse ricos, sino también cuando los niños mueren de hambre y cualquiera muere sin ser salvo.

¿Qué significa establecer la justicia en la puerta? No creo que signifique tener una sociedad sin distinciones, sino una sociedad sin opresión. No más explotación ni impresión de letra pequeña en los contratos; no más monopolios que manipulan los precios ni más Marías Antonietas que dicen de los pobres, “¡Que coman pastel”. Y no más Robin Hoods que le roban a los ricos o comités socialistas centrales que le apuntan una pistola a la cabeza y le dicen cuánto de lo suyo en realidad le pertenece a su prójimo, ni grandes capitalistas que caminan por Lazarus todos los días hacia su trabajo bajando cinco libras del vino más reciente en la caminadora. No más publicidad falsa ni mala mano de a $30 la hora. Cuando cada salario sea justo, todo contrato sea claro, todo acuerdo se mantenga, y todo el mundo se esfuerce por lograr la mejora de su prójimo y no sólo la suya propia, y todo para la gloria de Dios, entonces se establecerá justicia en la puerta.

¿Y cómo lo hacemos? Al esforzarnos en formar hombres y mujeres cuyos corazones estén llenos de la justicia de Dios, y al luchar juntos por saber qué elementos de la justicia deben promulgarse como ley civil. Cuando un casero le cobra un alquiler exorbitantemente a una familia de Laos en el vecindario Phillips, no es necesariamente debido a las malas leyes, sino debido a un mal hombre. Por lo tanto, debemos guardarnos de la idea ingenua de que los que trabajan por controlar los alquileres en el ayuntamiento están trabajando más duro para establecer la justicia que aquellos que trabajan para convertir a los malos para que sus corazones y prácticas empresariales se llenen de la justicia de Cristo.

Si Estados Unidos permanece libre, que por cierto, no es el objetivo principal de la iglesia, pero ruego por un resultado feliz, si Estados Unidos permanece libre, no será porque los derechistas cristianos piden una enmienda de oración, o porque izquierdistas cristianos piden a través de grandes subsidios gubernamentales vivienda, salud y empleo. Será porque la sal de la tierra y la luz del mundo han ejercido un profundo efecto espiritual en el corazón y el alma de la nación que los hombres y las mujeres tienen remordimientos de conciencia cuando se rompen los contratos, y se les cobra demás a los refugiados, y se inflan los precios, y la mano de obra es mala, y se aborta intencionalmente. Es necesario limitar las leyes civiles en un mundo caído. Sin embargo, si violaciones de amor no se tratan como primaveras espirituales, entonces el río del mal que sale del corazón del hombre romperá cada presa legal y arrollará al mundo con injusticia. Un grupo en la tierra tiene este potencial y esta misión, la Iglesia de Jesucristo. Si no estamos comprometidos de todo corazón con este trabajo espiritual indispensable, nadie más lo hará, ya que nadie más tiene el mensaje de la redención; y por lo tanto, con toda seguridad, no se establecerá la justicia en la puerta. Y entonces, ¿quién se mantendrá en pie cuando el Señor ruja desde Sión?


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