Lutero, Bunyan, la Biblia y el Dolor
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Sufrimiento
Una parte de la serie Taste & See
Traducción por Silvia Griselda Buongiorne
Salmo 119:71
De 1660 a 1672, John Bunyan, el predicador bautista Inglés, y autor de El Progreso del Peregrino, estaba en la cárcel del condado de Bedford. Podría haber sido puesto en libertad si él hubiese aceptado no predicar. No sabía qué era peor - si el dolor de las condiciones o el tormento de elegir en vista de lo que le costó a su esposa y cuatro hijos, el ejercer su libre voluntad. Su hija, María, estaba ciega. Ella tenía 10 años cuando lo encarcelaron en 1660.
El despedirme de mi esposa y mis pobres niños ha sido a menudo para mí en este lugar como si me arrancasen la carne de los huesos... no sólo porque estoy demasiado apasionado a estas grandes misericordias, sino también porque. . . a menudo se venían a mi mente, las dificultades, y las muchas miserias y necesidades con los que mi pobre familia tenía que encontrarse si me los quitaban, especialmente a mi pobre niña ciega, que está más cerca de mi corazón que todo lo demás. ¡Ay, al pensar acerca de todas las dificultades que pasaría mi pobre Cieguita, se me rompía el corazón en pedazos. (Abundante gracia al jefe de los pecadores, Evangelical Press, 1978, p. 123)
Pero este Bunyan quebrantado, estaba viendo tesoros en la Palabra de Dios por causa de este sufrimiento que, probablemente no podría haber visto de otra manera. Estaba descubriendo el significado del Salmo 119:71 "Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos".
Nunca antes he podido hallar tal grande apertura en la Palabra de Dios como lo estoy experimentando ahora [en la cárcel]. Las Escrituras en las que no ví nada antes, están hechas ahora en este lugar para brillar sobre mí. Jesucristo también nunca fue más real y aparente de lo que es ahora. Aquí lo he visto y lo he sentido de manera real. . . . He visto cosas aquí de las cuales, estoy seguro, que nunca jamás - mientras viva en este mundo, seré capaz de expresar. . . . Estando muy sensible de mí (Dios), El no me ha permitido ser molestado, sino que con una escritura y otra me fortalece contra todo, de manera que he dicho a menudo, sería lícito para mí el poder orar por mayor tribulación para poder así obtener mayor consolación. (Abundante Gracia al mayor de los Pecadores, Prensa Evangélica, 1978, p. 123)
En otras palabras, uno de los dones de Dios para nosotros en el sufrimiento, es que nos ha concedido ver y experimentar las profundidades de su Palabra, lo que una vida de comodidad nunca cedería.
Martín Lutero había descubierto el mismo "método" de ver a Dios en su Palabra. El señaló que hay tres reglas para poder entender las Escrituras: la oración, la meditación y las pruebas del sufrimiento. Dichas "pruebas" dijo, son sumamente valiosas: porque "no solo nos enseñan a conocer y comprender, sino también nos ayudan a experimentar cuán bueno, cuán dulce, cuán bonito, cuán fuerte, cuán reconfortante es la Palabra de Dios: y que ella es la sabiduría suprema." Por lo tanto, el mismo diablo se convierte en el maestro involuntario de la palabra de Dios: "el diablo te herirá [y] hará de tí un verdadero médico, y te enseñará por sus tentaciones a buscar y amar la Palabra de Dios. Porque yo mismo. . . debo a los papistas una deuda de gratitud por haberme golpeado, presionado y asustado, a través de la furia del diablo de tal manera me han convertido en un teólogo bastante bueno, conduciéndome a una meta que nunca debería haber llegado, de no haber sido por esto". (Lo que Lutero dice, Vol.. 3, Concordia Publishing House, 1959, p. 1360).
Soy testigo por experiencia propia, de que esto es cierto. La decepción, la pérdida, la enfermedad y el miedo me introducen más profundamente en Dios y en su Palabra más que nunca. Las nubes de las trivialidades mundanas, son lanzadas al espacio y la gloria de las cosas invisibles brilla en los ojos del corazón. Dejemos que Bunyan y Lutero nos animen a apoyarnos en la Palabra de Dios como nunca antes, en los tiempos de aflicción. Sé que hay temporadas en la cuales no podemos pensar o leer, porque el dolor es muy grande. Pero Dios nos concede momentos de cierto alivio entre las circunstancias terribles. Dirija su mirada hacia la Palabra y pruebe la verdad del Salmo 119:71 "Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos".
Entusiasmado de aprender de Dios con ustedes.
Pastor John
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