Miremos la Bondad y la Severidad de Dios
De Libros y Sermones BÃblicos
Por John Piper
sobre Perseverancia de los Santos
Una parte de la serie Romans: The Greatest Letter Ever Written
Traducción por Desiring God
Romanos 11:17-24
Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, 18 no seas arrogante para con las ramas; pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti. 19 Dirás entonces: Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado. 20 Muy cierto; fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; 21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará. 22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si permaneces en su bondad; de lo contrario también tú serás cortado. 23 Y también ellos si no permanecen en su incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para injertarlos de nuevo. 24 Porque si tú fuiste cortado de lo que por naturaleza es un olivo silvestre, y contra lo que es natural fuiste injertado en un olivo cultivado, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?
En Romanos 11 Pablo nos advierte tres veces (a nosotros los gentiles), que no seamos altaneros, específicamente muy altaneros en nuestra relaciones con el pueblo judío. En el versículo 18 dice: “No seas arrogante para con las ramas [el pueblo judío que no está creyendo en Jesús]”. Luego en el versículo 20b dice: “No seas altanero, sino teme”. Y en el versículo 25 expresa: “Porque no quiero hermanos que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión”.
Mediante estas tres advertencias para que no seamos altaneros, Dios nos da razones de por qué el hecho de que seamos cristianos cancela nuestro orgullo y nuestra jactancia sobre otras personas. La razón en la cual fijamos nuestra atención la última vez, se refiere a que nosotros permanecemos solamente por la fe. Y hay un pensamiento sobre el origen y la naturaleza de la fe (la fe es el regalo de Dios) que cancela la jactancia en nosotros y deposita toda la jactancia en Dios por su gracia.
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¿Cómo Mantenemos la Fe y Permanecemos Hasta el Final?
La última vez prometí que, después de tratar acerca del origen y la naturaleza de la fe, trataríamos sobre la manera en que mantenemos la fe. No escojo abordar este tema, solo porque es, personalmente, indispensable para mí (y en verdad lo es), sino porque ninguna pregunta es más apremiante que la referente a cómo perseverar en la fe hasta el final. Jesús dijo en Marcos 13:13: “El que persevere hasta el fin, ése será salvo”. Este argumento sería suficiente para responder a la pregunta sobre cómo podemos mantener la fe hasta el final. Pero la razón para dar respuesta a esta pregunta, se encuentra poderosamente impregnada en nosotros a causa de la influencia del pensamiento de Pablo justo en este texto.
Permanezcamos en la Fe y en el Temor (versículo 20)
Veamos el pensamiento de Pablo desde el versículo 20 hasta el 22. Comencemos en la mitad del versículo 20: “Pero tú por la fe te mantienes firme”. En otras palabras: «Nuestra vida, nuestra salvación, nuestra permanencia en este olivo del pacto, de la promesa y la esperanza, dependen de nuestra perseverancia en la fe». Luego dice: “No seas altanero, sino teme [literalmente]”. En otras palabras, Pablo nos dice que el temor tiene un papel muy importante en la vida de los cristianos en cuanto a mantener la fe hasta el final. Por tanto, no seamos altaneros, sino temamos.
Existe Una Razón Para Temer (versículo 21)
Entonces, Pablo continua diciendo en el versículo 21: “Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará”. O sea, existe una razón para temer. Si cedemos el paso a la incredulidad y dejamos de creer en Cristo para tener vida y esperanza, entonces seremos cortados. Por tanto, temamos todo brote de incredulidad en nuestros corazones. Como dice Pablo en Filipenses 2:12: “ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. Cuando la incredulidad comience a tener ventaja; temamos, temblemos y corramos hacia Cristo.
Una Estrategia Para Tener Fe con Temor (versículo 22)
Luego Pablo continúa, en el versículo 22, dándonos una estrategia para mantener la fe con un uso adecuado del temor: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti bondad de Dios si es que permaneces en su bondad”. En otras palabras, Pablo dice que puesto que la fe mantenida es totalmente indispensable para ser finalmente salvos; y dado que el temor tiene un papel fundamental en ayudarnos a mantener la fe; por consiguiente, debemos ver dos grandes verdades. Literalmente: miremos ¿Mirar qué? Miremos: la bondad de Dios y la severidad de Dios. O pudiéramos decir: miremos la misericordia de Dios y la ira de Dios. Miremos la ternura de Dios y la dureza de Dios. Miremos la salvación de Dios y el juicio de Dios. Miremos el socorro de Dios y la oposición de Dios. Miremos la amistad de Dios y la fiereza de Dios. No miremos solamente su lado más gentil. Será perjudicial para nuestra fe.
Por tanto, aquí tenemos la idea central del mensaje de hoy: “Miremos [miremos realmente] la bondad y la severidad de Dios”. Miremos ambos aspectos. Aquí está mi respuesta, en el día de hoy, a la pregunta: ¿cómo mantenemos nuestra fe?, ¿cómo peleamos la batalla de la fe? o, ¿cómo nos mantenemos creyendo? Respuesta que también da solución, en parte, a la pregunta de: ¿cómo vencemos el orgullo y el antisemitismo en nuestras vidas?
Primero, consideremos el significado de mirar; y segundo, veamos cómo la bondad y la severidad de Dios obran juntas para ayudarnos a mantener nuestra fe en Cristo.
¿Qué Significa Mirar?
Pablo dice en el versículo 22: “Mira [literalmente], pues [hacia] la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti bondad de Dios”. Es asombroso cuantas veces la Biblia nos dice: ¡“Mira”! Consideremos la palabra antigua: ¡“contempla”! Calculemos cuantas veces aparece en la Biblia. En la ESV la palabra “contempla” aparece 1061 veces (1275 veces en la KJV). ¡Es increíble! Y por supuesto esta palabra no es la única que nos anima a prestar atención, a advertir, a despertar, observar o considerar algo. La palabra utilizada aquí en el versículo 22 es “mirar” literalmente.
Entonces, ¿dónde podemos mirar para ver la bondad y la severidad de Dios? Por supuesto que hay dos respuestas, ya que Dios ha escrito dos libros: el libro de la naturaleza y el libro de las Escrituras. Salmo 19:1: “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos”. Así que podemos ver la gloria de la soberanía de Dios y su bondad mientras observamos el mundo que él ha creado.
Pero el libro de la naturaleza es un libro muy ambiguo. De rareza entendemos exactamente lo que estamos mirando. Un evento pudiera parecernos , considerablemente, una severidad y un juicio (por ejemplo: la muerte repentina y violenta de una madre), pero pudiera ser, de hecho, una gran bondad (porque, para desconocimiento de todos, ella tenía una enfermedad terrible que habría causado un dolor muy intenso durante largos meses y más tarde moriría) O un evento pudiera parecernos como una gran bondad y bendición (como la ganancia inesperada o el premio de la lotería), pero pudiera ser, de hecho, una severidad y un juicio (puesto que las vidas son arruinadas por el amor al dinero). A menudo un evento se percibe de ambas formas (como severidad para unos y bondad para otros), en dependencia de quien está confiando en Dios para su bondad y quien está enojado con Dios ante su severidad. Por tanto, el libro del mundo está lleno de ilustraciones de la severidad y la bondad de Dios. Pero todas estas ilustraciones son ambiguas. No vienen con interpretaciones definidas sobre ellas. No vienen con etiquetas que digan: «esto es severidad y juicio», o: «esto es bondad y bendición».
Por esta razón necesitamos tener el otro libro de Dios: la Biblia. La Biblia también nos cuenta la historia de los hechos de Dios en el mundo, solo que hay una diferencia. La Biblia brinda las interpretaciones definidamente propias de Dios sobre lo que él está haciendo. Él nos dice cuándo sus actos son severidad y juicio y cuándo son bondad y bendición. Por tanto, la mejor respuesta a la pregunta anterior (¿dónde podemos mirar para ver la bondad y la severidad de Dios?) es: en la Biblia; leamos la Biblia.
Aquí tenemos una buena ocasión que nos anima a apresurarnos en la lectura bíblica con el plan del año nuevo. No nos rindamos. Nuestra vida depende de la meditación en las Escrituras. Toda la vida de George Müller fue un testimonio del poder esencial de leer y meditar en la Biblia. Él escribió:
Durante los cuatro primeros años posteriores a mi conversión [a la edad de 20 años], no progresaba, porque ignoraba la Biblia. Pero cuando regularmente la leía, de manera completa [es decir: ¡sin saltar las partes severas!] refiriéndola a mi propio corazón y a mi alma, directamente pude progresar. Luego mi paz y mi gozo continuaron creciendo más y más. He estado leyendo la Biblia durante 47 años. He leído la Biblia entera, aproximadamente unas 100 veces y siempre que comienzo, nuevamente, la encuentro fresca. De esta manera, mi paz y mi gozo se han incrementado más y más” (George Müller, Narrative, vol. 2, p. 834).
George vivió otros 21 años después de esto y su biógrafo dijo que al final había leído la Biblia de principio a fin 200 veces.1 Aquí tenemos la clave de su preservadora y poderosa fe: El miró una y otra vez, día tras día, la bondad y la severidad de Dios en la Biblia.
Nuestra fe se forma por lo que miramos. Si miramos la bondad y la severidad de Dios de la manera en que están interrelacionadas en la Biblia, nuestra fe crecerá cada vez más fuerte. Si ignoramos la Biblia, no veremos la bondad y la severidad de Dios de la manera en que Dios desea que sean vistas. No las entenderemos. Las malinterpretaremos. Y probablemente acusemos y critiquemos a Dios por su severidad, o quizás demos por sentada su bondad e incluso nos sintamos merecedores de ellas. Si nuestra fe debe durar y ser fuerte, entonces, debemos mirar la bondad y la severidad de Dios en la Biblia.
La bondad y la severidad de Dios deben ir juntas, una y otra vez, para que no las perdamos de vista. No podemos avanzar mucho en la lectura de la Biblia sin distinguir ambas verdades. Algunos ejemplos:
En Éxodo 34:6-7 el Señor revela su nombre a Israel:
[Primero, la bondad] Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad, 7 y que guarda misericordia a millares, y perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, [luego la severidad] y que no tendrá por inocente al culpable; el que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de sus hijos hasta la tercera y cuarta generación.
En Mateo 10:28-31 Jesús advierte y conforta a sus discípulos:
[Primero la severidad] Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno. [Luego la bondad] 28 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ninguno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre. 30 Y hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31 Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos.
En Romanos 2:4-5 Pablo señala que la bondad de Dios se convertirá en severidad si esta no produce fe:
[Primero la bondad] ¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? [Luego la severidad] 5 Más por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios.
Así que la respuesta de Pablo a la pregunta de ¿cómo mantenemos la fe durante el transcurso de la vida? es: Miren la bondad y la severidad de Dios. Mirémoslas, leámoslas. Pongamos estas dos verdades delante de nuestra mente cada día y no, una u otra simplemente.
2. ¿Cómo la Severidad y la Bondad de Dios Sirven a la Fe?
La pregunta final que quiero hacer es: ¿Cómo obran juntas la bondad y la severidad de Dios para ayudarnos a mantener nuestra fe en Cristo? O, ¿cómo la bondad y la severidad de Dios sirven a la fe?
Primero veamos que la severidad y la bondad no sirven a la fe de la misma manera. En Romanos 11:22 Pablo dice: “Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; severidad para con los que cayeron, pero para ti, bondad de Dios si es que permaneces en su bondad”. No dice: «si es que permaneces en su severidad». El propósito de mirar la severidad es mantenernos en la bondad. La bondad es hacia donde vamos. La severidad es a lo que huimos.
La severidad no es una experiencia redentora en este texto. Es juicio y destrucción. A veces hablamos de misericordia severa, y ciertamente existe. Muchos de ustedes han leído el libro de Sheldon Vanauken que lleva este título: “A Severe Mercy”. El cáncer y la muerte de una esposa resultan en la salvación de un esposo. Pero esta clase de severidad no es la que Pablo tiene en mente en este texto. Aquí la severidad significa el juicio final de los no creyentes. Esta severidad es la que tenemos que mirar, temer, y de la que tenemos que huir. Por tanto la severidad de Dios sirve a la fe al enviarnos corriendo hacia los brazos de la bondad de Dios.
Tres Propósitos del Temor Para los Creyentes
Ahora bien, ¿el hecho de que debemos continuar en la bondad de Dios y no en la severidad significa que continuaremos en la fe y no en el temor?
El versículo 20 dice: “Fueron desgajadas por su incredulidad [el pueblo judío no creyente], pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme, [literalmente]”.Permanecemos en la bondad de Dios por la fe (al confiar en la bondad de Dios). Entonces, ¿cuál es el lugar para el temor?
Concluyo con tres respuestas a esta pregunta (tres propósitos preciosos del temor en la vida del creyente que nos ayudan a mantener la fe y a permanecer hasta el final:
- El temor a la severidad de Dios debería enviarnos corriendo hacia su bondad. Cuando el temor a la severidad hace que este hecho suceda, la bondad hecha fuera el temor lleno de preocupaciones. Este suceso es un ritmo en la vida cristiana. Es cierto que el perfecto amor hecha fuera el temor (1ra de Juan 4:18). Pero ninguno de nosotros está perfeccionado en amor. Por tanto, el temor al juicio de Dios continuará hasta tener un buen efecto en nuestras vidas, movernos, una y otra vez, a pensar con claridad sobre la preciosidad de su bondad y alejarnos de toda esperanza falsa y engañosa, para llevarnos hacia los brazos de Dios.
- El temor profundiza, hace sensato el gozo de nuestra fe en la bondad de Dios y ayuda a guardar nuestra fe de transformarse en trivial. El temor guarda la fe de convertirse en un simple patrón moral o en simples relaciones humanas o solo en doctrina, tradición o formalismo. La profundidad de nuestra fe será una ola de ruptura contra el temor que infunde el infierno sobre nuestras almas. Será mucho más efectiva que muchos seminarios sobre cómo vivir para Jesús. Dios no está para perder el tiempo con simplezas, y su severidad es un regalo para despertarnos del letargo de la superficialidad, la trivialidad y el juego.
- El temor es una especie de dulzura de la fe misma. El temor no solo nos envía directamente a la fe en la bondad Dios. Y no solo profundiza el gozo de nuestra fe en la bondad de Dios. El temor es, en sí mismo, un tipo de dulzura de nuestra fe.
Digo esta declaración porque la Biblia lo dice. Por ejemplo, Nehemías 1:11 dice: “Ruégote, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración […] la oración de tus siervos, quienes desean temer tu nombre” [RVR 1909]. E Isaías 11:3 dice: “Se deleitará en el temor del Señor”. Tomo esta palabra “deleitará” para significar que hay un tipo de dulzura hasta en la misma experiencia de temer a Dios, cuando la probabilidad real del infierno, el juicio y la condenación son quitados. Cuando la condenación de Dios es quitada del temor de Dios, lo que queda es humildad, temblor, asombro gozoso y admiración.
Existe una razón por la cual las personas huyen de las escenas de terror en la vida real, pero aún así asisten al cine para ver el mismo terror. Existe una razón por la que nadie quiere caer de un avión, pero pagarían en Valley Fair por la misma sensación de caída. La razón es que fuimos creados para temer a Dios con toda seguridad. Todo lo demás es un eco de esta verdad. Nosotros fuimos creados para temer a Dios con toda seguridad, porque cuando estamos temerosos de Dios con seguridad (cuando no hay condenación y sabemos que él es nuestro Padre y nuestro amigo) entonces lo que permanece del temor de Dios es profundamente grato.
De otra manera Jesús y los santos no habrían dicho: deseamos temer tu nombre.
Por Tanto, ¡MIREMOS!
Por tanto, ¡miremos, miremos!, la bondad y la severidad de Dios. Sumerjámonos en la Biblia, y que la severidad de Dios nos envíe corriendo hacia los brazos de su bondad, que su severidad profundice nuestra fe, y cuando toda la condenación se haya ido por la fe en Jesús, que su terrible severidad se convierta en una dulzura de temor para nosotros.
1 A. T. Pierson, <i>George Müller</i>, 287.g
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