No nos conformamos solo con sembrar

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Por John Piper sobre el Evangelismo
Una parte de la serie Taste & See

Traducción por Juan Pablo Molina Ruiz


R. T. Kendall, pastor de la capilla Westminster (Westminster Chapel) de Londres, relata la historia de un misionero en África que predicó durante veinte años sin mayor éxito, a pesar de que siempre invitaba a sus oyentes a presentarse y a confesar a Cristo. Cierto día, el misionero se halló en un lugar donde se desató un renacer genuino. Se sorprendió al presenciar a las personas caminar con gran convicción incluso cuando él estaba predicando. Lo que no había podido lograr en las personas durante veinte años estaba sucediendo con espontaneidad.

La lección: cuando el Espíritu Santo es irradiado de manera extraordinaria, son más las personas que son convertidas en un día que en años y años de labor fiel. Noten que dije labor “fiel” no labor “fallida”. Dios es el único que sabe cuánto tiempo debe sembrar un pastor antes de la cosecha –o si es él quien tendrá el privilegio de cosechar–. Pero si él siembra y otro cosecha, no significa que el sembrador haya sembrado en vano.

Jesús dijo a sus discípulos en Juan 4:37 s.: “Uno es el que siembra y otro el que siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado; otros han trabajado y vosotros habéis entrado en su labor”.

¿Pero deberíamos conformarnos con decir: “Yo soy el que siembro, otro segará”? No, no hasta que mi vida se termine. Entonces, si aún no es tiempo de la cosecha, mi vida descansará en la afirmación: Uno es el que siembra, otro el que siega.

Pero hasta entonces, no seríamos fieles al mandato de Cristo si nos conformáramos simplemente con sembrar. Él dijo: “Haced discípulos”; no sólo eso, no seríamos fieles al amor. El amor por las personas no dice simplemente: “Esta es la semilla, tómala o déjala”. El amor suplica, el amor convence y el amor ruega. El amor ruega hasta su último suspiro por esa extraordinaria emanación del Espíritu que llamamos renacer.

El día de Pentecostés tres mil personas fueron convertidas en un día, ¿por qué? Porque el Espíritu Santo estaba presente con poder extraordinario (Hechos 2:4) y se predicó sobre Cristo con verdad penetrante. “Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?”.

En las últimas semanas en Belén he percibido algunos efectos especiales del Espíritu. Media docena de estampitas religiosas nos han pedido orar por no creyentes a quienes están acercando a la adoración. Dos testimonios hablaron de recientes conversos a través de nuestro testimonio. Varias cartas hablan de una transformación interna a través de la palabra. Varias conversaciones hablan de tiempos prolongados en la palabra.

Personalmente, experimenté una de las semanas más vivas espiritualmente de mi ministerio en la semana posterior a mi predicación de Hechos 1:8 cuando les pedí a todos orar por mí por mi próximo sermón sobre cómo buscar el poder del Espíritu. Fue una extraña mezcla de dicha de ser amado por Dios (véase Efesios 3:17-19), de gozo por el trabajo del ministerio (Véase 1 Pedro 5:1-3), y de expectativa de que Dios hará algo poderoso en nosotros (Efesios 3:20).

¡Les pido que se dediquen otra vez a una oración ferviente diaria por mí y por el renacer para que gane más personas en un día que las que hemos visto en ocho años juntos!

Siembro y ruego para que seamos juntos cosechadores,

Pastor John


Citas bíblicas tomadas de LBLA


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