No te enfoques en tus fortalezas

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English: Don’t Focus on Your Strengths

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Por Jon Bloom sobre Santificación y Crecimiento

Traducción por Andrea Ledesma

Mi fortaleza y mi canción es el Señor, y ha sido para mí salvación (Éxodo 15:2).

Durante la última década, más o menos, en Norteamérica ha resonado mucho el tema de descubrir nuestras fortalezas, en especial en el liderazgo y en círculos de gestión. Se han publicado muchos libros y se han realizado numerosas pruebas para ayudarnos a identificar nuestras fortalezas.

Los textos bíblicos paralelos que más se asemejan son Efesios 4:11, 1 Corintios 12:28, Romanos 12:6-8 y otros, que nos brindan listas de regalos «que difieren según la gracia que se nos otorga», que nos otorga Dios. Y nos obligan a usarlos en pos de la iglesia.

Pero, ten en cuenta que incluso en la Biblia se habla de «regalos» en vez de «fortalezas». Creo que la diferencia en cuanto al enfoque es importante para nosotros. Solemos pensar que nuestras fortalezas son inherentes a nuestra identidad; son nuestro valor añadido, nuestra ventaja competitiva. Los regalos, sin embargo, implican gracia. Un regalo no tiene su origen en nosotros es algo que recibimos de Dios y que supervisamos por su bien. Por consiguiente, nuestros regalos no son tanto nuestra identidad como son nuestra ofrenda. Y, ya que Dios nos los ha dado, no tiene la obligación de ponernos siempre en lugares donde podamos usarlos por completo.

En realidad, Dios generalmente nos pone en posiciones en las que luchamos y nos sentimos débiles porque él recibe una gloria particular al demostrar su fortaleza a través de nuestras debilidades.

El motivo se construye por medio de historia redentora: «Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte» (1 Corintios 1:27). ¿Por qué? «Para que nadie se jacte delante de Dios» (1 Corintios 1:29). Dios avergüenza la fortaleza humana a los humanos humildes.

El apóstol Pablo, que tenía fortalezas extraordinarias, entendió esto de manera tan profunda que dijo: «Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí. Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios 12:9-10).

Entonces, esta es la teoría de quienes ven la fortaleza de Pablo: nuestras debilidades se producen cuando el poder de Cristo, nuestra verdadera fortaleza, se muestra con más claridad. Por ende, debemos gloriarnos en las debilidades y alegrarnos por ellas.

Lo que de verdad Dios quiere para nosotros es «fortalecernos en el Señor» (Efesios 6:10), y esto casi siempre necesita que Dios nos debilite, porque cuando nuestras debilidades nos obligan a depender de su fortaleza, comprendemos el evangelio y aprendemos a caminar por la fe. Además, por lo general, nuestros encuentros más profundos y preciosos con Dios ocurren en los momentos de nuestras debilidades, no de nuestras fortalezas.

Existen cosas de ayuda que podemos tomar y aplicar de los recursos de quienes buscan la fortaleza del mundo. Pero, no te enfoques en ellas por demasiado tiempo. Enfócate en la Biblia; es el mejor manual para encontrar fortalezas, porque no nos ayuda a encontrar nuestras fortalezas, sino la fortaleza de Dios.

Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre (Salmo 73:26).


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