Por el amor de Dios, Volumen 1/10 de abril

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/April 10

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 102 del Libro Por el amor de Dios, Volumen 1

Traducción por Luximar Arenas Petty


10 DE ABRIL

Levíticos 14; Salmos 17; Proverbios 28; 2 Tesalonicenses 2

EL SALMO 17 ES UNA ORACIÓN POR JUSTIFICACIÓN. David ciertamente sabe que no siempre es justo (¡ver Salmo 51!). Pero, en determinadas circunstancias, el hombre o la mujer creyente bien puede estar seguro de que él o ella ha actuado con absoluta integridad, con justicia transparente. Este es el caso de David aquí. Si en tales casos, los opositores mienten sobre usted o preparan una campaña de rumores, si es como un león que ansia despedazar (17:10-12), ¿Qué deben hacer los justos?

La primera cosa necesaria es una búsqueda humilde de Dios, que reivindica. En efecto, David espera no únicamente por la reivindicación final, sino por algo más inmediato: “Levántate, SEÑOR, sal a su encuentro, derríbalo; con tu espada libra mi alma del impío” (17:13). Aún así, el reconoce que pedir por reivindicación de este tipo Dios lo coloca en el lado de los que no sólo pertenecen a este mundo: “oh SEÑOR, de los hombres del mundo, cuya porción está en esta vida” (17:14, cursivas añadidas).

Ya que Dios sigue siendo soberano, la reivindicación finalmente solo puede venir de Dios: “Que mi vindicación venga de tu presencia; que tus ojos vean con rectitud” (17:2). Efectivamente, David apela al fiel amor de Dios para sí: “Muestra maravillosamente tu misericordia, tú que salvas a los que se refugian a tu diestra de los que se levantan contra ellos” (17:7).

Todas estas son lecciones importantes, que se repiten, muchas veces en la Biblia, en su totalidad o en parte. De este modo nos encontramos con el apóstol Pablo diciendo a los creyentes romanos, “Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘Mía es la venganza; yo pagare’ [Deuteronomio 32:35], dice el Señor” (Romanos 12:17-19, cursivas añadidas).

Esta es una lección que los creyentes deben constantemente volver a aprender y aplicar a sí mismos. Es muy fácil de asimilar, cuando las cosas van bien. Pero, cuando los miembros de la iglesia están injustamente atacando su ministerio, cuando chismosos están deteriorando su posición en la empresa para su propio beneficio, cuando los colegas en el departamento de la universidad siempre incluyen el más feo de los motivos de todo lo que dices y haces, esa es la prueba para dejar las cosas en las manos de Dios cuyo cuidado por sí mismo y cuya pasión por la justicia garantiza la reivindicación final.

Y tal fe nos trae alivio del estrés: “En cuanto a mí, en justicia contemplaré tu rostro; al despertar, me saciaré cuando contemple tu imagen” (17:15).


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