Por el amor de Dios, Volumen 1/12 de abril

De Libros y Sermones Bíblicos

12 DE ABRIL

Levítico 16; Salmos 19; Proverbios 30; 1 Timoteo 1

DIOS ES TAN MARAVILLOSAMENTE GENEROSO en su auto revelación. Él no se ha revelado a sí mismo a esta raza de rebeldes de manera limitada, sino en la naturaleza, por su Espíritu, en su Palabra, en grandes eventos de la historia redentora, en las instituciones que él ordenó para dar a conocer sus propósitos y su naturaleza, incluso en nuestra composición exacta. (Llevamos la imagen de Dios). El salmo 19 describe dos de estas vías de auto revelación divina.

La primera es la naturaleza, o más precisamente, una parte de la naturaleza, las huestes celestiales observadas y disfrutadas por todos nosotros. “Los cielos proclaman la gloria de Dios, y la expansión anuncia la obra de sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría” (19:1-2). Pero así como los pueblos antiguos elaboraron mitos complejos para explicar el sol, la luna y las estrellas, la vergüenza de nuestra cultura es que elaboramos mitos “científico" complejos para explicarlos también. Por supuesto, nuestro conocimiento de cómo son realmente las cosas es más avanzado y preciso que el de ellos. Pero, nuestro profundo compromiso filosófico a la noción de azar, sin propósito, sin sentido, accidental, "estado estacionario" origen de todo lo que es terriblemente perverso, cualquier cosa para evitar la conclusión más obvia de un Dios supremamente inteligente capaz de diseños maravillosos espectaculares. La evidencia está ahí, la hueste celestial; “transmite el mensaje al otro día, y una noche a la otra noche revela sabiduría”

La segunda es “los preceptos del SEÑOR”: perfecto, digno de confianza, recto, puro, radiante, justo, que convierte el alma, hace sabio al sencillo, que alegran el corazón, que permanecen para siempre, más precioso que el oro, más dulce que la miel, advierten, prometen gran recompensa (19:7-11). Aquí también logramos reducir y acallar lo que Dios ha revelado. Grandes estudiosos invierten vidas perdidas en el debilitamiento de su credibilidad. Muchas personas eligen fragmentos y temas que luego constituyen una rejilla para eliminar el resto. El aglomeramiento cultural construye nuevas epistemologías que relativiza la Palabra de Dios de modo que no son más reveladores que los documentos de origen de cualquier otra religión. Lo peor de todo, los cristianos invierten tan poco tiempo y energía en aprender lo que ellos dicen es la Palabra de Dios que desaparece por defecto. Sin embargo aún, sigue siendo una revelación inimaginablemente gloriosa.

En levítico 16 representa otra vía de revelación. Dios en su gracia instituyó un rito anual en el antiguo pacto que representa los principios fundamentales de lo que es y lo que es aceptable para él. Los pecadores culpables se le puede acercar a través de un mediador y un sacrificio de sangre que prescribe: el Día de la Expiación es a la vez rito y profecía (comparar Hebreos 9:11 - 10:18).

Responda con el salmista: “Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh SEÑOR, roca mía y redentor mío” (19:14).