Por el amor de Dios, Volumen 1/3 de enero
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 5 del Libro Por el amor de Dios, Volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
3 DE ENERO
Génesis 3, Mateo 3, Esdras 3, Hechos
EN CUALQUIER CAMPO, es poco probable llegar a un acuerdo en cuanto a la solución de un problema, a menos que estemos de acuerdo en cuanto a la naturaleza del problema.
Las religiones del mundo ofrecen una enorme gama de soluciones a los problemas humanos. Algunas promulgan diversas prácticas de auto-ayuda religiosa, y algunas abogan por una especie de fatalismo inseparable; otros instan por aprovechar la energía impersonal o fuerza en el universo; otros aun afirman que las experiencias místicas están disponibles para aquellos que las buscan, experiencias que hacen al mal tener un carácter relativo. Una de las preguntas críticas a preguntar es la siguiente: ¿Qué constituye el elemento irreductible de los problemas humanos?
La Biblia insiste en que el centro de todos los problemas humanos es la rebelión contra el Dios que es nuestro Creador, cuya imagen tenemos, y cuyo reino buscamos derrocar. Todos nuestros problemas, sin excepción, se pueden remontar a este comienzo fundamental: nuestra rebelión y la merecida maldición de Dios que hemos atraído por nuestra rebelión.
Esto no debe ser mal entendido en un sentido simplista. No es necesariamente el caso de que los más grandes rebeldes en este mundo sufren las mayores penas en este mundo, en algún esquema simplista de "ojo por ojo. Pero si somos los autores de cosas como el odio, los celos, la lujuria, o el robo, o las víctimas de violación, maltrato, o un acoso indiscriminado, nuestro problema está ligado a nuestros pecados, o a los de los demás. Además, si nuestra miseria es el resultado de la malicia humana o el fruto explícito de un desastre "natural", Génesis 3 insiste en que se trata de un mundo desordenado, un mundo fracturado y que esta situación se ha producido a causa de la rebelión humana.
Las maldiciones de Dios sobre la pareja humana son sorprendentes. La primera (Gén 3:16) que promete el dolor en la maternidad y los matrimonios desordenados es la ruptura de la primera tarea designada a los seres humanos que fue asignada antes de la Caída: hombre y mujer, en la bendición de Dios, siendo fructíferos y aumentando en número (1:27-28). La segunda (Gén 3:17-19) que promete trabajo dificultoso, una ecología desordenada, y una muerte segura, es la interrupción de la segunda tarea designada a los seres humanos que fue asignada antes de la Caída: los creados a imagen de Dios reinan sobre el orden creado y viven en armonía con él (1:28-30).
Con una justicia perfecta, Dios podría haber destruido esta raza rebelde al instante. Él no puede ignorar más tal rebelión de lo que puede negar su propia deidad. Sin embargo, en la misericordia los viste, suspende parte de la sentencia, la muerte misma, y predice el momento en que la descendencia de la mujer aplastará a la serpiente que dirigió a la primera pareja por mal camino. Uno lee Apocalipsis 12 con alivio, y capta que el Génesis 3 define el problema de que sólo Cristo puede satisfacer.
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