Por el amor de Dios, Volumen 1/6 de abril
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 98 del Libro Por el amor de Dios, Volumen 1
Traducción por Luximar Arenas Petty
6 DE ABRIL
Levítico 9; Salmos 10; Proverbios 24; 1 Tesalonicenses 3
EL SALMO 10 CONTINUA CON EL TEMA de la justicia y el juicio de Dios, ahora distante del asunto más inmediato y personal de justicia para David cuando él se siente traicionado por sus enemigos y hacia un tratamiento más general. ¿Dónde está Dios cuando triunfan las personas malvadas? “¿Por qué, oh SEÑOR, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación?” (10:1)
En el Salmo 10:2-11, el hombre impío es descrito en una imagen mixta. Él arrogantemente se alimenta de las personas más débiles (10:2). Lejos de mostrar alguna moderación, el se jacta en su apetito “y desprecia al SEÑOR” (10:3). Lo más triste del asunto es que “Todo su pensamiento es: No hay Dios” (10:4). Sin embargo, no es difícil encontrar personas malvadas que son sumamente prósperas, aunque ellos desafíen todas las leyes de Dios (10:5). La arrogancia explosiva del hombre malvado parece ponerlo por encima de simples mortales, y él es elogiado en los periódicos como el que alegremente se pronuncia a sí mismo, “No hay quien me mueva; por todas las generaciones no sufriré adversidad” (10:6) No obstante, el maldice a sus oponentes, y difunde mentiras y maldad con su lengua. (10:8). En el peor de los casos se inclina al asesinato, sea directamente como una lucha entra bandas, violencia colectiva, y ataques terroristas, o indirectamente a través de un plan cruel que aplasta al indefenso. (10:9-10) ¿Y qué piensa de Dios? “Dios se ha olvidado; ha escondido su rostro; no lo verá jamás” (10:11).
El salmista ahora se dirige a Dios directamente (10:12-15): “¡Levántate, oh SEÑOR!; alza, oh Dios, tu mano. No te olvides de los pobres”. (10:12) Se recuerda a sí mismo que Dios ve todos los problemas y las penas que le suceden a esta raza caída; las considera; en su propio tiempo, y las toma en sus manos (10:14) Es por eso que el desvalido y el huérfano sabiamente se comprometen “a ti” (10:14) Tanta maldad hecha en secreto y no será expuesta por un proceso judicial ordinario. El salmista pide a Dios por justicia: “Quiebra tú el brazo del impío y del malvado; persigue su maldad hasta que desaparezca”. (10:15, cursivas añadidas).
En los versículos finales (10:16-18) el salmista se da cuenta y se recuerda que la escala de tiempo de Dios es menos urgente que la nuestra: “El SEÑOR es Rey eternamente y para siempre; las naciones han perecido de su tierra” (10:16). La escala que anticipa la disolución de las naciones no prevé disipar la confianza que Dios también se preocupa con la escala minúscula de la calamidad individual. Más bien, es otra manera de decir que “los molinos de Dios muelen lento, pero muelen fino”.
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