Por el amor de Dios, Volumen 1/8 de abril

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/April 8

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 100 del Libro Por el amor de Dios, Volumen 1

Traducción por Luximar Arenas Petty


8 DE ABRIL

Levítico 11-12; Salmos 13-14; Proverbios 26; 1 Tesalonicenses 5

EN ESTA MEDITACIÓN quiero traer dos pasajes juntos: “Porque yo soy el SEÑOR vuestro Dios. Por tanto, consagraos y sed santos, porque yo soy santo. No os contaminéis, pues, con ningún animal que se arrastra sobre la tierra. Porque yo soy el SEÑOR, que os he hecho subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios; seréis, pues, santos porque yo soy santo”. (Levítico 11:44-45); “El necio ha dicho en su corazón: ‘No hay Dios’” (Salmo 14:1).

¿Qué significa santo? Cuando los ángeles daban voces “Santo, Santo, Santo, es el SEÑOR de los ejércitos” (Isaías 6:3; comparar Apocalipsis 4:8), ¿Quieren decir “Virtuoso, virtuoso, virtuoso es el SEÑOR de los ejércitos”? O ¿“Apartado, apartado, apartado es el SEÑOR de los ejércitos”? Tan sólo hacer tales preguntas demuestra cuán inadecuados son en realidad tales definiciones comunes de santo.

En esencia, santo es casi un adjetivo que corresponde al sustantivo Dios. Dios es Dios; Dios es santo. El es único; no hay otro. Entonces, como consecuencia, lo que le pertenece exclusivamente a él se designa santo. Esto puede ser tan cierto con las cosas como con las personas: algunos incensarios son santos; ciertas vestiduras sacerdotales son santas; ciertos atavíos son santos, no porque son morales, y ciertamente no porque ellos mismos sean divinos, sino porque en este sentido, como consecuencia de que están restringidos en su uso para Dios y sus propósitos, y por lo tanto son apartados de cualquier otro uso. Cuando las personas son santas, son santas por la misma razón: pertenecen a Dios, lo sirven y actúan con respecto a sus propósitos. (Ocasionalmente en el Antiguo Testamento hay una ampliación del término para referirse a la esfera de lo sagrado, de tal manera que incluso los sacerdotes paganos, en este sentido pueden ser llamados santos. Pero esta ampliación no nos concierne aquí).

Si las personas se comportan de una cierta manera porque ellos pertenecen a Dios, podemos decir que su comportamiento es moral. Cuando Pedro cita estas palabras, “Sed santos, porque Yo soy santo” (1 Pedro 1:16), la implicación, en este contexto, es alejarse de “malos deseos” (1:14) y vivir una vida “en temor reverente” (1:17). Pero no es casualidad que estas palabras en Levítico 11 no se encuentren en un contexto de preceptos morales y prohibiciones sino de restricciones ceremoniales al tratar con alimentos limpios e impuros. Por pertenecer a Dios, vivir en sus términos, reservarnos para él, deleitarnos en él, obedecerlo, honrarlo, esto es más esencial que los detalles de la obediencia que llamamos moral o ceremonial.

De hecho, esta postura es tan elemental en el universo de Dios que sólo el necio dice, “No hay Dios” (Salmo 14:1). Esto es precisamente lo opuesto de santidad, la demostración más evidente y esencial, “Se han corrompido, han cometido hechos abominables” (14:1)



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