Por el amor de Dios, Volumen 1/8 de enero
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 10 del Libro Por el amor de Dios, Volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
8 DE ENERO
Génesis 8, Mateo 8, Esdras 8, Hechos 8
¿POR QUÉ JESÚS ENCUENTRA la fe del centurión tan sorprendente (Mateo 8:5-13)? El centurión asegura a Jesús que en lo que a él se refiere no es necesario que el Maestro vaya a visitar su casa para curar el siervo paralizado. Él entiende que Jesús sólo necesita decir la palabra, y el criado quedará sano. “Ya que”, explica el centurión: "Yo mismo soy un hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes. Le digo a éste: 'Ve', y él va, y a ese otro: 'Ven', y él viene. Le digo a mi siervo: 'Haz esto', y lo hace" (8:9). ¿Por qué es esto una evidencia tan asombrosa de fe?
Tres factores se destacan. El primero es que en una época de mucha superstición, el centurión creía que el poder sanador de Jesús no estaba en la magia, o incluso en su presencia personal, pero en su palabra. No era necesario que Jesús tocara ni tratara a el servidor, o incluso estar presente, sino que bastaba con decir la palabra, y sería hecho.
El segundo es que llegó a tales afirmaciones llenas de certeza a pesar de que él no estaba inmerso en la Escritura. Él era un gentil. ¿Qué comprensión de la Escritura tenía no se puede decir, pero fue sin duda menor de la que disfrutaban muchos de los sabios de Israel. Sin embargo, su fe era más pura, más simple, más penetrante, que honraba más a Cristo que la de ellos.
El tercer elemento sorprendente de la fe de este hombre es la analogía con la que concluye. Él reconoce que él mismo es un hombre bajo autoridad, y por lo tanto tiene autoridad cuando habla en el contexto de esa relación. Cuando él le dice a un soldado romano en que venga o vaya, o que haga algo, él no está hablando simplemente como un hombre a otro hombre. El centurión habla con la autoridad de su oficial superior, el tribuno, que a su vez, habla, finalmente, con la autoridad del César, con la autoridad del poderoso Imperio Romano. Que la autoridad pertenece al centurión, no porque él es de hecho tan poderoso como César en todas las dimensiones, sino porque es un hombre bajo la autoridad: la cadena de mando significa que cuando el centurión le habla al soldado raso, Roma habla. Implícitamente, el centurión dice que reconoce en Jesús una relación análoga: Jesús de la misma manera está en relación con Dios, y bajo la autoridad de Dios, que cuando Jesús habla, Dios habla. El centurión, por supuesto, no estaba hablando en el marco de una doctrina cristiana madura de Cristo, pero los ojos de la fe le habían permitido llegar muy lejos.
Esta es la fe que necesitamos. Ella confía en la palabra de Jesús, refleja una profundidad simple, y cree que cuando Jesús habla, Dios habla.
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