Por el amor de Dios, volumen 1/10 de junio

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English: For the Love of God, Volume 1/June 10

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 163 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Luximar Arenas Petty


10 DE JUNIO

Deuteronomio 15; Salmos 102; Isaías 42; Apocalipsis 12

UNA DE LAS CARACTERÍSTICAS NOTABLES de muchos pasajes de Deuteronomio es que describe como debería ser la vida una vez que el pueblo entre a la Tierra Prometida es una tensión entre lo que se extendió como lo ideal y lo que de hecho demuestra la realidad.

Así, por un lado, al pueblo se le ha dicho que “Y no habrá menesteroso entre vosotros, ya que el SEÑOR de cierto te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad para poseerla, si sólo escuchas fielmente la voz del SEÑOR tu Dios, para guardar cuidadosamente todo este mandamiento que te ordeno hoy” (Deuteronomio 15:4-5). Por otro lado, el mismo capítulo reconoce con franqueza, “Porque nunca faltarán pobres en tu tierra. Por eso te ordeno, diciendo: ‘Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra’” (15:11).

El pasaje anterior, que “Y no habrá menesteroso entre vosotros”, está basado en dos cosas: la absoluta abundancia de la tierra (una señal de las bendiciones del pacto), y las leyes civiles que Dios quiere imponer para evitar cualquier forma de miseria “trampa de pobreza”. Lo último incluye cancelar las deudas cada siete años, una propuesta impactante a nuestros oídos (15:1-11). Hay incluso una advertencia acerca de albergar al “pensamiento perverso”, una vez que el séptimo año era inminente, de planear tacañería (15:8-10).

La medida en que estas leyes idealistas fueron promulgadas nunca se discute. Hay muy poca evidencia que se hayan convertido en ley pública ampliamente guardada en la Tierra Prometida. Así el segundo pasaje, que “Porque nunca faltarán pobres en tu tierra”, es inevitable. Refleja la realidad cruel que ningún sistema económico puede garantizar la abolición de la pobreza, debido a que los seres humanos la administran, los seres humanos son avariciosos, los seres humanos seguirán ajustando y al final pervirtiendo el sistema para beneficio personal. Esto no sugiere que todos los sistemas económicos son igualmente buenos o malos: transparentes, eso no es así. Tampoco sugiere que los legisladores no deberían trabajar constantemente en corregir un sistema y llenar los vacios legales que fomentan la corrupción. Pero si sugiere que la Biblia es dolorosamente realista acerca de la imposibilidad de cualquier utopía, económica o diferente, en este mundo caído. Además, en ocasiones los israelitas llegarían a ser tan corruptos, tanto dentro del aspecto económico y más allá, que Dios retendría su bendición de la tierra; por ejemplo, la lluvia podría ser retenida (como en los días de Elías). Y entonces la tierra no sería capaz de soportar a todas las personas viviendo allí.

De ahí la insistencia que siempre habrá gente pobre (un punto que Jesús reitera, Mateo 26:11) no es un fatalismo encubierto, sino un llamado a la generosidad abierta.



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