Por el amor de Dios, volumen 1/12 de noviembre

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Sobre esta Traducción
English: For the Love of God, Volume 1/November 12

© The Gospel Coalition

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Por D.A. Carson sobre Vida Devocional
Capítulo 318 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1

Traducción por Arturo Valbuena M.


12 DE NOVIEMBRE

2 Reyes 25; Hebreos 7; Amos 1; Salmo 144

EN ESTE ÚLTIMO CAPÍTULO DE 2 Reyes (2 Reyes 25), Jerusalén se va en medio de la vergüenza y la derrota. Pero hay un cambio en la historia.

La narración en sí es sucia. Sedequías, el rey interino, era débil y corrupto. Jeremías predicaba la sumisión. Dios había decretado que Judea será castigada de esta manera, y por lo tanto la nación no debe rebelarse contra Babilonia. A setecientas millas de distancia, Ezequiel estaba predicando lo mismo a los exiliados. Judea y de Jerusalén, insistió, eran mucho peores de lo que la mayoría de la gente pensaba, y que Dios había decretado juicio sobre ellas. Varios años antes de la destrucción final, predijo que la gloria de Dios abandonaría a Jerusalén, y que la ciudad sería destruida (Ezequiel 8-11), un mensaje devastador para los exiliados, porque para ellos eso significaba que no habría el hogar a donde regresar, y un abandono por parte de Dios, tan completo que apenas tenían categorías para comprenderlo.

Pero Sedequías se rebeló de todos modos. La represalia babilónica fue tan brutal como era inevitable. Por 588 A. C., el poderoso ejército babilonio estaba de vuelta a las puertas de Jerusalén. La ciudad fue tomada en el año 587 A. C. Sedequías trató de escapar, pero fue capturado cerca de Jericó y llevado a la sede de Nabucodonosor en Ribla. Allí sus hijos murieron ante sus propios ojos, y luego sus ojos sacados. La mayor parte de la ciudad fue quemada, y las murallas fueron trasladadas piedra a piedra. Cualquier persona de cualquier posición fue llevada a Babilonia. Para los pobres que se quedaron en el reino para cuidar las viñas, Nabucodonosor nombró a Gedalías como gobernador, quien estableció su centro administrativo en Mizpa, ya que Jerusalén estaba completamente destruido. Apenas siete meses después, Gedalías fue asesinado por asesnos estúpidos de sangre real. Al parecer habían sido ofendidos que un gobernador había sido nombrado fuera del linaje de David. Finalmente se dieron cuenta de lo que habían hecho. Ante el temor de represalias por parte de los babilonios, el resto del pueblo huyó a Egipto.

Si esa es la manera que 2 Reyes terminó, los temas de la justicia y el juicio serían cumplidos, pero el lector se quedaría pensando si había alguna esperanza para la descendencia de David y de las promesas mesiánicas radicales unidos con ella. Pero, de hecho, el libro termina con un giro en la historia. Los últimos versos (25:27-30) tranquilamente informan que en el año treinta y siete del destierro, el rey Joaquín fue liberado de su encarcelamiento. Para el resto de su vida, fue apoyada por el estado de Babilonia: “Él dejó de lado sus vestiduras de prisión y para el resto de su vida comió a la mesa del rey”, recibiendo “una mesada regularmente por el resto de su vida”. La historia de la redención no a terminado, la línea davídica aún no extinguida. En medio del inmenso pecado y juicio cortante, la esperanza todavía nos llama.


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