Por el amor de Dios, volumen 1/13 de julio
De Libros y Sermones BÃblicos
Por D.A. Carson
sobre Vida Devocional
Capítulo 196 del Libro Por el amor de Dios, volumen 1
Traducción por Arturo Valbuena M.
13 DE JULIO
Josué 18-19; Salmos 149-150, Jeremías 9, Mateo 23
ÉSTE (Josué 18-19) ES UN BUEN DIA PARA reflexionar sobre los muchos capítulos de Josué que se han dedicado al acceso a la división de la tierra.
(1) Concentrándose en la división de la tierra, estos capítulos implícitamente se centran en la tierra misma. Después de todo, la tierra es un componente irreductible de la promesa a Abraham, de la alianza del Sinaí, de la liberación de los israelitas de la esclavitud en Egipto. Ahora es distribuido por la supervisión providencial de Dios sobre el “lote”.
(2) La conclusión inevitable es que Dios es fiel a sus promesas. Ese punto está expresamente elaborado para nosotros en tan solo dos capítulos: “Y el SEÑOR le dio a Israel toda la tierra que había jurado dar a sus antepasados, y tomaron posesión de ella y se establecieron allí. El SEÑOR les dio paz por todas partes, tal como lo había jurado a sus antepasados. Ni uno solo de sus enemigos les resistía, y el SEÑOR les entregó a todos sus enemigos. Ni una sola de todas las buenas promesas que el SEÑOR hizo a la casa de Israel falló; cada una se cumplió” (21:43-45).
(3) En estos capítulos también se explica cómo la entrada a la Tierra Prometida no avanzó en una ola de triunfo continuo. Al principio Dios había advertido que no le iba a dar a los israelitas todo a la vez. Ahora se nos dice insistentemente que esta tribu o la otra no podían desalojar a ciertos cananeos, y siguen allí “hasta el día de hoy”. Por ejemplo, “Judá no podía expulsar a los jebuseos que vivían en Jerusalén y hasta el día de hoy los jebuseos viven allí con el pueblo de Judá” (15:63; ver Jueces 1:21). De hecho, Jerusalén fue tomada (Jueces 1:8), pero no todos los jebuseos fueron desalojados. Detalles de este tipo ayudan a explicar cómo la lucha entre la fidelidad y el sincretismo podría ocupar gran parte de la historia de Israel.
(4) Algunos de los elementos en los capítulos anteriores llevan la narrativa a su término. Por ejemplo, Caleb aparece de nuevo. Fue compañero de Josué en el grupo inicial de doce espías, y eran los únicos que en Kadesh Barnea, en la primera aproximación a la Tierra Prometida, instó a la gente a entrar a ella con valentía y confianza en Dios. En consecuencia, son los únicos de su generación que aún están vivos para presenciar la Tierra Prometida por sí mismos. Y ahora, en Josué 15, Caleb sigue en busca de nuevos mundos que conquistar y recibe su herencia. Del mismo modo, los capítulos 20-21 detallan la designación de las ciudades de refugio y de los pueblos apartados para los levitas, pasos mandados por el Código de Moisés.
(5) Hay problemas en el futuro. Las ambigüedades de la situación, y los recuerdos de las últimas advertencias de Moisés, señalan al lector que estas victorias relativas, bien que sean, no pueden ser la disposición final o máxime de Dios.
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